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Mejor sin techo que repelente en el Palace

Son 500 millones en todo el mundo según la ONU. Tres millones en la UE.

Les llamamos, para que no duela, sin hogar, sin techo o, todavía más asépticamente, homeless, bajo el manto de éter de otro idioma. Nunca importan demasiado: son población invisible, ajena a la mecánica del sistema, son uno de los top secrets que entre todos mantenemos escondido bajo la alfombra de la comodidad.

Hace unos días la prensa del mundo volvió a ejercer la consejería moral: cuidado, muchacho, la calle puede ser tu casa.

Nos mostraron a un homeless que una vez fue rico y famoso: el músico Sly Stone, inventor del funk, gran disoluto, triunfador en el Festival de Woodstock -donde los negros estaban vetados por el racismo en sordina de la mafia hippie (Hendrix actuó, sí, pero Hendrix nunca ejerció la negritud, era pálido)-, autor del primer disco moderno de soul electrónico, There’s a Riot Going’ On (1971) -escuchen Africa Talks to You ‘The Asphalt Jungle’ -.

A partir de una información bastante tendenciosa del New York Post del aprendiz de espía Robert Murdoch -el mismo diario cuyo nivel de seriedad quedó patente cuando llamó Osama a Obama-, los media de varios continentes copiaron y pegaron.

El resumen venía a ser: «Sly Stone vive en una caravana en Los Ángeles y una pareja de jubilados le da de comer». Si sustituimos el vehículo por una madriguera de tres metros por dos, el titular valdría para varios millones de jóvenes españoles que han regresado a casa de papá y mamá por culpa de gente que frecuenta los mismos salones que Murdoch.

Sly & The Family Stone, 1970

Sly & The Family Stone, 1970

Adoro a Sly Stone desde que escuché su música a los 13 años, en 1967 (en concreto, esta barbaridad que todavía me lleva a brincar) y mis primeras fiestas adolescentes llegaban al clímax de sensualidad que nos era permitido, bastante light, con Family Affair.

De otro lado, me suelo entender bastante bien con todos los heridos -por bala, enfermedad, despido patronal o deshaucio bancario- y me saca de las casillas el estigma que, incluso sin conciencia, se marca con ácido en las frentes de los débiles.

Voy a glosar a media docena de músicos que han vivido en la calle, en los márgenes de lo correcto. Son mi ejército secreto de hoy. Los prefiero a cualquier residente-repelente en el Palace.

1. Ted Hawkins (1936-1995). Nació negro y pobre en el sur de los EE UU, donde ambas condiciones garantizan una amplia probabilidad de que te envíen al reformatorio y a la cárcel, lo cual sucedió. Prefirió las aceras a los escenarios. Pese a un postrero éxito en Europa, regresó al vagabundeo y la música a cambio de propinas. Dormía en la playa de Venice, en Los Ángeles. De día ponía los pelos de punta a los turistas con su gospel dolorido.

2. Blind Willie Johnson (1897-1945). Otro tipo pobre y sureño. Desde niño, además, ciego porque su madrastra le arrojó lejía a la cara durante una disputa familiar. Hizo su primera guitarra con una lata de tabaco. No le hacía falta nada más para cantar blues. Durante toda su vida tocó y predicó la buenaventura de dios en la calle. Ni siquiera está claro dónde está su tumba. Yo sé dónde: en todo pecho hendido por la pena.

3. KRS-One (1965). El blues de nuestro tiempo es el hip-hop. Ninguna otra música ha sabido meterse en la sangre del modo abrasivo y generalista del rap en sus más dignas formas. Este cantante-compositor se largó de un hogar violento a los 14 años y vivió como homeless en Nueva York. Lawrence Krisna Parker, al que todos llaman KRS-One, tiene, entre otros méritos musicales, el de haber merecido el interés de otro tabloide repulsivo, el New York Daily News, que tildó al cantante de «anarquista» y escribió en un editorial: «Si Osama Bin Laden compra alguna vez un disco de rap, será un CD de KRS-One».

4. Seasick Steve (1941). Una vez dijo: «Los vagabundos son gente que se mueve en busca de trabajo. Los caminantes se mueven, pero no les interesa el trabajo. Los vagos ni se mueven ni trabajan. Yo he sido de los tres». Steven Gene Wold -su nombre de registro- transitó durante más de veinte años por EE UU sin tener un destino preciso. Luego se arrimó a la música -llegó a tocar con Janis Joplin- y trabajó como técnico de sonido antes de sentir otra vez la llamada del camino y largarse a Europa, donde se ganaba el pan en la calle haciendo lo que mejor sabe, cantar blues acompañado de su guitarra. Ahora es bastante famoso, pero en su mirada sigue habiendo tierra.

5. Dan Tracey (Television Personalities). Eran inteligentes y odiaban las poses en el Reino Unido o-eres-trendy-o-no-me-importas de los ochenta. Dan Tracey (1960) era el alma del grupo, los exquisitos Television Personalities. Lo pillaron robando en una tienda a finales de la década siguiente: tenía que pagar su afición al crack. Condena de cárcel, ruina y, al salir de entre rejas, la calle como hogar. Volvió a hacer discos, algunos con canciones tan deslumbrantes como All the Young Children on Crack (2006).

6. John Fahey (1939-2001). Desde mediados de la década de los setenta y durante unos veinte años, Fahey, quizá el mejor guitarrista steel de la historia, malvivió, vendiendo poco a poco su colección de acetatos clásicos, para poder comprar una botella más de alcohol. El último acto de expiación fue la entrega a la usura de las casas de empeño de su guitarra. Pasó muchas noches a la intemperie. Le importaba todo bastante poco. De ese desapego sólo excluía a su bellísima música.

Todos fueron homeless de un modo radical. No se trata de invitarles a comer. Se trata de que nos enseñen a vivir.

Ánxel Grove

Constructor de purgatorios pop con complejo de Napoleón

Back To Mono

Back To Mono

Ninguna otra proclama tan indispensable: Back To Mono. Bastante más que una simple bandera, De regreso al Mono, al sonido monoaural, de un sólo canal, implica varias proposiciones.

En primer lugar, renunciar a la falsedad del estéreo (del griego stéreos, sólido). En segundo, volver a la audición natural, la percepción de las ondas sonoras que se propagan por el espacio.

