Europa inquieta Europa inquieta

Bienvenidos a lo que Kurt Tucholsky llamaba el manicomio multicolor.

Archivo de septiembre, 2014

‘Ring of fire’: UE, Rusia y crisis ucraniana

La tentación de opinar de manera esencialista sobre la crisis en Ucrania, las ambiciones geopolíticas rusas y el pragmatismo ambiguo de la Unión Europea es tan inevitable como engañosa. Hace no demasiados años el ingreso de Rusia en la UE era un suceso remoto pero plausible; hoy en cambio la visión de las relaciones entre los dos actores casi vecinos se ha agriado hasta el punto de que la palabra ‘guerra’ es habitual en conversaciones y artículos sobre el tema.

La semana pasada asistí, invitado por el think tank European Council on Foreign Relations, a uno de estos debates con especialistas en la materia, todos provenientes de centros de estudios o universidades del Este de Europa. Kadri Liik, investigador senior del ECFR, editor de una reciente publicación sobre el giro de Rusia hacia Asia y presente en el acto, expuso la dos explicaciones más comunes sobre lo que algunos ya denominan nueva guerra fría: por un lado, la UE ha traspasado las «líneas rojas naturales» al ofrecer a Ucrania un acuerdo de asociación; por otro, el presidente ruso, Vladimir Putin, actúa movido por una lógica expansionista que trata de restablecer el antiguo poder e influencia de la extinta URSS.

Soldados ucranianos vigilan un puesto de control en el sur de Ucrania. (EFE)

Soldados ucranianos vigilan un puesto de control en el sur de Ucrania. (EFE)

Ambos argumentos, sin ser del todo erróneos, tampoco son completamente ciertos, y durante el par de horas que duró la comida informal en la coqueta sede del ECFR en Madrid, pude comprobar que el análisis del conflicto ucraniano tiene múltiples aristas, que engloban tensiones económicas no resueltas, cargas históricas mal llevadas, afrentas estratégicas, cálculos militares y lógicas puramente políticas, como la situación interna de la propia Ucrania o la lucha por la imposición de unos determinados valores (democráticos) sobre otros. Todo un ring of fire, como lo definió a lo Cash unos de los participantes.

Frente a la cosmovisión putiniana en política exterior, dominada por una retórica paneslavista y un desempeño puramente realista, la UE ha optado por la vía incruenta de las sanciones económicas. Europa considera el órdago ruso una amenaza geopolítica y no tanto una disputa por la asunción de valores democráticos, una opción que los especialistas critican porque parece dejar de lado los principios morales y políticos en beneficio de cuestiones (de Estado) en las que Rusia parece moverse con menos corsés y sin la presión de una opinión pública desfavorable (Occidente se olvida con frecuencia que muchos ciudadanos rusos, sea por unas razones o por otras, se sienten cómodos creyendo en lo que creen y viviendo en la realidad que viven).

Putin anhela una Europa dividida. Al tiempo, aspira a convertir a su país en el protagonista principal, aunque no único, y por eso necesita a Ucrania, de la futura Unión Euroasiática. Con un patio trasero –lo que se sigue llamando, no sé si un poco anacrónicamente ya, mundo postsoviético– controlado y en paz, Rusia podría entonces ya volcar todo su esfuerzo en lo que Liik y otros expertos consideran su lugar natural en el siglo XXI: el paradigma euroasiático.

Por todo lo anterior, la amenaza del control externo por Rusia y los cantos de sirena europeos (estratégicamente planteados, pero mal ejecutados, vinieron a decir los especialistas), importa Ucrania. Su situación económica –bastante débil– y su futuro político, bastante incierto y plagado de retos. Una guerra que ya va para seis meses, un parlamento dividido, cruciales elecciones a la vista, nuevos actores (los líderes de las protestas en el Maidán se están volcando con la política activa) y la sensación de «segunda oportunidad» que tienen muchos ciudadanos en el país son algunas de las incógnitas que se irán resolviendo en los próximos meses. Aunque la sensación que me quedó tras escuchar a los expertos fue que no hay nada sólido más allá de la guerra, las sanciones y la firmeza de Putin.

¡Los nazis del ‘plan Kalergi’ me persiguen!

(O a mí ya casi que me lo está pareciendo).

