Europa inquieta Europa inquieta

Bienvenidos a lo que Kurt Tucholsky llamaba el manicomio multicolor.

El PE presenta la campaña de las europeas: acción, reacción, decisión… y ¿frustración?

Con una estética algo indignada (tipología agresiva, eslóganes contundentes, imágenes conmovedoras) y una puesta en escena de reminiscencias –con perdón– quincemayistas (con Alejo Vidal Cuadras arengando a la masa como un asambleario más), la oficina del Parlamento Europeo en Madrid presentó, este lunes, la primera fase de la campaña para las Elecciones Europeas de 2014.

Aspecto de la publicidad institucional del PE sobre las elecciones 2014

Aspecto de la publicidad institucional del PE sobre las elecciones 2014

Quedan apenas ocho meses para los comicios más democráticos –de veras lo son– de la historia de la UE y las instituciones comunitarias comienzan a tomar posiciones entre el fantasma de la abstención y las urgencias de la crisis económica. En mayo del año que viene 400 millones de europeos podremos elegir con nuestro voto al presidente de la Comisión (el sustituto del conservador Durao Barroso) así como a la composición de un PE con unas capacidades legislativas inéditas.

No es poca cosa. Al menos, sin duda, es mucho más de lo que teníamos. Hasta hace no demasiado, los ciudadanos europeos –y el caso de España es paradigmático– nos ceñíamos a votar resignadamente, en clave nacional, el destino de unos políticos (muchos defenestrados de sus respectivos partidos) en un ente legislativo que, como recordó con retranca Juan Fernando López Aguilar, se «limitaba a debatir la fecha de caducidad de los yogures«.

Representantes sindicales, políticos –en ejercicio, como los mencionados Vidal Cuadras y López Aguilar, o ya retirados, como Enrique Barón, expresidente del PE entre 1989 y 1992– participaron en un debate abierto, apenas encorsetado y por momentos emotivo, junto con colectivos afectados por la crisis (parados, becarios de investigación, madres de hijos con enfermedades crónicas, discapacitados, etc.), empresarios, representantes de organizaciones de perfil europeísta y periodistas.

De la «Europa naif» a la «Europa crítica»

Se escucharon reflexiones inteligentes, algunas muy medidas y otras más vehementes. El clima, pese al mantra habitual que lo viene a resumir todo en ese fácil y frágil con la que está cayendo, fue moderadamente optimista y la preocupación por los problemas reales se impuso sobre la habitual retórica huera de este tipo de actos. Me quedo con dos ideas. La primera fue expuesta por un joven becario que confrontó el «europeísmo crítico» de las nuevas generaciones con el «europeísmo naif» de las pretéritas y que dio con la clave de lo que se espera de Europa, que no es que esté (que ya está), sino que sea, que funcione. Acto, no potencia, en suma.

Una de las intervenciones durante el debate.

Una de las intervenciones durante el debate.

La segunda de las ideas pasó más desapercibida. La expresó, como de pasada, el propio Barón Crespo durante una intervención para matizar –con elegancia, pero para matizar– el discurso previo del siempre locuaz y articulado López Aguilar. Barón dijo algo obvio pero quizá impío, al menos para los medios de comunicación: no vivimos la crisis más grande que ha habido en Europa, las ha habido peores, y para darnos cuenta solo tenemos que volver la vista al siglo pasado.

Pienso que este socialista, sabio jubilado, lleva razón. De acuerdo: el derecho de cada generación a tener su crisis es legítimo. Nuestro mundo, de apariencia tan segura, se desmorona porque es irrenunciablemente nuestro y cualquier fatalidad del pasado se nos presenta amortiguada por el tiempo y la distancia. No obstante, no debemos perder la perspectiva de la Historia, de las tragedias del pasado… lo que, paradójicamente, implica que deberíamos dejar de actuar históricamente. [Algún día espero desarrollar más esta idea].