El eslogan no es una necedad de la propaganda. Conviene situar el contexto temporal: fue enunciado en 1991 como título de un cofre de cuatro discos (en principio de vinilo, luego se reeditaron en compacto digital) dedicado al trabajo como productor, entre 1958 y 1969, de Phil Spector.

En 1991 no había manera de escuchar la música de Spector en su original fidelidad. Sus mejores discos, publicados por su propia empresa, Philles Records, eran un producto del pasado y sólo se distribuían en recopilaciones dudosas. No había forma de regresar al mono. En 1991 habíamos olvidado el don de la escucha humana. Back To Mono nos la devolvió.

Phil Spector

Phil Spector

Spector -a quien hoy dedicamos la sección Cotilleando a…– es lo más parecido a Mozart que ha dado el pop occidental.

Como sucede con cualquier ángel, el envés de sus alas esconde cochambre: podredumbre moral, desamor, demencia, crueldad, un crimen…

En el lado angélico: sinfonías impecables de menos de tres minutos; canciones que te tocan y te seducen para siempre; cápsulas de sexo y turbación; «música emocional», como él mismo decía, para una «generación emocional».

Veinte pequeñas claves para entender al mejor constructor de purgatorios pop, un hombre con complejo de Napoleón que supo tratar con las canciones pero no con el mundo.

1. Harvey Phillip Spector, nacido el 26 de diciembre de 1940, era hijo de dos inmigrantes rusos de etnia judía. El apellido original era Spektor, pero un oficial de inmigración lo cambió por confusión fonética.Vivían en Soundwiew, una fea zona del Bronx neoyorquino.

2. El 20 de abril de 1949, Ben Spector, el padre (rubio, jovial, bregado, trabajador de una acería), se despidió de la familia tras los huevos revueltos con café. Condujo el coche durante unas cuadras y lo aparcó. Del maletero sacó una manguera, conectó un extremo al tubo de escape y se dejó matar, sentado en el asiento del conductor, por el monóxido de carbono. Nadie sabía que estaba deprimido hasta el extremo del suicidio.

3. Harvey -asmático, feucho, bajito- creció marcado por la muerte del padre al que idolatraba. Bertha, la madre, también. En 1953 se fueron Los Ángeles para intentar alejarse de los recuerdos. El cambio de panorama fue vano: en la mujer creció una neurosis obsesiva. Estaba convencida de que Harvey también acabaría suicidándose. Otras veces, en pleno ataque compulsivo, decía al crío: «Tu padre se mató por tu culpa».

Phil Spector, 16 años

Phil Spector, 18 años

4. Cuando jugaba al Monopoly, Harvey-Phil  hacía trampas: escondía billetes extra en los bolsillos y los utilizaba sin que sus rivales lo notasen.

5. Montó un grupo con dos compañeros de instituto, los Teddy Bears. El 20 de mayo de 1958 Spector alquiló por 20 dólares dos horas de estudio. Grabaron una balada hipnótica, To Know Him Is To Love Him, título idéntico al epitafio escrito en la tumba de su padre. Antes de fin de año la canción era número uno nacional.

6. Se fue durante dos años a Nueva York para aprender de los mejores compositores de la época. Aunque tenía dinero, le gustaba parecer bohemio y dormía en el sofá de la oficina de Jerry Leiber y Mike Stoller.  Con el primero compuso, en una noche loca en la que todos los asistentes a una fiesta terminaron desnudos, Spanish Harlem, que sería un éxito cantada por Ben. E. King.

7. En 1961 pisó por primera vez la consulta de un psiquiatra. Lo hizo para evadirse del servicio militar.

8. En 1961 funda, con Lester Sill, Philles Records, una de las primeras discográficas independientes del pop. Aunque la aventura sólo duró cinco años, el impacto fue indeleble. Spector fue el primer productor-artista, responsable al completo de la canción como idea. Quería ejercer un «acercamiento wagneriano al rock and roll, pequeñas sinfonías para los jóvenes«.

El jefe

El jefe

9. Diez mandamientos. Primero: nada de estéreo, porque separar el sonido en dos canales diferentes es un acto contrario a la capacidad auditiva del oyente. Segundo: muro de sonido, integración, collage, la canción es un todo y los matices tímbricos no importan. Tercero: Los solistas, prohibidos. Si son necesarias diez baterías, diez baterías.  Cuarto: varios instrumentos tocando al unísono las mismas progresiones. Quinto: castañuelas y panderetas. Sexto: adiós al elepé («dos buenas canciones y diez basuras») y regreso al single, fervoroso, inmediato. Séptimo: mando único. Los músicos, sean quienes sean, tocan como decide el productor. Octavo: mercenarios, los mejores, pero anónimos. Spector contrata a los mejores músicos de Los Ángeles, les paga bien pero les mantiene fuera de los focos. Comienzan a ser conocidos como la Wrecking Crew. Noveno:  el sonido empastado está pensado para que se escuche especialmente bien en los transistores de radio y los jukeboxes. Ninguna mezcla era aprobada si no pasaba la prueba de sonar irresistible en una rockola. Décimo: sexo. Si las canciones de la factoría Motown eran bien educadas y formales (negros cantando para público blanco, conservador y protestante), las de Spector eran lascivas y enigmáticas.

The Ronettes y Phil Spector, 1963

The Ronettes y Phil Spector, 1963

10. Lluvia de hits. Los discos de Spector tuvieron un éxito grandioso. Calaban a la primera escucha pero eran densos. Se mantenían en la memoria pero sin artificiosidad. The Crystals fueron la punta de lanza. Se especializaron en amores difíciles: en He’s a Rebel la cantante desea al líder de una pandilla y en He Hit Me (It Felt Like a Kiss) el amor se mezcla con el masoquismo. Otro trío de chicas, The Ronettes, fueron quizá el mejor grupo vocal de la historia con las impecables Be My Baby y Baby I Love You. Spector se metió al público en el bolsillo. Comenzaron a llamarle «el magnate teen«.

11. Cuando los Beatles viajaron por primera vez a los EE UU en 1964 -en la gira cuidadosamente planeada de la beatlemanía-, pidieron que Spector les acompañase. El productor voló a Londres y regresó a Nueva York con los Cuatro Fabulosos, que le veneraban. Al bajar del avión, que era esperado por miles de fans, John Lennon pidió a Spector que saliese antes. «Tú fuiste el primero», le dijo.