No es que uno sufra de manía persecutoria, pero de unos meses a esta parte las pintadas callejeras sobre el asfalto del carril bici, las aceras, las paredes… exhortando a frenar el genocidio de la raza blanca (sic) y otras majaderías propias de Cuarto Milenio (no ya por neonazis, sino por estúpidas) me están empezando a resultar algo más que molestas. Hará como ocho meses escribí un artículo sobre Coudenhove-Kalergi, una figura exótica de la prehistoria común europea. Casi al instante recibí una avalancha ingrata de insultos, comentarios xenófobos y enlaces pringosos a los textos de la mitología revisionista que distorsionaban hasta límites caricaturescos la figura del conde europeísta.

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Una de las pintadas alusivas al ‘plan Kalergi’, en una acera de mi barrio. (N.S.)

Ingenuamente, pensaba que todos estos relatos adulterados eran solo cosa de Internet, donde sobreviven en sentinas alimentadas por su propio odio y por falsedades asumidas acríticamente. Pero no. Resulta que los conspiranoicos andan por los barrios periféricos de Madrid, al menos escribiendo sobre renglones torcidos alusiones a hechos históricos que distorsionan hasta el delirio. Es algo nuevo, al menos para mí. Hasta hace poco las pintadas neonazis eran muy básicas, fácilmente desactivables y con unos objetivos burdos, pero evidentes. Ahora, en cambio, añaden un toque de sofisticación historicista peligroso.

He intentado un precario trabajo de campo. Por aquello de hacerme una idea de si la gente sabe quién fue Kalergi he asaltado a varios vecinos del barrio. Les he enseñado las pintadas y les he preguntando si les suena de algo el apellido. Ninguno tenía ni idea de quien fue. Pero ni la más remota. Lo grave no es el desconocimiento de nuestras raíces europeas, que también, sino que son precisamente aquellos que quieren acabar con la UE tal y como la conocemos, los más radicalizados y fanatizados, los que mayor empeño ponen en aprender del pasado común… distorsionándolo con un fin político.

Yo no sé si esto del ‘plan Kalergi’ (básicamente, y para que no tengáis que buscar: que el conde habría elaborado un proyecto secreto para acabar con la ‘raza blanca’ en el continente que hoy, vete tú a saber por qué, tendría continuidad) es algo pasajero, o producto de una nueva ola de pensamiento neonazi, que bebe de fuentes menos ranciamente patrióticas y más europeas (Kalergi es mucho más conocido en centroeuropa que en nuestro país). Pero el hecho de que el personaje sea casi un desconocido para la inmensa mayoría, hace más complicado desactivar este tipo de mentiras. Quizá, si tuviéramos esa asignatura de historia europea de la que tantas veces he escrito, tendríamos más argumentos para neutralizarlas.

Notas aéreas de un viejo periodista europeo

No voy aquí, ahora, a descubrir yo a Manuel Chávez Nogales. Mi amigo David Yagüe ya compartió su fascinación por él en este nuestro blog sobre cosas literarias. Y también lo hicieron en algún momento Trapiello, Espada, imagino que Muñoz Molina… qué se yo. En mi caso, 2006 fue el año del primer contacto. Y aunque alguno de los libros reeditados no me resultan tan brillantes como dicen por ahí los nuevos apologetas me estoy refiriendo en concreto a La agonía de Francia, la enfática crónica de su huida del París ocupado, nada suyo me ha resultado jamás accesorio o caduco. Estos días ando con La vuelta a Europa en avión, como siempre bellamente editado por Libros del Asteroide, que aclaro: no me paga.

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(Fuente: manuelchavesnogales.info)

Un porcentaje de los elogios hacia Chávez Nogales son, en realidad, lamentos por el periodismo perdido. Es bastante probable que si el maestro estuviera vivo hoy, y fuera más o menos joven, sería carne de cañón del teletipo. Pero Chávez Nogales vivió y contó una época muy concreta: la de la guerra civil europea, y como otros periodistas intrépidos de aquella hora, lo contó con una honestidad nada balbuciente y con un tenaz espíritu europeo. Su lucidez, que ya quisiéramos algunos ahora, le llevó a identificar las grandes fuerzas emergentes, así como las brechas ideológicas que poco después de su muerte murió en los albores de la Segunda Guerra Mundial desgarrarían el continente.

