Archivo de septiembre, 2019

Doce mangas recomendables para adolescentes, que invitan a reflexionar y debatir

Una buena amiga, bibliotecaria, cuentacuentos y organizadora de clubes de lectura para niños y jóvenes entre otras muchas virtudes a la que podéis encontrar en redes como @trastadasdemama, me ha pedido que le recomiende unos cuantos mangas para chavales de instituto.

Mi respuesta para ella viene en forma de post, por si a alguno de vosotros le apetece acercarse a estas historias, que también pueden aportar mucho a los adultos, o acercárselas a algún adolescente que tenga al lado.

Leer cómics es leer. Leer mangas es leer. Leer es una aventura maravillosa y necesaria.

He recopilado doce que siento que puedo recomendar y que recogen cuestiones como la depresión y el suicidio, el acoso escolar, la discapacidad, el afán de superación, el despertar al sexo o la tolerancia. Como en todas las listas, probablemente habrá aficionados a este tipo de lectura que echen en falta algún título. Están invitados a sugerirlo en los comentarios.

Lo cierto es que hay muchos mangas de calidad, con historias sobre las que se puede reflexionar, aprender y debatir, que ayudan a pensar. Y aunque los chavales de bachillerato dudo que se asusten fácil, todos ellos son bastante comedidos.

Aquellos que vean el manga bajo el prejuicio de la violencia, el sexo o el dibujo de escasa calidad, ya pueden ir sacudiéndoselos de encima, así como hacen los perros con la lluvia. Hay todo tipo de géneros en el manga, que piensan en todo tipo de gustos y demografías, con unos artistas detrás capaces de dotar de personalidad y múltiples expresiones a sus protagonistas con un minimalismo de trazos envidiable.


He pasado por bastantes mangas con componente romántico que se desarrollan en el instituto. Pues creo que Aao no Flag de kaito (IVREA) es la mejor de todas las que se está editando en este momento junto a Nuestra salvaje juventud, una serie abierta que va por los seis tomos.

El dibujo, de gran personalidad, igual salta del sentido del humor más caricaturizado a un realismo detallado que transmite perfectamente las emociones de los personajes. Y hay muchas emociones en juego en las vidas de estos chicos de instituto, que escapan de los estereotipos y de los caminos trillados. El tímido protagonista que es hilo conductor no es lo que parece; la aparentemente guapa y tonta de la clase; el deportista guaperas o la amiga distante y enigmática de la chica que es como un ratoncillo silencioso en clase.

La historia también se mueve entre la cotidianidad, el humor y las reflexiones de unos jóvenes que están empezando a tomar las riendas de su vida. Merece repetir en España el éxito de Japón.

Nuestra salvaje juventud de Mari Okada, Nao Emoto (Milky Way) es otra serie abierta que merece especial atención. Sus protagonistas son un grupo de chicas de instituto que forman parte del club de lectura y que, en su mayoría, tienen una inocencia impropia de su edad, pero también la curiosidad por adentrarse en ese territorio inexplorado que es el sexo y las relaciones sentimentales.

Llama la atención la candidez del dibujo, que choca con una aproximación realista y valiente de la historia. Sin ser soez en ningún momento, muestra los primeros encuentros de estas chicas con la masturbación, con el porno, con el descubrimiento de que alguien te gusta o tú puedes gustarle a alguien y lo difícil que es gestionar todo ese barullo emocional.

El éxito en Japón ha sido enorme y hay una serie de animación en marcha. En España tenemos disponibles los cuatro primeros tomos.

Orange de Ichigo Takano (Tomodomo) es casi un clásico. El manga tiene casi ocho años de vida y la serie de animación va para cinco. Se trata de una serie cerrada de cinco tomos a la que se le añadió un sexto volumen que muestra la perspectiva de otro de los personajes, el más querido por los lectores. También hay serie de animación.

Resulta una lectura interesante porque aborda el suicidio con una premisa fantástica. Muy resumido, la protagonista recibe cartas de su yo adulto que le advierte de que uno de sus amigos se acabará quitando la vida. A partir de ese momento su empeño es evitarlo a toda costa.

Es un manga con un elevado componente romántico que pone en valor la amistad, las segundas oportunidades, el valor que tiene la vida. También es un manga que a un lector adulto le puede resultar demasiado edulcorado, al igual que lo es su dibujo.

Como me contaba la editora Alina Scchasnovich hace unos tres años, «Es la que más recomiendo al público adolescente porque te motiva a vivir el día a día y ser buena persona. Me gustaría que fuera algo que leyesen las generaciones que están por vivir.

De A Silent Voice de Yoshitoke Oima (Milky Way) ya hablé largo y tendido en este mismo blog cuando se estrenó el largometraje inspirado en el manga.

El protagonista es acosador y víctima a la vez. Comienza acosando a los doce años a una niña que llega nueva a su clase con discapacidad auditiva. Pero ese pequeño matón acabará siendo más tarde el acosado. La historia recoge su viaje de redención, de aprender a pensar en los demás, a perdonar a otros y a perdonarse a uno mismo, de entender cómo se construye la amistad.

Me gusta A silent voice porque muestra una realidad complicada, con muchas facetas, en la que vemos retratadas distintas actitudes de alumnos, profesores, padres, amigos o hermanos. Vemos a esa niña que retrasa la clase, esa profesora joven que intenta lograr su inclusión con más entusiasmo que resolución y recursos, ese otro maestro que lo único que quiere es que no le compliquen demasiado la vida, esos niños que miran a otro lado, esos otros que se suman a las bromas de mal gusto…

Imprescindible.

