Sin efectos especiales Sin efectos especiales

-No deberías llevar esa ropa. -¿Por qué? Sólo es una blusa y una falda. -Entonces no deberías llevar ese cuerpo. 'Fuego en el cuerpo', de Lawrence Kasdan

Archivo de junio, 2012

Las películas de Nora Ephron, algo más que comedias romanticonas

Graciosa, romántica, bordeando la cursilería, pero sin atravesarla (la mayoría de las veces); Nora Ephron era una de esas directoras con oficio y sentido común cuyo trabajo pasaba más desapercibido de lo que merecía.

Ignorada injustamente por quienes menosprecian los logros de las comedias románticas, su muerte me ha servido para repasar sus trabajos y para comprobar hasta qué punto era apreciada en EEUU, donde estos días recordaban que, por ejemplo, presumía de haber sido la única becaria de la Casa Blanca a la que John F. Kennedy no intentó llevarse a la cama.

Con la ayuda de Youtube he elaborado una lista con algunos de los trabajos suyos que más me gustan. Ahí os los dejo. Elegid los vuestros.

Cuando Harry encontró a Sally (dirigida por Rob Reiner, con guión de Ephron)

Algo para recordar

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Silkwood (dirigida por Mike Nichols con guión de Ephron. No tiene nada de comedia, y es genial)

Julie y Julia

Cine sobre crisis sí, cine sobre crisis no: la opinión de Stephen Frears

Como dicen que hay tantos festivales como días en el calendario es casi imposible seguirles la pista. Así es fácil que se pasen cosas como que en la última edición del Festival Internacional de Cine de Huesca, que se clausuró el día 16, se rindió homenaje al británico Stephen Frears y se le entregó el premio Luis Buñuel.

Lo mejor de todo es que Frears acudió a la cita y habló con los medios. Al margen de decir lo típico en estas circunstancias: que admiraba a Buñuel, porque, entre otras cosas «tenía las ideas muy claras de lo que quería hacer» y que le encantaría «que siguiera vivo», Frears reconoció que cree que todavía no se han hecho suficientes películas que reflejen la crisis económica.

Dice Frears que es complicado abordar el tema «porque en la calle los cafés están llenos y que todo parece bien» y que es como si el problema «estuviera escondido».

El comentario de Frears, un cineasta al que admiro y que es autor de algunas de las películas que más me han gustado (Las amistades peligrosas, Los timadores, Mi hermosa lavandería, Café irlandés…), me recuerda el de algunos amigos que cuestionan la crisis cuando no consiguen mesa en un restaurante, porque está lleno, o cuando todavía les piden 1.200 euros por disfrutar una semana de un apartamento cochambroso cerca del mar. Aunque entiendo lo que quiere decir Frears. Hay que mirar un poco más allá. La bonita postal que todavía componen las zonas céntricas de las ciudades turísticas nada tiene que ver con los conflictos germinales de la periferia. El espíritu despreocupado de quien sale a divertirse no tiene por qué reflejar el problema más o menos acuciante que deja en casa al cerrar la puerta.

Y también comparto su opinión de que el cine no está tratando suficientemente el tema de la crisis. Con ‘Inside Job‘, ‘Up in the Air‘, ‘Margin Call‘ y algún otro filme más damos por solventada el asunto. Pero mi pregunta, la pregunta que os traslado es: ¿le interesa a la gente que el cine refleje la crisis? ¿Queréis vosotros ver más películas sobre el terremoto económico, político y social que atravesamos?

Por cierto, como anécdota, en un medio mexicano en el que informaban del homenaje a Frears situaban Huesca «en el centro del país«. A eso se le llama optimismo geográfico: deben de vernos mucho más grandes de lo que somos.

Si quieres saber cuánto recaudará una película, date una vuelta por las redes sociales

A estas alturas probablemente ya hayáis oído hablar de Fizziology, pero si no, os resumo un poco una de las noticias más fascinantes que he leído en las últimas semanas y de la que estoy intentando saber un poco más.

Fizziology es una empresa creada por un tal Ben Carlson que ha obtenido un gran éxito al predecir con bastante exactitud la recaudación que tendrá una película partiendo de su nivel de notoriedad en las redes sociales, sobre todo en Twitter.

