Ayer, domingo electoral, estuve con cinco personas con discapacidad intelectual que acudían ilusionadas a votar, la mayoría por vez primera. Las de ayer fueron unas elecciones históricas para ellos. También con Alberto Alemany, Director de Calidad y Transparencia de la Fundación A la par en la que todos trabajan y algunos viven.
Eduardo Vegas tiene autismo y un 65% de discapacidad intelectual. A sus 40 años ha ganado diez veces seguidas el campeonato de España de golf adaptado y una medalla de oro y una de bronce en dos mundiales, pero jamás había podido votar. https://t.co/LxtvLD5qKk Por @melisatuya pic.twitter.com/XkUcTzWJcn
— 20minutos.es (@20m) April 28, 2019
En redes sociales, vinculados a este tema, aparecieron varios comentarios de distintas personas preocupadas por la capacidad que las personas con discapacidad intelectual puedan tener para votar. He encontrado más gente, en el universo paralelo en el que nos podemos palpar, que me ha expresado la misma preocupación, nacida normalmente del desconocimiento del colectivo e, incluso, del conocimiento de algún individuo concreto al que no ven capacitado.
Que si es una puerta abierta a que entren en las urnas votos manipulados, a que sus tutores legales voten por ellos, que no todos deberían poder, que debería ser según su capacidad de discernimiento, un derecho condicionado por tanto.
No siempre, pero en su mayoría son personas con poca relación con personas con discapacidad intelectual. Conocen como mucho a una o dos de este colectivo tan variado y heterogéneo, formado por individuos con sus propios gustos, opiniones, criterios, personalidades, perfectamente capaces de razonar… No son eternos niños. Tienen que poder tomar decisiones que les afectan y participar en la sociedad.
Es cierto que no todos tienen el deseo de votar. Yo creo que ahí está la clave de qué personas con discapacidad intelectual deberían votar o no. Aquellos que expresen su deseo de hacerlo deben recibir todas las ayudas posibles, todas los apoyos que hagan falta para que voten de manera independiente. Y todos los que no expongan que quieren votar, independientemente de su capacidad, no lo harán.
#EleccionesGenerales28A | Javier Rubio dice que vota «para intentar que el país tenga una mejoría» y que el hecho de que las personas con discapacidad no pudieran votar antes suponía que «nos estaban discriminando» https://t.co/v8FJq7kjoc pic.twitter.com/G7rSggwz5j
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No difiere mucho de lo que pasa con las personas que no tienen discapacidad intelectual. Vota el que quiere. Y entre los que quieren muchos lo hacen por impulsos, porque un político u otro les caiga mejor, por tradición familiar, porque algo en concreto les ha enganchado o porque se han leído a conciencia los programas electorales.
Mi hijo ahora tiene doce años, apenas dice unas pocas palabras, su grado de afectación es muy elevado y si hubiera tenido dieciocho en las elecciones de ayer no habría votado porque no nos lo habría pedido.
«Pero habrá padres que no harán como tú, que dirigirán su voto», me dicen. Es muy posible. La posibilidad de la manipulación o de forzar el voto ajeno, que planea sobre todos y no solo sobre las personas con discapacidad intelectual (Yo también he visto a un señor obligando a votar a su mujer lo que él quería en las anteriores elecciones), es algo que está ahí. Y a mí eso me parece fatal también. Pero contra lo que hay que luchar es precisamente contra eso, no contra el legítimo derecho a votar de un colectivo tan grande. No puedes poner dificultades, exámenes, ya desde la línea de salida para todos ellos.
Lo que hay que pelear es que voten libremente. Por eso en el reportaje de ayer el portavoz de A la par contaba cómo trabajan el voto autónomo, que llevaron a políticos al centro a responder a todas las dudas que les expusieron, por eso el simulacro electoral que organizó Plena Inclusión en Madrid en febrero, por eso tantos profesionales trabajando tanto en todo tipo de centros en el mismo sentido.
Nos guste o no el sistema que tenemos, hasta que encontremos uno mejor, es el del sufragio universal y las personas con discapacidad intelectual tienen que poder votar. Y si hay personas que proponen hacer un examen de conocimientos políticos básicos para poder votar, pues que sean coherentes y propongan que ese examen sea para todos. Para ti y para mí también.
#EleccionesGenerales28A #28a | Luis Miguel Díaz Gómez tiene 23 años, trabaja en la huerta, igual que Eduardo, y tampoco había podido votar antes. «Estoy un poco nervioso es demasiada responsabilidad, pero me apetece». https://t.co/ZsPvKj7eLL Por @melisatuya pic.twitter.com/RXNohv7x3R
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Silvia Sánchez, portavoz de Plena Inclusión: «todo se basa al final en la permanente infantilización del colectivo. Como se tiene la concepción de que son como niños, se cree que votarán lo que dicen su padre o su madre. Hay que dejar de asociar discapacidad con incapacidad para poder pensar por ti mismo lo que es mejor para tu barrio, tu ciudad o tu país. Hay muchos interesados en la política, otros que no, pero es el derecho principal de la ciudadanía. A la manipulación estamos sujetos todos y por eso nosotros trabajamos para que la información sea accesible y para darles un apoyo, cuando lo necesiten, de manera profesional y que así no entre esa duda de la manipulación».
Tomás Marcos, senador de Ciudadanos y diputado en la Asamblea de Madrid que tiene un hijo con discapacidad: «Sinceramente creo que es como en la época de Clara Campoamor, cuando se dijo que las mujeres no tenían capacidad para discernir el voto. Y voy a hacer una afirmación políticamente incorrecta, si hiciéramos una evaluación de la capacidad de votar de algunas personas neurotípicas, algunos hasta suspenderían».
Alberto Alemany, de Fundación A la par, respecto a los que son reacios a que todas las personas con discapacidad intelectual tengan derecho a voto: «Creo que subyace en su cabeza la idea de que el ciudadano con discapacidad intelectual es un ciudadano de segunda. Está poniendo su criterio para ejercer su derecho al voto por debajo del suyo y cada ciudadano y ciudadana tenemos unos criterios diferentes para ejercer su derecho al voto y las personas con discapacidad intelectual también tienen sus criterios que son igualmente válidos».