Los dioses mienten y Mi amigo capricornio son dos tomos únicos editados también por Milky Way que pueden ser una buena aproximación al manga para aquellos que no quieran meterse en series más largas, así de entrada.

El primero comienza con un preadolescente deportista que se encuentra un cachorro de gato herido y abandonado. Escucha sus maullidos pidiendo auxilio y, en lugar de mirar a otro lado y seguir su camino, decide complicarse la vida y rescatarlo. Ese cachorro propiciará uno de esos encuentros que marca para toda la vida, en el que el chico comprenderá que hay pobreza a su alrededor, que hay niños como él teniendo que vivir realidades muy difíciles.

También acabará convirtiéndose en un maestro de vida, “porque un gato que ha perdido un pata, corre con las tres que le quedan. No es algo que resulte triste en absoluto”.

Del segundo ya os hablé también en mi blog. Trata también del acoso escolar con una premisa fantástica. Un viento mágico sopla noticias del futuro al protagonista. Un chico que tendrá que  querrá evitar un suceso terrible y que se encontrará un misterio a resolver, porque no todo es ni mucho menos lo que parece en este libro francamente recomendable que puede abrir la puerta a una buena charla.

Puede ser una buena herramienta para que nuestros chicos reflexionen sobre el bullying, sobre si el papel que desean ocupar es el de meros observadores cuando vean a un compañero abusar de otro. La única pega, tal vez, es un malvado demasiado oscuro, sin complejidades.

Welcome to the ballroom es otra serie abierta que está editando Milky Way. Una que invita a sacudirse prejuicios también con los bailes de salón, que son un deporte de competición muy exigente. Aquí no hay que aprender a jugar en equipo, tampoco a esforzase en solitario hay que aprender a compenetrarse con una pareja.

En ese deporte se inicia el protagonista, un chico sin metas, sin nada que le haga destacar, y al que adentrare en este mucho le imbuye de confianza, le enseña a saber pisar mejor en todos los sentidos, a esforzare en entender a los otros, a ser valiente y superarse, obviando sus debilidades e incluso convirtiéndolas en fortalezas.

Las historias de adolescentes que comienzan un deporte son un clásico del manga con género propio. Elijo a esta como representante por lo fresca que resulta, lo maravilloso de su dibujo y lo bonito que es ver crecer a Tatara Kun en todos los sentidos.

Sombras sobre Shimanami de Yuhki Kamatani (Tomodomo) es una serie cerrada de cuatro tomos que es absolutamente maravillosa. Su artista es sobresaliente y la historia y su elenco de personajes no lo son menos.

Aunque el protagonista es un chico que no sabe muy bien cómo gestionar el hecho de que es homosexual y se ha enamorado de un compañero, es en realidad una obra muy coral, en la que aparecen distintas personas dentro del colectivo LGTBi unidas por una casa que es refugio, que es hogar para todas ellas.

En este libro aparece mi relación favorita entre dos chicas de los mangas que he leído, pero también hay un anciano gay, un personaje transexual y otro que no parece querer explicarse ni identificarse con ninguna etiqueta.

Kamatani tiene otra serie cerrada, publicada en la misma editorial, que también es una delicia apta para adolescentes. Se llama Shonen Note y sigue a varios chicos que forman parte del coro de su escuela. ¿He dicho ya que su dibujo es extraordinario?

Con Sombras sobre Shimanami inauguro la parte final del post, en el que todos los libros incluyen relaciones homosexuales y la dificultad de entenderse, de encarar lo que uno es en la adolescencia. Resulta interesante que sea el manga el tipo de lectura que tenga en estos momentos más títulos románticos, bonitos, positivos, que ayudan a la autoaceptación y a la tolerancia de nuestros chicos.

Ya os conté hace dos años que nuestros adolescentes deberían crecer con historias como Puedo ir el sol, de Yuki Fumino (Milky Way).

Narra cómo el impulsivo y noble (y siempre hambriento) Taichii rescata del aislamiento a Kohëi; un aislamiento nacido de una doble dificultad: su discapacidad auditiva y la atracción que desarrolla hacia Taichii, que accidentalmente acepta convertirse en su (pésimo) anotador, que es como llaman a los voluntarios que toman apuntes para los alumnos sordos o con problemas de audición.

Kohëi tendrá que aprender a aceptarse de dos maneras diferentes. Por un lado respecto al hecho de que se ha enamorado de una persona de tu mismo sexo y no cree que sea posible que ese amor sea correspondido. Con avances torpes, decisiones equivocadas, nervios, inseguridades, miedo al rechazo… Todo repleto de situaciones creíbles, todo perfectamente realista.

Hay un tercer volumen publicado que, a falta de ver cómo avanza en un cuarto que aún no ha llegado a España, me parece prescindible. Con los dos primeros se dispone de una historia preciosa y cerrada.

Traigo dos tomos únicos de temática Boys’ Love por lo mismo que antes, porque puede ser que haya quien quiera aproximarse a estas lecturas sin invertir en varios tomos.

Tanto Algo entre nosotros de Hagi como You are in the blue summer de Nagisa Furuya (ambas de Milky Way) son historias cercanas, bonitas, románticas, que cuentan ese empezar a andar siendo diferente.

