Europa inquieta Europa inquieta

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Cien libros «memorables» sobre Europa que las instituciones te sugieren que leas

¡Las omnipresentes y fastidiosas listas! No sabía yo que el Parlamento Europeo viene publicando, desde 2014, una con los libros imprescindibles sobre Europa. Grata sorpresa esta de tener un índice de obras «memorables» (unas más que otras, acabáramos). No voy a decir que me he leído las 100, ni muchísimo menos, pero sí que junto a felices inclusiones (mis admirados Szymborska, Patocka o Milosz) hay ominosas exclusiones (Mazower) y algún que otro pufo (del que no diré el nombre por respeto a los ancianos).

Más hombres que mujeres, más memorias de políticos que libros de Historia y más obras ‘viejas’ que contemporáneas. Ese es el resumen. Es curioso que, mientras de las primeras décadas de la Europa común hay una abundante y variada bibliografía, del pasado reciente y del tiempo presente no abunden los ejemplos (de hecho, de 2000 a hoy solo hay tres libros y ninguno, salvo el de Perry Anderson, de verdadera enjundia).

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Autor: EFE

A pesar de todo, me encanta que las instituciones comunitarias sean conscientes de lo importante que es el pasado. Dice en la presentación de la web Martin Schulz, presidente del PE y exlibrero, de quien nació a buen seguro la iniciativa, que «en estos momentos de crisis de confianza en la idea de Europa, estoy firmemente convencido de lo importante que es reflexionar sobre el contexto histórico del proyecto, para poder planificar mejor el futuro».

Encomiable, claro que un tanto utópico. Los libros como tal no están disponibles. Solo una breve ficha de los mismos y del autor. No en todos los idiomas de la UE y ahí radica el déficit más importante de la lista no se ha contado para su elaboración con las preferencias lectoras de los ciudadanos. Yo me reconozco en este índex porque es muy académico y sobrio y un tanto enrevesado, pero he hecho la prueba de preguntar a varios amigos cuántos de los autores que no sean políticos conocen: el resultado ha sido catastrófico.

El Pensamiento cautivo es, por ejemplo, una obra maravillosa, premonitoria, etc, pero por desgracia de lectura muy minoritaria. ¿No hubiera estado mejor, quizá, ampliar un poco el espectro de libros a novelas y autores más populares? Alguna vez lo he escrito aquí, y lo vuelvo a repetir: una de las mejores formas de alimentar el espíritu europeo es a través de la literatura continental. Todas estas obras, o muchas de ellas, son magníficas, pero responden más bien a un inaccesible deseo erudito que a una común pasión razonable.

Os animo de todas maneras a fuchicar en la web un poco. Ver los autores y echar un vistazo a las biografías. ¡Hay sorpresas agradables!

Sociedad Civil Catalana, premio Ciudadano Europeo: «El secesionismo amenaza con separarnos de la UE»

Sociedad Civil Catalana (SCC), una asociación transversal y apartidista contraria a la independencia de Cataluña, ha recibido este lunes de forma oficial el Premio Ciudadano Europeo, que concede de manera anual el Parlamento Europeo, por promover «los valores fundamentales de la Unión Europea».

La foto de los ganadores del Premio Ciudadano Europeo (Imagen: @PE_Espana)

La foto de los ganadores del Premio Ciudadano Europeo (@PE_Espana)

En la ceremonia, que ha tenido lugar en la sede del PE en Madrid, también han recibido el mismo galardón la Orden de San Juan de Dios y la Cocina Económica de Logroño. En total, 47 organizaciones europeas han recibido este galardón, cuyo broche de oro será una ceremonia en Bruselas el próximo 25 de febrero.

La concesión del premio, polémica desde su anuncio en noviembre pasado, significa –aun de forma indirecta, no es la institución en sí de quien parte la elevación de candidatos, sino de los europarlamentarios– que el PE toma partido por uno de los dos bandos en liza dentro de la cuestión catalana. El padrino de Sociedad Civil Catalana en Bruselas fue Santiago Fisas, parlamentario europeo del PP, quien hoy ha sido el encargado de presentar a su opción premiada.

