Albert, el maromo incómodo por las insinuaciones de Marta Peñate en ‘La Casa Fuerte’

Marta Peñate, haciendo martitadas. (FOTO: TELECINCO)

«Una Miss siempre vuelve con su faja», dijo Cristini, contenta porque ahora lleva una banda de color dorado, como si fuera la jefa de los Oompa Loompas y viniera de batir el chocolate. O de fumárselo, porque lo de la faja lo dijo un poco entrecortada, así como un adolescente después de salir de un coche de interior londinense.

Marta ha llegado a la casa y se ha puesto a poner pegas a todo. Lo primero, las sábanas, que no son de su gusto. Es que es muy fina. A Marta le pones un guisante debajo del colchón y se levanta con las lumbares quebradas, porque lo nota.

«Y luego me llaman a mí la pija tonta«, se quejaba mientras revisaba la limpieza de todas y cada una de las superficies. Mister Proper se llamó así hasta que Marta le pasó un paño y entonces ya era Don Limpio.

«La comida es tuya, incluso limpiar puedes, cuando quieras«, le dijo Albert, insinuándole que si le molesta que le coma la mierda puede limpiarla ella misma. Mara pija no sé si es, pero sueca, descarado, porque se hizo la ídem para evitar tener que tocar una sola mota de polvo.

Después de echarle a Albert unas insinuaciones sexuales que harían sonrojarse a Nacho Vidal, Marta de fue a dorarle la píldora a Cristini, pero se pasó y más que dorarla se la tostó. «Estás buenísima, te lo digo yo, que soy sincera, estás buenísima y no te gires porque cada vez que te veo el culo me da una envidia que me da asco», le dijo a la brasileña, que es feliz con nada y se fue de allí como unas castañuelas.

Antes de irse, Cristini, con mucho misterio, se acercó a la cocina y les dijo bajito: «Yo cociné unas cositas…». Joder, ni Walter White haciendo Metanfetamina era tan discreto.

Y se llevó un huevo de recuerdo. Cristini ha pasado a mejor vida y aún así se lleva comida. Ella sin viandas no viaja. Si os subís en un avión y huele a merluza frita, es Cristini, que va dos filas más atrás. Y porque no le dejan llevar gallinas o lechones.

Los que perdieron la habitación, Sandra y Tom, están más revueltos que una lagartija en una lavadora. «Yo no me fío ya ni de las plantas», dijo Sandra, que claro, saliendo con Tom, ha perdido la fe. Los Teletubbies dejaron de hablarse y empezaron a mirarse de reojo entre ellos después de salir con Tom.

– Pues yo seré tonto, pero no veo el mal en la gente, dijo Tom.

– Te lo digo siempre, que eres tonto, le confirmó Sandra.

ME DESCOJONO

Marta le suelta a Albert insinuaciones y bromas de albañil de 60 años y Albert la mira con la misma cara de una vaca mirando pasar un tren. Más tarde, se arañaba la cara él mismo y decía: «ES INTENSA, ¿EH?». Albert preferiría de compañera a la sífilis con tal de que la sífilis no le hablara.

A la mañana siguiente Marta se levantó como si de pequeña se hubiera caído en una marmita de café. Para desgracia de Albert, que de pequeño se cayó en una marmita de valium y todo lo que sea más rápido que un caracol con la cadera rota le marea.

«Marta no para de hablar. A mí me gusta mucho escuchar, pero marta habla mucho«, dijo el muchacho. El cuadro de El Grito de Munch no tenía las manos en las orejas hasta que Marta fue a verle al museo y le contó unas cosas.

Como los suyos no le hacían ni puto caso, se fue a buscar a los residentes. Rafa apareció en silencio y Marta casi se caga en el pijama. Rafa es como un coche eléctrico, no hace ruido. Mahi hay veces que cuando está la luz apagada tiene que palparle el pecho a su novio para saber que no está muerto y aún respira.

«Cuando me aburro reconozco que tiendo a engancharme con la gente«, alegó Marta en un confesionario. Si Marta fuera presidenta de Alemania y pasara un día sin hacer nada, arrancaba la III Guerra Mundial por no agobiarse.

Sandra, por su parte, se levantó destruidísima. Qué mal le ha sentado estar en la tienda de campaña. A Sandra la llevas de acampada tres días y te traes de vuelta a la momia de Ramsés II.

La construcción del gallinero va bien. Bien jodido. Si esta gente hubiera construido las pirámides hoy en día no las conoceríamos. Son capaces de hacer que vuelque una esfera.

Sonia Monroy ha contribuido haciéndoles un jacuzzi a las gallinas. Un «polluzzi». El Polluzzi es básicamente un agujero en el suelo en el que no cabe nu media gallina. Relajarse ahí no sé, pero lo mismo lo usan de «cagaderuzzi».

Ah, también les hizo un corazón en el suelo. «Un símbolo de amor, que sepan que van a ser queridas y amadas», dijo Cristini. Sí, claro, sólo van a que les roben los huevos.

«Le ha gustado el polluzzi», dijo Sonia, después de meter a la gallina a roscachapa en el puto agujero, que estaba la gallina pensando que prefería estar con un zorro que con Sonia.

«Decidimos ponerle al gallinero Cantora, porque es una casita muy acogedora«, dijo Isa Pantoja. Sí, creo que lo de acogedora es la característica más destacada de Cantora. La llamaron Cantora por no llamarla Remanso de Paz.

Se vistieron de bailes regionales. Mahi vestida de euskal Jantziak y con las lentillas de colores parecía la cosa con la que sueñan las monjas endemoniadas cuando tienen pesadillas. Joder. Se queda de pie al borde de una carretera y los coches no sólo no paran, sino que la embisten

Seguiremos informando.

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