Lo importante no son las tetas, ni los penes… es saber qué necesitas: ‘El contenedor’ en Antena 3

El perro-braga, última moda. (FOTO: ANTENA 3).

Anoche empezó ‘El Contenedor’ un programa bastante curioso de Antena 3 (que por cierto, lleva grabado más de tres años) en el que los participantes pierden todas sus pertenencias hasta quedarse desnudos, para conseguirlas después. Es como Nacho Vidal, que también se desnuda para conseguir cosas.

La verdad es que es un programa entretenido, sin complejos y a su manera, educativo.

Las normas básicas son que pueden recuperar un objeto diario, sólo uno por persona, de un contenedor situado a un kilómetro de su casa. Empiezan un viernes y el lunes deben empezar a hacer su vida normal: ir al trabajo, a la universidad… Menos mal que no son Chabelita, que su actividad fuerte comienza precisamente el fin de semana.

Pueden pedir ayuda, para comer, mover cosas, etc, pero no pueden meter en su casa nada que no sea de la casa y esté en el contenedor.

Y bueno, es un programa sin censura, porque se ven tetas y culos a granel. Penes no, porque los participantes varones se agarraban el pepino y las pelotas como si se les fueran a escapar. He visto lapas pegadas a los cascos de los barcos que tenían menos agarre que estos chavales con sus genitales.

Anoche vimos a los tres primeros grupos de participantes. Y digo participantes y no concursantes porque no ganan nada. Sí, en serio, esa gente se hace eso a sí mismos a cambio de nada. Está el amor propio y luego el odio propio.

LIDIA Y DANI

2207 objetos tenían en su casa. Si cuentan los objetos que tengo en mi casa yo lo flipan. Mis pertenencias tienen a infinito. El 90% de las cosas son frikadas inservibles.

Lidia: «Me gustan las cosas con pelo», afirmó sobre la ropa. Ella lo mismo se pone una estola de visón que una cortina anti moscas de bar de pueblo. O a un señor de 70 años con la espalda como un felpudo.

«Mi madre me decía ‘tienes cuatro armarios llenos de zapatos, eso es un pecado, Lidia‘», afirmó la muchacha. Ya lo dice la Biblia «No calzarás en vano» y «no codiciarás las sandalias de la prójima, por más que sean Jimmy Choo».

Dani y Lidia son una pareja súper estable. De hecho, Lidia dijo «aún no hemos estado ni tres meses sin dejarlo«. A esta gente no le puedes preguntar «¿qué tan con tu novio?», porque te juegas el drama. Son tan intermitentes que tienen que pasar la ITV.

«Cuando me veo fea soy muy insoportable«, confesó Lidia. Eso le pasaba a los orcos, que eran almas cándidas, pero es que se veían feos y se ponían un poco de mala leche. A un orco le haces un lifting y se hace bueno.

«Comprobaremos si soy muy materialista o no«… se puso como reto Lidia. Ja ja ja ja no lo parecía, no.

Y llegó el momento del despelota. Yo parpadeé y Dani ya estaba desnudo. Lidia arrancó un cajón de la cocina y la bandeja de los cubiertos para taparse. Eso lo usas en la Pasarela Cibeles y te aplauden.

«Una chica tiene tres cosas que taparse, un chico, sólo una«, dijo Lidia. Y este es el resumen del mundo disparmente sexualizado en el que vivimos.

Dani lleva tantos tatuajes que es como si fuera vestido. He visto a gente con abrigo y traje de tres piezas que enseñaba más piel.

«He pasado frío y aburrimiento«, dijo Dani tras la primera noche y se puso a calentarse debajo de las bombillas. Putos LED, que nos quitan el calor.

Y como se aburría, pues se fue a sacar al perro. Por la mañana. Desnudo. Lo normal. Una señora desde una terraza miraba picarona. Otra en la calle se llevaba las manos a la cabeza y se ponían a aplaudir. Hay vicio en la tercera edad.

Dani recogió la caca del perro. Una puta medalla al civismo a este hombre, por favor.

La asistenta llegó a la casa y flipó, claro. Más que nada porque eso que se quita de limpiar, porque no había ni un solio trasto.  La mujer les subió un bocata del bar para que comieran.