Fisas no ha ocultado su satisfacción porque este premio «no guste a la Generalitat» y no ha perdido la oportunidad de recordar «las dificultades» para que la candidatura de SCC fuera «aceptada por el sector nacionalista catalán». A pesar de esto, y ante la mirada de Esperanza Aguirre, presente en el acto, el discurso ha sido institucionalmente conciliador, en un esfuerzo por dejar claro que «la SCC catalana no tiene relación con los partidos políticos» (entre nosotros, eso no se lo cree nadie).

La presencia de Aguirre, más simbólica que otra cosa (no intervino, aunque se llevó todos los flashes y las miradas ansiosas de los periodistas presentes en el acto, y abandonó la sala antes de que este acabara), le añadió cierto morbo extra al asunto, lo que para unos premios considerados menores nunca está de menos.

Los otros dos galardonados –los religiosos de San Juan de Dios y la organización caritativa riojana– quedaron así un tanto ensombrecidos por la estela política asociada al otro ganador… lo que demuestra que una UE politizada (basta recordar la polémica creada en torno a uno de los ganadores del año pasado, la Plataforma de Afectados por la Hipoteca) siempre atrae más el interés del común que otra cautamente imparcial. Y lo cierto es que la intervención de Susana Beltrán –como representante de la SCC– haciendo suya la conocida divisa europea de ‘unidad en la diversidad’ y abogando por la «eliminación de fronteras entre los ciudadanos de la UE» fue bastante aplaudida.

El portal ‘Participa’: una herramienta para fomentar el gobierno abierto en la UE

Lo han bautizado Participa, y aseguran que gracias a él «otra forma de gobernar» es posible. Se trata del proyecto online desarrollado por la Fundación Europea para la Sociedad de la Información cuyo objetivo es fomentar la participación activa y directa de los ciudadanos en las políticas de su comunidad. El programa, una herramienta informática que incorpora foros de debate y otras herramientas de la web 3.0, fue presentado este jueves en la sede del Parlamento Europeo y la Comisión en Madrid.

A veces, tras el fetichismo de conceptos como transparencia, visibilidad o gobierno abierto se percibe una voluntad real de superar la democracia representativa hacia otra más participativa, dijo en el acto de presentación Enrique Barón, que como sabéis fue presidente del Parlamento Europeo y actualmente, entre otros cargos, es presidente de este organismo autónomo, no dependiente directamente de la UE.

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Captura del vídeo explicativo sobre la plataforma Participa.

A disminuir esta brecha entre gobernantes y gobernados van dirigidos los esfuerzos de Participa, un portal al que las administraciones y empresas pueden adherirse (mediante un programa de cofinanciación contemplado en los presupuestos) y que se pretende que sirva para crear «canales de comunicación bidireccional», o como dijo José María Gil Robles, también expresidente del PE y subdirector de la fundación, para «poner la electrónica al servicio del ciudadano».

Al acto de presentación asistieron también dos representantes políticos autonómicos, uno de Canarias y otro de Baleares, que expusieron con diferentes suerte y profundidad la experiencia de sus gobiernos con programas similares. En el caso pionero de Canarias, el más interesante, una versión anterior de la plataforma Participa, creada ad hoc para su gobierno, permite desde hace varios años que cuestiones importantes relacionadas con el Carnaval se decidan por votación popular. La alegoría, el pregonero o el cartel son ya elegidos a través de un sistema que, por lo que dijeron, cada vez cuenta con más usuarios y votos.

Hasta aquí lo que fue la presentación, en la que también se difundió un vídeo explicativo con detalles sobre el programa, todo un poco plúmbeo y sin debate posterior (hubiera estado bien). Creo que hay algunos puntos oscuros, y un optimismo un tanto desmesurado hacia las posibilidades de este tipo de herramientas. Primero, porque las cuestiones que se lanzan a debate y futura votación ya vienen previamente dadas y cerradas por las administraciones. Segundo, porque no tengo claro, y creo que la gente tampoco, qué tipo de legitimidad ampara tales decisiones. Y tercero, en última instancia, que se generen estos cauces depende de la voluntad de los gobernantes, no de la sociedad civil.

