Localizan por fin a la niña de la curva, el misterio ha sido resuelto… es Marta Peñate

La Marta de la curva. La niña de la curva va condudiendo, la ve y baja los seguros del coche.

Ni Jiménez del Oso, ni Tristanbraker, ni Iker Jiménez, ni un camionero camino del Albacete: al final ha sido Marta Peñate, esa mujer que sería capaz de discutir con un teletubbie, la que ha localizado a la niña de la curva. Bueno, a lo que ella cree que es la niña de la curva.

Si queréis conocer el misterio… ¡Tenéis que seguirme en redes! Bueno, eso solo si no queréis que por la noche se os aparezca Pitingo y os cante al oído.

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El caso es que Marta, oh, sorpresa, tuvo una bronca con Antonio Pavón y Samira. La enésima en la casa. Hay verdades inmutables, como que el sol sale cada mañana y que no pasa un día sin bronca de Marta.

Albert, al que Marta le ha caído como compañera como le podía haber caído un cilicio en el pene, le decía «Marta, por favor, que nos vas a llevar a la ruina». La mujer del que inventó los vídeos Beta le decía lo mismo. 

«Eres el mayor falso que me he encontrado en el universo«, comenzó diciéndole Marta a Pavón, porque Marta estuvo de grumete en la Enterprise y ha recorrido el universo más que Madrid un autobusero de la EMT.

El caso es que Samira fue al dormitorio de los acampados a preguntar una cosa de buenas maneras y Marta la recibió un poco mal, que sólo le faltó echarle aceite hirviendo desde lo alto de la muralla.

Samira, con cajas destempladas y hasta las mismos y santísimos ovarios de Marta, se marchó haciéndole un calvo, que, para que lo entienda James Rhodes, significa enseñar el culo.

«¡Ojalá que España conozca tu verdadera cara!«, dijo Marta. Bueno, la cara no, pero el culo sí que nos lo ha dado a conocer. Dos besos.

Más tarde, llegó la bronca padre. Y es que lo peor que le podría pasar a Marta es ser la única superviviente de un apocalipsis y quedarse sin nadie con el que discutir.

Se dedicaron a discutir con una puerta de por medio. Una abría, Marta, la otra cerraba, Samira. La puerta era de cristal. Si alguna vez alguien tiene que dispararme, quiero ese cristal para que me proteja, porque si aguantó esos portazos, aguanta los tiros de un carro de combate.

Marta en un momento dado entró en posesión de un espíritu. De uno que estuviera ya fatal de lo suyo antes de morir y empezó a decir UUUURG GRUUUUG MUUUUURCCC y cosas así, como de búfalo atragantándose.

Y entonces, Samira lo vio claro: «¡PARECES LA NIÑA DE LA CURVA!«, le espetó.

Misterio resuelto: La leyenda de la niña de la curva comenzó con Marta Peñate un día que estaba esperando el bus. Los conductores al pasar la veían y mojaban de pis las tapicerías.

Hay otra posibilidad: la niña de la curva no se subía a los coches para avisar del peligro de la carretera, sino porque Marta la perseguía para montarle una bronca y claro, ser un espíritu vagando en el mundo de los vivos, vale, pero que Marta te abronque ni si quiera la niña esa podía soportarlo.

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