Europa inquieta Europa inquieta

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Alexis Tsipras + Matteo Renzi + François Hollande: ¿Una nueva ‘troika’ alternativa?

La victoria electoral de Alexis Tsipras en Grecia añade, a esa especie de frontera intangible entre el norte y el sur de Europa, o siendo más precisos entre el centro y su periferia, un nuevo componente de esperanza contenida. Primero fue a François Hollande, en Francia, a quien se le invistió, quizá prematuramente, con la responsabilidad de oponerse a los dictados austeros de Alemania. Fracasó. Parte de aquellas esperanzas volaron unos miles de kilómetros, hasta Roma. Matteo Renzi, el dinámico y amable primer ministro italiano, era el nuevo mirlo blanco. No es que haya fracasado todavía, pero tampoco puede afirmarse que lo vaya a tener fácil.

Un cartel irónico contra Merkel, ayer por la noche en Grecia. (EFE)

Un cartel irónico contra Merkel, ayer por la noche en Grecia. (EFE)

Con la debilidad inextricable de gobernar un país anémico, pero también con la voluntad –y la política es voluntad de acción, entre otras cosas– de quien no tiene mucho más que perder, Tsipras tomará asiento en el Consejo Europeo como el nuevo flamante comensal del sur empobrecido. Poco a poco, la división entre una Europa acreedora y otra deudora, que era ante todo una división financiera, está colonizando la política. Es decir, la fractura simbólica (matizable y engañosa) de la que tanto se ha escrito durante estos años, está materializándose ahora en gobiernos que amalgaman el discurso sin claroscuros de los votantes.

El poder negociador de Tsipras, más allá de la retórica triunfante (tan inevitable como necesaria), es muy limitado. Pero para eso están las alianzas. El fulminante compromiso de investidura con la derecha nacionalista es el primer paso para garantizarse un apoyo interno (ética de la responsabilidad frente a la ética de la convicción tuitera). Ahora le queda lo más complicado: tejer alianzas sólidas fuera de Grecia. Que Syriza haya ido suavizando sus propuestas a medida que se hacía más plausible su triunfo electoral, proporciona a Tsipras una débil, pero real ventaja negociadora. Las izquierdas moderadas de Hollande y Renzi, curadas de maximalismo, son ahora compañeros de viaje probables… y hasta deseables.

Porque, ¿si Tsipras acepta como bueno un pacto con la derecha nacionalista en aras de salvaguardar la estabilidad interna, por qué no hacer lo mismo con la socialdemocracia descafeinada del PSF y el PD para lograr apoyos fuera? Otra cosa es que esta sugestiva troika (¿tetrarquía con España en un futuro?) tenga el poder de conquistar los bolsillos de los Gobiernos fríos… y los de Bruselas, más helados aún. Lo que puede producirse es un combate entre troikas de diferente naturaleza y en diferentes planos. Una eminentemente política, fundada sobre las caducas alianzas estatales, frente a otra institucional, nacida de los propios mecanismos de adaptación y supervivencia paneuropeos. Veremos si esta batalla desigual y compleja acontece, y si esa brecha artificiosa, sacralizada hoy por la política, desgarra más a Europa.

Ada Colau, Antonio Negri y Borja-Villel debaten sobre la Europa post-troika

Lo han bautizado, veo que no fui nada original en su día, como El Nuevo Rapto de Europa. Y consiste en una actividad entre lo político y lo artístico que se celebra en Madrid este jueves, viernes y sábado. El lugar: el edificio Nouvel del Museo Reina Sofía. El contenido: conferencias, talleres y debates en torno «al fin» del modelo europeo nacido tras la II Guerra Mundial y la reciente imposición de «una lógica financiera» que ha llevado al continente a su actual «precariedad existencial».

'Un rapto de Europa' atribuido a Alejandro de la Cruz. (Europeana).

‘Un rapto de Europa’ atribuido a Alejandro de la Cruz. (Europeana).