‘Euvox’, la nueva herramienta del Parlamento Europeo que te orienta para decidir el voto

Hace unos días, una buena amiga me dijo que como no sabía a quién votar en las elecciones (¡y a día de hoy quién lo sabe!), se fue a Google y escribió «a quién votar en las elecciones». Sorprendentemente, no le salió ninguna barbaridad, sino Euvox, una herramienta excelente del Parlamento Europeo. Yo no la conocía, e imagino que muchos de vosotros tampoco. Aquí va mi experiencia… y nuestros resultados.

Euvox consiste en un cuestionario, que se puede rellenar en unos 7 minutos, con 30 preguntas políticas. Preguntas económicas (¿España debería abandonar el euro?), sociales (¿Se pueden restringir las manifestaciones para mantener el orden?), morales (¿Las parejas del mismo sexo deberían tener los mismos derechos que las parejas heterosexuales?), etc. También otras más concretas sobre la sanidad pública o privada, la legalización de algunas drogas  o las relaciones Iglesia-Estado.

Después de responder a todas, o al mayor número posible de ellas (te puedes abstener si alguna cuestión se te escapa o no la tienes del todo clara), el sistema analiza los datos y los coteja con las propuestas reales de cada uno de los partidos que se presentan a los comicios de mayo. De esta forma, y de una forma muy gráfica —y en mi experiencia exacta— puedes comparar tus preferencias ideológicas con la de las formaciones que teóricamente te corresponden.

Aquí están mis resultados. Lo que me temía: mi radiografía es la de un socialdemócrata algo desencantado y con tendencias jacobinas. Siempre podría ser peor.

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Y aquí, los resultados de mi amiga, mucho más ‘radicales’ que los míos, que son, ciertamente, demasiado tibios. Pese a ello nos llevamos rebien, así que ambos votaremos. Que es de lo que se trata,  a pesar de los fantasmas.

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Los temores de 1979 son los de hoy: las primeras elecciones europeas y la abstención

Las primeras elecciones al Parlamento Europeo se celebraron en el año 1979. Participaron 9 estados miembros (España no lo haría hasta las de 1989) y fueron –teniendo en cuenta lo que vendría en los sucesivos comicios– todo un éxito de participación: un (retrospectivamente) honroso 61.99% del electorado (en la última cita electoral, la de 2009, el porcentaje apenas llegó al 43%).

Este descenso continuado, cada 5 años, de la participación se ha explicado, por parte de los especialistas, con una suma de motivos: la ausencia de un espacio electoral uniforme (muy bien contado por Dídac Gutiérrez), el desconocimiento de funciones del PE (y su casi nula relevancia antes del Tratado de Lisboa), la incorporación de estados miembros con históricas  bajas cotas de participación en elecciones nacionales, etc.

(Mario Biani/PressEurope)

(Mario Biani/PressEurope)

Esta vez, en 2014, las elecciones serán diferentes. Las razones están, creo, suficientemente explicadas, pero dado el pobre conocimiento de la realidad diaria europea que refleja la terca estadística del Eurobarómetro, me da que de aquí al mes de mayo habrá que hacer un esfuerzo todavía mayor de pedagogía (aunque la razón última de la desafección, tiene raíces más profundas que la voluntaria ignorancia, pienso).

Todo lo anterior viene al caso porque he estado repasando la hemeroteca, la del El País, que es la mejor y es a la que tengo acceso, para echar un vistazo a cómo se contaron aquellas primeras elecciones del año 79, qué temas preocupaban y cómo se preparó a la opinión pública. No es un trabajo exhaustivo, aunque me gustaría que alguien, especializado y con más tiempo, hiciera algo así respecto a los primeros comicios en los que España participó.

El caso es que, repasando los titulares de entonces cuesta pensar que hayan pasado casi 35 años desde aquella primera llamada a las urnas. Artículo de fondo sobre el «poder teórico» del Parlamento y sobre la necesidad de «pupularizar» la entonces CEE como uno de los retos futuros y principales de los parlamentarios que salieran elegidos. Las informaciones, además, ora hablaban del «control de los hombres sin rostro», ora alertaban de la abstención, que finalmente se dio, y que Carlos Mendo en su crónica calificaba entonces de «enorme».