12. Reinado breve. Tras prendarse del soul de ojos azules de los Righteous Brothers y empaparlos de dramatismo, Spector cerró Philles Records con la más compleja de sus producciones, River Deep – Mountain High, de Ike & Tina Turner, una avalancha compacta y atormentada.

'Ronnie' Bennett. Al fondo, Spector

'Ronnie' Bennett. Al fondo, Spector

13. Se casó en 1968 con Veronica Ronnie Bennett, la chica mala de las Ronettes. El matrimonio terminó en divorcio en 1974. Spector la sometió a malos tratos. Cuando ella se «portaba mal» la encerraba en un armario. Antes había estado casado (1963-1965) con Annete Merar, a quien también le hizo la vida imposible

14. En 1969 Spector hizo un cameo en la película Easy Rider (Dennis Hopper). Interpreta a un traficante de drogas.

 15. Perdió interés por la música. Se convirtió en un recluso paranoide encerrado en la mansión suntuosa que compró en Beverly Hills (21 habitaciones). Unos años después le pareció poca cosa y compró otra, una especie de castillo de dibujos animados llamado Pirineos (33 habitaciones) en la calle Alhambra. Contrató a un guardaespaladas y siempre iba armado.

16. Fue colega de farras y drogas del comediante Lenny Bruce, perseguido por obscenidad por los jueces conservadores estadounidenses.

Lennon y Spector

Lennon y Spector

17. Fue llamado por los Beatles para que intentase salvar las canciones que luego formarían el álbum Let It Be (1970). Las sobreprodujo y estropeó. Paul McCartney se enfureció tanto que en 2003 volvió a editar el disco eliminando toda la intervención de Spector (Let It Be… Naked).

18. Lennon siguió manteniendo la fe en Spector. Le encargó la producción del single Instant Karma! (1970) y de varios de sus álbumes como solista, entre ellos  Imagine (1971) y el infausto Rock & Roll (1975), quizá el peor de los discos del beatle. Spector también produjo un disco de Leonard Cohen (Death of a Ladie’s Man, 1977), al que amenazó con una pistola en el estudio, y otro de los Ramones (End of the Century, 2000).

19. En 1974 estuvo a punto de matarse cuando perdió el control de su Rolls Royce y salió despedido por la luna delantera. Trescientos pedazos de cristal se le clavaron en la cara. Le diagnosticaron trastorno bipolar y cierto grado de esquizofrenia. «Si hablas con Dios, dicen que rezas. Si Dios te habla, dicen que eres esquizofrénico», declaró.

Spector en el banquillo

Spector en el banquillo

20. En 2003 mató de un tiro a la actriz Lana Clarkson. Se negó a ser detenido y la policía le redujo con una descarga eléctrica. Durante el largo proceso judicial sostuvo que Clarkson se suicidó: «¿Por qué tuvo que venir a mi casa y besar la jodida pistola con sus jodidos labios?». En 2009 fue condenado a 19 años de cárcel. Está internado en la prisión californiana de Corcoran, donde también se aloja Charles Manson.

 Ánxel Grove

 

 

 

 

 

 

William S. Burroughs, San Virus

Ésta es la oración de cada una de mis noches:

Gracias por el pavo salvaje y las palomas pasajeras, destinadas a convertirse en mierda en las sanas tripas americanas. Gracias por un continente para saquear y envenenar. Gracias por los indios, que proporcionaron un módico peligro y desafío. Gracias por las vastas manadas de bisontes para matar y desollar y dejar pudrir. Gracias por las recompensas por lobos y coyotes. Gracias por un sueño americano para poder vulgarizar y falsificar hasta que la mentira desnuda brille al trasluz. Gracias por el Ku-Klux-Klan y los sheriffs que hacen una muesca en sus armas por cada negro muerto. Por las decentes y devotas señoras, con sus rostros mezquinos, tensos, amargos, malvados. Gracias por las pegatinas de ‘Mate un marica en nombre de Cristo’. Gracias por el sida de laboratorio. Gracias por la Ley Seca y la guerra contra las drogas. Gracias por un país donde a nadie lo dejan vivir su propia vida. Gracias por una nación de camellos. Sí, gracias por todos los recuerdos. ¡Está bien, presenten armas! Siempre fueron ustedes un dolor de cabeza y siempre fueron aburridos. Gracias por la última y mayor traición del último y más grande de los sueños humanos.

William S. Burroughs (1914-1997), politoxicómano, bisexual, libertario, defensor de las armas de fuego, conjugador impenitente del verbo encular, escritor de fuste, inventor de máquinas de sueños, profeta de la interzona, plegador de papeles, pintor, inventor del punk y abuelo de los punkis, trajinador de hipodérmicas, cantante de rap, cineasta, cazador de efebos, reinventor de la piratería…

William Burroughs por Annie Leibovitz

William Burroughs por Annie Leibovitz

San William Burroughs, el virus. Deberían ustedes rezar conmigo. Aunque sea en forma de Cotilleando a…

1. El tío de W.S.B. fue Ivy Lee, el inventor de las relaciones públicas modernas. Fue el encargado de relaciones externas de la familia Rockefeller.

2. La madre de W.S.B., Laura Lee Burroughs, procedía de una familia sureña de abolengo, entre cuyos ancestros estaba el general sudista Robert E. Lee.

3. La fortuna familiar procede de la máquina sumadora Burroughs Adding Machine.

4. Disparó por primera vez con un arma a los ocho años.

5. A la misma edad escribió su primer relato, The Autobiography of a Wolf (La autobiografía de un lobo).

6. Fue iniciado en el el opio por invitación del mayordomo de la familia.

7. Cita: «La democracia es cancerígena y su cáncer es la burocracia».

8. Fue a Viena a estudiar Medicina. Se casó por conveniencia con una mujer judía, Ilse Klapper, para que ella obtuviese una visa de entrada en los Estados Unidos y escapase de los nazis. Se divorciaron pero siguieron siendo amigos durante varias décadas.

Mano auto mutilada de W.S.B.

Mano auto mutilada de W.S.B.

9. A los 25 años se mutiló la mano, cortándose dos falanges del pulgar izquierdo. Dijo que lo hacía como parte de «una ceremonia de iniciación de la tribu piel roja de los Crow».

10. En 1942 se estableció en Chicago y trabajó como exterminador de plagas.

11. En 1944 fue arrestado, junto a su amigo, el escritor Jack Kerouac, como posibles testigos de un crimen pasional entre homosexuales.

