Archivo de junio, 2015

Niños en ‘off’ ante el ‘espejo negro’ de la televisión

Cassidy, from 'Idiot Box' © Donna Stevens

Cassidy, from ‘Idiot Box’ © Donna Stevens

Los niños de menos de seis años ven una media de ochenta minutos de televisión al día. En España la situación es todavía peor: los de entre 4 y 12 años pasan a diario dos horas y media ante el aparato. Son los más enganchados de Europa tras los italianos y tienen un consumo catódico mucho más alto que en países con menos horas de luz solar y con mayor tendencia al encierro en casa: en Alemania, por ejemplo, la media es de una hora y 33 minutos.

La fotógrafa australiana pero residente en Nueva York Donna Stevens firma el proyecto Idiot Box (Caja tonta), una colección de retratos que desean mostrar la ausencia, la inmensa soledad, el abandono y la residencia en otro mundo de los niños pequeños situados en soledad ante un aparato emisor de programación televisiva.

Esta es la reflexión de Stevens sobre el trabajo:

La televisión es uno de los muchos ‘espejos negros’ que median en nuestras vida en el presente. ‘Idiot’ Box confía en explorar la parte más oscura de nuestro amor por la tecnología.

La serie de fotos tomadas mientras los niños ven la tele es una exploración entre la relación de contradictoria codependencia que todos compartimos con la tecnología y los medios de comunicación. ¿Deberíamos ser más cuidadosos sobre al papel de la tecnología en nuestras vidas? ¿Es justificada nuestra tecno-paranoia? Sea el ‘gadget’ que sea, ¿siguen siendo humanos nuestros problemas?

Lee el resto de la entrada »

Laura Callaghan, ilustradora de la banalidad y el capricho

Ilustración de la serie 'Pick Me Up' (2015) - Laura Callaghan

Ilustración de la serie ‘Pick Me Up’ (2015) – Laura Callaghan

Cuando describe su arte habla de «mujeres sin miedo en ambientes coloridos». Laura Callaghan representa la banalidad sin remordimientos. Sus chicas, vestidas con ropa de estampados excesivos, queman billetes, se miran vanidosas en el espejo, se hacen un selfie mientras comen, contemplan con apatía el desorden que reina en su habitación, viven saturadas de caprichos y casi siempre tienen cara de aburrimiento y fastidio.

No hay espacios vacíos, las perspectivas y los colores son planos. Trabaja a mano y emplea acuarelas, tinta china y estilógrafo, materiales analógicos para lograr una estética supuestamente infantil como conseguida con rotuladores y lápices de colores.

Ilustración de la serie 'Pick Me Up' (2015) - Laura Callaghan

Ilustración de la serie ‘Pick Me Up’ (2015) – Laura Callaghan

Lee el resto de la entrada »

Los Rolling Stones y Patti Smith hacen ‘monumentos’ de sus ‘momentos’

'Sticky Fingers' (The Rolling Stones, 1971) y 'Horses' (Patti Smith, 1975)

‘Sticky Fingers’ (The Rolling Stones, 1971) y ‘Horses’ (Patti Smith, 1975)

Casi en conexión los Rolling Stones y Patti Smith, ese par de joint ventures que deberían disfrutar de la jubilación —merecida, sin duda, han cotizado—, han decidido conducir en retroceso.

Los primeros, cuya salud musical es delicada —las transfusiones de sangre y el personal coaching retrasan el deterioro biológico, pero no el creativo— desde, digamos con benevolencia, It’s Only Rock ‘N Roll (1974), reeditan Sticky Fingers (1971) —lo tocaron íntegro en una actuación sorpresa en Los Ángeles, gran cementerio de elefantes—.

El grupo califica el disco en el material promocional de la reedición como «el mejor del grupo» y alguna prensa musical repite el entrecomillado con sumiso respeto. Anoto que estoy de acuerdo en parte: es un tremendo álbum, ardiente y sucio —incluso cumplen una antigua aspiración por vez primera: parecer negros (Can’t Your Hear Me Knocking), pero no mejor que el siguiente disco, el lóbrego (por la heroína consumida) y disparatado (por el alcohol) Exile on Main St. (1972), que grabaron en un château de la costa francesa que había sido cuartel de las SS durante el nazismo.

La señora Smith, que ni siquiera tiene a estas alturas salud musical atribuible y ejerce de embajadora pleniponteciaria de los viejos tiempos, se esmera mientras tanto en clonar en directo Horses, el álbum con el que debutó en 1975 y no sólo el mejor de su carrera, sino el único que no ha criado moho y no merece, como los demás de una discografía con más angosturas que lucidez, residir en el cubo de plásticos y envases.

Lee el resto de la entrada »

Audrey, el único autobús-cine que consiguió volver a la vida

El Vintage Mobile Cinema (http://www.vintagemobilecinema.co.uk)

El Vintage Mobile Cinema (http://www.vintagemobilecinema.co.uk)

El autobús es de la casa Bedford, una compañía inglesa fundada en 1930 en Bedforshire (Luton) y especializada en vehículos grandes, famosa por popularizar el motor de seis cilindros en línea. La empresa no supo enfrentarse al avance tecnológico de los otros fabricantes de autobuses y camiones y dejó de producir vehículos en 1986.