La primera es tierna, con sus toques de humor. Todo comienza cuando chico resulta intrigado por las lágrimas del otro. ¿Por qué estará llorando?. Pero si me obligaran a elegir, tal vez me quedaría con la segunda, tanto por dibujo como por historia. En ella que entre dos amigos que se llevan estupendamente, compartiendo su afición por el cine, surge una declaración de amor.  ¿Qué hacer si tu mejor amigo te dice que le gustas? Está muy bien llevado.

Termino con  Given, serie abierta de Natsu Kizu (Milky Way) que está teniendo un gran éxito internacional y cuenta también con serie de animación. Un grupo de música, con dos universitarios y dos chicos de instituto, que son muy distintos, que tienen circunstancias muy distintas, a los que une el amor por la música, la amistad y algo más.

La autora salta de las risas a lo dramático con una facilidad pasmosa y logra construir personajes complejos y diferenciados a los que sigues página a página deseando que avancen por la vida con bien, entendiendo lo que les motiva.

Que sea la última de la lista no significa absolutamente nada.

Mi hija tiene apenas diez años, pero en breve comenzaré a ofrecerle estas historias. Igual que se las he estado regalando a otros adolescentes de mi entorno.

Encierran horas de lectura llenas de emociones y aprendizajes.

No todo aquello sobre niños con discapacidad que asoma a redes sociales debería ser noticia en los medios

Es una noticia recogida en medios estadounidenses que se ha reproducido en medios de todo el mundo. Muchos de los titulares son así: «Un niño de cinco años con autismo, declarado delincuente sexual por besar en la cara a un compañero». Llamativo, que invita tanto al clic como a la indignación.

El problema es que cuando indagas a ver qué hay detrás encuentras a una madre muy enfadada porque la profesora le dijo: «tienes que hablar con él sobre los límites». Según la madre, la profesora acusó a su hijo de actividades sexuales cuando lo único que había hecho era dar un abrazo a un niño y un beso en la mejilla a otro.

Lo contaba la abuela del niño, ni siquiera la madre, en un post privado de Facebook, en el que sacaba un tanto los pies del tiesto diciendo que iba a quedar en el registro del niño de por vida que era un delincuente sexual.

Por solo por un abrazo y un beso en la mejilla entre niños de cinco años, parece obvio que ningún colegio dice ni mú. Ni mucho menos un niño en edad preescolar queda registrado como delincuente sexual. Sería de locos.

Que no digo yo que la familia no tenga parte, incluso una gran parte de razón, en que el obrar de la escuela ha sido poco apropiado, que no entienden cómo es y lo que necesita un niño con autismo. Es, por desgracia, demasiado frecuente que así sea.

El niño está ahora en un centro de educación especial y tanto el colegio como el departamento al que correspondería gestionar estos conflictos (Department of Child Services, DCS) no han hecho declaraciones.

La colleja aquí viene para los medios de comunicación
, que somos los que realmente no conocemos los límites, o los hemos olvidado. Nosotros sí que necesitaríamos que algún profe que nos llamará al orden y nos recordara las líneas infranqueables que hay que trazar.

En un modo tradicional de hacer las cosas, si esa abuela hubiera hecho una llamada o escrito a un periódico contando lo mismo que en su muro de facebook; antes de publicar nada el periodista habría querido hablar con la madre para contrastarlo y con el colegio. Si solo tuviera un testimonio que parece poco verosímil sin pruebas que lo apuntalasen, lo descartaría como noticia.

Y recuerdo que la abuela en este caso no contactó con ningún medio buscando que les sirviera de altavoz, lo publicó en su muro privado.

Padres, abuelos y tíos tenemos derecho a tener berrinches, a desahogarnos en nuestras redes sociales, sin que eso se acabe convirtiendo en una noticia internacional.

Los medios que estamos en Internet necesitamos tráfico, necesitamos que mucha gente los lea, tener muchas visitas para sobrevivir. Hay formas legítimas de buscarlo y otras que no.

Como las noticias de niños con autismo o con otro tipo de discapacidad que ven sus derechos pisoteados generan con frecuencia ese tráfico, acabamos elevando a noticia lo que en realidad no lo es, lo que no pasa de un conflicto privado, tal vez una justa reivindicación, pero que no tiene entidad suficiente para asomar a nuestras portadas salvo que primemos las visitas por encima del periodismo.

Y no puede ser así.

Un ruido excesivo, una marea constante, puede hacer la gente se acostumbre
y pierda la justa indignación que sí debería tener ante las injusticias. Puede hacer que aquello que sí merecería aparecer en portada de los medios y remover conciencias para hacer avanzar a la sociedad ya no tenga fuerza suficiente.

La misma reflexión es aplicable también a ese tipo de contenido positivos, emocionantes, que implican a niños o personas con discapacidad.

Pueden tener una celebridad inesperada e indeseada. Aunque alguien comparta algo en redes, puede ser que lo haga sin valorar el alcance que eso puede llegar a tener.

La primera gran rebelión de los niños ha resultado ser verde, justa y necesaria

La rebelión de los niños ha resultado ser verde. Rebelión, sí. Revolución también, sí así lo queréis. Pacífica siempre, en cualquier caso. Jamás hubo en el mundo, en toda su historia, una movilización tan internacional y multitudinaria impulsada por jóvenes, en su mayoría menores de edad, así que niños.

Me hacen sentir orgullo. ¿A vosotros no? Lo que nos exigen a los adultos es justo y necesario. Lo exigen amparándose en la ciencia, buscando en los científicos y en las ONGs sus aliados, sirviendo de enérgico altavoz a lo que estas instituciones llevan años diciendo.