La apatía política, la crisis de la izquierda, el miedo a la baja participación, la perpetua ‘clave nacional’ son vicios que nacieron entonces, en aquellas primeras elecciones, y que no parece que hoy –pese a tantísimos cambios– hayan desaparecido del todo. En esencial, las preocupaciones y los temores son casi idénticos, con una salvedad: hoy el nivel de integración europea y de acción del PE es muy superior al de entonces, aunque por el contrario hoy, hay memoria de lo ya vivido, y si las cosas vienen mal dadas, las comparaciones podrían llegar a resultar odiosas.

Los socialistas europeos dominarían un Parlamento Europeo más radicalizado

Hace unas semanas me quejaba del tratamiento provinciano que los medios —que los medios que publican encuestas, mejor dicho— realizan por lo general de las elecciones europeas. La sacrosanta, socorrida y poco fundamentada ‘clave nacional’. Para contrarrestar, hoy os traigo un sondeo 100% europeo (y europeísta), que conocí gracias al siempre informado Dídac Gutiérrez (en Twitter: @didacgp).

La encuesta la han llevado a cabo desde PollWatch2014, un proyecto financiado por la organización independiente VoteWatch Europe, la agencia de comunicación Burson-Marstelle y por la Open Society Foundations, que los apoya con una beca. El Parlamento Europeo, como institución, no está involucrado ni en la metodología usada para hacer las predicciones ni tampoco en sus resultados.

Una sesión del PE en Estrasburgo (EFE).

Una sesión del PE en Estrasburgo (EFE).

Tras esta la aclaración para los que sean algo dados a las conspiraciones, voy con lo importante. Según los datos cruzados por PollWatch2014 hace unos días —19 de febrero— los socialistas europeos serían el partido que más escaños obtendría en el PE tras las elecciones de mayo (217 escaños de 754 posibles); el segundo partido con más europarlamentarios en Bruselas sería el Partido Popular Europeo, con 200 escaños. Estas dos grandes formaciones más la Alianza de los Liberales y Demócratas (ALDE) coparían el 65% de los escaños, cuando hoy ese porcentaje es del 72%.

Este último dato enlaza con la segunda conclusión del estudio  —que como siempre en estos casos, aunque la metodología sea muy precisa, puede sufrir variaciones—: la configuración de un PE más atomizado y radicalizado. Según este sondeo, el 29% de los escaños podría estar ocupados por formaciones «críticas o radicamente opuestas» a la UE. En este sentido, es posible la formación de un gran grupo de la derecha radical, que incluiría al Frente Nacional francés, PVV holandés, al FPÖ austríaco y otras cuantos partidos más que, juntos, podrían llegar a los 37 europarlamentarios.

De confirmarse la formación de este nuevo grupo de ultraderecha, el PE acogería cuatro grupos situados en el espectro de la derecha ideológica (sin contar al PPE): Los conservadores del ECR, los euroescépticos de EFD, este nuevo grupo aún sin nombre y aquellos parlamentarios no adscritos a ningún grupo, muchos de los cuales pertenecerían a formaciones ultranacionalistas como Amanecer Dorado (Grecia) o Jobbik (Hungría). Todo esto, según siempre esta encuesta, podría en peligro la formación de grandes coaliciones a la hora de tomar decisiones legislativas.

Llevo bastantes meses oyendo, en diferentes ámbitos, de Madrid a Bruselas, los peligros que acecharían a Europa de confirmarse unos resultados electorales como los anteriores. La diferencia es que entonces las predicciones estaban basadas más bien en impresiones subjetivas individuales, y esto que os he traído hoy es un estudio muy fiable. Lo mejor que se puede decir después de leerlo y analizarlo es que aún quedan 12 semanas para tratar de que no sea haga realidad.

¿Piensan los eurodiputados como tú?

MiVoto2014 es una didáctica iniciativa que he descubierto gracias al portal web del siempre interesante Consejo Federal del Movimiento Europeo. Se trata de una idea con marcado carácter movilizador de cara a las elecciones de mayo, especialmente dirigida a los votantes primerizos, pero que a cualquier ciudadano concienciado con Europa le puede llegar a resultar entretenida.