Cuando ya salieron los dos a por sus primeras cosas del contenedor había en la puerta del portal más gente que en una manifestación. Madre de Dios los mirones.

«Por esa calle no, Dani, que es muy principal«, dijo Lidia. Si hubiera podido, Lidia habría ido por los peores callejones del peor suburbio de Caracas con tal de que estuvieran poco concurridos.

Tuvieron que pasar por un paso subterráneo que tenía más mierda que el rabo de una vaca. Ahí es donde te das cuenta de qué pedirle a tu alcalde en materia de limpieza viaria.

Dani quería llevarse un colchón, pero pesaba más que un muerto. Que el gigante verde muerto. Así que tiró a toda leche cargándolo, dejando a Lidia abandonada. Y ella, pues con un cartoncito que cogió de la basura a modo de vestido, de vuelta.

Dani llegó a la casa que el vídeo ese se lo van a poner las porteadoras de África para tomarle como ejemplo. Era como Celia Cruz pero en lugar de un frutero llevaba veinte kilos de látex y viscolástica en la cabeza.

Para cenar el primer día, se pusieron a cantar en la calle para sacar dinero, tapados por el edredón que cogieron como segundo objeto. Bueno, cantaba Lidia, porque Dani no hacía más que de maromo inerte al lado.

«Por un momento me he puesto en la piel de la gente que pide y es súper frustrante«, dijo, porque casualmente de todos los mirones casi nadie llevaba suelto. Sacaron ocho euros. Se metieron a un chino a cenar. Nos ha jodio.

La señora china regente del restaurante les miraba pensando «para esto me vine yo de china, hay que joderse».

FAMILIA IZQUIERDO

Maribel, la madre. Julián, el padre. Alejandro, uno de los zagales. Javier, el otro zagal.

El padre dijo que sus hijos están «acostumbrados a tener todo sin ningún esfuerzo» y la madre apuntaba que «piden y lo tienen». Y los dos lo decían como si ellos no tuvieran nada que ver con eso.

– Joder, los niños, qué mimados están desde que encontraron la lámpara de Aladdín.

Y así.

Alejandro dijo de sí mismo «soy un poco vago y paso siete horas al día al teléfono». Ala, eso pal Linkedin, que no te va a parar de sonar ese teléfono con ofertas de multinacionales.

«No sé cómo he llegado aquí, me han involucrado«, dijo la madre, como si fuera El Dioni dando explicaciones después de llevarse el furgón.

«Estoy pensando que por qué dije que si y no dije que no«, alegó. Ay, Maribel, eso nos ha pasado a todos y todas alguna vez.

«Tal vez me cuenten cosas mis hijos que hasta ahora no me han contado«, dijo ella, esperanzada. Joder, para eso desnudas a tus hijos, pero sólo para poder atarles unos cables a los pezones y darles descargas eléctricas. Ahí te cuentan lo que quieras.

El padre arrancó una rejilla del aire acondicionado para que su mujer se tapara, pero es que las rejillas tapaban menos que un cristal. Era como volver a los tiempos del porno codificado en el Canal+. Hay toda una generación de varones que tenemos una imaginación desbordante gracias a eso.

Los varones de la familia salieron por la noche cual mapaches a buscar cosas para taparse. Robaron las bolsas de basura de los cubos de la urbanización. Ahí, oliendo bien. Se van a cagar en su estampa los de mantenimiento.

«Hay indigentes que todos los días duermen en bancos, con cartones, lo mío es un día», se dio cuenta Javier. Mira, una enseñanza.

Maribel durmió boca arriba. Parecía el extra que hace de muerto en las series de policías.

«He cambiado de opinión, esto de dormir en el suelo no es tan agradable como pensábamos«, dijo el padre.

– He cambiado de opinión, meter el pene en ácido no es tan agradable como pensábamos.

Y así.

Como tenían más hambre que el perro de un ciego, se fueron a ver a una vecina a que les diera zampa. Y la mujer les dio de desayunar. Um… el día que mi vecina haga cocido me presento desnudo en su puerta y le digo que es para un programa de la tele. Y tengo muchos vecinos…

Y se fueron a por sus cosas. A pleno sol. El plástico de las bolsas les daba calor. Pero calor que llegaron cocidos. Calor que llegaron con los poros dilatados que parecían ollas de las gordas. Se les cayeron solos todos los puntos negros.

