El desliz y problema de vestuario de Rafa en ‘La casa fuerte’: «Me voy a tener que poner un calzoncillo»

La vida y los testículos de Rafa siempre se abren camino. (FOTO: TELECINCO).

A veces un atuendo tiene que actuar más como una cárcel que como una forma de vestir. Eso es lo que le pasó a Rafa, que tiene unos atributos masculinos que habrían podido fugarse de la isla de Alcatraz. Si el Equipo A no tardaba en fugarse de la prisión donde les tenían recluídos era porque iban delante los testículos de Rafa.

Pero llegaremos a eso en un ratito. Antes, veamos qué pasó ayer en La Casa Fuerte…

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Samira hizo una tarta de galletas con el mismo cuidado en el aspecto que tuvo el doctor Frankenstein al hacer al monstruo. Esa tarta se mira en un espejo y llora. No es que fuera una tarta fea de «oh, te ha quedado mal», era fea de «¡PERO QUIÉN LE HA ECHADO ÁCIDO A LA TARTA!».

«Yo soy de aceptar todo tipo de postres, dulces, todo lo que se me ofrezca, lo cojo«, dijo aún así Albert, porque él no dice que no. ¿Sabéis la leyenda esa de los señores siniestros esos que ofrecían a los niños caramelos con droga a la puerta de los colegios? Pues el niño siempre era Albert. De los cinco a los doce años Albert no tiene recuerdos de lo colocado que iba.

La vida de Albert:

Aurah se puso ciega a comer tarta, porque cuando la leche va en una tarta al parecer no la mata. Ella, que dijo que no podía beber leche sin lactosa y que iba a morir de inanición.

En fin. Varios de los concursantes, con Rebeca a la cabeza, hicieron un telegrama de la organización falso, usando uno antiguo y escribiendo encima con boli. Un trabajo de falsificación tan bueno que si Rebeca se pone le das una servilleta y un boli y te hace un boleto que puedes cobrar el Euromillones.

La cosa era que todos creyeran que podían ir a jugar a la carpa y así fue. Todos menos Marta, a la que le dolía la barriga como si tuviera dentro a Alien dando una fiesta de pijamas con un gremlin y un critter.

Mahi y Rafa no se fiaban de que Marta estuviera mala, porque a ellos las bajas médicas y eso no les bastan. O hueles a muerto y tienes gusanos o no se creen que te pase algo. Así que se fueron a comprobarlo, más que nada para verificar que no les estuviera robando comida.

Al verla agonizante en su cama le dijeron: «Es que estábamos preocupados». Sí, por si aún podía moverse darle con la de los ojitos negros para que no robe.

«Pareces un angelito durmiendo», le dijeron, pero Marta tenía una cara de destruida que si los angelitos fueran así los habían tapado con Titanlux en la capilla sixtina.

– Hola, María, vengo a anunciarte…

– Sí, sí, anuncia lo que quieras, pero no me mires, Gabriel, joder, qué horror de cara.

Y así.

Hay cosas que uno no quiere ver: a su abuela practicando sexo, a su perro siendo devorado por un caimán y a Rafa vestido de mamachicho. El muchacho es el anticlímax. Además, tuvo un pequeño problema con el tanga dorado: «Se me ven los huevos por un lado», dijo.

«Si me quedaba un poco de dignidad, si mis sobrinos me tenían un poco de respeto, lo he perdido ya», dijo él. Se fueron a ver a Cristini vestido así Mahi y él y la brasileña dijo «me encanta». No resultó muy creíble porque lo dijo con la mano delante de la boca como para vomitar. A Rafa no le tocaba Chicho ni con un palo. Y si le toca, es cada vez menos, en lugar de cada vez más. .

Se pusieron a saltar y a bailar y sí: el huevamen de Rafa amenazaba con salir a saludar en cualquier momento. Eso era como dos calvos con pelusa tratando de sacar la cabeza por una escotilla.

Los testículos de Rafa:

El entrenador que mató de un abrazo a King Kong regresó.

«Estoy mala», dijo Marta para librarse del entrenamiento, pero luego resultó que su malura era que estaba «gandula». Para Marta la falta de ganas debería ser motivo de baja laboral y de incapacidad permanente, con paga y chalet en la playa para tomar el aire del mar.

Albert aprovechó un despiste para irse a duchar en una de las habitaciones, a la que entró por un ventanuco. Y luego nos enseñó el culo. El culo de Albert es como un anuncio de sandías albinas siamesas. Ese culo lo pilla una señora mayor y se lo pellizca cual mofletes hasta que le sangren las nalgas.

Y de culo a culo: esta vez el de Tom. Si el de Albert parecía vivo, el de Tom parece de cartón. El francés trató de moverlo de forma sexy y era como si estuvieran meneando una momia inca. El culo de Tom no tiene vida. A ese culo le pones un fonendoscopio y se oye llorar.

Cristini empujó a Samira a la piscina. En diciembre. En la sierra de Madrid. Los pezones no es que se le pusieran tiesos del frío, es que con esos pezones se podía cortar vidrio. Con esos pezones le da un abrazo a Robocop y le perfora un pulmón.

Y se acabó lo que se daba.

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