El cambio climático es una realidad, en once años no habrá vuelta atrás pero ahora aún estamos a tiempo de adoptar las medidas necesarias para preservar este planeta. Es el momento de tomárselo en serio, de apartar intereses espúreos y arremangarse. No podemos perder más tiempo.

Lo exigen escépticos y enfadados. Ahí tenéis la justa ira de Greta Thunberg, el rostro de dieciséis años visible de este movimiento que para todos los viernes para protestar. La mecha que prendió Fridays for Future. Y su capacidad de contagio es grande, ya hay también Teachers for Future y Parents for Future.

Nos dicen nuestros jóvenes que los adultos les hemos fallado. Tienen razón. Imposible negar la mayor. Han fallado los gestores en quienes depositamos nuestros votos. Pero esto no es culpa solo de los políticos. Rsulta demasiado fácil decir que poco podemos hacer nosotros y echarnos a dormir. Si nuestros bisnietos no tienen un planeta amigable en el que vivir, si la polución, la escasez de recursos y los desastres naturales imperan, allá ellos. Nosotros no vamos a verlo. Fácil y cómodo. Egoísta y corto de miras también.

(EFE/EPA/FAZRY ISMAIL)


Podemos reciclar; podemos reducir el consumo de carne, que además redundará en nuestra Salud; podemos ahorrar agua y energía; podemos buscar formas de movernos poco contaminantes siempre que sea posible; podemos reducir nuestras comprar, sobre todo de ropa. Producir ropa requiere muchísima energía, es difícilmente reciclable y con demasiada frecuencia lo que adquirimos no responde a la necesidad ni se va a usar tanto como para que justifique su adquisición. Podemos limitar al mínimo el uso de plásticos desechables.

Podemos, sobre todo, explicar en nuestro entorno la necesidad de obrar así y servirles de ejemplo.

Esta semana tuve el placer de hablar con Patricia Ramos, una española de 19 años, estudiante de música, que ha ido acompañada por Plan Internacional a Nueva York, a la cumbre de la ONU que ha sido pionera en invitar a quinientos jóvenes activistas. De todo el mundo. Patricia mee hablaba precisamente de la importancia de transmitir estos mensajes a nuestros amigos y familiares. Muchos pocos pueden hacer un mucho.

Podemos también secundar mañana, viernes, la tercera huelga mundial por el clima, que protesta públicamente ante la falta de acción de los gobiernos frente a la crisis climática.

La primera fue en marzo y la secundaron un millón y medio de personas; la segunda el viernes pasado como antesala a la semana por el clima, seguida por unos cuatro millones; la tercera será el colofón y esperemos que ese número se supere, pero sobre todo que cale y se extienda el mensaje.

Es preciso hacer caso a nuestros niños. Sumémonos a su rebelión.

(Radhika Chalasani/UNICEF)

‘Perro apestoso’, los cuentos del animal más feo, bueno y tontaina han llegado a España

Perro apestoso es un tontaina encantador. Huele a sardinas, jamás le elegirían para protagonizar un anuncio de papel higiénico, pero tiene un corazón puro y generoso. Vive con Gatochato, que es mucho más listo, junto a un cubo de basura.

Perro apestoso es también una serie de diez cuentos de gran éxito en Francia, obra de Colas Gutman y Marc Boutavant. Ya había sido traducido a veinte idiomas y Justo ahora sus dos primeros tomos acaban de aterrizar en España cortesía de Blackie Books, una editorial que trae títulos realmente interesantes, tanto para adultos como para el público infantil.

Este perro que no pierde el buen humor, la ingenuidad y la esperanza en cualquier circunstancia es, efectivamente, un tipo interesante. Un protagonista con los mimbres necesarios como para perdurar en el recuerdo de los niños que se adentren entre sus páginas, tanto por su esencia como por la manera en que ha sido ilustrado.

Niños que empiezan a leer solos, también niños más pequeños a los que sus padres les lean las aventuras de este perro sin dueño.

Perro apestoso es un tanto surrealista y muy divertido. El sentido del humor es una constante.

Pero a veces, también en la vida de un perro apestoso, pasan cosas bonitas e inesperadas: de repente un cachorro de labrador con el pelo suave como la seda se acerca y le dice:

– Si he conseguido que me gusten los niños también puedo conseguir que me gusten los perros roñosos. – Y se pone a su lado.

Y además de divertir, enseña. Aunque divertir no es poco, debe ser lo primero para poder aprender.

Enseña, como es obvio, a no dar importancia al aspecto físico, a conocer el interior de aquel que tenemos enfrente. También a poner en valor la bondad y el optimismo, que son dos cualidades demasiado infravaloradas con frecuencia e injustamente.

En este universo los perros van al colegio, hablan con los seres humanos, manejan herramientas e incumplen las leyes más lógicas si la historia lo pide.

Solo le pondría una pequeña pega. Cuando el encantador perro apestoso va al colegio en el segundo tomo, los perros que le rodean responden a todos los estereotipos de las razas caninas. Ya no hay contrastes. Solo el labrador del fragmento anterior es reseñable.

Los caniches son pijos y estirados por dentro y por fuera. El pitbull es el macarra del patio, lo que estigmatiza aún más a estas razas, que bastante tienen encima ya. Demasiado obvio, demasiado fácil, un poco decepcionante.

Habrá que ver cómo avanzan las aventuras de este precioso feo perro feliz.

Hace falta más inversión en el sistema educativo y menos en la celebración de elecciones

Esta misma mañana venía escuchando en la radio que la media de edad de los profesores españoles, 44 años, es superior a la europea, que el 36% de los docentes tiene 50 años o más y que el descenso en el número de profesores jóvenes desde la crisis es notable. Son datos recientes de la OCDE.