Chávez Nogales hace en este libro, que os recuerdo que está escrito a finales de los años veinte, de flâneur aéreo. Seducido por la modernidad (porque entonces viajar en avión era una de las cosas más modernas que uno podía hacer), el reportero que ya disfrutaba en España de fama merecida recorre Europa desde España hasta Rusia, haciendo observaciones agudas y burguesas de todo lo que va viendo, ya sea el lánguido aburrimiento a las orillas del lago Leman, las prisas berlinesas, con sus cabarets y tugurios literarios, o el demediado Moscú de los soviets, que capta con una celeridad sorprendente:

El comunismo ha transtornado todos los valores humanos, está formando una nueva humanidad, y sin embargo no ha podido cambiar este panorama de Moscú con su sentido feudal, sus viejas murallas (…) sus barrios silenciosos en los que perdura aquel encanto burgués de otro tiempo.

Si tenéis curiosidad por saber qué opinaba un periodista español de los mejores sobre la Europa de su tiempo, os dejo varias píldoras, y ya paro.

  • Sobre Europa: «Al mes de estar danzando por Europa, uno no sabe si conserva o ha perdido aquel estricto sentido de la moralidad pública que se tiene en Celtiberia».
  • Sobre los catalanes: «El catalán es tradicionalista. Por encima de esos libres juegos de la inteligencia a los que se entrega, ama la tradición».
  • Sobre París: «Frente a las grandes aglomeraciones de casas que arbitrariamente se disponen en las ciudades, París se ofrece como el más feliz resultado de una sedimentación de siglos. Es la impresión más grata de París la de que está bien hecho, bien trabajado, bien terminado. Se da uno cuenta en seguida de que ésta es nuestra gran fuerza, la fuerza de Occidente, lo que no tendrán nunca los americanos. (…) Sólo por esta cuidadosa ponderación, París es la primera ciudad de Europa».
  • Sobre Viena: «La vida galante de Viena conserva, estilizado, el ritmo de la opereta. Europa se americaniza, se charlestoniza. Los negros han tomado París, y Berlín es una colonia yanqui. Viene es lo único europeo que queda en Europa».
  • Sobre el periodismo: «El talento periodístico no significa sino capacidad de expresión breve, precisa, eficaz. «Mi técnica periodística no es una técnica científica. Andar y contar es mi oficio».
  • Sobre Suiza: «Cuando se piensa que esta gente tan sosegada, tan prudente, tan correcta y discreta está aquí atrincherada en el cogollo de Europa, dentro de sus pequeños egoísmos municipales, desagrada un poco».
  • Sobre la Sociedad de Naciones y el nacionalismo: «A la Sociedad de Naciones se la puede atacar por muchas razones; por esta de que cuesta cara, no. La subsistencia de este grupo de gentes de buena fe, con un fervoroso sentido internacional en el cogollo de estos feroces nacionalismos del centro de Europa, bien vale lo poco que cuesta aunque ese gasto no evite el otro, el de los acorazados. Sobre todo, para nosotros, españoles, tan aislados, tan encerrados dentro de nuestro casticismo, es indispensable».
  • Sobre el comunismo (en Rusia): «Ser comunista en Rusia es como pertenecer a una clase aristocrática. Los comunistas han formado desde luego una especie de aristocracia que es la que rige hoy los destinos de Rusia. El acceso a esta clase es tan difícil como el acceso a cualquier aristocracia. No es comunista todo el que quiere».

El portal ‘Participa’: una herramienta para fomentar el gobierno abierto en la UE

Lo han bautizado Participa, y aseguran que gracias a él «otra forma de gobernar» es posible. Se trata del proyecto online desarrollado por la Fundación Europea para la Sociedad de la Información cuyo objetivo es fomentar la participación activa y directa de los ciudadanos en las políticas de su comunidad. El programa, una herramienta informática que incorpora foros de debate y otras herramientas de la web 3.0, fue presentado este jueves en la sede del Parlamento Europeo y la Comisión en Madrid.

A veces, tras el fetichismo de conceptos como transparencia, visibilidad o gobierno abierto se percibe una voluntad real de superar la democracia representativa hacia otra más participativa, dijo en el acto de presentación Enrique Barón, que como sabéis fue presidente del Parlamento Europeo y actualmente, entre otros cargos, es presidente de este organismo autónomo, no dependiente directamente de la UE.

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Captura del vídeo explicativo sobre la plataforma Participa.

A disminuir esta brecha entre gobernantes y gobernados van dirigidos los esfuerzos de Participa, un portal al que las administraciones y empresas pueden adherirse (mediante un programa de cofinanciación contemplado en los presupuestos) y que se pretende que sirva para crear «canales de comunicación bidireccional», o como dijo José María Gil Robles, también expresidente del PE y subdirector de la fundación, para «poner la electrónica al servicio del ciudadano».