La madre se puso un pijama de esos de cuerpo completo, muy práctico. Y los demás cogieron el sofá, una tela grande, el costurero…

Intentaron parar mil millones de coches y furgonetas y la gente pasaba como de comer mierda. Viva la solidaridad. Al final un señor jubileta les llevó varias cosas. La tercera edad nos salvará de todo, ya veréis.

Definitivamente yo me mudo a la urbanización donde vive esta gente, porque sus vecinos se ofrecieron a llevar piezas de sofá a pulso y a un kilómetro de distancia.

MARINA Y DESIRÉ

Amigas y jovencitas.

Marina tenía 36 sujetadores. Joder, imposible tener las tetas caídas. Con todos esos sujetadores puedes hacer un puente colgante para camiones.

«Aunque todos tenemos lo mismo, lo tenemos de forma diferente«, dijo Marina sobre lo de desnudarse. Solo hay que ver el desnudo de Brad Pitt en Troya y el de Albert Ribera en Ciudadanos.

Se desnudaron y se quedaron sentadas, la una sobre la otra, con el chihuahua haciendo de taparrabos. El típico perro-tanga. Eso no era un chiuahua, era un chochoenagua.

– Mira, mi perro sabe dar la patita, se hace el muerto y salta obstáculos ¿el tuyo qué sabe hacer?

– Me tapa el coño.

– Vale, tú ganas.

Como ahí podían morir de inanición, sólo con el perro como alimento, sacaron la puerta de un armario y la rejilla de la campana extractora. Tenían que sujetar la rejilla de la campana extractora con la mano contra el culo. Eso les pasa por tener las rejillas limpias. Eso lo haces con la de más de una casa y se sujetan solas.

Y llegó el pizzero al que habían llamado por la mañana para cenar. El pizzero no se había visto en otra igual. Y aún así fue un profesional como la copa de un pino. Les dejó la pizza y les dio las buenas noches. Me lo imagino llegando a la pizzería y presentando la dimisión.

Estas chicas no friegan mucho. Lo sabemos porque llevaban sólo unas horas descalzas y tenían los pies más negros que King Kong pisando carbón.

Salieron a por sus primeras cosas esperando «que no hubiera nadie», pero es que salieron a las doce de la mañana.

– Espero que no haya nadie esta Nochevieja en la Puerta del Sol.

Y así.

Las dos le afanaron a una vecina un mantel. La vecina ahora las odia. De un contenedor sacaron una caja de cartón última moda en París.

Se cruzaron con unos cuantos señores que ponían una cara de estar viendo porno que daba una grima mala. En serio, qué asquito.

Llegadas al contenedor, Desiré se puso una funda de almohada que le quedaba hasta bien. Pero se llevaron el colchón y ropa de cama.

Marina, que tiene más morro que un mero con bótox en los labios, le pidió a un señor que les llevara el colchón, y de paso, sabiendo que el señor tenía un bar, le sacaron un café y tostadas. Y si se ponen, las mete en su testamento.

De hecho el señor las invitó a enseñarlas a pescar al día siguiente para que tuvieran qué comer. Sospechoso, sí.

Continuará…

Postdata. Todos lloraron. Todos se dieron cuenta de lo jodido que es vivir sin todas nuestras comodidades

 

5 comentarios

  1. Dice ser Gemma

    Ves como hay vida mas allá de t5??? Y lo sabes¡¡¡
    Muy bueno Gus…unas risas.

    P.d. Brad Pitt vs Albert Rivera?? Jajajaja

    23 julio 2019 | 09:13

  2. Dice ser isaac

    A quien se le ocurre hacer semejante chorrada de programa en una cadena más triste que un carnicero en Viernes Santo????

    23 julio 2019 | 10:51

  3. Dice ser jojojo

    Con la basura de TV que se consume en este país no me extraña nada el panorama político..

    23 julio 2019 | 11:12

  4. Dice ser susana

    El contenedor de basura

    23 julio 2019 | 12:30

  5. Dice ser Rozaslics

    Great post!

    27 julio 2019 | 07:54

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