Tres jornadas abiertas a la participación de todo aquel que quiera, tanto física como virtualmente, exponer sus ideas sobre el futuro de Europa. La cita se organiza alrededor de mesas redondas en las que participarán, entre otros, el filósofo italiano Antonio Negri, la portavoz de la PAH Ada Colau y el director del propio museo Manuel Borja-Villel. Se hablará de deuda, de la troika, de guerra, de revoluciones democráticas, de la importancia de la sociedad civil o de cómo acabar con la austeridad a diferentes niveles, no solo el económico.

Este mismo jueves por la tarde es la presentación, y aquí podéis informaros del resto de las actividades y ponentes de estos días. Lamentablemente, yo no podré ir más que las actividades programadas el sábado, pero como se ha habilitado un streaming, tampoco tengo excusa para no hablaros en próximos post de todo lo que haya dado de sí, que espero que sea bastante (he asistido ya a muchas reuniones y debates sobre el-futuro-de-Europa y esta parece que, al menos por el lenguaje y la perspectiva con el que se plantea, será uno de los más originales).

NOTA: Las jornadas las organiza la Fundación de Los Comunes, con el apoyo de la Red Europea de Museos. La entrada es gratuita hasta completar el aforo. El edificio es el Nouvel, del Reina Sofía y el auditorio donde tendrá lugar, el 400.

 

 

Estrasburgo: una de sangría y otra de troika

Esta semana que acaba el pleno del Parlamento Europeo, celebrado en Estrasburgo, ha mostrado sus dos caras: la del viejo hemiciclo que legislaba sobre la curvatura de los pepinos (metáfora de su propia irrelevancia política como órgano) y la de la renovada y poderosa cámara que observa con celo el desempeño del resto de las instituciones de la UE. Una de arena y otra de cal: o lo que es lo mismo, una de sangría y otra de troika.

Vamos con lo banal primero, como aperitivo de lo realmente suculento. Al parecer, por abrumadora mayoría de eurodiputados (609 votos contra 72) el miércoles pasado se acordó el uso exclusivo del término ‘sangría’ para las bebidas de este tipo que se produzcan en España y Portugal. Si otro estado miembro quiere hacer su propia sangría, tendrá libertad, pero no podrá llamarla ‘sangría’, sino «bebida aromatizada a base de vino». Y esto, tras meses y meses de negociaciones.

Manifestación en contra la de troika en Portugal (EFE)

Manifestación en contra la de troika en Portugal (EFE)

Frente a esta resolución más o menos anecdótica (en el periódico nos reímos bastante cuando conocimos la noticia), el Parlamento Europeo se ha encarado también esta semana con los ‘hombres de negro’, con la troika (Comisión, BCE y FMI), para leerles la cartilla en relación a la su propia naturaleza como figuras autónomas a los tratados y, sobre todo, en relación a las consecuencias de las medidas económicas impuestas en aquellos estados miembros donde intervinieron.

Para ser del todo sinceros, el examen se realizó solo a las dos patas del trípode: estuvieron el comisario Olli Rehn y el expresidente del BCE Trichet, pero no se sentó en el hemiciclo ningún representante del FMI, el otro apoyo de la terna. Aún así, la Comisión de Asuntos Económicos y Monetarios del PE se despachó a gusto con un informe muy crítico sobre la actuación de la troika en Irlanda, Chipre, Portugal y Grecia.

Aquí podéis leerlo (en inglés), pero os resumo las acusaciones más importantes que contiene: por un lado, los europarlamentarios se quejan de la falta de transparencia en las negociaciones de los llamados Memorando de Entendimiento; deploran, asimismo, el optimismo desmesurado atribuido por la troika al afecto positivo de sus propias políticas; además, los parlamentarios consideran que apenas se prestó atención para aliviar el impacto negativo de los programas de ajuste en estos países…. Hay más, pero quizá la acusación más contundente es que, según dicho informe, no hay base legal dentro de los tratados europeos para la permanencia de la troika.