12. In 1946 fue arrestado otra vez: por falsificar recetas de narcóticos.

13. Cita: «Toda legislación que castiga maneras de vivir es propia de un estado policial».

14. Se casó con Joan Vollmer, una joven estudiante de periodismo que le había presentado Kerouac. La pareja se fue a vivir a Texas. Cultivaban marihuana. Consumían bencedrina inhalada. Tuvieron un hijo en 1947, William Burroughs III, Bill Jr. La familia se fue a México DF en 1949. Burroughs se matriculó en Antropología.

New York Daily News, 8 de septiembre de 1951

New York Daily News, 8 de septiembre de 1951

15. Dos años después, en 1951, W.S.B. mató a Joan de un disparo en la cabeza mientras jugaban a Guillermo Tell. Usaron una bola de cristal en vez de una manzana. Antes del disparo, ella dijo: «Voy a cerrar los ojos. No soporto la sangre». Estaban muy colocados. A W.S.B. le condenaron a un año de cárcel por imprudencia criminal, pero no cumplió más que trece días de arresto. Dijo más tarde que de no haber matado a Joan nunca se hubiera dedicado a escribir.

16. Cita: «Me niego a vivir en una sociedad en la cual las únicas personas a las que se les permite la posesión de armas sean la policía y los militares».

17. Su primer libro, Queer (Marica), lo escribió entre 1951 y 1953, pero no fue publicado hasta 1985. En 1953 editó bajo el seudónimo de William Lee la novela Junkie, Confessions of an Unredeemed Drug Addict (Yonqui, confesiones de un drogadicto irredento). La frase tras la palabra junkie fue añadida por la editorial.

18. Cita (de Yonqui): «Colocarse es ver las cosas desde un ángulo especial. Es la liberación momentánea de las exigencias de la carne temerosa, asustada, envejecida, picajosa«.

19. Otra cita (de Yonqui). «No acepto la teoría de que la droga impregna el organismo de forma permanente -se supone que se acumula sobre todo en la médula espinal- y está siempre al acecho, ni me satisface ninguna de las respuestas psicológicas. Creo que el uso de la droga causa una alteración celular permanente. Una vez yonqui, siempre yonqui. Puedes dejar de consumir droga, pero nunca te desenganchas del todo».

20. Muchos años después, en 1993, W.S.B. -que se metió heroína toda su vida- escribió el guión del corto The Junky’s Christmas (La Navidad del yonqui), que produjo Francis Ford Coppola. W.S.B. también actúa y pone la locución a la desaforada historia.

21. W.S.B. aparece en la portada del disco de los Beatles Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band (1967). Está al lado de Marilyn Monroe.

22. Adoraba a las serpientes y a los gatos.

23. Uno de sus mejores libros, quizá el mejor, Naked Lunch (El almuerzo desnudo, 1959) fue rechazado por obscenidad por la editorial hippie City Lights. El editor de la revista liberal Chicago Review fue despedido por publicar un adelanto. W.S.B. logró colocarlo en una editorial francesa.

Autorretrato de W.S.B.

Autorretrato de W.S.B.

24. Cita (de la introducción de El almuerzo desnudo): «Si los países civilizados quieren volver a los ritos druídicos de la horca en el Bosque Sagrado, a beber sangre con los aztecas o a alimentar a sus dioses con sangre de sacrificios humanos, que vean lo que de verdad comen y beben. Que vean lo que hay en la gran cuchara de las noticias«.

25. El libro se enfrentó a cargos judiciales por obscenidad que sólo fueron sobreseidos en 1966. Fue el proceso criminal más largo de la historia de los EE UU contra una obra literaria y su autor.

26. En Turquía, tras una denuncia de oficio de la fiscalía hace dos meses, pueden condenar a al editor de W.S.B. a nueve  años de cárcel. Dicen que la novela The Soft Machine (La máquina blanda, 1961) desarrolla “actitudes permisivas hacia el crimen, concentradas en los atributos banales, vulgares y débiles de la humanidad”.

27. Cita (de La máquina blanda): «Corta las líneas del mundo – Corta las líneas de la música – Aplasta las imágenes del control – Aplasta la máquina de control – Quema los libros – Mata al sacerdote – ¡Mata, mata, mata!».

28. W.S.B. siempre iba armado, incluso cuando estaba en la cama.

Con una amiga

Con una amiga

29. Cita: «Un paranoico es alguien que sabe de qué va la cosa».

30. W.S.B. vivió 24 años (1954-1974) fuera de los EE UU. Pasó por muy malos momentos económicos. En Londres vendió la máquina de escribir para comprar heroína.

31. Cita (carta de 1977): «He leído en People que Keith Richards tiene una mansión en el norte de Nueva York, un piso en París, elegantes casas en Londres y Jamaica y un castillo en Chichester. Y aquí estoy yo, comprando la ropa en el Ejército de Salvación”.

32. En 1977 fue uno de los primeros estadounidenses en recibir un transplante de hígado.

33. Su único hijo [ver punto 14] murió a los 33 años. Estaba intentando desengancharse de la heroína con un tratamiento de metadona. Había publicado dos (malas) novelas e intentado vivir a la manera de su padre.

34. Cita: «El rostro de la maldad es el rostro de la absoluta necesidad».

35. A los 77 años le hicieron un triple by-pass. Dejó de fumar, pero no de chutarse.

36. Cita: «Has de estar en el Infierno para ver el Cielo».

37. Antes de suicidarse, Kurt Cobain visitó a W.S.B. Tocó la guitarra en el disco de spoken-word del escritor, The “Priest” They Called Him.

38. Pintó cuadros disparando bolas de pintura con un rifle. Tuvo un gran éxito comercial cuando los expuso.

39. Cita: «Chulos del mundo, hay una sola marca a la que no podéis derrotar, la marca interior».

40. Participó en docenas de discos. La impagable página Ubuweb los tiene alojados aquí. Sus experimentos cinematográficos pueden verse aquí.

41. Cita: «Emitir no puede ser nunca más que un medio para emitir más, como la Droga. Trate usted de utilizar la droga como medio para otra cosa (…) Al emisor no le gusta la charla. El emisor no es un ser humano (…) Es el Virus Humano«.