Básicamente lo que hace esta gente es convertir en algoritmos los mensajes positivos y negativos que recibe una película (cantidad, adjetivos utilizados, frecuencia de retuiteo, etc.) y pronosticar la cantidad que recaudará en taquilla. La primera vez que leí sobre esto, pensé que era un cuento chino; pero después cuando hasta el ‘Financial Times‘ le dedicó un extenso artículo sobre su asombrosa capacidad de anticipar resultados, me convencí de que lo que realmente hace el equipo de Carlson tiene mucho de científico y poco de maniobra publicitaria.

Por ejemplo, gracias a la actividad en Internet de los fans de la saga ‘Crepúsculo‘, esta empresa dijo que la última entrega lograría 140 millones de dólares en su día del estreno (recaudó 138,5).

Gracias a medir los porcentajes de mensajes positivos y negativos que obtiene una película durante su estreno y compararlos con lo obtenido por otras películas en semejantes circunstancias son capaces de prever si será o no un éxito o si el interés se desvanecerá tras el fin de semana de arranque. Así, por ejemplo, avisaron  en 2010 de que el porcentaje de 2,5 mensajes positivos por uno negativo que logró ‘Pesadilla en Elm Street (El origen)‘ en su estreno era mucho más bajo que el de otras películas y que era una mala señal. Y volvieron a tener razón. Tras los primeros días, la recaudación se desplomó un 50%.

Como después he leído más sobre sus asombrosos aciertos, he intentado echar un vistazo a algunos de los informes que están elaborando, pero sin resultado. Las productoras que trabajan con ellos y que los utilizan como gigantescos focus group mantienen sus secretos bajo llave, aunque ahora son más conscientes que nunca de una cosa: el colosal altavoz de Internet puede tumbar con cierto porcentaje de mensajes negativos cualquier proyecto cinematográfico, por muy marquetizado, empaquetado y publicitado que llegue.

Películas en las que nos hubiera gustado estar

Rescate financiero, EREs, Vatileaks, corrupción, malversación de fondos públicos… el dolor de cabeza se mezcla con la angustia y surge una idea liberadora: salir del país, o mejor aún, del planeta. Como lo primero es difícil, y lo segundo imposible (por lo menos para mí), lo mejor es echar mano de la imaginación, que es el recurso de supervivencia más socorrido y barato que tengo.

Así, pensando en cómo burlar los problemas durante un rato, y tras leer un post en que se invitaba a un grupo de escritores a decir en qué libro les gustaría haber vivido, invité a mis compañeros del periódico a pensar en qué película les hubiera gustado colarse, al menos durante un rato.

Para romper el hielo, y sin reflexionar demasiado, yo dije que a mí me hubiera gustado surfear un rato con Keanu Reeves en Le llaman Bodhi, y quizá, si venían mal dadas, pasarme al enemigo y atracar un banco con Patrick Swayze. No es que sea precisamente un peliculón, pero nunca Keanu estuvo más guapo y como de lo que se trata es de evadirse, pues… (sé que me lo advertiste, Dani, que no debía mencionar esta película si quería mantener cierta imagen de honorabilidad, pero qué demonios, Dani. Nos han rescatado, suena como si fuera el fin del mundo, si no dejamos salir ahora nuestro lado más estrambótico, ¿cuándo podremos hacerlo?)

He de decir en mi descarga, que mis compañeros tampoco se han quedado atrás, y que si algún psicoanalista desocupado se parara cinco minutos a buscarle algún sentido a nuestras propuestas, seguro que nos sorprendíamos… y divertíamos. Esto fue lo que me contestaron mis colegas:

Dani, dice que «lo tiene clarísimo» y hubiera estado en ‘Parque Jurásico’, «un aventurón en paisajes exóticos, contemplando las criaturas que habitaron la tierra hace millones de años junto a Sam Neill y Jeff Goldblum. Un viaje peligroso, sí, pero he ahí parte de la gracia».

Amaya, elige dos películas «tan distintas» que se pregunta por qué las ha elegido. De incógnito, iría- a la gira de ‘Los Fabulosos Baker Boys‘, «para contagiarme de ese amor pasional e imposible entre dos perdedores que son Michelle Pfeiffer y Jeff Bridges, pero al salir -para no morir de pena- entraría a la carrera en ‘Grease‘, para bailar con Sandra Dee, Rizzo y las demás”.

David viviría una temporadita en ‘El hombre tranquilo‘, de John Ford.  «Bonitos paisajes, gente pasional, unas pintas de cerveza y quizá alguna deportiva pelea a puñetazos«.

