‘La búsqueda de la felicidad’, un juego de mesa con el que aprender que nada tiene más valor que el tiempo

Este verano hemos disfrutado de numerosas partidas a un buen puñado de juegos de mesa con mi hija de diez años. Un disfrute que continúa durante este arranque de curso. Ayer mismo, sin ir más lejos, fue a lo que más nos dedicamos. El mal tiempo invita a ello.

Uno de los títulos que más hemos jugado estas últimas semanas es La búsqueda de la felicidad, de David Chircop y Adrian Abela.

Fue mi santo el que lo descubrió y pensó que podría ser interesante para jugar con niños. Llegó un día hablando de un juego en el que tenías que vivir una vida con el objetivo de ser feliz, estudiando, teniendo hobbies, trabajando para conseguir dinero con el que poder comprar cosas, encontrando una pareja, etc.

Hemos podido constatar que, efectivamente, puede tener buenas enseñanzas para los niños. La más importante es que lo más valioso que tenemos, es nuestro tiempo. Nuestras acciones están designadas por el número de relojes de arena que tenemos, que disminuyen cuando llegamos a la ancianidad hasta terminar muriendo.

Tener una pareja consume mucho tiempo. También las aficiones (que suelen ser individuales pero también en algunos casos grupales para todos los jugadores) y la formación. El trabajo, por supuesto, gasta muchos relojes de arena, sobre todo si ascendemos. Ganaremos más, pero tendremos menos tiempo para otras actividades o nuestra familia.


Gestionamos nuestro tiempo, nuestro dinero, pero también otros conceptos: el conocimiento, la sociabilidad y el ingenio. Los distintos aprendizajes, oficios y parejas requerirán que tengamos más de unas características que de otras. Y hay aficiones, compras y parejas que nos procurarán también estos tres conceptos.

Es un juego que tiene mucho sentido del humor. Si escoges como afición la equitación, empiezas montando en pony y acabas en unicornio. Si haces artes marciales, el último nivel es ninja.

Es divertido además ver en qué nos estamos convirtiendo: un profesor aficionado a los juegos de mesa que va a concursos de la tele y tiene una tartana como coche; un crítico de arte con una pareja que buscaba en él sus conocimientos que escribe poesía y colecciona sellos; un cirujano sin pareja que escribe novelas y que no para de comprar cosas.

En La búsqueda de la felicidad Nuestro enemigo es el estrés. Forzarnos a alcanzar más de lo saludable acortará nuestra vida. Hay aficiones, no obstante, que la alargarán, como comer sano o correr maratones. Al principio nos hará un poco infelices, pero a la larga merecerá la pena.

Al final la felicidad es lo que cuenta. Ganará aquel que haya muerto siendo más feliz, no aquel que lo haga más tarde.

El juego de Artipia es una puerta abierta a muchas reflexiones, muchas conversaciones con nuestros hijos mientras o tras jugarlo. La necesidad de estudiar, de elegir bien tu camino, de aprovechar el tiempo… Es una idea estupenda, que desgraciadamente no se ha traducido en un juego sobresaliente. Sí notable. Coincido con el 7,3 que tiene adjudicado en la BGG.

Por ejemplo, el sistema de jubilación es mejorable. Alcanzar la jubilación es algo muy poderoso porque aunque se reducen tus ingresos vuelves a disponer de tanto tiempo como en la adolescencia al mismo tiempo que tienes unos ingresos asegurados. El problema es que es obligado a ascender en tu trabajo para llegar a ese retiro. Hay tres niveles en distintas rutas laborales, científicas, artísticas y sociales. Si quieres jubilarte, aunque tengas los requisitos necesarios, estas vendido a que salgan las cartas que te lo permitan y eso es fácil que no pase. Jubilarse es demasiado complejo. Y poco realista que requiera del obligado ascenso.

Tras varias partidas nuestra impresión también es que tener pareja no es algo que compense especialmente. El juego invita a la soltería o a buscar pareja en el ocaso de la vida, porque el tiempo que consume no se traduce en demasiados beneficios.

Permite hasta cuatro jugadores y cada partida, una vez ya sabemos jugar, dura en torno a una hora. Está recomendado para mayores de doce años, pero niños más pequeños que tengan el suficiente interés pueden jugarlo perfectamente. Ya os he contado alguna vez que la edad recomendada de las cajas es solo orientativa. Se puede encontrar por algo menos de 50 euros.

2 comentarios

  1. Dice ser LaCestitadelBebe

    Hola,

    Aprender de forma divertida, mejor que mejor, le echamos un ojo… tiene una pinta genial!

    Besos!

    Anabel Moreno

    16 septiembre 2019 | 11:49

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