William S. Burroughs with Glasses, Kansas - Herb Ritts, 1990

William S. Burroughs with Glasses, Kansas – Herb Ritts, 1990

42. Protagonizó una campaña publicitaria de Nike.

43. Cita: «No somos responsables. Robad todo lo que esté a vuestro alcance».

44. Escribió 16 novelas, otros tantos ensayos y centenares de relatos cortos.

45. Más allá de la escandalera de los primeros libros, algunas de sus novelas tardías, como Cities of the Red Night (Ciudades de la noche roja, 1981) y The Place of Dead Roads (El lugar de los caminos muertos, 1983), están entre los mejores del siglo XX.

46. Casi toda su obra está traducida al castellano, aunque algunos títulos están fuera de circulación.

47. Cita: «1. Nunca entregues nada a cambio de nada. 2. Nunca entregues más de lo que tienes (espera a que el comprador esté hambriento y hazlo esperar). 3. Recupera todo lo que puedas».

Zapatos favoritos de W.S.B. (foto: Peter Ross)

Zapatos favoritos de W.S.B. (foto: Peter Ross)

48. Murió en Lawrence (Kansas), a los 83 años. Ataque al corazón.

49. Cita (de El lugar de los caminos muertos): «Ansiaba drogas y placeres desconocidos y una distante estrella llamada HOGAR«.

50. Última entrada en su diario: «¿El amor? ¿Qué es? El más natural de los analgésicos».

Ánxel Grove

Erin y Mary E., la niña prostituta y la fotógrafa

Mary Ellen Mark - "Tiny in Her Halloween Costume", 1973

Mary Ellen Mark - "Tiny in Her Halloween Costume", 1983

Primera Avenida y Calle Pike. Downtown Seattle. 1983, año de vicio. Ella dice llamarse «simplemente Tiny». En realidad se llama Erin Charles. 14 años.

– Quiero parecer una puta francesa -dice.

La fotógrafa se la gana con la mirada. Tiny se gana a la fotógrafa con lo que ustedes están viendo: la pose definitiva, hambrienta, de una mujercita de la nouvelle vague.

Es una apreciación injusta, una mera fascinación plástica por el velo, los guantes, el sombrerillo…

Mete la pata quien adivine un mélange de cynisme, de sensualité, d’indifférence et d’oisiveté en las promesas que contiene tanto color negro

A Tiny la delatan los labios, tuercas apretadas en una media esvástica de carne tiesa. Cuando eres prostituta debes evitar que el alma, puerca chivata, se te vaya por la boca, revelándote ante el público de la Primera con Pike.

Hay otra foto de la sesión callejera, el envés de este plano frontal con profundidad de Gran Cañón. Tiny, que masca chicle como todas las princesas de todos los downtown, hace un globo. El alma integral de la niña-puta contenida en una bola de goma rosa. Pagaría por ese tesoro.

Mary Ellen Mark - "Tiny in Her Halloween Costume", 1983

Mary Ellen Mark - "Tiny in Her Halloween Costume", 1983

Es la víspera de Halloween. Aroma de orín y mantequilla. En unas horas comenzará la noche de los muertos. Tiny tiene planes para celebrarla con otros muertos en el Monastery, la discoteca con el MDMA más fácil y barato de Seattle.

– ¿Eres de la Policía? -había preguntado a la fotógrafa Mary Ellen Mark (Philadelphia, Pennsylvania, EE UU – 1940) cuando ésta, fascinada, intentó el primer acercamiento.

Tiny acababa de bajar de un taxi. A veces puedes permitirte los tópicos, son la voz colectiva. Va uno que se adapta: vestida para matar.

– Quiero conocerte, hacerte fotos.

– ¿Qué saco yo de todo esto?

Tiny sabe de atuendos y de negocios feos: una felación a cambio de una pastilla, un intercambio sexual sin lengua a cambio de 50 dólares. Así es la vida en el Monastery.

Mary Ellen Mark, en el set de rodaje de "Apocalypse Now", 1976 (foto: Dean Tavoularis)

Mary Ellen Mark, en el set de rodaje de "Apocalypse Now", 1976 (foto: Dean Tavoularis)

Flashback. Seis años antes, 1976. Selva húmeda, infernal, en Ibas (Filipinas). El equipo de la película-pesadilla Apocalypse Now se enfrenta al ciclón tropical Olga, a la confusión y los intentos de suicidio del director Francis Ford Coppola, a las lecturas bíblicas, oraculares, de La rama dorada, El corazón de las tinieblas y Despachos de guerra, tres libros que estipulan la vida como un camino de sufrimiento y ceremonial.

Como la película, la filmación es un viaje hacia el miedo primario, la estaca en la sien, el mito de la oscuridad de la que emergemos.

Mary E. es la encargada de las fotos de rodaje. Retrata a Marlon Brando-Kurtz con un escarabajo sobre la cabeza, a Coppola encerrado en un poncho y sentado sobre el barro, a Martin Sheen con la mirada vacía del asesino encargado de liquidar al militar enloquecido de cordura

Mary Ellen Mark - 'Tiny' (Erin Charles)

Mary Ellen Mark - 'Tiny' (Erin Charles)

Ya sean tomadas en el millonario set de un film o en el lado equivocado de las calles, sus fotos no son complacientes ni pactistas. Arañan con profundidad de faros antiniebla.

En 1983, en Seattle, Mary E. y Erin intiman. La fotógrafa se prenda de la sonrisa oculta de la adolescente, de su naturalidad animal y franca. A Erin le gusta sentir que una hermana mayor retrata sus pasos.

Las primeras fotos aparecen en Streets of the Lost (Las calles de los perdidos), un reportaje que publica la revista Life en julio de 1983 sobre los runaway kids de los EE UU.

Estremecedor: un millón de críos de entre 11 y 17 años abandona por voluntad propia el hogar cada año. El 80 por ciento se dedica a la prostitución para sobrevivir. Cinco mil tumbas sin nombre se añaden anualmente a los osarios yanquis.

La historia de Erin es el corolario de la crónica negra. Vive con su madre y su padrastro, ambos desempleados sin más esperanza que fatigar las horas en la taberna de los bajos del edificio. La casa tiene un dormitorio. Erin duerme en el sofá. La han arrestado dos veces por prostitución, la han obligado por la fuerza a posar para fotos pornográficas, padece de una grave gonorrea.

Cartel del documental "Streetwise" (Martin Bell, 1984)

Cartel del documental "Streetwise" (Martin Bell, 1984)

Mary E. no es de las periodistas que dicen adiós con la última foto. A los tres meses regresa a Seattle con su marido, el realizador Martin Bell, y buscan a Erin. Cuentan su historia en Streetwise, un documental sobre los niños de la calle que es nominado al Oscar en 1984. Erin viaja a la ceremonia con el matrimonio. Se ofrecen a adoptarla legalmente. Ella se niega. Prefiere que Mary E. y Martin sean sus amigos. No se fía de los padres.

