Rosa López, desatada en ‘Ven a cenar conmigo: Gourmet Edition’: «Necesito que me empotren contra la pared»

 

Rosa, explicando hacia dónde tienen que ponerla a mirar. (FOTO: TELECINCO)

Hay una escena en el clásico del cine Aquí huele a muerto, con Martes y Trece, en la que un camarero les pregunta qué van a cenar. Y ellos responden: «Todo. Todo de todo». Pues ese es el espíritu de la cocina de Raquel Mosquera: lo echa todo. Alien se presenta mientras Mosquera está cocinando y ella lo considera un ingrediente. Y te comes al puto Alien guisado.

Y así lo demostró en la primera cena de la presente edición de Ven a Cenar Conmigo: Gourmet Edition, que en la versión de Raquel Mosquera es Ven a Tener un Cólico Conmigo: Hospitalization Edition. Llegas al quirófano después de cenar en su casa y no te hacen un lavado de estómago. Te lo extirpan y te ponen un barreño.

En fin, vamos en orden. Lo primero, las presentaciones que hicieron de sí mismos los comensales y anfitriones.

Raquel Mosquera

Lo primero que dejó claro fue cual era su Instagram.

¡PUES YO TAMBIÉN TENGO: @GusHernandezGH! Ah, y Twitter: @realityBlogShow. Ah, y Facebook: Gus Superviviente Hernández. Ah, y Tinder… bueno ahí no estoy, pero dadme tiempo.

Raquel Mosquera dijo que tiene 24 años. Se refería a 24 x 2 con un interés a plazo fijo y al final le salían 49 años. Eso no fue quitarse años, eso fue arrancárselos de cuajo. Si por Raquel Mosquera fuera Cuéntame se habría acabado en la primer temporada y el tiempo ya nunca más.

«Yo llevo mi empresa», dijo, para a continuación reconocer que no sabe usar el ordenador. «Sé poner música relajante anti estrés y de playa», defendió. Que no la llame llorando Bill Gates para que le enseñe a hacerlo. Hay hackers rusos que pueden jugar al solitario en el ordenador de Trump y que están rabiando porque a ellos no les sale lo de poner en el ordenador música de playa.

Al final lo que hacía Mosquera era apuntar las citas en un cuaderno que ya usaba el papa Gregorio XIII.

«En la cocina me considero una mujer corta, porque desde pequeña mi madre es muy buena cocinera y Pedro era buen cocinero y mi marido ahora es buen cocinero», dijo. A esa frase le faltan cosas. Lo mismo está dando en clave coordenadas de misiles balísticos coreanos y nosotros pensando que se le va la pinza.

Rosa López.

«Tengo 38 palos ya», dijo con resignación. «Mi profesión es ser cantante«, explicó, porque no la conoce ni Sherlock Holmes buscando en Google.

«En mi vida soy muy artista, llevo desde los 13 años cantando delante de la gente», espero que no sea la misma gente, porque tienen que estar hasta los cojones de oír cantar. Cosa puntiaguda que pillan, cosa que se meten en el tímpano.

A Rosa la gente le para por la calle. Le paran mucho. Tú vas por Siria vendiendo figuritas de la Virgen María y el Niño Jesús y te paran menos que a Rosa López por la calle.

«Yo he perdido trenes por tanto amor«, dijo ella, pero de forma literal, porque no puede andar dos pasos sin que se la líen. Rosa López tiene un vuelo un lunes a las 14.00 h y sale de casa el miércoles de la semana anterior.

«Soy ovo lacto vegana«, anunció. Eso quiere decir que come cosas que se plantan, huevos y lácteos, pero de lo que corre, nada o vuela, ni lo que cabe en una muela.

SOY UN PUÑETERO POETA. Neruda, eres un cualquiera.

Laura Maramoros

A esta chica Peter Pan le dijo que para volar necesitaba un pensamiento alegre. Laura Matamoros nunca voló. Es más, los helicópteros se caen a su paso. Qué forma de disgustarle todo.

«Se puede decir que soy influencer«, dijo. Me gustaría saber cómo se declara eso a Hacienda.

«Ser influencer es ser fantástica. Influenciar a la gente con cosas tuyas«, nos explicó a los muggles que no influimos. «Influenciar a la gente con cosas tuyas»… creo que el primer influencer de la historia fue el que desató la peste bubónica.

«No sé posar. No sé ni cual es mi lado bueno ni cual es mi lado súper mejor, pero me considero una profesional«, dijo con sus santísimos ovarios.

– No sé operar. No sé ni abrir ni cerrar una herida y el corazón no lo encuentro ni con un mapa, pero me considero un cirujano profesional.

Y así.

