Cuando uno encuentra un texto sobre los orígenes del fútbol, suelen aparecer una y otra vez las mismas referencias, procedentes de la antigua China, el antiguo Japón y la Europa medieval. Hoy nos vamos a centrar en una de esas referencias, un antepasado lejano del fútbol llamado ‘la soule’.
‘La soule’ tiene su origen en Francia, sobre todo en las regiones de Picardía y Normandía, aunque también hay referencias de su práctica en zonas de las Islas Británicas como Cornualles. Su funcionamiento era sencillo: una vejiga de cerdo rellena de heno, una pelota de cuero o tela o una pieza redonda de madera se ponía en juego. Competían dos pueblos, barrios o parroquias (a veces, competían casados contra solteros) y el objetivo era llevar la pelota a la puerta de la iglesia principal del rival (también se podía elegir otro lugar, como el interior de una casa). Para ello, se podía usar los pies, las manos e incluso palos (de ahí que ‘la soule’ sea también antepasado del rugby o el hockey).
Las distancias entre las iglesias podía ser grande, por lo que el terreno de juego era enorme y comprendía incluso kilómetros de prados, ríos, caminos o arboledas. El partido, que normalmente se celebraba con motivo de alguna festividad, podía durar días.
Era, como podéis imaginar, un juego muy violento. Eran muy habituales las lesiones graves y las fracturas de huesos. Este hecho provocó que las autoridades pusieran la mirada sobre ‘la soule’. El rey Carlos V de Francia lo prohibió en abril de 1365 y el obispo de Tréguier amenazó de excomunión a quien lo practicara en 1440. A pesar de ello, se siguió practicando en algunas localidades hasta el siglo XIX e incluso hay referencias de la década de los 30 y los 40 del pasado siglo.
Más recientemente, se ha producido un fenónemo de revitalización de la ‘soule’. Pueblos como Vendôme o Tricot celebran anualmente partidos.
Os dejo con una recreación de la ‘soule’:
Buen fin de semana.