Paramos porque nos sobran los motivos

Por Nerea Novo

Nota de las editoras: Este post ha sido programado para su publicación de forma automática. Porque hoy 8 de marzo, #LasBloguerasParamos

El 2 de marzo se cumplían dos años del feminicidio político de Berta Cáceres, la líder indígena hondureña, feminista y activista por el cuidado del medio ambiente. Dos años en los que los pasos feministas resonaron por todo el planeta e hicieron temblar estructuras milenarias, quasi-sacrosantas, que habrían emocionado a Cáceres.

El 8 de marzo de 2017, un año después de su feminicidio, organizaciones de más de 50 países convocaron un Paro Internacional de Mujeres centrado en el grito Ni Una Menos, como respuesta a la insostenible violencia machista que culmina en el feminicidio, pero que se manifiesta a todos los niveles en los ámbitos social, cultural, económico, político y sexual por todo el mundo. La respuesta fue masiva y solo el principio de un despertar global, diverso y, lo más importante, un despertar sin miedo.

En octubre de 2017 el movimiento #MeToo inundó las pantallas de todo el mundo con caras conocidas que hablaban sin vergüenza, trasladando la culpa a quien la tiene, sobre los abusos sexuales sufridos por mujeres en la industria del cine. Este mes de marzo de 2018, ellas viralizaron su intervención en la gala de los Oscar mientras muchos de ellos no pudieron pisar la alfombra roja.

No había dado tiempo a profundizar en los orígenes de esta violencia tras el #MeToo y, tras una masacre en Estados Unidos, el debate sobre la posesión de armas vuelve a invisibilizar el porcentaje de hombres entre los autores de estas masacres (el 98%) y que el 90% de los autores de los ataques con mayor número de víctimas tenían antecedentes por violencia machista.

Se olvidan, en muchas ocasiones, de recordar cómo funciona la fratría: cómo entre ‘La Manada’ se cubren sus miserias porque saben que solo así gozan de impunidad. Porque para el machista, el peligro viene principalmente de la otra mitad, que no alimenta ni ríe sus desmanes, disfrazados de supuestas gracias. No es difícil entender, en este contexto, las reticencias de una parte de los hombres a desmontar sus privilegios y jamás volver a entregarse a sus miserias, por las que profesan una fe casi ciega que les lleva a veces a reclamarlas como derechos.

Esto en un Estado en el que los derechos reconocidos constitucionalmente no llevan consigo las medidas y presupuestos necesarios para su absoluta implementación: el paro nos afecta más que a los hombres, la brecha salarial es transversal… Trabajamos en entornos hostiles que no apuestan por nuestro crecimiento ni por lo que podamos aportar más allá de un trabajo de base sin el que, por otra parte, ningún objetivo es alcanzable. Nos relegan a posiciones secundarias sin asimilar que es éste el trabajo que mueve el mundo. Nos sobran motivos para la huelga.

Por todo esto y mucho más, este jueves 8 de marzo las mujeres paramos para que se sienta el peso de nuestra ausencia, para que se oiga nuestro grito en las calles, para que tiemblen las raíces del patriarcado, para abrazarnos y auparnos juntas, sin miedo, sin vergüenza, como hermanas. ¡A la huelga, compañeras!

Nerea Novo forma parte del equipo de Feminicidio.net

Los comentarios están cerrados.