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-No deberías llevar esa ropa. -¿Por qué? Sólo es una blusa y una falda. -Entonces no deberías llevar ese cuerpo. 'Fuego en el cuerpo', de Lawrence Kasdan

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Robert Pattinson se esfuerza por hacerse mayor con la ayuda de David Cronenberg

Definitivamente Robert Pattinson quiere hacerse mayor. No es que sea precisamente un crío,  pues dentro de unas semanas cumple 26 años, pero está claro que se quiere sacudirse de encima ese tufillo de artista imberbe al que se toma poco en serio y al que inevitablemente se relaciona con el tumulto adolescente de Crespúsculo. Lo segundo va a tenerlo más difícil, porque ya hay un nuevo capítulo de la saga esperando a hacer caja gracias al entusiasmo de los fans, pero para lo primero está poniendo mucho de su parte.

Se embarcó en ‘Agua para elefantes‘, que aunque resultó un drama romántico bastante cursi, al menos nos dio la oportunidad de ver que era capaz de enarcar las cejas de más de una manera. Y después ha aceptado el reto de protagonizar ‘Cosmópolis‘ a las órdenes de David Cronenberg, un director intenso y complejo.

En el minitráiler que ya circula por Internet se ve a un Pattinson armado, que se dispara un tiro a bocajarro y que se pasea por las calles de Manhatan con cara de pocos amigos. El tráiler promete reencontrarse con el lado más extraño y retorcido de su director y por ende, de sus actores.

El filme ha sido seleccionado para competir en la sección oficial del Festival de Cannes, donde también estará Kristen Stewart con ‘On the Road‘, de Walter Salles. Por el bien de ambos y de su proyecto de vida ‘más allá de Crespúsculo es de esperar que no coincidan en muchos photocalls.

50 años de una Palma de Oro española que dejó de serlo

Hoy hace 50 años que ‘Viridiana‘ ganó la Palma de Oro del Festival de Cannes. Ha sido la única película española que ha logrado la máxima distinción de ese festival, aunque curiosamente poco después de ganar el premio, perdiera su nacionalidad.

El régimen de Franco no le perdon que hubiera burlado la censura y que hubiera ‘ridiculizado’ los valores del catolicismo, como muy sibilinamente les hizo notar desde El Vaticano L´Obsservatore Romano. Total porque se insinuaba una relación a tres bandas, se recreaba con borrachos y mendigos La Última Cena de Leonardo Da Vinci y se dejaba en evidencia muchas supuestas actuaciones caritativas…

Su éxito no hizo más que abofetear a quienes la criticaban (incluidos algunos exiliados que le echaban en cara a Buñuel haber colaborado con el régimen), por lo que la reacción fue fulminante: se prohibió en España, el Director General de Cinematografía, que ufano había recogido el premio en nombre de Buñuel, fue destituido fulminantemente y las productoras Uninci y Films 59 se disolvieron. Solo la intervención del productor Gustavo Alastriste (que había financiado la película con la única condición de que se contratara a su mujer, Silvia Pinal) salvó a Viridiana de la quema y posibilitó su distribución ‘bajo bandera’ mexicana.

Tuvieron que pasar 16 años para que Viridiana pudiera estrenarse en las salas españolas. Lo hizo el 1 de abril de 1977, el mismo día que se legalizó el Partido Comunista de España.

Hasta 1983 no se le reconoció la nacionalidad española, y ahora, ya veis, todavía seguimos presumiendo de ella y subrayando que es la única película española que tiene la Palma de Oro… por el momento.

Arranca el festival de cine de Cannes, el festival de las delicatessen cinematográficas

Comienza Cannes. Hagan sitio para el glamour más o menos auténtico, las críticas extravagantes, las películas no menos sofisticadas y el consabido chovinismo francés. Hagan sitio para las frases hechas, las sonrisas relucientes y la lluvia de flashes. Comienza el festival internacional de cine más famoso del mundo. Pero,¿realmente a alguien le importa lo que pasa en la Riviera francesa?

Pues yo creo que sí, no a todo el mundo, obviamente, pero todavía existe un gran número de cinéfilos que sigue con devoción este festival en particular por la historia que tiene detrás. Es cierto que quizá ya no tenga la importancia que tenía hace años. Ahora lo que ha triunfado en Sundance o Montreal, sorprendido en Berlín o incluso escandalizado en Sitges tiene tanto o más repercusión que lo que ganó en Cannes. Y si no, decidme cuántos de vosotros recordáis las últimas Palmas de Oro. ¿Cuántos las habéis visto? ¿Se acuerda alguien de quiénes ganaron los premios interpretativos o de dirección?

Haciéndome estas preguntas parece que yo misma restara importancia al festival; pero no es cierto. Más allá de los nombres, los títulos y los premios (más o menos justos, siempre discutidos, a veces hasta el escándalo), seguir lo que pasa en Cannes supone ponerse al día de las tendencias más exquisitas del mercado. Es la exhibición de las delicatessen, que, como los buenos foie, no son para todos los paladares, y quizá ni siquiera sean lo mejor (la calidad es tan difícil de medir…); pero definitivamente sí es lo más selecto del mercado cinematográfico.