Se trata de entrar en esta página y responder a 15 preguntas relacionadas con la política comunitaria; preguntas sobre las que, durante la legislatura que está a punto de terminar, ha habido un voto real por parte de los europarlamentarios de Bruselas y Estrasburgo. Son 15 preguntas, por tanto, sobre las que sí ha existido un debate durante estos últimos cinco años y que, según los creadores de la página (no sé exactamente quiénes son) «dan una visión global del comportamiento del voto en el PE».

Votos depositados en una urna (EFE)

Votos depositados en una urna (EFE)

Las preguntas van desde si debería la UE recaudar sus propios impuestos a si debería fomentar las medidas para luchar contra la homofobia. También hay cuestiones sobre la energía nuclear, el permiso de maternidad o el impuesto a las transacciones financieras. Como podéis ver, todos asuntos que han estado en la agenda de los políticos bruselenses y también, y mucho, en los medios de comunicación.

Yo he votado. Respondí a las 15 preguntas propuestas rápidamente. La web te permite, y esto es lo más interesante quizá, contrastar tus resultados con la realidad. De esta forma, según mis votos, el grupo político del PE con el que sería más afín (y que votó en la misma línea que yo lo he hecho) son los Verdes (con un 60% de coincidencia), seguido de los socialdemócratas (también con un 60%). Individualmente, el europarlamentario más afín a mis decisiones es Catherine Trautmann, parlamentaria socialista.

Además de los resultados individuales, se pueden comparar los registros de las votaciones de los usuarios de la página con las votaciones reales del la Eurocámara. Y salen cosas muy curiosas, como que el 78% de los europarlamentarios estuvieron de acuerdo en que la UE debería recaudar sus propios impuestos… pregunta que solo responden afirmativamente un 42% de los ciudadanos que usaron MiVoto2014.

Ahí os lo dejo pues. Imagino que saldrán –o que ya habrá– más iniciativas de este tipo para fomentar la participación electoral y el conocimiento de las normas que se debaten y se votan en el PE. Ahora os toca a vosotros comprobar vuestro nivel de europeína y vuestra posición en el espectro ideológico.

Por unas encuestas (de verdad) europeas

Es perfectamente normal porque queda ya poco para las cruciales —que sí, de verdad, esta vez sí— elecciones al Parlamento Europeo. Serán en mayo, y al igual que los movimientos políticos se acentúan, la prensa comienza a publicar las primeras encuestas. ¿Qué partido ganará las elecciones europeas? ¿Cuál perderá más votos? ¿Quién subirá? Y resto de preguntas, todas equivocadas… porque todas parten del mismo error.

Seguimos, cinco años después, leyendo los resultados electorales europeos en clave nacional. Las encuestas se cocinan en clave nacional. Los periódicos las publican en clave nacional y las agencias las replican en clave nacional. Todo se queda en el reducido y miope ámbito nacional.

Sesión del Parlamento Europeo. (EFE)

Sesión del Parlamento Europeo. (EFE)

No soy partidario del término paradigma, pero en este caso es necesario que lo traiga: hasta que no haya un cambio de paradigma, hasta que no comprendamos que una encuesta sobre unas elecciones supraestatales no puede ni debe leerse en clave doméstica, seguiremos abusando del mismo pensamiento provinciano. Y errando el tiro.

Los medios de comunicación tienen el deber moral de informar de las elecciones en su única dimensión posible: la europea. Se trata de hacer pedagogía. Todo lo demás, esos castillos de naipes en la Carrera de San Jerónimo, son solo distracciones de lo principal. Que el PP gané en España no significa absolutamente nada de nada si no lo hace en Europa. El marco de referencia es Estrasburgo, no el Congreso de los Diputados.

PD: En cualquier caso, si después de esta argumentación tan… poderosa, os apetece seguir leyendo encuestas nacionales sobre Europa, aquí tenéis los enlaces. La de La Razón y la de El Periódico. El País también publicó hace no demasiado otra, en la misma línea.

