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¿Google haciendo videojuegos?

Google ha protagonizado una de las noticias más interesantes que he leído últimamente: el gigante de Internet ha invertido una millonada (entre 100 y 200 millones de dólares) en Zynga, los creadores de Mafia Wars y ese sinsentido llamado Farmville, entre otros juegos web tremendamente populares en Facebook.

Este movimiento es, obviamente, un paso decisivo hacia la creación de Google Games, un servicio que podría plantarle cara a portales como Yahoo! Juegos o tal vez, quien sabe, aspirar a objetivos más ambiciosos. La apuesta es muy fuerte, ya que Zynga es una de las empresas que mayor partido ha sabido sacarle al mundillo de los juegos web, generando beneficios desorbitados.

Aunque Google Games pueda parecer un negocio muy alejado del mercado actual de PC y consolas, no podemos estar seguros de cuándo y cómo terminará todo esto. Vivimos un momento de convergencia en el que todas las ramas de la industria del ocio audiovisual se entrecruzan y, a menudo, confluyen en un mismo punto. Hoy día podemos escuchar la radio en la televisión, ver la televisión en el ordenador, navegar por Internet en la consola, actualizar las redes sociales en el teléfono móvil…

Esta tendencia afecta por igual a dispositivos y contenidos. De este modo, los videojuegos llegan cada vez a más y más variadas plataformas: los teléfonos móviles, los tablets tipo iPad, la televisión, sistemas basados en la computación en nube…  A esto hay que sumar la tremenda expansión de Internet, que ya es casi omnipresente (el Dios del siglo XXI).

Si la industria mantiene esta dirección (y todo parece indicar que así será), la frontera que separa el negocio de los juegos web de las producciones en soporte físico se irá diluyendo hasta desaparecer. Si esto se cumple, no sería extraño ver videojuegos de Google estrenándose en las futuras máquinas de Nintendo, Sony, Microsoft y, por qué no, tal vez de alguna otra empresa.

Virtual Boy y Farmville, entre los peores inventos de la historia

Hace unos días, la prestigiosa revista Time publicó una de esa inútiles listas que, por algún extraño motivo, a todos nos encanta leer. Estoy hablando de una titulada «Los 50 peores inventos». En el ranking podemos encontrar de todo, desde el popular Segway (que jamás protagonizó la revolución a la que aspiraba) hasta el sistema de protección anticopia de CDs de Sony pasando por los urinarios de pago y los Tamagotchis

Dejando a las mascotas virtuales de bolsillo al margen, los videojuegos tienen un par de huecos destacados en la lista. Uno de ellos está reservado para aquella reliquia llamada Virtual Boy y el otro es para un entretenimiento mucho más moderno y exitoso: el «juego» Farmville de Facebook.

Virtual Boy fue el primer intento de Nintendo de acercarse a la realidad virtual, un experimento prematuro por acercarse a un futuro de ciencia ficción. Mis sentimientos hacia este aparatejo son contradictorios. Por un lado, yo mismo lo incluí en un reportaje sobre grandes fracasos tecnológicos, pero por otro me parece una joya de coleccionista.

Aunque fue un desastre comercial, sus gráficos 3D en rojo y negro y su llamativo diseño la han convertido en una valiosa rareza que he tenido el privilegio de probar en un par de ocasiones. «Virtual Boy será recordada como la consola de Nintendo con una vida más corta. Estuvo en el mercado tan sólo seis meses en 1995 antes de su muerte piadosa», explica Time. Su catálogo fue tan escaso -14 jurgos- como breve su existencia. La compañía nipona prefirió centrarse en la Nintendo 64 antes que malgastar esfuerzos en un invento que nació muerto.

En cuanto a Farmville, no puedo decir mucho que no dijera ya en su momento, cuando le dediqué un artículo en exclusiva. El juego, por llamarlo de alguna manera, es uno de los mayores «roba-tiempo» del momento encumbrado al éxito por el auge de las redes sociales. Si bien no exige tanta dedicación como otros juegos online (léase el WoWIkariam, OGame o Travian, entre muchos otros), Farmville es de los más simplones y absurdos: no hay dificultad, no hay competición directa, no hay reto, apenas existen alicientes más allá del «yo la tengo más grande».