Al acto de presentación asistieron también dos representantes políticos autonómicos, uno de Canarias y otro de Baleares, que expusieron con diferentes suerte y profundidad la experiencia de sus gobiernos con programas similares. En el caso pionero de Canarias, el más interesante, una versión anterior de la plataforma Participa, creada ad hoc para su gobierno, permite desde hace varios años que cuestiones importantes relacionadas con el Carnaval se decidan por votación popular. La alegoría, el pregonero o el cartel son ya elegidos a través de un sistema que, por lo que dijeron, cada vez cuenta con más usuarios y votos.

Hasta aquí lo que fue la presentación, en la que también se difundió un vídeo explicativo con detalles sobre el programa, todo un poco plúmbeo y sin debate posterior (hubiera estado bien). Creo que hay algunos puntos oscuros, y un optimismo un tanto desmesurado hacia las posibilidades de este tipo de herramientas. Primero, porque las cuestiones que se lanzan a debate y futura votación ya vienen previamente dadas y cerradas por las administraciones. Segundo, porque no tengo claro, y creo que la gente tampoco, qué tipo de legitimidad ampara tales decisiones. Y tercero, en última instancia, que se generen estos cauces depende de la voluntad de los gobernantes, no de la sociedad civil.

Cosas que han pasado en el mundo durante este verano y que afectarán a Europa

Es imposible ya eso de ‘estar desconectado’. Quien dice «me voy de vacaciones para desconectar» no está siendo sincero… o nunca ha estado realmente conectado. Otra cosa es que posiblemente observemos la realidad a través de un velo de indiferencia más grueso, donde los sucesos nos sacuden menos: la distancia es mayor, más soportable, pero enterarnos nos enteramos, vaya que sí.

Aclarado esto, y sin voluntad de ser nada puntilloso, os presento cinco acontecimientos esos que ahora el bueno de Slavo Zizek dice que ya no importan por no sé qué del capitalismo que han sido noticia este verano (noticia de verdad, no pasatiempo estival) y que más han afectado o pueden llegar a afectar a Europa.

1. La amenaza de Estado Islámico y los roces con los aliados

En el mes de julio, el IE en esta entrada del blog de Pablo Suanzes tenéis toda la información y el análisis que necesitáis para entenderlos empezó a trepar por las portadas de los medios digitales. Este grupo terrorista ultrafanatizado, exhibicionista, radicalmente antimoderno arrasa el norte de Irak. Su naturaleza, una pesadillesca evolución de Al Qaeda, y sus métodos, una cierta pose posmoderna con la que hacen branded content del terror, inquieta a las cancillerías occidentales, con EE UU a la cabeza. ¿Y Europa? Pues precisamente sucede que a raíz de los ataques de IS se ha puesto en evidencia la distinta política que llevan a cabo los países europeos y EE UU cuando hay secuestros de por medio. Una política que básicamente se caracteriza porque unos (los países de la UE) pagan por rescatar a sus nacionales y otros (EE UU y también Reino Unido) no transigen con el chantaje (en este artículo del New York Times están las cifras), lo que conduce a desenlaces trágicos, como los de los periodistas recientemente ajusticiados James Foley y Steven Sotloff. Los 28 ya firmaron un protocolo que condena que los estados aflojen dinero a los terroristas, pero parece que no ha surgido mucho efecto por el momento. ¿Se tomará más en serio la UE su posición? ¿Cómo actuará la nueva jefa de la diplomacia exterior? ¿Habrá unanimidad, se actuará como bloque o divididos? ¿Debería Europa dejar de pagar radicalmente?

2. La guerra en Gaza y el alto el fuego

Cincuenta días de bombardeos y un alto el fuego frágil que, pese a la propaganda, no parece ser ninguna bicoca ni para Israel ni para Palestina. Durante más de un mes este verano, el foco de los medios de comunicación y de la comunidad internacional estuvo puesto en la pequeña franja de tierra bombardeada por el Ejército israelí. Una operación militar que ha causado más de 2.000 muertos entre la población de Gaza y una nueva escisión entre partidarios y detractores de Israel, así como de Hamás.  El último episodio sangriento de un conflicto enquistado, que además ha sido, por la parte europea, una postrera oportunidad para Catherine Ashton de redimirse al frente de la política exterior de la UE. Su actuación durante y después de la crisis ha sido la condenar la violencia, pedir la reanudación del proceso de paz y vagas promesas de asumir un mayor papel en Gaza. Un desempeño escaso, al decir de muchos, que esperaban esta vez una UE más enérgica en sus críticas a la guerra y una diplomacia menos contemplativa. Así pues, lejos de servir, al menos, para comprobar si los modos de la política exterior europea estaban cambiando (a mejor), la guerra en Gaza ha vuelto a demostrar que Europa reacciona tarde y sin vigor cuando se trata de liderar la opinión internacional.