El Becario elige ‘Marcelino pan y vino‘, porque » alguien tiene que cuidar de ese niño«.

A Héctor le hubiera gustado «jugar en los Chiefs, junto a los hermanos Hanson, salir sangrando de la pista de hielo, levantando los brazos y jaleado por el público», en ‘El castañazo‘.

A Marta le «hubiera encantado conocer el pueblo de Corleone de ‘El Padrino‘, donde se exilia Al Pacino después de cargarse a media mafia, y conocer a guapos italianos y vivir en una villa en medio del campo«. Como también le hubiera gustado conocer la ciudad de Nueva York  a principios de siglo hubiera querido colarse en ‘El Padrino II‘ y «jugarme la vida comprando unas naranjas»; pero Marta no acaba de decidirse y menciona otras dos películas más: ‘Desayuno con diamantes‘, «para entrar en esa enoooorme tienda de Tiffany’s y vivir en el apartamento de Holly Golightly (con sus vestidos y sus fiestas claro!)» y ‘Casi famosos‘ para «irme de gira con Stillwater y ser Penny Lane, y asistir gratis a conciertos y recorrer EE UU en un autobús».

A Clara, que confiesa «que en el fondo soy una cursi», le hubiera gustado » habitar una semana en ‘El lago azul‘, pero con billete de vuelta. Allí las frutas seguro que sabían a algo y no las del Alcampo, oiga».

Busta, por su parte, solo piensa «en grandes clásicos» como ‘Vente a Alemania, Pepe‘ o ‘La ciudad no es para mí‘.

Isra reta nuestra paciencia con ‘Vamos a la carga con la cosa que se alarga’, «y si no se pudiera, pues en ‘Iron Man‘, para probar el traje«.

Y Nacho, fiel a sí mismo, se hubiera conformado «con un verano en Saint-Malo navegando despreocupadamente en esta barquita y cantando canciones de piratas. Entre lo gafapasta y lo sentimentaloide«, dice, sobre ‘Cuento de verano‘, de Eric Rohmer.

¿Qué me decís de vosotros?

‘Blancanieves’, poco original, aunque hace olvidar la crisis durante un rato

A priori, reconocedlo, la propuesta es muy atractiva: Charlize Theron, Kristen Stewart, Chris Hemsworth… revisando un clásico que todos tenemos en la cabeza con los trazos de Disney y en una versión bastante más oscura que ‘Blancanieves, mirror, mirror‘… ¿Por qué no ceder antes las presiones familiares, léase esposo insistente, y entrar a verla?

No intento justificarme, solo quiero decir que mis razones para entrar a ver esta película probablemente sean las mismas que las de la mayoría: pasa un rato entretenido sin ningún tipo de complicación intelectual.

Y en ese sentido ‘Blancanieves y la leyenda del cazador’ no decepciona ni engaña, porque es lo que promete. Promete que el tiempo va a pasar rápido, concatenando trepidantes escenas de acción. Promete buenas interpretaciones a cargo de bellezones que saben actuar y promete  la dosis de emoción justa, dado que todos sabemos ya cómo acaban Blancanieves, sus siete enanitos y la malvada madrastra.

¿Entonces? ¿Por qué me siento decepcionada? Porque es una pena pensar que con todos esos medios, con todos esos actores llenos de talento, con todos esos espectaculares efectos especiales y ese dinerazo invertido, tenga la sensación de haber visto una película correcta, pero totalmente prescindible e igual a muchas otras que he visto últimamente. No hay nada muy original ni genuino ni llamativo en esta Blancanieves, ni siquiera cuando parece Juana de Arco luchando contra los ingleses. Probablemente dentro de unas semanas mi memoria cada vez más caprichosa y selectiva mezclará escenas, y en mi cabeza habrá una nebulosa de secuencias de guerra que no sabré si adjudicar a esta o cualquier otra película parecida. Ni siquiera la música de James Newton Howard es demasiado memorable esta vez.

Lo que probablemente no se me olvide tan fácilmente es lo cachas que está Chris Hemsworth (el cazador), y lo pesada que me puse durante la proyección con lo de que nuestra Elsa Pataky había sido una chica muy, pero que muy espabilada, al cambiar un actor de talento, Adrien Brody, por otro igualmente talentoso, pero mucho más guapo… No me hicieron mucho caso, otros estaban embelesados con la diabólica y bella madrastra.