Ante el ataque del PE a los miembros de la troika, la Comisión Europea se parapetó en los buenos resultados de los programas implementados y en negar cualquier ejercicio de autocrítica sobre estos años pasados. Según Rehn, los rescates «impidieron la quiebra desordenada de esos países y evitaron daños mucho más graves». Algo menos triunfalista, pero igual de inamovible en sus respuestas resultó Trichet, quien aseguró en su comparecencia que se logró evitar una crisis «peor» que la Gran Depresión de 1929, aunque reconoció que la respuesta dada quedó «lejos de lo óptimo» por las prisas de la situación.

Debates y comparecencias como estas, aunque puedan parecer del todo inanes, eran hace no demasiados años algo impensable. La UE va, por este camino, hacia un verdadero y fructífero checks and balance. Las tensiones entre aquellos tres discursos de los que llevo varios días hablando (no por ser pesado, sino porque es realmente una clave de bóveda de todo esto), el de los ciudadanos, los despachos y los estados, se dirime en situaciones como las de esta semana en Estrasburgo.

 

Auschwitz, el estadio Heysel y la troika: viejos y nuevos lugares de memoria europea

Europa tiene un serio problema con su memoria: la conmemora sin cesar al mismo tiempo que desprecia la historia. Procesos simultáneos y contradictorios. Movimientos tectónicos apenas perceptibles para los que simplemente vivimos, pero que los historiadores —los aguafiestas del presente— se encargan de tasar con puntillosa precisión.

No voy a entrar hoy en estos jardines espinosos de si memoria e historia son conceptos antagónicos, me reservo para cuando esté más inspirado. Este post trata solo de cómo los europeos manejan públicamente sus recuerdos, sobre todo los recientes, y de si va siendo necesario que Europa se tome en serio y reactualice sus ‘lugares de memoria’.

Vigilia por los muertos de la matanza de Katyn (EFE)

Vigilia por los muertos de la matanza de Katyn (EFE)

¿’Lugares de memoria’? Sí, para quienes nunca hayáis oído hablar de ellos, os lo resumo. Se trata de un término historiográfico, el hallazgo de un historiador francés (Pierre Nora) que en los años ochenta del siglo pasado dedicó siete gruesos volúmenes —que sinceramente no he leído, solo me he encarado con resúmenes— a la búsqueda «empírica y casi lúdica» de «los puntos de cristalización de nuestra herencia nacional».

Es decir, Nora fue recopilando objetos, físicos pero también simbólicos, del patrimonio francés —desde la torre Eiffel, pasando por Juana de Arco, el republicanismo o los funerales de Victor Hugo— para luego desentrañar lo que él denominaba «su verdad simbólica más allá de su realidad histórica». Una tarea compleja, infinitamente más profunda que un simple paseo turístico por los hitos nacionales, que explicó con mucha claridad en este artículo.

El salto que viene, os lo podéis imaginar, es obvio. ¿Sería posible fijar los lugares de memoria europeos? El mismo Nora reflexionó sobre el tema. Su concepto había hecho muy pronto fortuna y rápidamente había sido exportado a otros países, como España o los países del Este, que se valieron de su metodología para encararse de una forma diferente con sus conflictivos pasados.

Pero con Europa, como advirtió Nora, existían varios problemas. Por un lado, la tarea de recopilar lugares de memoria es ingente y casi imposible de acotar. Por otro, antes habría que dar respuesta a una pregunta clave: «¿Existe, independientemente de un patrimonio europeo, una memoria europea que se formule en los moldes de lo nacional? «.

El historiador francés no llegó a encontrar entonces una respuesta positiva —sus lugares de memoria, decía, estaban intrínsecamente unidos a la potencia y desarrollo del Estado francés—, aunque sí aventuró nombres propios: Lepanto, Waterloo, la Universidad de Salamanca, Verdún, el proceso a Galileo, Auschwitz, La declaración de derechos del hombre y el ciudadano…

Revisar los antiguos y fijar nuevos lugares

Campo de exterminio de Auschwitz (EFE).

Campo de exterminio de Auschwitz (EFE).