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3. El desplome de la economía brasileña

La UE es el destino principal de las exportaciones e importaciones de Brasil. Además, las empresas europeas son las que más tecnología transfieren a Brasil y América Latina. Con esta relación de dependencia mutua, y a pesar de que entre ambos no existe un tratado de libre comercio, el bache económico que experimenta Brasil salvo el último dato de crecimiento, que ha sido positivo, los dos anteriores situaban al país en recesión técnica puede suponer un hándicap para Europa, inmersa en una guerra comercial con Rusia de consecuencias imprevisibles. En uno de sus últimos servicios como presidente de la Comisión, Barroso visitó Brasilia el pasado mes de julio (cuando los datos macro de Brasil ya estaban en cuestión) para acelerar las conversaciones entre ambos para alumbrar un TLC. ¿Ralentizará o por el contrario acelerará este acuerdo la actual situación de incertidumbre del gigante latinoamericano?

4. ‘Gatopardismo’ en Turquía

Con el proceso de adhesión a la UE en vía muerta, y tras un año complicado donde la conflictividad social ha sido la norma, Turquía ha llevado a cabo un cambio de cromos en su jefatura de Estado (un poco a la manera de Rusia). El hasta ahora primer ministro Erdogan ha sido elegido nuevo presidente. Se establece así una continuidad con lo que ha sido el último decenio de la vida política turca, si bien la figura del presidente en la forma de gobierno del país es muy secundaria respecto a la del primer ministro (una naturaleza que según la oposición Erdogan quiere pervetir para hacerse con mayor poder efectivo). Aunque la desdeña, todo lo que sucede en Turquía importa a Europa. Prueba de ello fue la pronta felicitación de Van Rompuy a Erdogan, que vino acompañada de una suave recomendación: la de mantener «el papel conciliador» (lo que suena un tanto melifluo, visto lo visto) al frente de una nación con evidentes problemas de convivencia. Con estos antecedentes, habrá que seguir de cerca cómo reacciona la UE, con su renovada diplomacia, a los envites de Erdogan y las posibles inestabilidades que se puedan producir.

5. La catástrofe humanitaria en Siria

Mientras los temas de actualidad se solapan, la guerra en Siria continúa implacable, entre cierta indiferencia y dejación por parte de todos (periodistas incluidos). Cuestiones de RR II aparte, la guerra siria ha provocado ya la huida de 3 millones de refugiados (según los datos que publicó ACNUR a finales de agosto). Una cifra brutal, que se une a otras igualmente dramáticas, como el número de niños o cooperantes fallecidos a causa directa del conflicto. Una situación humanitaria sobre la que la UE debe cuanto antes hacer caso a las denuncias de ONG y otros colectivos y consensuar una posición clara, ya que nuestro continente ha sido y sigue siendo un muro para los refugiados: solo un pequeñísimo porcentaje de ellos son acogidos.

Imagen: Restos de una casa destruida en Mosul, norte de Irak, el 3 de septiembre del 2014, (EFE).

 

La ‘prueba del 9’ para Miguel Arias Cañete

Miguel Arias Cañete está a punto de ser comisario europeo. No el comisario que exactamente él hubiera querido ser, pero conocidos ya los nombres reunidos por Jean-Claude Juncker el reparto de vicepresidencias no ha sido muy beneficioso para los países del sur podrían darse por satisfechos. Aún así, el peso en cargos de España en las instituciones es cada vez menor según se suceden las legislaturas.

Cañete, presumiblemente, se encargará de una cartera menor, pero que acumulará mucho trabajo durante los próximos años. Buena parte del contencioso de la UE con Rusia se dirime en afrentas económicas. Dentro de estas, los asuntos energéticos, claves para una parte de los Estados del Este y para las propias exportaciones rusas, son la estrella.

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Esquema de los pasos que faltan para que eche a rodar la nueva Comisión (IMAGEN: Parlamento Europeo). Hacer clic para ampliar.