Lo más llamativo no es la redondez sesentera al estilo de las furgonetas Volkswagen T2, sino la corona de cristal, un mullido tupé en lo alto del vehículo. En aquella vidriera se escondía el proyeccionista cuando el interior, lleno de butacas de cine en lugar de asientos, cumplía su cometido como sala móvil de proyecciones a mediados de los años sesenta.

El Reino Unido acababa de dejar atrás las penurias de la posguerra, pero era consciente de que su economía se había quedado atrás después de la II Guerra Mundial mientras los EE UU afianzaban el liderazgo mundial. Blanco y esmaltado al estilo de una nevera antigua, el bus-cine no era una iniciativa romántica, se creó como herramienta para propagar mensajes gubernamentales.

La flota original de autobuses-cine

La flota original de autobuses-cine

Lee el resto de la entrada »

Lágrimas de los jóvenes de Lituania contra el regreso de la mili obligatoria

©  Neringa Rekasiute - Beata Tiskevic-Hasanova

© Neringa Rekasiute – Beata Tiskevic-Hasanova

Según los cálculos y mediciones más recientes, en Lituania está el centro geográfico de Europa, 26 kilómetros al norte de Vilnius, la capital del país báltico. Es una convención que casi nada significa.

Son bastante más decisivas otras característias geográficas —por ejemplo, la frontera de 227 kilómetros con Rusia, 959 con Bielorrusia y 1.576 con Ucrania— y geopolíticas —desde 2004 forma parte de la alianza militar de la OTAN y escuadrones de aviones militares del tratado tienen una base permanente en el aeropuerto de Šiauliai, construido en tiempos de la URSS y uno de los mayores de la zona—. El país, miembro de la UE desde el mismo año y con el euro como moneda oficial, también es fronterizo con el enclave de Kaliningrado, donde Rusia ha reforzado la presencia militar y la de navíos de guerra.

Tras la crisis de Ucrania y el belicismo sin contemplaciones de Vladimir Putin, los políticos lituanos —la presidenta es Dalia Grybauskaitė, una política que se define como independiente, estudió Economía en Rusia y los EE UU y ganó las elecciones prometiendo luchar contra dos enemigos, «la corrupción y la oligarquía»— decidieron en febrero que el servicio militar vuelva a ser obligatorio en el país.

La mili por ordeno y mando había sido anulada en 2008, pero el «temor a Moscú» y la falta de efectivos —hay unos 15.000 soldados, una aviciación sólo nomimal para ejercicios de vuelo y casi ningún tanque— han llevado al Parlamento a aprobar la conscripción durante los próximos cinco años: los jóvenes de entre 19 y 27 años tendrán que empezar a alistarse en septiembre, se dijo a la población.

Sin embargo, todo se aceleró compulsiva y alocadamente. El 11 de mayo, 37.000 jóvenes aparecieron en las primeras listas de levas y recibieron órdenes de estar pendientes de la llamada a filas. La idea de las autoridades es que en agosto lleguen a los acuartelamientos los primeros reclutas.

Aunque hubo un poco más de mil chicos que se mostraron dispuestos a hacer el servicio militar voluntariamente, buena parte de los implicados criticaron en las redes sociales el sistema de selección —los nombres fueron, al parecer, elegidos por sorteo— y la opción de fortalecer el Ejército como forma primaria de defensa. Muchos contaron que se sienten vejados por sus conciudadanos y son llamados «cobardes», «desagradecidos» y «poco hombres» por negarse a la incorporación al servicio obligatorio de empuñar un arma para matar por orden del Estado, la patria o cualquiera de los otros clichés usados desde el comienzo de los tiempos para enviar a la carne joven a perder la vida.

La fotógrafa lituana Neringa Rekasiute, con la colaboración de la actriz Beata Tiskevic-Hasanova, retrató a más de una docena de chicos —la conscripción no es para mujeres según los legisladores lituanos— en planos frontales. Vistieron a todos ellos con zamarras militares de camuflaje y les pidieron que razonaran la esencia de su negativa a incorporarse a filas. En algunos casos acentuaron el drama pidiendo a los muchachos que se comportaran como no se espera que lo haga un hombre: que dejaran brotar sus emociones y derramaran lágrimas de tristeza o rabia.

Lee el resto de la entrada »

Pogo, el músico electrónico que fragmenta las películas de Disney

Una sílaba pronunciada por Cenicienta mientras la observa un pajarillo azul, Pepito Grillo cantando sobre una caja de cerillas, una visión fugaz de Mary Poppins girando en medio de una coreografía de deshollinadores… Nick Bertke (Cape Town – Sudáfrica, 1988) —más conocido como Pogo— hace música electrónica como sacando juguetes de un baúl sin fondo, dándole un nuevo significado a dibujos animados y películas que avivan la nostalgia de varias generaciones.