Llevo un tiempo planteándome la cuestión. No soy el único, por supuesto, faltaría más. La Fundación Academia de Yuste organizó hace unos años un seminario centrado en Las Memorias y Lugares de Memoria de Europa, en el que tuvo un papel relevante la anciana luchadora Simone Veil. Superviviente del Holocausto y primera mujer en presidir el Parlamento Europeo, Veil escribió entonces que aquellas jornadas estaban «dirigidas a la juventud» para «comprometerla en el proceso de construcción» del continente.

Así pues, y dejando al margen los inevitables y fastidiosos problemas metodológicos, ¿cuáles podrían ser, a día de hoy, los ‘lugares de memoria’ que aúnen las diferentes identidades europeas? Voy a enumerar —con sus porqués— algunos de ellos, aunque me gustaría que vosotros me ayudáseis a completar esta somera lista. Quién sabe lo que puede llegar a dar de sí un post.

  • Auschwitz y el bosque de Katyn: Quizá los más fáciles de justificar, sobre todo el primero. Las cámaras de gas nazi y la matanza de oficiales polacos por el Ejército Rojo son dos hitos oscuros del pasado reciente de Europa. La construcción europea se levantó teniendo presente ambas y, mutantis mutandis, su recuerdo es una forma de expiación de aquella memorial del mal. El problema, quizá, es que las nuevas generaciones europeas ya no se identifican de una manera tan pasional —como sí lo hace y lo reconoce la propia Veil, por ejemplo— con aquel pasado. De ahí que la conmemoración anual e institucional del Holocausto cada vez sea un rito más artificioso que real y, hasta cierto punto, vacío de contenido.
  • La Declaración Schuman: Calificada por muchos estudiosos europeos de «acto revolucionario», este hito institucional avalado por el que entonces era el ministro de Asuntos Exteriores francés significó, por una parte, la aceptación de Alemania como Estado de pleno derecho en la Europa de posguerra y, por otro, la creación de una Alta Autoridad, un órgano, como señala Ricardo M. Martín de la Guardia (1), «de naturaleza supranacional independiente de los gobiernos«. Hay que recordar que la Declaración Schuman data de 1950 y que el propio Schuman, un democrata cristiano, había sido soldado alemán en la Primera Guerra Mundial y prisionero de la Gestapo nazi en la Segunda. Cada 9 de mayo —fecha de la declaración— Europa celebra su día.
  • La tragedia del estadio Heysel de Bruselas: En breve hará 30 años de la tragedia más llorada del fútbol europeo. Fue en 1985. En el estadio Heysel de Bruselas, durante la final de la Copa de Europa. 39 aficionados —32 italianos, 4 belgas, 2 franceses y un británico— fallecieron debido a la avalancha producida tras romperse la valla que separaba a las aficiones de los dos equipos, Liverpool y Juventus. La culpa fue de los hooligans ingleses, y más de una decena de ellos fueron condenados en el juicio posterior. Pero las consecuencias para el fútbol en el continente han sido evidentes, y no solo en lo referente a la seguridad en los estadios o el fin de la permisiva exaltación de la violencia de los aficionados radicales. Es fútbol es un deporte de masas, la guerra por otros medios en Europa, y Heysel (hoy renombrado Rey Balduino, como explica en este informado post @educasado) puede considerarse un hito de lo que no debe volver a repetirse. El espectáculo civilizado que es hoy la Champions League le debe mucho a aquella tragedia.

Se me ocurren muchísimos más ‘lugares de memoria’ para reactualizar el pasado de Europa. No voy a detallarlos todos porque no quiero convertir este post un texto infinito. Me voy a limitar a enumerar unos cuantos más, aunque descontextualizados: El Tribunal de la Haya, el euro, Sebrenica, la troika. Algunos son, lo sé, objeto de discusiones vívidas, pero de alguna manera —y más allá de cuestiones académicas— la memoria colectiva de los europeos (si existe tal cosa), se construye gracias a —o a pesar de— ellos. Espero vuestas aportaciones.

(1) Historia de la intregación Europea, Ariel, 2001.