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Cien libros «memorables» sobre Europa que las instituciones te sugieren que leas

¡Las omnipresentes y fastidiosas listas! No sabía yo que el Parlamento Europeo viene publicando, desde 2014, una con los libros imprescindibles sobre Europa. Grata sorpresa esta de tener un índice de obras «memorables» (unas más que otras, acabáramos). No voy a decir que me he leído las 100, ni muchísimo menos, pero sí que junto a felices inclusiones (mis admirados Szymborska, Patocka o Milosz) hay ominosas exclusiones (Mazower) y algún que otro pufo (del que no diré el nombre por respeto a los ancianos).

Más hombres que mujeres, más memorias de políticos que libros de Historia y más obras ‘viejas’ que contemporáneas. Ese es el resumen. Es curioso que, mientras de las primeras décadas de la Europa común hay una abundante y variada bibliografía, del pasado reciente y del tiempo presente no abunden los ejemplos (de hecho, de 2000 a hoy solo hay tres libros y ninguno, salvo el de Perry Anderson, de verdadera enjundia).

libros

Autor: EFE

A pesar de todo, me encanta que las instituciones comunitarias sean conscientes de lo importante que es el pasado. Dice en la presentación de la web Martin Schulz, presidente del PE y exlibrero, de quien nació a buen seguro la iniciativa, que «en estos momentos de crisis de confianza en la idea de Europa, estoy firmemente convencido de lo importante que es reflexionar sobre el contexto histórico del proyecto, para poder planificar mejor el futuro».

Encomiable, claro que un tanto utópico. Los libros como tal no están disponibles. Solo una breve ficha de los mismos y del autor. No en todos los idiomas de la UE y ahí radica el déficit más importante de la lista no se ha contado para su elaboración con las preferencias lectoras de los ciudadanos. Yo me reconozco en este índex porque es muy académico y sobrio y un tanto enrevesado, pero he hecho la prueba de preguntar a varios amigos cuántos de los autores que no sean políticos conocen: el resultado ha sido catastrófico.

El Pensamiento cautivo es, por ejemplo, una obra maravillosa, premonitoria, etc, pero por desgracia de lectura muy minoritaria. ¿No hubiera estado mejor, quizá, ampliar un poco el espectro de libros a novelas y autores más populares? Alguna vez lo he escrito aquí, y lo vuelvo a repetir: una de las mejores formas de alimentar el espíritu europeo es a través de la literatura continental. Todas estas obras, o muchas de ellas, son magníficas, pero responden más bien a un inaccesible deseo erudito que a una común pasión razonable.

Os animo de todas maneras a fuchicar en la web un poco. Ver los autores y echar un vistazo a las biografías. ¡Hay sorpresas agradables!

‘Captatio Benevolentiae’ tras los primeros 60

Desde fuera debe de verse como una especie de agonía que un bloguero se quede sin temas sobre los que escribir. Por eso mis amigos están siempre estimulándome con propuestas variopintas. Que si la UE y la biopolítica (¡pero no trates mal a Foucault!). Que si Gibraltar y el fútbol (¡lo petarás en visitas!). Que si Melilla y Schengen (¡algo comprometido!). Yo anoto alegremente cada una de las recomendaciones, aunque sé que me costará horrores dar salida a tanto stock impreciso de peticiones.

N.S.

N.S.

Llevo escritos algo más de sesenta post. En ellos se puede intuir la radiografía de mis intereses, mis lecturas y, por qué no, mis obsesiones. Europa no es una de ellas. Quiero decir: Europa me obsesiona solo secundariamente porque es una noble excusa que embellece –y justifica– todo lo demás. Escribir de Europa (con algo, espero, de profundidad) es una lucha constante por escapar de las tentadoras garras de eso que llaman actualidad, y que tanto nubla el entendimiento.

En estos cinco meses he tratado de ir si no siempre a la contra, al menos sí más despacio. Tiene sus inconvenientes. La tentación de la opinión, por un lado, y el deseo de resultar actual, es decir, de parecer al tanto de todo, son dos fuerzas muy poderosas. A veces, no sé si esto les sucederá al resto de compañeros o se debe a mi extraña naturaleza de casi periodista, veo nacer y crecer los temas del día, me siento tentado de emitir alguna opinión o consultar algún dato que marque la diferencia, pero acabo por bajar los brazos y dedicarme, como una hormiguita, a lo que modestamente hago mejor: reflexionar sobre lo ya pasado, con la necesaria distancia profiláctica.

He tratado en todo momento de no verme superado por esa máquina de producción en cadena de informaciones que es la UE. Sé de sobra que no he hablado de asuntos vitales de los que debería haber dicho algo. También soy consciente de que hay parcelas europeas que apenas he pisado, o si lo he hecho ha sido con una precaución excesiva. Apenas, por ejemplo, he hablado de economía o de cuestiones sociales que afectan a los ciudadanos.

Estoy tratando, a mi manera, de ser autocrítico, pero me gustaría mucho –y de ahí la razón última del post de hoy– que vosotros también me critiquéis. Que me digáis qué echáis en falta o qué puedo mejorar para los próximos sesenta post. Yo os prometo que procuraré tomar con más de diligencia que con mis amigos todos vuestros consejos y peticiones.