 

 

Estrasburgo: una de sangría y otra de troika

Esta semana que acaba el pleno del Parlamento Europeo, celebrado en Estrasburgo, ha mostrado sus dos caras: la del viejo hemiciclo que legislaba sobre la curvatura de los pepinos (metáfora de su propia irrelevancia política como órgano) y la de la renovada y poderosa cámara que observa con celo el desempeño del resto de las instituciones de la UE. Una de arena y otra de cal: o lo que es lo mismo, una de sangría y otra de troika.

Vamos con lo banal primero, como aperitivo de lo realmente suculento. Al parecer, por abrumadora mayoría de eurodiputados (609 votos contra 72) el miércoles pasado se acordó el uso exclusivo del término ‘sangría’ para las bebidas de este tipo que se produzcan en España y Portugal. Si otro estado miembro quiere hacer su propia sangría, tendrá libertad, pero no podrá llamarla ‘sangría’, sino «bebida aromatizada a base de vino». Y esto, tras meses y meses de negociaciones.

Manifestación en contra la de troika en Portugal (EFE)

Manifestación en contra la de troika en Portugal (EFE)

Frente a esta resolución más o menos anecdótica (en el periódico nos reímos bastante cuando conocimos la noticia), el Parlamento Europeo se ha encarado también esta semana con los ‘hombres de negro’, con la troika (Comisión, BCE y FMI), para leerles la cartilla en relación a la su propia naturaleza como figuras autónomas a los tratados y, sobre todo, en relación a las consecuencias de las medidas económicas impuestas en aquellos estados miembros donde intervinieron.

Para ser del todo sinceros, el examen se realizó solo a las dos patas del trípode: estuvieron el comisario Olli Rehn y el expresidente del BCE Trichet, pero no se sentó en el hemiciclo ningún representante del FMI, el otro apoyo de la terna. Aún así, la Comisión de Asuntos Económicos y Monetarios del PE se despachó a gusto con un informe muy crítico sobre la actuación de la troika en Irlanda, Chipre, Portugal y Grecia.

Aquí podéis leerlo (en inglés), pero os resumo las acusaciones más importantes que contiene: por un lado, los europarlamentarios se quejan de la falta de transparencia en las negociaciones de los llamados Memorando de Entendimiento; deploran, asimismo, el optimismo desmesurado atribuido por la troika al afecto positivo de sus propias políticas; además, los parlamentarios consideran que apenas se prestó atención para aliviar el impacto negativo de los programas de ajuste en estos países…. Hay más, pero quizá la acusación más contundente es que, según dicho informe, no hay base legal dentro de los tratados europeos para la permanencia de la troika.

Ante el ataque del PE a los miembros de la troika, la Comisión Europea se parapetó en los buenos resultados de los programas implementados y en negar cualquier ejercicio de autocrítica sobre estos años pasados. Según Rehn, los rescates «impidieron la quiebra desordenada de esos países y evitaron daños mucho más graves». Algo menos triunfalista, pero igual de inamovible en sus respuestas resultó Trichet, quien aseguró en su comparecencia que se logró evitar una crisis «peor» que la Gran Depresión de 1929, aunque reconoció que la respuesta dada quedó «lejos de lo óptimo» por las prisas de la situación.

Debates y comparecencias como estas, aunque puedan parecer del todo inanes, eran hace no demasiados años algo impensable. La UE va, por este camino, hacia un verdadero y fructífero checks and balance. Las tensiones entre aquellos tres discursos de los que llevo varios días hablando (no por ser pesado, sino porque es realmente una clave de bóveda de todo esto), el de los ciudadanos, los despachos y los estados, se dirime en situaciones como las de esta semana en Estrasburgo.

 

¿Qué votan y cómo los parlamentarios europeos de la derecha radical y populista?

Hace unos días, dos de los rostros más reconocibles de la extrema derecha europea, la francesa Marine Le Pen y el holandés Geert Wilders (aquí podéis leer la entrada del blog que en su momento les dediqué), manifestaron su deseo de formar un frente antieuropeísta para después de las cruciales elecciones de mayo.

Una pésima noticia, sí, pero que me sirve de excusa para reseñaros un interesantísimo trabajo académico del que tuve noticia por el envidiable blog de José Ignacio Torreblanca en El País, Café Steiner (al que humildemente solo pongo una tacha: yo lo hubiera llamado Café Roth, por el Santo Bebedor).