Pero antes, Cañete tiene que pasar un examen en el Parlamento Europeo, que en última instancia puede forzar al presidente de la Comisión a retirar a su candidato y proponer en su lugar a otro. Ha pasado ya alguna vez, aunque no es frecuente. Sucedió con aquel conservador italiano, Buttiglione, que tanto debate ¡europeo! levantó hace una década por sus declaraciones homófobas, y según una nota que me pasa la oficina del PE, con algún otro comisario más, lo que desconocía.

La cuestión es que sobre Cañete, que es un erudito de lo suyo más allá de la despiadada caricatura periodística, penden asuntos incómodos. Uno, sus resortes machistas durante la pasada campaña de las Europeas; otro de mayor calado políticosus vínculos con el sector privado, y en concreto su participación como accionista en la petrolera Dúcar. Los fastidiosos ‘conflictos de intereses’ que ya rozaron sin derribarle a Joaquín Almunia.

Retos y recomendaciones

Por esto, la comparecencia de Cañete en el PE, prevista para final de este mes, no será un sencillo trámite simbólico. Será interpelado por la comisión correspondiente del PE, la de Medio Ambiente, y tendrá que responder a preguntas sobre sus futuras responsabilidades. Por cierto, que el think tank Bruegel no ha tardado mucho en señalarle los deberes a Cañete. Os hago un breve resumen de lo que según Georg Zachmann le esperará, presumiblemente, durante los próximos cinco años.

Por un lado, los retos. Promover las «herramientas que mejoran el esfuerzo descarbonizador» del sector energético así como manejar las «divergencias en las actitudes de los estados miembros». En este sentido, Cañete tendrá que consensuar las políticas de los países del Este, cuya prioridad siguen siendo las energías más contaminantes, pero que les permite mantener la competitividad, y otros países, como Alemania, que prefieren seguir profundizando en las energías alternativas, pese a su coste.

Por otro lado, las recomendaciones, que pasan por combatir el cambio climático en todo el mundo (Europa como abanderada de las nuevas energías), «mejorar las tecnologías bajas en emisión de carbono» y, quizá lo más importante, «consensuar una posición común» de cara a la Cumbre sobre el Cambio Climático que se celebrará en 2015 en París.

Actualización: Este jueves eldiario.es ha publicado un documento con la declaración de bienes que Cañete ha presentado para su cargo europeo. En este documento el exministro de Agricultura admite tener una participación del 2,5% en Ducar S.L. y Petrologis Canarias S.L, dos petrolíferas. Aquí la declaración de ingresos completa.

 

Por curiosidad o por necesidad: cursos para profundizar en los estudios sobre Europa

Como me acusan a veces, no voy a decir que sin razón, de caer en el intelectualismo y en asuntos que nadie entiende, aprovecho el comienzo de curso académico para traeros un post de servicio. Cualquier edad es buena para iniciar, retomar o completar estudios relacionados con la Unión Europea.

Existe una amplia variedad, para todas las necesidades, capacidades y disponibilidades (sobre todo de tiempo y de dinero). Alguno peca, creo, de un exceso de optimismo respecto de las posibilidades futuras de encontrar un trabajo, pero también es cierto que la UE es un monstruo tan enorme que la tutorización, a cualquier nivel, se hace cada vez más necesaria. Os presento varios.

  • Máster en la Unión Europea por la UNED

La Universidad Nacional a Distancia (UNED) oferta un máster de un año de duración (ampliable bastante ajustado en precio, alrededor de los 1.600 euros en el que se puede optar por dos ramas de especialización, dependiendo de si se sigue un itinerario con asignaturas de Derecho o de Economía/Políticas. El máster se compone de dos semestres, un primero con asignaturas obligatorias (genéricas, pero que sirven para entrar en arena, como XXX  XXXX) y otro segundo con optativas (hasta cuatro, a elegir entre alrededor de 10). Aquí, más información de las asignaturas y los plazos. Si no queréis hacer el Máster (60 créditos), podéis optar por el Diploma de Especialización (30 créditos) o el Diploma de Experto Universitario (15), si bien estos dos últimos cotizan menos a la hora de lucir currículum.