Residente en Perth (Australia) y con años de carrera a pesar de su juventud, en sus mezclas utiliza exclusivamente los sonidos y la música del film, no se permite añadir nada que no pueda encontrar en la banda sonora. Se jacta de no usar programas de manipulación de sonido, de valerse sólo de diminutos fragmentos de audio que luego mezcla.

El montaje visual también merece mención. Pogo ordena las imágenes para que el espectador sepa de dónde salen las piezas de su puzle sonoro, aprovecha momentos en que los personajes bailan y pone en conjunto planos similares de diferentes películas, para envolver su regalo musical en el celofán adecuado.

La nueva pieza de su repertorio se titula Forget (Olvida). La mezcla contiene sonidos, minúsculos trozos de canciones e imágenes de películas de todas las épocas de la factoría Disney, desde La cenicienta, Fantasía, Dumbo y El libro de la selva hasta Pocahontas, Fantasía 2000, algún film más ajeno a los clásicos de Disney como James y el melocotón gigante y clásicos de Hollywood como Desayuno con diamantes.

Lee el resto de la entrada »

‘San Serapio’, un cuadro de tela y luz

Francisco de Zurbarán - 'San Serapio', 1628 (Hartford, CT, Wadsworth Atheneum Museum of Art. The Ella Gallup Sumner and Mary Catlin Sumner Collection)

Francisco de Zurbarán – ‘San Serapio’, 1628 (Hartford,
CT, Wadsworth Atheneum Museum of Art.
The Ella Gallup Sumner and Mary Catlin Sumner Collection)

Los cuadros tienen fauces y garras, un poder animal para marcarte y examinar luego las heridas con su propia capacidad diagnóstica. Te indagan como tomografías, desnudándote de un modo más sorprendente aún —como si no fuese suficiente el pasmo de que unos pegotes de pintura sobre un lienzo fuesen el mejor doctor—, sabiendo que son artilugios de otros siglos, de tiempos que ni siquiera aplicando el detectivismo histórico más competente puedes entender del todo.

Por ejemplo, San Serapio, pintado por Francisco de Zurbarán en algún momento de 1628, cuando el maestro tenía entre 39 y 40 años y trabajaba por encargo de los monjes de Nuestra Señora de la Merced Calzada de la ciudad de Sevilla.

El cuadro representa el cadáver colgante del inglés Peter Serapion, que había llegado a España como cruzado para ayudar a expulsar a los árabes y terminó entrando en los mercedarios, la orden que a los votos de pobreza, obediencia y castidad añadía un cuarto:  «redención o sangre», que les comprometía a dar su vida a cambio del rescate de los cautivos en peligro de perder su fe.

Los superiores de Serapio le encargaron viajar a África en misión evangélica en 1240. Capturado por piratas sarracenos y tras una tortura que hemos de sospechar larga e inclemente, Serapio fue atado a un árbol y decapitado en algún paraje de lo que hoy llamamos Argelia. Un cuello de infiel, una espada bien afilada, el pleito por el verdadero nombre de dios… Parece una crónica de actualidad contemporánea: también la historia es un animal sometido al trajín de la repetición.

Una tesis menos atávica, menos salafista y acaso más real, apunta que el mercedario regresaba a la patria natal y que los piratas no profesaban el credo de Alá, sino el de los dioses paganos de los moors, el desierto de los australes. De acuerdo con esta versión, los secuestradores eran escoceses que reclamaron un rescate a Sevilla y nerviosos porque no era satisfecho liquidaron a Serapio, desmembrando el cuerpo atado por las cuatro extremidades a otras tantas caballerías azuzadas hacia destinos opuestos.

Fuese cual fuese el capítulo final, el papa Benedicto XIII canonizó a Serapio, que entró en el martirologio católico en 1728.

El cuadro de Zurbarán, destinado a la capilla De Profundis del sótano funerario del convento sevillano, mide 120 por 103 centímetros. Las tres cuartas partes de la superficie están ocupadas por tela y luz.

En la mancha del hábito del religioso, una toga que, según establecía la regla mercedaria, había de ser «blanca, de materia sencilla, compuesta de túnica, cinturón, escapulario, capilla y escudo», podría yo vivir mejor que en la mejor de las moradas. En los tres pliegues de la capa que caen con una mágica verticalidad, como aristas que sostienen a los huesos rotos y la carne macilenta, encuentro un sueño de refugio, una redentora morada contra todos los degüellos.

El cuadro, que desde hace más de medio siglo (1964) no se ha expuesto en España, regresa ahora para la exposición Zurbarán: una nueva mirada —en el madrileño Museo Thyssen desde el 9 de junio—. Aunque no estaré allí —a veces el mucho deseo no es divisa suficiente para pagar un billete de viaje y estar donde debieras—, desearía confrontarme al martir y a la profunda y silenciosa moralidad que irradia.

Lee el resto de la entrada »