Atención a la historia de Krueger: hijo de una monja violada durante días por 100 criminales dementes tras quedar encerrada en un psiquiátrico, Freddy creció con un padre alcohólico que le maltrataba. Cuando se hizo mayor vivió en el número 1428 de Elm Street y se dedicó a secuestrar y asesinar brutalmente niños, que luego quemaba en las calderas de la fábrica donde trabajaba.
Cuando lo pillaron fue condenado a prisión, pero por un error quedó en libertad, y los padres de los niños asesinados se vengaron quemándolo vivo con gasolina. Pero, antes de morir, se le aparecieron los demonios del sueño y lo convirtieron en un asesino que, quemado y mutilado por el fuego, mataba a través de las pesadillas.
Con su jersey de rayas, su sombrero y su perturbador guante de cuchillas, Krueger se convirtió en el hombre de nuestras pesadillas.
Robert Englund cumplirá este año 76 palos, y muchos niños de los ’80 todavía no nos lo hemos podido sacar de la cabeza, ni de día… Ni de noche.