Pleno del Parlamento Europeo en Bruselas.

Pleno del Parlamento Europeo en Bruselas.

La finalidad del artículo (aquí, en inglés), patrocinado por la Open Society Foundation y elaborado por el investigador Marley Morris, es iluminar uno de los aspectos menos conocidos de la naturaleza de los partidos ultraderechistas europeos.

Según el autor, las investigaciones actuales suelen detenerse mucho tanto en la ideología de estas formaciones como en los comportamientos de sus seguidores, pero muy poco en otra faceta crucial: de qué manera actúan, qué defienden, cuánto votan, en esencia, cómo hacen política, los europarlamentarios ultras que pululan por Bruselas y Estrasburgo.

El gran dilema de los populistas antieuropeos

Lo que quieren alumbrar Le Pen y Wilders ya existe en la legislatura que está tocando a su fin ahora. Los europarlamentarios se reúnen en familias. Unas más grandes —los democrata-cristianos (PP europeo) o los socialdemócratas— y otras más pequeñas —los liberales y demócratas o los verdes—. Pues bien, los populistas y radicales de derechas también tienen su grupo político, autodenominado Europa de la Libertad y la Democracia.

Y es en ellos en quienes se centra principalmente el análisis (aunque no todos los partidos ultras están englobados en este grupo, ya que algunos europarlamentarios, como los del  propio Frente Nacional o el Partido Nacional Británico, forman parte del grupo de los ‘no adscritos’). El ELD es, en resumen, una coalición parlamentaria formada por 32 diputados europeos, y presidida por Nigel Farage, del UKIP británico.

¿Qué distingue al ELD de los otros grupos del arco parlamentario? En primer lugar, y según Morris, su falta de cohesión interna. Es, con diferencia, la familia menos homogénea de todas las que forman el PE. Y los motivos son varios: la heterogeneidad ideológica, el miedo a la estigmatización y las preferencias nacionales. El único pegamento que realmente les une es su virulento antieuropeísmo.

Además, el ELD vive en un dilema constante: viven de criticar a la UE, pero se benefician de ella. Su naturaleza y su principal razón de ser es la hostilidad hacia todo lo que Europa representa —elites, burocracia, cesión de soberanía—, pero al mismo tiempo se aprovechan de los resortes institucionales y la cobertura política que les brinda el pertenecer al sistema.

Poco influyentes, pero muy visibles

¿Cómo es el día a día de los populistas en el PE? ¿Son resolutivos? ¿Participan del desarrollo legislativo de la Cámara? El ELD se caracteriza principalmente por ser un grupo anticonsenso. Es decir, un grupo que vota siempre o casi siempre en contra de la mayoría, sobre todo en cuestiones relacionadas con las libertades civiles, los rescates financieros o la liberalización del comercio y los mercados.

NIgel Farage (UKIP), presidente del grupo de la derecha populista en el PE.

NIgel Farage (UKIP), presidente del grupo de la derecha populista en el PE.

Los parlamentarios del ELD ostentan un récord negativo: son los que menor participación tienen en los comités que redactan informes y proponen cambios legislativos. Tampoco son especialmente influyentes a la hora de que sus enmiendas sean tenidas en cuenta en el Pleno. Son el grupo que menos enmiendas ha conseguido sacar adelante, apenas dos —y en cuestiones muy técnicas— en cinco años de legislatura.

En donde sí son muy activos los populistas, como analiza el autor de la investigación, es en la propaganda. El ELP es, con diferencia, el grupo que más preguntas parlamentarias realiza y que más discursos emite. Sus miembros están más preocupados por su imagen ante los medios, por hacer llegar su mensaje xenófobo y euroescéptico a los medios de comunicación (que habitualmente los recogen por ser su carácter excéntrico), que por formar parte activamente del proceso de creación política.

En resumen, la derecha radical y populista, que tanto preocupa últimamente, se caracteriza por su naturaleza heterogénea, su escasa participación parlamentaria, su débil influencia política y su descarada intención propagandística. Si tras las elecciones de mayo de 2014 el PE se convierte en una cámara de perfil euroescéptico podríamos asistir a todo lo anterior multiplicado por 10. Esperemos que no.

* FOTOS: EFE