«Me gustaría ser presentadora o co-presentadora«, reveló sobre sus sueños. Sólo hay tres cosas que esta chica parece poder presentar: Los respetos a una viuda, una amiga al feo de la discoteca y sus disculpas.

Francisco.

«Soy fantástico, maravilloso, el más grande del mundo, mágico»… «pero me considero una persona muy normal«. A tomar por culo. Si alguna vez os ha faltado autoestima es porque la tenía Francisco. Este hombre para hacerse tocamientos se busca en Youtube.

«Tengo tantos éxitos acumulados…«, continuó. Sí, tiene el trastero lleno de maletas vacías y éxitos acumulados.

– Paco, mira, aquí guardo mis éxitos:

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«Soy competitivo, me encanta medirme con otras personas«, aseguró. Lleva siempre encima una cinta métrica para medirse contigo. Francisco va a los parques de atracciones sólo porque hay medidores antes de entrar a los sitios.

Aless Gibaja.

«Tengo 31 años y soy súper optimista. Saco el lado bueno de cuando no lo hay«, aseguró. Aless Gibaja es el único que no se puso triste en el Crack del 29.

– Aless tu casa se ha quemado y tu perro ahora es un churrasco…

– El negro se súper lleva. Siempre happy.

«El unicornio es mi seña de identidad«, aseguró. Para qué tener una seña de identidad que exista, joder, claro que sí. ¿Sabéis qué os digo? ¡A partir de ahora mi seña de identidad también va a ser un animal mitológico! Elijo a Mario Casas con camiseta.

«Me gusta ayudar a la gente, lo que pasa es que no soy perfecto«, aseguró. Lo dice por un día que pasaba por Chernóbil y se puso a echar una mano controlando el reactor.

«Tengo mi propio vocabulario y mis palabras«, aseguró. En realidad son las mismas putas palabras del castellano, pero con «Súper» puesto delante.

– Gibaja, ¿sabes ruso?

– Claroviski, yohabloski rusoski superovich.

Y llegó el cocinado.

«Tengo ganas de cocinar para las personitas que van a venir», confesó Mosquera, que dijo «personitas» porque lo mismo pensaba que iban a cenar los Oompa Loompas.

De primero: Resucitando que vienen dando. Era un consomé elaborado con huesos de jamón, pollo de corral y pastilla de caldo con más química que el laboratorio de un narco colombiano, yema de huevo, vino… Joder, claro que eso resucita. Ese caldo se lo echas por encima a un zombi y se recupera.

– Lázaro, ¡levántate y anda!

– Sólo si tienes caldo de Mosquera.

Y así.

Plato principal: Bailarines del mar. Eran espaguetis con marisco. Y como era el plato preferido de su marido pues apareció el marido. Se comieron los morros durante media hora seguida. Yo creo que saltaron babas a la comida. Su técnica de beso es no dejar de acercar las caras hasta que los dientes chirríen contra los del otro. Si después de un beso no necesitas ortodoncia ni te has besado ni nada.

El señor marido le tuvo que abrir un paquete de mejillones cocidos, o sea, quitar un plástico, y lo hizo como si le hubiera estado operando la aorta a un señor hipertenso de Teruel.

El guiso consistía en echar de todo. TODO. Cualquier cosa que vaya en una lata era susceptible de acabar en ese guiso. Si llega a tener butano abre la bombona y se lo echa al guiso. Y además llevaba unos trozos de merluza que se los come Tiburón y le hacen bola. Y sepia y congrio y langostinos…

Raquel Mosquera es la razón de que los océanos estén esquilmados. Sólo le faltó echar en la cazuela a Bob Esponja y a Flipper. Raquel Mosquera no le habría cambiado la cola por unas piernas a la Sirenita. Se la habría cambiado por dos muletas.

Había tantas especies marinas en su plato principal que no era un plato, era el examen de fin de curso de Biología Marina.

Es que acababa antes diciendo qué cosas no llevaba. Joder, que le salió comida como para alimentar a unos indios. A todos los indios de toda la India. Y aún podías invitar al sur de China.

En lo que a limpieza y orden se refiere, la técnica de culinaria de Raquel Mosquera es dejar la cocina como si hubiera sufrido el ataque de un grupo de albanokosovares.

El postre se llamaba La dama y el vagabundo. Eran torrijas con helado de vainilla. ¿Sabéis por qué se están extinguiendo las abejas? Mueren de agotamiento para hacer la miel que usó Mosquera en sus torrijas. Bueno, no eran torrijas, eran tortillas francesas con un trozo de pan dentro e hiperempapadas.

– Y ahora mojamos un poco la torrija en la miel…

La torrija:

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Y luego les clavó a las torrijas una rama de menta que parecía un secuoya ciclado. No sabías si estaba decorando la torrija o clavándole una estaca a Drácula. Al final en el plato de postre había tantas cosas que tenías que llevarlos a la mesa con un toro mecánico.