Lo oía pensando que la edad de los maestros no me parece un gran problema desde el punto de vista de los niños. Desde el estructural ya puede ser otra cosa. Dos de los mejores maestros que ha tenido mi hija han sido profesores que estaban al borde de la jubilación.

Ser un buen docente no tiene que ver con la edad, tiene que ver con aspectos como la vocación, con la implicación, con el conocimiento, con la empatía. La veteranía puede ser causa de desmotivación y desactualización en algunas personas, pero también puede ser un grado.

La peor maestra que ha tenido mi hija fue precisamente una de las más jóvenes. Casualidad, ya lo sé. Pero ejemplifica lo que defiendo. Por suerte apenas duró tres meses en el centro. Y ahí llegamos a lo que me parece el verdadero problema en la enseñanza pública de este país si ponemos el foco en el profesorado: la elevada tasa de interinidad y lo ajustado de las plantillas.

Eso sí es preocupante de cara a la calidad de la enseñanza.

No me entendáis mal. Hay interinos maravillosos, que se esfuerzan en hacerlo lo mejor que saben, pero es difícil teniendo en cuenta que son introducidos en distintos centros, con distintos modos, que aterrizan en clases por tres meses, por seis, por periodos que no les permiten trabajar en condiciones, con todo el curso en mente, conocer a los niños y ganarse su confianza.

Mi hija tiene diez años y raro es el año que ha tenido el mismo tutor todo el curso. Jamás ha pasado por eso de tener la misma persona de referencia dos años seguidos. Embarazos, jubilaciones, enfermedades… se cubren con esa suerte de paracaidistas de la enseñanza que son los interinos.

Y eso cuando se cubren a tiempo, porque no es raro que durante un par de semanas no haya tutor, a la espera del interino que la administración quiera adjudicar.

Como las plantillas están ajustadas al mínimo, la atención de esos cursos desiertos de maestro es un encaje de bolillos difícilmente satisfactorio. La capacidad de maniobra ante eventualidades de los centros es extremadamente limitada. Y las ratios son demasiado elevadas, cuando reducirlas es una medida que todo el mundo sabe efectiva y que no s lleva a cabo por falta de voluntad política.


Se nos llena la boca hablando de la importancia de la educación, diciendo que los niños son el futuro, lo más valioso de una sociedad. Pero a la hora de la verdad tenemos los colegios manga por hombro en demasiados aspectos. Otro, por ejemplo, es la atención al alumnado con necesidades especiales.

Luego las propuestas y peleas políticas vienen de la mano de la asignatura de religión, de si pedir permiso a los padres para recibir charlas sobre sexualidad y tolerancia o de las lenguas oficiales.

Estamos esperando un plan de choque efectivo de verdad, uno que reduzca ratios e interinidad y amplíe plantillas. No hace falta inventar la pólvora, hace falta invertir más en la educación y menos en la celebración de elecciones.

(GTRES)

Digitales, de galinstano, con contacto, sin él… ¿qué tipo de termómetros debemos usar con nuestros hijos?

No tengo demasiada fe en los termómetros. Confieso que en mi casa no hay en este momento termómetros operativos. Cuando mis hijos parecen estar calientes, siempre he confiado más en un beso en la frente para comprobar si tenían poca fiebre, mucha o ninguna, los grados exactos nunca me han preocupado. Si es poca y no hay malestar, pues la medicina es estar tranquilos en casa. Si me parece mucha o sí que se sienten mal, el ibuprofeno y el reposo obran milagros. Respetando en ambos casos su apetito y su sueño. Tampoco son niños que caigan fácilmente enfermos.

Sí, sé bien que comienzo con una afirmación absurda. El uso de termómetros para medir la fiebre no es algo en lo que creer o no, son simplemente herramientas que hay que saber utilizar.

Aunque usarlas no es tan fácil como parece. Hace tres años publiqué en este periódico un tema titulado ¿Qué se considera fiebre en adultos o en bebés? ¿Cómo tomar la temperatura? en el que un apartado entero estaba dedicado a este segundo aspecto y qué tipo de termómetros emplear, porque desde que se prohibieron en 2016 los fiables pero desaconsejables termómetros de mercurio de toda la vida, han aparecido todo tipo de variantes en las farmacias, especialmente amplia entre los destinados a los niños.

Térmómetros de oído, de frente, con contacto, sin contacto, con aplicaciones asociadas al móvil para hacer gráficas, digitales, semejantes a los viejos de mercurio, con voz para cantarnos la temperatura, etc.

(GTRES)

Hablé por aquel entonces con la pediatra Irene Maté, la farmaceútica, nutricionista, óptica y estupenda divulgadora Boticaria García y Amalia Arce, médico pediatra en la Fundació Hospital de Nens de Barcelona, donde ha coordinado el Servicio de Urgencias y que también es autora de varios libros sobre salud infantil y del blog Diario de una mamá pediatra.

Las tres coincidían en no obsesionarse tomando la temperatura cada poco y en evitar los termómetros que no son de contacto, que coincide que suelen ser los más costosos. Un termómetro digital flexible puede salir por menos de 10 euros y uno sin contacto cuesta entre 40 y 50 euros.