En Time lo expresan así: «Maldito seas, Farmville. El más adictivo de los juegos de Facebook ni siquiera es un juego, es más una serie de acciones en una granja virtual que exige que nunca pares de pulsar con el ratón para plantar y cosechar. Y Zynga, la malvada mente que se esconde tras esta adicción digital, afirma que más de un 10% de los americanos han creado alguna vez una granja. ¿Cuántas horas perdidas de productividad supone eso? Dificil de concretar. Pero para mí, personalmente, al menos una docena. Lo siento. Time«.

Creo que puedo estar contento, a mí Farmville me ha quitado poco tiempo de mi vida.

¿Estáis de acuerdo con las inclusión de Virtual Boy y Farmville entre los 50 peores inventos?, ¿qué otros productos del mundo de los videojuegos hubierais incluido en esta lista?

El fenómeno ‘Farm’

Mis compañeras de la redacción están enganchadísimas. Llevan semanas hablando de plantar algodón, conseguir gallinas y fertilizar a los vecinos. La culpa es del Facebook y del dichoso Farmville, y es que la conocida red social se ha convertido ya en una solida plataforma de juegos con éxitos como Mafia Wars, Geo Challenge o Pet Society.

El caso es que me decidí a probar el Farmville para ver en qué consistía. Se trata de un juego en el que tenemos que crear una granja y hacerla crecer. Sembramos cereales, cultivamos hortalizas, plantamos flores, compramos animales, recolectamos frutas de nuestros árboles… Cada elemento tarda un tiempo (ocho horas, un día, dos días…) en proporcionarnos algo que nos dé beneficios. Con lo que producimos, ganamos dinero y conseguimos experiencia que nos permite subir de nivel y optar a más y mejores recursos cada vez.

Por otro lado, mucho más importante, está el componente social. Si queremos mejorar la granja es casi imprescindible encontrar vecinos, otros usuarios del Facebook que estén dispuestos a hacer de granjeros virtuales, fertilizar tus plantas, alimentar tus pollos, hacerte regalos y dejarte mensajitos. Sin ellos resulta muy costoso aumentar el tamaño de nuestra finca y no tendremos espacio suficiente para expandir el negocio. He aquí la primera gran pega.

Conozco ya a unas cuantas personas que han acabado convirtiendo su Facebook en un mero soporte para el juego. Entre sus amigos hay desde gordos canadienses hasta chavalines alemanes y abuelas de Texas. Además, los jugadores de Farmville tienden a convertir el Facebook en tablones de anuncios en los que ofrecen huevos, ramos de flores o mascotas para adoptar (ya sea un gato, un pingüino o cualquier otro bichejo), algo un poco molesto para los no jugadores.

El juego es sencillo hasta decir basta. El único incentivo para seguir jugando, que es el mismo que atrapa a la gente en todos los títulos online: yo soy mejor que tú. En unos juegos es «tengo la espada más larga», «la delantera más potente» o «la flota más numerosa». En Farmville es «tengo la granja con más conejos» (bueno, en realidad, «con más hectáreas», pero creo que pilláis el concepto). Peor aún, para progresar se fomenta la cooperación mucho más que la competición, por lo que se pierde el punto adictivo que tendría, por ejemplo, robar en las granjas de otros o quemarles los cultivos (no suena muy ético, ¿no?).

Otra forma de hacer progresar la granja sin necesidad de añadir al Facebook a rumanos y filipinos es pagar dinerito contante y sonante, que imagino que es lo que buscan los señores de Zynga Games. Farmville, como juego, no tiene mucho misterio. La gente que está enganchada a él, que no es poca, no deberían probar cosas como el OGame o World of Warcraft, son universos de los que tal vez jamás podrían salir.

¿Qué os parece Farmville?