Dos pasos adelante y uno atrás

Por Maribel Maseda Maribel Maseda 2

Nicaragua se convirtió en 2012 en uno de los 7 países del continente en nominar y condenar cualquier tipo de violencia contra la mujer.  Su famosa ley 779, ‘ley integral contra la violencia hacia las mujeres’  quería facilitar el reconocimiento de los diferentes tipos de maltrato que ocurrían fundamentalmente dentro del ámbito afectivo provenientes de una cultura que ancestralmente posiciona a la mujer muy por debajo del varón.

Diversas organizaciones participaron -y continúan haciéndolo-, en la labor continuada de procurar una sociedad más justa en cuanto a igualdad de oportunidades, en especial para la mujer y la niñez. Su eficacia reside sin duda en numerosos factores, entre ellos, la formación experta de sus integrantes y en la efectividad y coherencia de sus programas de capacitación y divulgación que dan cobertura a los ámbitos sociales y psicológicos, procurando herramientas que fortalezcan tanto sus capacidades como el reconocimiento de los medios en los que pueden desarrollarse.

Ana Patricia Martínez Corrales, de la organización nicaragüense FUNDEMUNI, durante una reciente visita a Barcelona. Imagen: Pablo Tosco/Oxfam Intermón.

Ana Patricia Martínez Corrales, de la organización nicaragüense FUNDEMUNI, durante una reciente visita a Barcelona. Imagen: Pablo Tosco/Oxfam Intermón.

Ana Patricia Martínez Corrales, Directora de la Fundación para la promoción y el desarrollo de las Mujeres y la niñez (FUNDEMUNI), explica este proceso  hacia la equidad social en clave de positividad y avances apoyándose en los logros y huyendo de arquetipos  obsoletos e ineficaces. Incide en la conveniencia de cubrir la problemática de la desigualdad abarcando todas las esferas que finalmente se ven involucradas en ella. Así, sus completos y acertados programas  hacia mujeres y niñas, además de prestar  asistencia legal, apoyo psicosocial, etc., se extienden a sus demandas de necesidades alimenticias, concienciación  del derecho de la mujer a participar de su cuerpo, de las decisiones familiares y sociales, de la política.

Ana Patricia procura en todo momento asentar la entrevista que mantiene conmigo en  datos objetivos, sin dejarse llevar por consideraciones particulares o subjetivas. Su respeto y amor por Nicaragua no deja de sentirse junto  a su deseo y confianza en que la consecución de un mundo más justo y equitativo es posible.

Hay que trabajar lo individual para que llegue a lo colectivo‘, y hay que hacerlo, además, teniendo en cuenta que hay que llegar a las mujeres y niñas que viven en el medio rural, porque la información llega de diferente forma allí donde el patriarcado está más instaurado como forma de vida.

Su trabajo es duro, constante, a menudo agotador, pero muy coherente. ‘No hay que involucrar solo  a la mujer‘. Sus programas integran dinámicas con jóvenes varones con los que trabajan la masculinidad como aspecto diferenciado del machismo. Igualmente, trabajan con jóvenes mujeres  la feminidad como aspecto que no precisa de la sumisión o la renuncia. ‘Es importante que sepan que no deben ser manipuladas a la hora de vivir su sexualidad‘.

Pero Fundemuni no es una Organización limitada ni territorial ni social ni políticamente. Forma parte, entre otras, de la Red nacional de mujeres contra la violencia y con todas las herramientas legales que pueden utilizar, denuncian la preocupante tasa de femicidios que lejos de disminuir, aumenta sin una implicación firme y  responsable por parte del Estado. No obstante, este mismo Estado las considera como una valiosa plataforma que facilita la participación más activa de la mujer.

Ana Patricia considera que los Movimientos de mujeres que trabajan por la equidad deben mantenerse alejadas de partidismos políticos, pero es fundamental el trabajo conjunto con los poderes públicos. Trabajar lo individual es complejo pero más aún lo es alcanzar al colectivo, ya que , en medio de ambos, se asientan estrategias escrupulosamente estudiadas  que puedan modificar  las propuestas de ley y hasta las leyes mismas, cuando estas puedan amenazar la organización del mundo  de manera simplista y efectiva para muchos, en hombres a un lado y mujeres al otro.

La famosa ley 779 lo fue, lo es y lo seguirá siendo por todo el esfuerzo, coherencia, ética y honradez de muchas organizaciones y movimientos de mujeres que dejaron patente su deseo de conseguir la equidad sin utilizar los mismos recursos agresivos y discriminatorios que las habían anulado a ellas  anteriormente.

Cuando las organizaciones de mujeres decidieron evaluar la ley 230 que añadía reformas para prevenir la violencia intrafamiliar y descubrieron las grandes grietas que portaba dicha ley por la que los ‘ex’ quedaban excluidos de ella y podían seguir asesinando y torturando impunemente, la red de mujeres contra la violencia y diversos Movimientos, presentaron en la Asamblea nacional un anteproyecto de ley que abarcara aquellos supuestos y situaciones que habían quedado ignorados. No se aprobó y la Corte Suprema presentó el suyo propio. Los movimientos y Organizaciones de mujeres, mostraron su voluntad cívica, conciliadora y reunificadora solicitando que se construyese un anteproyecto con lo mejor de las dos propuestas presentadas.  En 2012 se aprobó la ley 779 y meses mas tarde se reformó, para sorpresa de muchos, introduciendo una contradicción en el contexto de la violencia intrafamiliar, la mediación, argumentando la obligación de  la mujer de salvar la unidad familiar.

Ana Patricia es consciente de que aún queda trabajo duro por hacer, pero también de que el paso hacia atrás con el que tienen que acostumbrarse a dar sus pasos adelante, no deben hacer desaparecer los logros que tantas y tantas mujeres nos han dejado y a los que han dedicado gran parte de sus vidas.

Somos muchos hombres y muchas mujeres los que entendemos  que las mediaciones únicamente son posibles cuando las partes involucradas se comprometen en , desde y para la igualdad y existe la misma voluntad en el acto de mediación.

Mujeres como ella y Movimientos y Organizaciones como Fundemuni, María Elena Cuadra, Red de mujeres contra la violencia, y tantas y tantas otras, trabajan mientras el mundo duerme un sueño en el que le cuesta comprender otra realidad.  No generan violencia, luchan contra ella. Pero esto provoca un movimiento en las conciencias y una reacción a veces a favor a veces en contra. Admirable su perseverancia en que las hijas de tantos padres y madres vivan una vida más justa.

 

Maribel Maseda es Diplomada Universitaria en Enfermería, especialista en psiquiatría y experta en técnicas de autoconocimiento. Autora de obras como HáblameEl tablero iniciático, y La zona segura.

1 comentario

  1. Dice ser SurReal

    Cómo cambia la historia una frase en una ley. Increíble que se dejara pasar el peligro de los ‘ex’, que en España es uno de los focos más grandes de violencia. Qué miedo da ser mujer en este mundo.

    27 mayo 2014 | 13:40

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