Y llegó la cena.

Para aperitivo les puso ensaladilla rusa. Pero la dejó al sol, así que de entrante había salmonelosis.

«Me encantó Rosa cuando salió de La Voz«, afirmó Mosquera al ver a la cantante. Ya, y yo me emocioné mucho cuando Don Omar salió de Menudas Estrellas.

«Yo querría que hubiera sido un armario empotrado y estar cinco días cenando con chicos guapos«, dijo Rosa sobre sus compañeros de cena, porque al parecer pensaba que iba a cenar a la sede de Meetic.

A Rosa los tacones se le quedaban pillados entre las ranuras del suelo de madera del jardín de Mosquera. Si no llega a estar Gibaja para ayudarla a salir Rosa muere allí atrapada. A los osos los cepos les joden un poquillo, pero el suelo de Mosquera les acojona.

Soy vegana, le dijo a Mosquera. «¿Jamón no puedes comer?«, preguntó la anfitriona. Sí, jamón sí porque crece en los pinos, no te jode.

Mosquera estaba encantada con cada uno que llegaba. Todos le parecían buenas personas.

– Norman Bates me ha dado buenas vibraciones, es una persona maravillosa. Y su madre es encantadora.

Y así.

«Francisco me ha parecido un niño maravilloso«, dijo Rosa, que tiene un concepto de la edad muy amplio. Para Rosa Matusalén estaba en la flor de la vida.

«Tal vez es que yo sea un poco tiquis miquis«, adelantó Laura Matamoros, que no es tiquis miquis, es toquis pelotis.

Y sorteo de Poderes.

A Mosquera le tocó poder elegir que sus rivales voten le voten la cara. Voten. Con V. No con P.

Laura: podrá bajar 2 puntos al rival que elija.

Gibaja: podrá subir 2 puntos a quien quiera.

Rosa: Podrá saber las puntuaciones que ha recibido, pero sin saber de quién son. Caca de poder.

Francisco: Elegir a uno para que le vote a la cara.

Y empezó la cena.

Se pusieron a meterse con la decoración de Mosquera. Tenía una especie de libro de metal con unas fotos de ella y su novio pegadas que era la cosa más hortera que he visto en mi puñetera vida. Eso lo ponen en mi entierro y me levanto a quitarlo.

«Hoy en día conviene mucho más encontrar una buena amistad, reírse un montón… mientras no te pasen una enfermedad está bien y por eso es mejor estarse quieta», dijo Rosa. «Me gustaría encontrar un amor», añadió. Sí, pero follaría con él sólo después de esterilizarlo.

– Hola, quiero un chisme de esos de esterilizar biberones.

– ¿De qué tamaño lo quiere?

– Que quepa un pene.

Y así.

«Lo mismo llega ese príncipe que me hace comer carne como dios manda«, dijo Rosa en medio de la cena. Dice eso conmigo delante y escupo el consomé como las fuentes del Palacio de Aranjuez. Joder con Rosa. Europe is living a calenteision. El mondongueision mor jot dan a estic of a churrero.

El consomé estaba regulero, según dijeron los comensales. Eran más falsos que una moneda de euro y medio porque le dijeron que les había encantado, pero luego lo pusieron a parir. Menos Gibaja, que se lo tomó y se vino arriba como si llevara un pedo de Red Bull.

Francisco estaba obsesionado con que los platos llevaran amor. Le puedes poner una rata muerta y comida a moscas en un plato, pero si se la pones con amor se la come como el caviar.

«Yo necesito que haya contacto físico y que me empotre contra la pared», siguió contando Rosa a lo suyo. El ideal de chico de Rosa es el ariete con el que reventaron las puertas de Constantinopla.

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Se casa.

Y llegó el segundo plato. Era un engrudo que se lo das de comer a un bicho palo y se convierte en un perro salchicha. El caso es que todos pusieron a parir el plato, esta vez a la cara. Y es que ahí era difícil distinguir nada, con los tallarines peleando con la merluza como el Cracken tratando de hundir a la Perla Negra.

«Móstoles, Fuenlabrada y África son lugares donde me quieren mucho», dijo Mosquera. Le faltó citar el continente más al norte, Fuencarral.

«Yo buscaba a una persona con un corazón muy grande. MUY GRANDE. MUUUUUY GRANDEEEEEE«, dijo Mosquera sobre su marido, que tiene el corazón que le puede hacer un trasplante a un cachalote.

Raquel se quería llevar a Rosa a una discoteca de africanos para buscarle novio. «Si salimos juntas por ahí te prometo que alguno cae«, le dijo Mosquera. Y si no cae lo secuestra, joder, que si ella dice que Rosa pilla cacho, pilla.