Repesco el fragmento en el que resumía la charla con ellas:

Amalia Arce prefiere y recomienda los termómetros de galinstano. Se trata de una aleación de galio, indio y estaño, líquida a temperatura ambiente. «Tiene el inconveniente de que tarda tanto como el mercurio y hay gente que parece que no es capaz de aguantar tres minutos, pero da una temperatura más fiable. También se rompen, pero no son tóxicos».

Respecto a los distintos tipo de termómetros digitales, los que menos le convencen son los de frente y oído, aconseja en todo caso los que tienen forma de termómetro convencional, «pero mi sensación es que el grado de fiabilidad es justito, que al principio funcionan y con el tiempo se descalibran. Y la primera medición no es la fiable, tienes que ponerlo varias veces hasta que ves que no cambia el nivel de temperatura».

Boticaria García coincide en no recomendar los termómetros sin contacto, de frente o de oído, que “a veces nos vuelven locos». «Tampoco soy especialmente partidaria de las aplicaciones de smartphones que te hacen gráficas porque generan obsesión», añade.

En cambio ella aconseja los digitales normales, los de pila que usan en los hospitales. Preferiblemente de una buena marca y los de detección rápida que apenas necesitan diez segundos. “Tienen una buena relación calidad precio y en principio son precisos, lo que pasa es que medimos mal. Me devuelven muchos termómetros porque no funciona bien y es que no saben usarlos, aunque parezca una tontería. Hay que ponerlo en vertical apuntando al cielo y solemos ponerlo en paralelo al suelo. Los de galinstano son muy lentos; cuanto más tiempo necesite un termómetro, peor”.

La doctora Maté coincide en la poca fiabilidad de los termómetros de oído y frente y en recomendar los termómetros digitales, «con los de galinstano no he trabajado». Añade además que «siempre es mas fiable una temperatura rectal que una axilar».

(GTRES)


En cualquier caso no hay que obsesionarse con la fiebre y sí tener presentes las recomendaciones de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria.

1. La fiebre no es una enfermedad, es un mecanismo de defensa del organismo contra las infecciones, tanto las causadas por virus como por bacterias.
2. La fiebre por sí misma no causa daño cerebral, ni ceguera, ni sordera, ni muerte.
3. Algunos niños predispuestos (4%) pueden tener convulsiones por fiebre pero el tratamiento de la fiebre no evita estas convulsiones. Nunca se deberían dar medicamentos para bajar la fiebre con este propósito.
4. Hay que tratar los niños febriles sólo cuando la fiebre se acompaña de malestar general o dolor. El ibuprofeno y el paracetamol tienen la misma eficacia para tratar el dolor y su dosificación debe realizarse en función del peso del niño y no de la edad. La combinación o alternancia de ibuprofeno y paracetamol no es aconsejable
5. El uso de paños húmedos, friegas de alcohol, desnudar a los niños, duchas, baños… para el tratamiento de la fiebre está desaconsejado.
6. No abrigar ni desnudar demasiado al niño con fiebre
7. El niño con fiebre debe estar bien hidratado. Hay que ofrecer frecuentemente líquidos y procurar que éstos tengan hidratos de carbono (zumos de frutas, batidos, papillas, etc.).
8. No es aconsejable el uso de paracetamol o ibuprofeno tras la vacunación para prevenir las reacciones febriles o locales.
9. Ni la cantidad de fiebre ni el descenso de ésta tras administrar ibuprofeno o paracetamol sirven para orientar sobre la gravedad de la infección.
10. Debe vigilar signos de empeoramiento clínico y consultar con carácter urgente si su hijo presenta:
Manchitas en la piel, de color rojo oscuro o morado, que no desaparecen al estirar la piel de alrededor.
– Decaimiento, irritabilidad o llanto excesivo y difícil de calmar.
– Rigidez de cuello.
– Convulsión o pérdida de conocimiento.
– Dificultad para respirar (marca las costillas y hunde el esternón, se oyen como silbidos cuando respira, respiración muy rápida, agitada, etc.).
– Vómitos y/o diarrea persistentes o muy abundantes que causen deshidratación (lengua seca, ausencia de saliva, ojos hundidos, etc.).
– Si no orina o la orina es escasa
– Siempre requiere consulta urgente la fiebre en un niño menor de 3 meses.

‪Mucho ánimo a todos esos padres que tienen que llevar a sus hijos a diario llorando al colegio‬

Llevar todos los días a tu hijo a rastras al colegio es duro. Llevarlo a diario entre llantos, con pataletas y protestas, dejarlo por un buen puñado de horas en un sitio en el que no quiere estar, es muy difícil.

No es lo habitual. La mayoría de los niños van con normalidad o incluso contentos. Pero siempre hay algunos a los que les cuesta especialmente. A ellos y a sus padres.

Empiezas el día imponiéndote a la persona que más quieres, viéndola infeliz. No es precisamente la mejor manera de arrancar la jornada. Te mina por dentro, te hace cuestionártelo todo. Los motivos por los que no quiere ir con tanto empeño, lo que puede estar pasando entre esos muros, el que tenga que empezar el colegio con tan solo tres añitos,  la suerte que tienen los adultos que llevan niños felices de la mano por el mismo camino, si habrás errado eligiendo centro…

No funcionan las promesas de premios y castigos. Tampoco intentar razonar: “ya eres mayor”, “tienes que ir a aprender igual que yo tengo que ir a trabajar”. No queda más remedio que apretar la mandíbula, encoger el corazón y dejarle en el colegio a la fuerza.

La necesidad obliga. A todos.

A veces no llora, a veces su pequeño cuerpo rebosa triste resignación. Puede que indignación. No es mucho mejor.