El vínculo, el hilo de oro, no ha sido mancillado por el tiempo. Erin y Mary E. todavía son confidentes. Se ven con frecuencia, hablan por teléfono casi a diario.

Mary E., a quien alguien ha llamado, no sin justicia, «la fotógrafa más importante del siglo XX», tiene ahora 71 años y sigue con las cámaras al cuello. Galardonada, celebrada, becada, premiada con casi todos los honores, atendida con esmero en sus consejos a reporteros primerizos, publicada en libros que se agotan (milagro radiante en un mundo en que sólo los locos compramos libros de fotografía), es una intocable.

En su honor debo anotar que aún conserva la rabia intacta:

«Estamos en la era de la superficialidad. Las historias de ricos y famosos son las únicas que venden. Estoy hastiada de las revistas que son sólo apariencia, moda, belleza, celebridades… Hay una crisis en el fotoperiodismo. Es duro: muchas revistas han cerrado y todavía tengo que luchar para ganarme el pan. Mi trabajo no es suficientemente arty para los museos. Tengo que aceptar encargos comerciales para financiar los proyectos que realmente me importan. Me da igual. Todavía quiero, todavía necesito hacer fotos», dice en una entrevista.

Mary Ellen Mark - Erin y dos de sus hijos, 2004

Mary Ellen Mark - Erin y dos de sus hijos, 2004

Erin, que tiene 42, es madre de nueve hijos de cinco hombres. Está casada con el padre de los cuatro últimos, ha dejado las drogas y perdido la gracilidad de reina de Halloween. Sigue viviendo en Seattle, pero en un suburbio de clase media-baja. A veces afloja la tuerca de los labios y esboza una sonrisa de inmensa franqueza.

«Sobrevivo. He tenido suerte», declara cuando algún periodista la llama para recordar su pasado.

Mary E., que considera a Erin el proyecto de su vida, le sigue haciendo fotos con el mismo ánimo que la primera: dejar que la vida entre sin pactos previos en la retina de la cámara. Ha retratado embarazos, partos, quehaceres domésticos, dones y melancolías de su amiga Erin, a la que alguna vez llamo Tiny.

¿Redención? La pregunta no tiene sentido en el mundo de Erin y Mary E que hoy ocupa Xpo, la sección de fotografía de este blog.

La redención no tiene sentido en ninguno de los mundos. La redención es un producto en una estantería del supermercado del cynisme y  la indifférence . Esto es sólo ceremonial y sufrimiento: la biblia de los normales.

Ánxel Grove

Un disco y una película del único ‘beach boy’ que sabía hacer surf

"Pacific Ocean Blue" - Dennis Wilson, 1977

"Pacific Ocean Blue" - Dennis Wilson, 1977

Compré mi primer Pacif Ocean Blue en 1977.

El disco acababa de ser publicado y era una incongruencia. ¿Qué pintaba tanta densidad, tanto gospel, por muy pagano que fuese, tanto fluir hacia el vientre azul del océano en el año de la -usaré la palabra de moda antes de que no signifique nada- indignación de Pretty Vacant (no nos pidáis que vayamos, no estamos aquí); la guerrila urbana de So Bored With the USA (el lenguaje del dolar que hablan los dictadores del mundo); la desesperación killer de Frankie Teardrop, el padre de famila que mata a su mujer, a su hijo y se suicida (todos somos Frankie / todos vivimos en el Infierno); la zozobra de Elevation (nuestros labios están sellados, nuestro aliento arde)?

Compré mi primer Pacific Ocean Blue por fidelidad. A veces compras los discos por un compromiso, una relación tan vieja como tú mismo, una simbiosis imposible con quien pudiste ser.

Perdí aquel ejemplar del vinilo: lo presté a algún mal amigo (cuando alguien me pierde un disco lo eliminó de los listados), lo olvidé tras una juerga, lo entregué como dádiva… No recuerdo. Así descubres que te haces viejo.

Luego compré otro Pacific Ocean Blue. El disco estaba descatalogado, era un tesoro oculto (por eso lo traigo hoy a la sección Top Secret de este blog) y las redes de peer-to-peer aún no habían llegado para curar a nuestros corazones de la nostalgia y a nuestros bolsillos de la ruina financiera. Tuve que pedirlo por correo postal a un tipo de Austin-Texas. Metí en el sobre un billete de veinte dólares y, a las tres semanas, recibí el disco. Aunque peligrosos, sobre todo para nosotros mismos, éramos gente de fiar en los tratos con narcóticos por medio.

Tenía varias razones para desear hasta ese punto irracional Pacific Ocean Blue, incluso desoyendo la sensación temporal-racional (por tanto, bellaca) de que no era música adecuada para aquellos tiempos. Pensar con un reloj en vez de pensar con el corazón también es una bellaquería.

"Wendy / Little Honda / Don't Back Down / Hushabye" - The Beach Boys, 1963

"Wendy / Little Honda / Don't Back Down / Hushabye" - The Beach Boys, 1963

Enumero algunos de los motivos que justifican, quizá con pobreza, pero hagan el favor de consentir que me enganche a lo que desee, mi dependencia personal:

1. Cuando era niño, es decir, cuando era realmente yo mismo y la Caterpillar del tiempo no me había mordido a dentelladas el espíritu, el primer disco que compré con mi dinero, el que reunía de las dádivas familiares, fue un extended play de los Beach Boys, el grupo en el que tocaba la batería (muy mal) Dennis Wilson, el hermoso tipo maduro de camiseta azul y mirada triste que firmó años después Pacific Ocean Blue.

2. Dennis Wilson era el único de los Beach Boys que sabía hacer surf. No era una mago de las olas, pero entendía el idioma de las mareas.

3. Dennis Wilson había sido coleguita de Charles Manson. Sí, ése Manson, el gurú de la sangre, el señor de las moscas del sueño hippie. Antes de la carnicería, Charlie y algunas de sus mansonitas habían sido huéspedes en la mansión de Wilson, le habían regalado sexo y gonorrea, destrozado un Cadillac y compartido LSD. En 1969, cuando los crímenes del clan se convirtieron en la primera ceremonia mediática de horror y cuchillos de la edad moderna, yo tenía 14 años. Leí cada línea con el ansia inmensa con que prende el horror en el pecho de un adolescente.