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  • Cursos sobre la UE del Ministerio de Asuntos Exteriores

Se trata de cursos trimestrales gratuitos ofertados por el Ministerio de Asuntos Exteriores desde el año 77 y dirigido a ciudadanos españoles licenciados con buen conocimiento de inglés y disponibilidad. Los cursos se llevan a cabo previa admisión (que se decide en el ministerio en función de criterios académicos) y los alumnos admitidos que superen un índice de asistencia del 90% y lleven a cabo un trabajo sobre una de las materias relacionadas con el programa (acción exterior europea, instituciones, el papel de España en la Unión, etc.) recibirán un diploma acreditativo. Los profesores del curso son altos funcionarios y académicos de diferentes universidades que imparten estudios europeos. Desde su creación se han impartido 109 cursos académicos. Al comienzo del año 2014 se inauguró el Curso número 110, según la información que proporciona el Ministerio.

  • Curso sobre las instituciones de la Unión Europea de la Universidad Digital

El Parlamento Europeo, a través de su Universidad Digital, ofrece una serie de cursos online gratuitos que analizan el funcionamiento de diferentes instituciones comunitarias. Se trata de cursos gratuitos (‘El Ordenamiento Comunitario: Las fuentes del Derecho Comunitario y su relación con los Ordenamientos Nacionales’, las ‘Instituciones de la UE’ y ‘Funcionamiento del PE’) y tutorizados de una duración de 25 horas cada uno. La matriculación es libre en cualquiera de ellos, o en los tres a la vez, y el horario para su realización es libre.

  • Master en derecho de la UE en la Carlos III

La Universidad Carlos II oferta un máster especializado en directo, de un año y medio de duración y 90 créditos, para formar a juristas que quieran especializarse en derecho comunitario. El plan de estudios consta de 7 asignaturas obligatorias, a las que deben añadirse 12 créditos optativos, que amplían los conocimientos comunes. El plan de estudios incluye 30 créditos de prácticas externas tuteladas además un trabajo final de máster que denominan  ‘Due Diligence’ (6 créditos) en el que al alumno se le pone un caso teórico práctico sobre asuntos transnacionales que debe resolver para completar la formación.

  • Introducción al Derecho Comercial Europeo en Coursera

La red Coursera ofrece varios cursos que tratan el tema de la UE, algunos no están disponibles actualmente, pero otros sí. Es el caso del que os presento, que está patrocinado por la Universidad de Lund y tutorizado por el profesor Jörgen Hettne. El curso, para el que no se necesita acreditación previa, pero sí es recomendable poseer conocimientos legales suficientes como para seguirlo con solvencia, dura 10 semanas y se puede finalizar, como suele ser común en los cursos ofrecidos por Coursera, de dos formas: una estándar y otra avanzada.

Chantal Mouffe y el populismo necesario

El término ‘pospolítica’ asociado a la Unión Europea no es nuevo. Aparece en textos más o menos académicos a poco que uno escarbe. La ‘postpolítica’ no es más que el estadio en el que ahora mismo nos encontraríamos. El de la disolución del conflicto político, donde las fronteras ideológicas entre la izquierda y la derecha cada vez están más difuminadas. La ‘postpolítica’ sería la versión refinada de aquello que algunos resumen en las siglas PPSOE.

Viene esto a cuento de una extensa entrevista con Chantal Mouffe. Una entrevista antigua, publicada en el mes de mayo por The European, y en la que la politóloga explica por qué defiende el populismo como una salida válida a la despolitización del espacio europeo. A los lectores del blog no os sonará nuevo. El argumento de que debemos aprender de los populistas ya ha aparecido en varios posts y en boca de personas más formadas y autorizadas para decirlo que yo.

Alexis Tsipras, líder de Syriza (EFE).

Alexis Tsipras, líder de Syriza (EFE).

Pero la Mouffe va más allá de reclamar la equiparación de las formas para exigir, como renovadora de las tesis de Carl Schmitt que es, el retorno del conflicto. Asegura en su línea de que el populismo es una dimensión necesaria de la política democrática que un populismo de izquierda (left-wing populism) es «la única vía para luchar contra el creciente éxito de los partidos populistas de derechas en Europa».

Una solución radical (entendiendo por radical lo que ella entiende, claro). Si el objetivo es «repolitizar» Europa algo que de tan reclamado y tan comentado está casi a punto de convertirse en lugar común hay que 1) crear un proyecto con el que los ciudadanos puedan identificarse 2) abandonar la neutralidad institucional y 3) recuperar la dimensión afectiva y pasional de la política. Dice:

Para mí, la política democrática tiene que ver con la creación de un demos, un poder colectivo. Esto es lo que el populismo está tratando de hacer y por esto no considero que el populismo sea algo necesariamente antidemocrático. Sin embargo, necesitamos preguntarnos cómo este demos necesita ser creado para así fomentar estas políticas democráticas. La gente debe saber si no quiere una Europa neoliberal.