Suele suceder así con los niños más pequeños. Y da igual que hayan ido o no a guardería o que sus padres hayan estado con ellos en casa o lejos, trabajando. También con niños con discapacidad, cuya capacidad para adaptarse a los cambios o expresar sus preocupaciones es limitada. Con niños mayores y adolescentes el no querer arrancar el curso se manifiesta de otras formas. Es preciso estar más vigilantes, las estrategias son otras, las causas y los riesgos también.

Sabes que ahí dentro no está experimentando nada malo. Todos los niños sobreviven a los primeros días de colegio. Cuando está dentro del recinto lo pasa bien, o al menos eso te han dicho. No te preocupes y no pierdas los nervios. Mucha paciencia, porque nuestros hijos merecen nuestra empatía, nuestro cariño, pero jamás violencia física o verbal. Que no pasa nada si perdiste los nervios puntualmente. Sabes que no es la manera y procurarás que no suceda de nuevo.

Te lo repiten y te lo repites. Ya, ya. Está clara la teoría. No lo está tanto cuando te ves envuelto cada mañana en el mismo pequeño gran drama cotidiano.

No queda más que hacer acopio de fuerza y ánimos.

Pasará.

Ánimo.

GTRES

‘La búsqueda de la felicidad’, un juego de mesa con el que aprender que nada tiene más valor que el tiempo

Este verano hemos disfrutado de numerosas partidas a un buen puñado de juegos de mesa con mi hija de diez años. Un disfrute que continúa durante este arranque de curso. Ayer mismo, sin ir más lejos, fue a lo que más nos dedicamos. El mal tiempo invita a ello.

Uno de los títulos que más hemos jugado estas últimas semanas es La búsqueda de la felicidad, de David Chircop y Adrian Abela.

Fue mi santo el que lo descubrió y pensó que podría ser interesante para jugar con niños. Llegó un día hablando de un juego en el que tenías que vivir una vida con el objetivo de ser feliz, estudiando, teniendo hobbies, trabajando para conseguir dinero con el que poder comprar cosas, encontrando una pareja, etc.

Hemos podido constatar que, efectivamente, puede tener buenas enseñanzas para los niños. La más importante es que lo más valioso que tenemos, es nuestro tiempo. Nuestras acciones están designadas por el número de relojes de arena que tenemos, que disminuyen cuando llegamos a la ancianidad hasta terminar muriendo.

Tener una pareja consume mucho tiempo. También las aficiones (que suelen ser individuales pero también en algunos casos grupales para todos los jugadores) y la formación. El trabajo, por supuesto, gasta muchos relojes de arena, sobre todo si ascendemos. Ganaremos más, pero tendremos menos tiempo para otras actividades o nuestra familia.


Gestionamos nuestro tiempo, nuestro dinero, pero también otros conceptos: el conocimiento, la sociabilidad y el ingenio. Los distintos aprendizajes, oficios y parejas requerirán que tengamos más de unas características que de otras. Y hay aficiones, compras y parejas que nos procurarán también estos tres conceptos.

Es un juego que tiene mucho sentido del humor. Si escoges como afición la equitación, empiezas montando en pony y acabas en unicornio. Si haces artes marciales, el último nivel es ninja.

Es divertido además ver en qué nos estamos convirtiendo: un profesor aficionado a los juegos de mesa que va a concursos de la tele y tiene una tartana como coche; un crítico de arte con una pareja que buscaba en él sus conocimientos que escribe poesía y colecciona sellos; un cirujano sin pareja que escribe novelas y que no para de comprar cosas.

En La búsqueda de la felicidad Nuestro enemigo es el estrés. Forzarnos a alcanzar más de lo saludable acortará nuestra vida. Hay aficiones, no obstante, que la alargarán, como comer sano o correr maratones. Al principio nos hará un poco infelices, pero a la larga merecerá la pena.

Al final la felicidad es lo que cuenta. Ganará aquel que haya muerto siendo más feliz, no aquel que lo haga más tarde.

El juego de Artipia es una puerta abierta a muchas reflexiones, muchas conversaciones con nuestros hijos mientras o tras jugarlo. La necesidad de estudiar, de elegir bien tu camino, de aprovechar el tiempo… Es una idea estupenda, que desgraciadamente no se ha traducido en un juego sobresaliente. Sí notable. Coincido con el 7,3 que tiene adjudicado en la BGG.

Por ejemplo, el sistema de jubilación es mejorable. Alcanzar la jubilación es algo muy poderoso porque aunque se reducen tus ingresos vuelves a disponer de tanto tiempo como en la adolescencia al mismo tiempo que tienes unos ingresos asegurados. El problema es que es obligado a ascender en tu trabajo para llegar a ese retiro. Hay tres niveles en distintas rutas laborales, científicas, artísticas y sociales. Si quieres jubilarte, aunque tengas los requisitos necesarios, estas vendido a que salgan las cartas que te lo permitan y eso es fácil que no pase. Jubilarse es demasiado complejo. Y poco realista que requiera del obligado ascenso.

Tras varias partidas nuestra impresión también es que tener pareja no es algo que compense especialmente. El juego invita a la soltería o a buscar pareja en el ocaso de la vida, porque el tiempo que consume no se traduce en demasiados beneficios.

Permite hasta cuatro jugadores y cada partida, una vez ya sabemos jugar, dura en torno a una hora. Está recomendado para mayores de doce años, pero niños más pequeños que tengan el suficiente interés pueden jugarlo perfectamente. Ya os he contado alguna vez que la edad recomendada de las cajas es solo orientativa. Se puede encontrar por algo menos de 50 euros.