Esta edición el jurado está presidido por Robert De Niro y en la sección oficial se podrán ver los últimos trabajos de Nanni Moretti, Pedro Almodóvar, Jean-Pierre y Luc Dardenne, Aki Kaurismäki, Lars Von Trier, Terrence Malick y Paolo Sorrentino, entre otros. ¿No es eso acaso lo más de lo más?



Fotos: Faye Dunaway (REUTERS/Jean-Paul Pelissier); póster de Penélope Cruz (Ian Langsdon / EFE); Paseo de la Croisette (Eric Gaillard / REUTERS).

Cosas que me gustaría que me sorprendieran de Cannes

Pensaba aprovechar este post, después de días sin tener un minuto para actualizar mi blog, para contestar a mi compañero El becario, que tan buenos debates genera sobre si ‘Una habitación en Roma’ debe o no estrenarse en una sala x, pero la actualidad de Cannes me impone recordar a mis lectores cinéfilos que mañana es el gran día.

Mañana se estrena, por fin, ‘Robin Hood’, de Ridley Scott, un filme que espero como agua de … ¡pero si estamos en mayo!.

Sí, lo espero porque me gusta Ridley, porque me gusta el personaje y la historia, a pesar de archiconocida y porque, aunque me cueste reconocerlo, me gusta Russell Crowe, cada día más. Así que, como yo no voy a ir a Cannes (aunque sí lo hará mi compañero Jaume Esteve, que os mantendrá puntualmente informados), este fin de semana seré de las primeras en comprarme una entrada para ver si se cumplen o no mis expectativas (que son muy altas).

Lo que me encantaría de este Cannes que ahora comienza es que algo me sorprendiera. Por ejemplo, me hubiera gustado no leer que el festival “comienza precedido de polémica”. (EFE) Y yo me pregunto, ¿pero cuándo no comienza con polémica este festival o cualquier otro? O por lo menos eso decimos los periodistas. Siempre hay un “polémico” a punto para ‘vender’ este o cualquier otro festival.

También me gustaría que, para variar, en la clausura, no tengamos que leer eso de “un festival con un nivel mediocre, inferior, más bajo que otros años”, etc., etc.

Solo aceptaré esa coletilla si realmente es cierto, pero este año compiten Ken Loach, Alejandro González Iñárritu, Takeshi Kitano, Bertrand Tavernier, Mike Leigh, Nikita Mikhalkov¿de verdad el nivel puede ser bajo?

Y ya puestos a pedir (o a soñar despiertos) estaría genial que el granadino Pedro Pío Martín, de 26 años, nuestro único director en competición, consiguiera la Palma de Oro del Festival de Cannes en la sección de cortometrajes con ‘Maya’. O que Javier Bardem se fuera del Festival con una Palma bajo el brazo por ‘Biatiful’.

Cannes y otros festivales de cine que ¿no deberían serlo?

Ha empezado Cannes: el festival internacional de cine con más pedigrí de Europa. Me encantaría poder ir, nunca he estado en un festival así de glamuroso (sí en Cannes, que es una ciudad bonita, estilosa y muy fotogénica); pero me temo que, un año más, me quedo en tierra, es decir en Madrid.

Como siempre, seguiré lo que dicen los críticos de las películas que se van estrenando. Leeré con paciencia los tópicos que toquen: que si ‘Up’, que si Tarantino, que si Amenábar… Cuando las críticas sean positivas (cosa rara, ya que lo más ‘in’ es poner a caldo las obras y hablar del «desastroso nivel de calidad de esta edición», frase que se repite con sorprendente monotonía año tras año) se me pondrán los dientes largos y me empezarán a sudar las manos de impaciencia, esperando poder ver esas joyitas que aún no se han estrenado aquí y que tardarán en hacerlo (algunas incluso años, a pesar de haber ganado algún premio). Otra cosa distinta será que me dé tiempo a ir a ver la película en cuestión, porque está más que demostrado que gran parte de las películas que triunfan en los festivales y que son aplaudidas por el público que asiste a ellos pasan luego de puntillas por las salas comerciales, donde no son tan bien recibidas o entendidas.

Precisamente hace años que los expertos y los organizadores de festivales se quejan de que los criterios de los jurados y del público cinéfilo que acude a estos eventos está muy alejado del gusto del público general.

No está mal reflexionar sobre esto, como tampoco está mal escuchar algunas de sus quejas: hay demasiados festivales. Casi cada ciudad o pueblo que se precie monta el suyo; algunos de ellos son meras sucesiones de proyecciones de películas, programadas sin ningún criterio y sin ninguna actividad paralela que contribuya a fomentar el cine y educar el criterio del espectador, por lo que ni siquiera debería ser llamado festival, dicen.

Entiendo las quejas de los expertos y tienen algo de razón; pero qué queréis que os diga, a mí, que me he criado en una ciudad cinematográficamente en estado vegetativo, el que alguien, aunque sea sin criterio y «a palo seco», me programe una semana ininterrumpida de cine, me parece un regalo. Se llame como se llame y aunque esté a cien años luz del glamour de la riviera francesa.

Arriba os he dejado un fotograma de ‘Up’, la primera película de animación en 3D que abre un festival de esta categoría.