4. Dennis Wilson actuaba en una de las películas de mi vida. Deseaba hacer del eslogan del trailer, «Comenzaban a vivir a 140 millas por hora», la divisa de mi improbable escudo de armas.

Two-lane blacktop. Un filme sobre el mejor y más hermoso automóvil nunca fabricado: el Chevy 1955.

Motor Hardtop de ocho cilindros en uve, pistones de aluminio ligero y 180 caballos de potencia.

El Chevy era un helado sundae pidiendo un bocado y roncaba como un anciano, pero visto de frente sonreía, se alegraba del camino, y también nosotros sonreíamos, contagiados de nafta, purificados por la promesa de las llantas ribeteadas de blanco, alados por el cromo de la figura estilizada que coronaba el capó, unida a la carrocería por una fusión de apenas un milímetro, expelida, indomable, hacia el vacío.

Dennis Wilson en el Chevy de "Two-lane Blacktop"

Dennis Wilson en el Chevy de "Two-lane Blacktop"

Two-lane blacktop fue titulada en España Carretera asfaltada en dos direcciones. La estrenaron, sin pena ni gloria, en 1971: una road movie melancólica, una alegoría sobre la derrota final de los ideales hippies dirigida por Monte Hellman, un legendario y valiente francotirador. La película, aunque bienquerida por la crítica, es otro Top Secret.

Dos jóvenes viajan en un viejo Chevy de 1955 por el suroeste de Estados Unidos, ganándose la vida en carreras ilegales con otros coches con apuestas por medio.

Las figuras principales son arquetipos sin nombre: el Conductor, interpretado por el cantautor James Taylor y el Mecánico, Dennis Wilson, que, ya lo anoté, tocaba la batería en los Beach Boys y era tan bello como el Chevy.

Recogen por el camino a la Chica, una hippie (Laurie Bird) que deambula haciendo autoestop, acaso, escapando de, no queda claro, algo o alguien.

Sólo hablan lo necesario, sobre todo de mécanica.

Cuentan que el rodaje fue una juerga cabal, que James Taylor, que acababa de grabar Sweet baby James, se afeitaba con la luz del amanecer, cantando a los Beatles, el grupo que, según estableció la sentencia judicial contra Manson y sus mansonitas, inspiró los crímenes de 1969:

He sleeps in the park
Shaves in the dark
Trying to save lightbulbs

Unos años después, en 1979, sintiéndose hinchada de viento, Laurie Bird se suicidó con una sobredosis de somníferos en el lujoso ático de Manhattan que compartía con su novio Art Garfunkel, el de Simon and Garfunkel.

En 1983, Dennis Wilson, que era una piltrafa de párpados lejanos, se ahogó en el Pacífico y James Taylor mezcló su sangre con el marfil de la heroína.

Ni ellos ni yo sabemos dónde ha ido a parar, a qué osario, a qué escarcha, nuestro Chevy, el mejor coche del mundo. Lo fabricaban en 1955, año de mi nacimiento.

Mi tercer Pacific Ocean Blue (la edición de lujo publicada en 2008) lo descargué de una red peer-to-peer. A 140 millas por hora. Es la única velocidad frenética que me permito a estas alturas.

Ánxel Grove

La ruta pintoresca de los tóxicos

"A perturbed young woman fast asleep" - J.P. Simon, 1810

"A perturbed young woman fast asleep" - J.P. Simon, 1810

Las drogas son un camino a ninguna parte, pero al menos son la ruta pintoresca.

Todos, en algún momento, necesitamos un diablo sobre nuestro pecho perturbado.

No somos tan infinitos como Bill Clinton («probé la marihuana una vez, pero no tragué el humo«). Nos hace falta la pastilla, la copa, la dosis, la calada, el tiro…

¿Para qué? Para no partirle la cara al vecino, para no morder el polvo de la vulgaridad, para no testificar la diaria derrota, para no aburrirnos de nosotros mismos.

A veces nos recetan, a veces nos recetamos, pero siempre pagamos. El importe puede salir de una cuenta corriente, hurtarse a la familia o los amigos o ser subvencionado por la Seguridad Social. A la droga le da igual. Es inmutable a los mercados.

Esta semana dedicamos nuestro Cotilleando a… a esos amigos complacientes, a los edredones naturales o químicos que nos protegen del frío espiritual, a los venenos que endulzan la cicuta de la vida, a los tóxicos que nos contaminan porque se lo pedimos.

Contemos algunas públicas virtudes y pecados privados sobre drogas y dependencias.

1. El primer speedball letal de la historia. Se lo inyectó el médico y sicólogo austriaco Ernest von Fleischl en octubre de 1891. Había sido morfinómano y heroinómano durante años para calmar los dolores que le quedaron como secuela de una amputación de un dedo. Su admirado Sigmund Freud (sí, ese Freud) le recomendó que se pasase a la cocaína. Al coleguita le fue fatal y, en un intento de calmar la tortura del dolor, inventó el speedball (cocaína + heroína). Calculó mal las proporciones y se le paró el corazón. Tenía 45 años.

Maria Callas (1923-1977)

Maria Callas (1923-1977)

2. Tenias y Quaaludes. La diva triste María Callas no tuvo reparos en asociarse con un pasajero intestinal para perder los kilos que le sobraban (llegó a pesar cien en su juventud) y le afectaban la voz. La tenia hizo bien su trabajo y la cantante adelgazó, pero el blues, el gran parásito, creció al mismo ritmo que el gusano. Para combatir la negra sombra de la pena, la Callas se empachaba en la decadente soledad de su mansión parisina de metacuaolona, un hipnótico que te hace sentir como la corriente del Danubio. Comercializado como Quaaludes, Ludex, Mandrax o -a veces los vendedores son poetas- Sopor, también era muy apreciado por los hippies desencantados por las flores muertas. María Callas expiró en 1977, a los 55. Los forenses fueron benévolos con el mito y escribieron «causas desconocidas» en el certificado de defunción. Había una nota cerca del cadáver, una cita de la ópera La Gioconda: «En estos momentos de orgullo».