A Laura Matamoros no le gusta el chocolate. No diré nada al respecto por si hay más gente a la que no os gusta, pero merece ser llevada a alta mar y ser abandonada allí.

Llegó el postre. La torrija era un poquito calórica. Todo el menú lo era. Te tomas la cena de Mosquera entera y te pueden poner en la quilla de un rompehielos para ir abriendo canal por la Antártida. Abrazas a la de Frozen y la calientas.

Raquel Mosquera dijo que de redes sociales no entendía. De las redes que sabe son las de arrastre y de bajura, porque arrasa el fondo marino y luego hace un plato con él.

El fin de fiesta era una coreografía de Raffaella Carrà. O algo así. Para bailar Raquel se puso un chubasquero que parecía un sobrevestido amarillo de bajarse a cambiar una rueda en la M-30.

Y al poco de empezar el baile aparecieron dos gemelos que bailaban haciendo coro. Era como una versión de AliExpress de Beyoncé y sus bailarinas.

A Laura Matamoros no le pareció que Raquel bailara bien. A Laura Matamoros no le gusta nada. Lex Luthor amaba a los demás seres humanos al lado de Matamoros.

Los bailarines clónicos trataron de enseñar a los demás a bailar por Rafaella. Y oye, qué bien bailaba Laura Maramoros. Ah, no, que parecía que estaba esquivando balazos.

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Y llegaron las votaciones:

Laura: «No he sido de las más críticas, pero sí de las más sinceras«, dijo. «Me he quedado sin comer, sin beber»… a su lado los israelitas cruzando el desierto estaban hidratados. Le puso un 4. Generosa que es la niña.

Rosa le dijo que «hay que valorar el cariño y que había sido una buena anfitriona«. Le dio un 9. Y en privado dijo que «si no le hubiera votado a la cara le hubiera dado un 8», dijo Rosa. JAJAJA Amo a esta mujer.

Francisco le dijo que el segundo plato estaba desequilibrado. Desequilibrado no, estaba como El Joker haciendo oposiciones. Le dio un 6. Gibaja le puso un 7.

Laura Matamoros miraba con cara de asco las puntuaciones de los demás. Creo que no entiende por qué el resto de las personas no odia la existencia en general como ella.

Y en la próxima cena… ¡Rosa López!

8 comentarios

  1. Dice ser María

    Me arrepiento de no haber visto el programa, porque sólo con que haya sido la mitad de divertido que este resumen habrá sido la caña. Grandioso!!!

    14 agosto 2019 | 09:27

  2. Dice ser kukurruku

    Pero qué redacción más sembrada, no puedo ni leer por las lágrimas de risa que empañan mis ojos, ole Gus!

    14 agosto 2019 | 09:41

  3. Dice ser Aka

    Grande Gus!!!!!
    Muy muy grande

    14 agosto 2019 | 10:16

  4. Dice ser Javi

    Hay hackers rusos que pueden jugar al solitario en el ordenador de Trump y que están rabiando porque a ellos no les sale lo de poner en el ordenador música de playa

    Y así es como se colocan las trolas en la opinión pública, entre risas y con humor.

    Los Escolares deberían saber que tenemos derecho a recibir información veraz, pero parece que la prensa amarilla les da de comer muy bien.

    14 agosto 2019 | 11:58

  5. Dice ser leilo

    Es imposible tener menos gracia, el patetismo en estado puro. Qué asco tío en serio para que no es lo tuyo, no soy un hater es que leerte me da vergüenza ajena. La culpa es mía ya lo sé, pero intento que mejores ese humor chabacano y simplón.

    14 agosto 2019 | 22:08

  6. Dice ser elena

    Este bekario aburre con sus chorradas. Además dudo que rosa haya dicho esa frase que le atribuye tan alegremente. No lo sé porque no me molesto en leer estas tonterías. Hale, seguid riendo, taraos.

    15 agosto 2019 | 10:41

  7. Dice ser miguel

    de verdad,eres malo no…lo siguiente como periodista si se puede llamar así lo que haces creo que no tendrías futuro ni en telecinco,tienes que sentirte mal contigo mismo para escribir como escribes haciéndote el «gracioso» buscando defectos a los demás en fin…..tiene que haber de todo en la viña del señor….por cierto,mejora tu humor si crees que es lo que haces a la hora de escribir tus artículos porque el ser gracioso no es tu don…

    15 agosto 2019 | 11:08

  8. Dice ser Mirinda

    Aquí hay mucho masoquista, no? Si no os gusta el blog…para qué perdéis tiempo en leerlo? Con la cantidad de cosas que hay para leer!!!!
    Ole Gus!!!

    16 agosto 2019 | 22:18

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