La política e intereses aledaños deberían quedar al margen de los libros de texto

Muy hartos tienen que estar los editores de libros de texto de cómo las comunidades autónomas gestionan sus competencias educativas queriendo meter mano al contenido que llega a nuestros hijos. Tienen que estar muy hartos, porque el director ejecutivo de la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE), Antonio María Ávila, se ha quedado a gusto soltando todas las barbaridades que les piden desde las consejerías y denunciando que «los políticos presionan y además utilizan mecanismos bastardos para que los libros digan lo que ellos quieren y no lo que la ciencia dice».

Ahí es nada. Un buen mazazo verbal dirigido a los que se supone servidores públicos. Pero de impacto relativo, porque a pocos les (nos) sorprende que estén obrando así.

Algunos de los ejemplos que facilitó: resulta que en Cataluña quieren que no se hable de los Reyes Católicos y que se aluda a una «corona catalanoaragonesa» que jamás aparece en ningún documento de la Edad Media.; e Valencia quieren censurar a Fernando Lázaro Carreter, escritor que llegó a ser director de la RAE, porque dijo que el valenciano era un dialecto del Catalán; en las Islas Canarias no quieren que aparezcan los ríos.

Lo piden en reuniones de viva voz, asegura Ávila, porque no se atreven a ponerlo por escrito.

Todo eso se traduce en 450 normas autonómicas y 51.528 libros diferentes. Un carajal de cuidado.

José Moyano, presidente de la Asociación Nacional de Libros de Enseñanza (Anele), quiere un «currículo homogéneo de sentido común». Y no parece en absoluto una petición descabellada dado lo que cuentan.

¿Deberían los libros de texto ser iguales en toda España? Pues sinceramente, no veo inconveniente. No voy a pedir el retorno de las competencias transferidas a las Comunidades Autónomas, pero en demasiados casos deberían ejercerlas con más sentido común y ánimo de acordar soluciones comunes a todo el territorio.

¿Ponerse de acuerdo pensando en lo mejor para la población y no en lo mejor para las instituciones autonómicas y sus represenantes? Ya. Soy consciente de lo imposible de esta petición.

Los libros de texto no deberían ser instrumentos para aleccionar a futuras generaciones, para reescribir la historia, para defender estrategias o impulsar conceptos nacionalistas mal entendidos. Los libros de texto son, o deberían ser, instrumentos para que nuestros hijos afiancen conocimientos que les sean útiles en un futuro, conocimientos ciertos y relevantes.

No debería ser demasiado pedir que en la elaboración de los libros de texto participen técnicos, expertos bien preparados, y que la política e intereses aledaños queden al margen.

Aunque al final tal vez lo deseable va a ser que los libros de texto apenas existan en los primeros ciclos y no se sigan al pie de la letra, sino de manera flexible, en los siguientes.

Los niños de Infantil no los necesitan y los de Primaria en corta medida si el centro educativo apuesta por otros sistemas como el trabajo por proyectos o la elaboración de materiales propios y otras estrategias educativas. En cursos posteriores pueden ser solo una guía que seguir de manera flexible en manos de un profesorado al que queremos bien formado, motivado e intencionado.

Por pedir…

(GTRES)

Ludo Ergo Sum, unas jornadas solidarias dedicadas a los juegos de mesa y de rol

Este fin de semana (viernes tarde, sábado y domingo), tienen lugar las jornadas Ludo Ergo Sum (LES) en Madrid. Una cita clásica para los aficionados a los juegos de mesa y de rol que se repite cada mes de septiembre. En este caso en un nuevo emplazamiento, en La Nave de Villaverde.

Nosotros vamos sin falta desde hace varios años. Un día del fin de semana está dedicado por completo a las LES. Vamos con Julia, que ahora tiene diez años, y allí coincidimos con amigos y familia que van con sus hijos. El sábado o el domingo pasan volando descubriendo nuevos juegos de mesa y jugando al rol, en las partidas que allí se organizan, para niños y mayores.

Son solidarias porque a sus organizadores, a los voluntarios de camiseta naranja, lo que les mueve es la pasión por difundir y disfrutar de este tipo de entretenimientos y también porque buscan recaudar recursos para el Banco de Alimentos. La entrada es gratuita (mejor inscribirse desde su web previamente que en el momento) pero solicitan que llevemos al menos un kilo de comida para donar. Y organizan un mercadillo solidario al que podemos llevar juegos y también comprarlos a buen precio.

Y hay mucho más, siempre hay charlas y actividades paralelas recomendables, tiendas con todo tipo de productos relacionados con estas aficiones y otras aledañas, un bar con cosas ricas y baratas, torneos, miniaturas, etc.

Este año me ha llamado la atención El juego de la ciencia, una mesa redonda con científicos, divulgadores, autores de juegos y docentes (hay mucho profe en las LES), una yincana y una zona de demostración de juegos de mesa con base en la ciencia.

Y también este concurso infantil de creación de juegos:

En definitiva, es un fantástico plan familiar si estáis por Madrid. Os animo a acercaros a conocer juegos de mesa y a disfrutar de alguna partida de rol en un ambiente sano y constructivo. En la web oficial tenéis más información.

Hay que acercarse a vivir las LES sin prisas para entender todo lo que son y nos pueden aportar.

Y termino dejándoos un par de lecturas sobre la diversión y los beneficios para los niños de los juegos de mesa y de rol.

Las fotos usadas en este post son de la web de las LES.