3. La luz de la cerveza (y el hedor). Era mal escritor, pero al menos sabía vivir (no como otros, que brincan de conferencia en conferencia, de gran almacén en gran almacén, de caseta en caseta). Charles Bukowski reducía su hábitat al territorio anal. Se definió en un poema: «un admirador de los calientes y jóvenes y no usados ya más afligidos culos de las mexicanas». Se explayó en una entrevista: «No hay nada tan glorioso como una buena cagada de cerveza. Me refiero a la de haber bedido veinte o venticinco cervezas la noche anterior. El aroma de una cagada de cerveza así se extiende y permanece durante una buena hora y media. Te hace sentir realmente vivo». Pese a las predicciones de todos sus amigotes, Hank murió a los 67 74. No de cirrosis, sino de leucemia. Su lápida dice: «No lo intentes».

4. Gula VIII de Inglaterra. Jonathan Rhys-Meyers es a Enrique VIII lo que Mariano Rajoy a Jimi Hendrix. El monarca elevado a sex symbol por la serie de televisión Los Tudor era un glotón impenitente de obesidad casi mórbida. Aunque no hay constancia de cuánto llegó a pesar, sus trajes y armaduras permiten calcular que andaba por los 120 kilos cuando la palmó (1547) a los 55 años. Teniendo en cuenta que medía 1,60 ya se pueden hacer una idea: Su Majestad Bolita. Su droga favorita no era el sexo, que practicaba con regia promiscuidad para garantizarse descendientes, sino la manduca. Las cenas de palacio tenían 16 platos y 10 postres (entre 10 y 20.000 calorías). Duraban no menos de tres horas y los invitados estaban obligados a la estricta observancia de dos reglas de protocolo: acabar toda la comida y carcajearse a mandibula grasienta con los chistes soeces de Enrique.

Amadeo Modigliani (1884-1920)

Amedeo Modigliani (1884-1920)

5. Éter, absenta, hachís y burdeles. No toleró un sólo minuto de su escueta vida adulta sin estar colocado. El pintor Amedeo Modigliani comenzó a darle duro al hachís y el alcohol en los burdeles de Venecia, que frecuentaba en la tardo adolescencia buscando sexo y modelos para sus cuadros. Andrajoso y genial, llevó una vida que los moralistas juzgarían como desastrosa. Pintó ardientes cuadros de desordenada perspectiva, expuso sólo una vez, esculpió con piedras que los amigos recogían en las calles y cultivó el desorden con ordenada eficacia. Se enganchó al éter y, sobre todo, a la verde disciplina de la absenta. Murió de una meningitis tuberculosa. Horas después del hallazgo del cadáver, su mujer y modelo, Jeanne Hébuterne, embarazada de nueve meses del segundo hijo de la pareja, se tiró de un quinto piso. La familia de ella tardó diez años en permitir que la enterrasen al lado del pintor. Uno de los cuadros de Modigliani se subastó hace pocos meses por casi 49 millones de euros. La cantidad daría para mucha absenta.

6. La tiniebla más profunda. Una ley turca del siglo XVI establecía que una mujer puede divorciarse de su esposo si éste no llegaba a proporcionarle una dosis diaria de café. Más o menos en la misma época, los asesores del Papa Clemente VIII le aconsejaron prohibir el café, recién llegado a Europa, porque representaba una amenaza de los infieles. Después de haberlo probado, el pontífice bautizó la nueva bebida, declarando que sería una lástima dejar sólo a sus infieles el placer del café. Se estima que aproximadamente 501 billones de tazas de café se consumen anualmente el mundo. Tantos fans no podemos estar equivocados: viertan en el desagüe el agua manchada con té y entréguense a la honda tiniebla del café. Honoré de Balzac escribió sus cien novelas empujado por el café. Sólo establecía dos condiciones para coger la pluma: un cuarto y una cafetera. Con esos compañeros era capaz de alargar la vigilia hasta 48 horas. Sigan su ejemplo. Un tipo que escribió que «detrás de cada gran fortuna hay un delito» no podía estar equivocado.

William Faulkner (1867-1962)

William Faulkner (1867-1962)

7. De un trago. «Soy una mala persona. Voy a irme al infierno y no me importa. Prefiero estar en el infierno antes que estar donde estás tú». William Faulkner sabía en qué lado de la vía de tren prefería situarse. Bebió todo el bourbon que pudo y, aunque luchó para dejar la dependencia (se sometió a electrochoques), nunca lo consiguió. Al infierno que deseaba no lo llevó la botella, sino la caída de un caballo y las complicaciones derivadas del accidente. A su tumba acuden bastantes peregrinos con una botella de bourbon. La ceremonia establece que la mitad debe arrojarse sobre la tierra donde yace el escritor y la otra mitad debe ser ingerida por el visitante. De un solo trago.

8. Un tripi para pasar al otro lado. En su lecho de muerte, sometido al padecimiento de un cáncer de laringe que le impedía hablar, Aldous Huxley le pasó una nota a su mujer:  «LSD, 100 µg, intramuscular». A los pocos minutos el escritor (que lo probó todo para percibir mejor y más) murió en un viaje de ácido. Tenía 69 años y su fallecimiento pasó desapercibido porque pocas horas antes habían asesinado a John F. Kennedy.

9. «Llega una gran oscuridad». Unos días antes de morir, Emily Dickinson pronunció esta frase antes de desvanecerse en la cocina de la casa en la que vivió en casi absoluta reclusión voluntaria durante 56 años. Su vida, trastornada por la compulsión y la agorafobia, fue tratada por los médicos con la torpeza habitual: le administraron laxantes y diuréticos de forma masiva. La verdadera droga de Emily estaba bajo su cama: más de 700 poemas. Era una workaholic: si no escribía, nada tenía sentido. Su hermana descubrió 40 volúmenes de poesía encuadernados a mano cuando recogía el cuarto de la muerta. Dos versos bastan para comprender su grandeza: sería más fácil fallecer con la tierra a la vista, / que conquistar mi azul península.

Béla Lugosi (1882-1956)

Béla Lugosi (1882-1956)

10. Drácula en la feria del pueblo. El actor Béla Lugosi terminó haciendo el payaso en barracas de ferias ambulantes. Aparecía vestido de vampiro, enseñaba los colmillos de plástico y asustaba a algunos niños que aún no habían nacido cuando se estrenó Drácula (1931). Rechazado por Hollywood porque era incapaz de memorizar los guiones, el mejor intérprete del mito necesitaba sangre blanca: morfina, metadona y analgésicos. Le enterraron con la capa puesta.

Ánxel Grove