Tanto el lema –acción, reacción, decisión– como el tono de la campaña que ha elegido el PE son sobrios y contundentes (hay algo que me recuerda a los anuncios de la FAD). El vídeo (reproducido bajo estas líneas) es una minidosis embellecida de esa misma idea de mosaico de conflictos humanos que aspiran a ser resueltos razonablemente en –dónde si no– el PE. Una campaña de larga duración con la que las instituciones aspiran a desarrollar esa terna catalizadora que, haciendo la broma fácil, bien podría terminar en ‘decepción’ o ‘satisfacción’.
 

4 comentarios

  1. Dice ser Pelus

    Es una pena que actos como este que podrían acercar más a la población a las instituciones europeas no tenga apenas repercusión mediática. Ni una mención en telediarios, que no nos engañemos, es lo más cerca que está de la información la mayoría de la población del país.
    A ver si es verdad y el PE empieza a resultar productivo y representativo de una vez y para siempre, ya que parece que Europa no se va a ir de nuestras vidas y cada vez la afecta más.

    17 septiembre 2013 | 14:28

  2. A estas alturas no es necesario insistir respecto a la mala fe, la indignidad y finalmente la criminal tergiversación histórica que supone asemejar a las prácticas del nazismo los escraches de la plataforma contra los desahucios o, más en general, las expresiones de protesta y de disidencia contra el gobierno y/o contra el régimen.
    Pero no deja de ser llamativo que esa infamación invoque la forma que prototípicamente adoptó el fascismo en Alemania y no la que tuvo en España. ¿Por qué la consigna de la calle Génova, de Cospedal para abajo, es utilizar “nazismo” y “totalitarismo” (epíteto éste último que se extiende también a lo que ellos entienden por comunismo) como calificaciones denigrantes y no la más próxima y quizá reconocible de “falangismo”?
    La respuesta es tan obvia que hasta avergüenza tener que explicitarla: estos fervorosos antinazis de la derecha que está devastando económica, social y moralmente al país con fanatismo semejante al que llevó a Franco a inundarlo de sangre, jamás han condenado el falangismo, el franquismo o su glorioso movimiento nacional, ni han expresado el menor reconocimiento a sus cientos de miles de víctimas. Invocar el nazismo significa apelar al consenso casi universal que sanciona una atrocidad suprema de la historia, pero también presupone dejar en la sombra, es decir, encubrir, la barbarie del fascismo español. Esta derecha tan antifascista se identifica de facto con el lugar enunciativo (político) de los fascistas innombrables, los “nuestros”, es decir, los suyos. Y si algún día se les despistara la consigna de la calle Génova podrían llegar a decir: “es que los falangistas no acosaban a los republicanos en sus casas. Se limitaban a sacarlos de ellas y fusilarlos en la cuneta más próxima”. Lo dirían sonriendo.

    Por Gonzalo Abril
    24/04/2013

    17 septiembre 2013 | 14:30

  3. Dice ser Antonio Pérez

    Según quién hable, Europa puede ser la solución de muchos problemas o puede ser la causante de los mismos. Es decir, invocar a Europa salía rentable cuando nos llegaba dinerito de allí y los García estaban de moda, ahora que se cortó el grifo, qué malos son que nos están hundiendo la economía.
    Ni fue tan bonito entrar en la UE (nos timaron como tontos a los españolitos de a pie aprovechándose los mal nombrados «dirigentes» o «gestores» del dinero, que en Galicia se convirtió en «la Biblioteca del NO-millón de libros o en aeropuertos para rapaces,…) ni ha sido operativa su burocracia (viajes en primera para que algunos vayan de paseo y cobren dietas).
    Según plantea el autor, ¿qué Europa saldrá de las elecciones? ¿supondrá un cambio significativo? (si es que lo hay).
    Difícil veo que ,los que lo tienen atado y bien atado, lo dejen escapar.
    Brillante entrada señor Segurado.

    17 septiembre 2013 | 23:13

  4. Dice ser bob

    Si no tenemos representación ni en el Ayuntamiento, que clase de representación vamos a tener en Bruselas. Europa es una estafa.

    18 septiembre 2013 | 16:44

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