Cito el pensamiento de Mouffe, con la que a veces he estado de acuerdo, no porque lo comparta, sino porque entrelíneas de su discurso se pueden vislumbrar las ideas políticas de algunos partidos, caso de Podemos, al que habitualmente se le endosa el adjetivo populista creyéndolo un insulto, cuando en realidad es muy posible que sus miembros lo exhiban con orgullo razonado.

* La entrevista completa (en inlgés) con Chantal Mouffe.

* La versión PDF de uno de sus libros más celebrados, El retorno de lo político.

M. Huguet, historiadora: «Europa debe buscar relatos de historia comparada que superen el marco de las historias nacionales»

Como periodista estoy pendiente demasiado fastidiosamente pendiente de la actualidad europea. Cada minúsculo acontecimiento elevado a la magnitud de cambio histórico fundamental. El trabajo diario de periodista oculta muchas rutinas y predispone, si no se le pone remedio, a la miopía. Como historiador, busco otra forma de enfrentarme con los hechos, dotándolos de armazón teórico y de una perspectiva (temporal y temática) distinta, espero que más profunda, y no lo digo por superioridad intelectual: camino a menudo por ambas orillas.

En este afán, siempre tengo presente, valga la redundancia, las lecciones de la Historia del Tiempo Presente, aquella disciplina historiográfica que trabajé siendo alumno del fallecido profesor Julio Aróstegui y por la que siempre me he sentido atraído. Como ya escribí hace unos meses, considero urgente desde el campo de la historiografíauna aproximación a Europa (a la Europa de las últimas dos décadas) que ayude a pulir autoengaños, analice las conexiones de las diferentes memorias del continente y actualice el discurso heredado de la guerra fría, que aún pervive incluso en nuestro lenguaje politológico diario (el recurso a los postsoviético, del que suele quejarse Anne Applebaum).

De todo esto tenía ganas de hablar con una de las mayores especialistas en Historia del Presente que hay en España, la historiadora Montserrat Huguet, profesora de la Universidad Carlos III y autora de un buen puñado de trabajos sobre el tema. Con modestia Montserrat me escribió que las respuestas no eran importantes, que las preguntas eran lo principal, y que no hacía falta que las publicara si consideraba que no me encajaban.

Pregunta. Cuando hablo de la historia del tiempo presente a personas que no son historiadores suele haber cierta confusión, y me cuesta explicar los argumentos que la hacen diferente al periodismo o a la historiografía contemporánea convencional. ¿Cuál cree usted que sería la mejor definición?
Esa confusión se da en muchos historiadores también. No es fácil entender la idea del presente como historia porque se aparta de lo que suponemos es de sentido común: la compartimentación del tiempo en pasado, presente y futuro, de modo que la historia solo pueda ser una narración del ayer. El problema es el modo en que está arraigada la forma del tiempo en la concepción de la vida humana con la que nos manejamos cotidianamente. Ahora bien, si partimos de la idea de inexistencia del presente en sí mismo, pues todo presente que se identifica como tal ya ha dejado de serlo, entonces nos resulta más sencillo comprender la idea de una historia del tiempo presente. ¿Qué investiga o narra la historia del presente? Empecemos por excluir lo que no hace. No narra la historia reciente o del mundo actual –aunque muchos historiadores denominen historia del tiempo presente a sus relatos históricos correspondientes a las décadas que siguieron a la II Guerra Mundial. Propiamente dicha, la Historia del Tiempo Presente se ocuparía de identificar las singularidades históricas con las que se identifican las generaciones en curso, los elementos que definen la época, la naturaleza del cambio histórico. Se trata pues de una historia muy conceptual que completa los discursos de otras formas dentro de la historia contemporánea.

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P. ¿En qué punto se encuentra hoy la historiografía que aborda el tiempo presente? La historia actual depende, más que otro tipo de historia, de la coyuntura política y del acceso a fuentes. En este sentido, ¿qué trabas tiene el historiador del tiempo presente hoy en día?
La historiografía que aborda las cuestiones del tiempo presente arrancó en Europa –España no la seguiría hasta más tarde– en Alemania, Francia o Gran Bretaña, durante los años ochenta. Tuvo un momento muy destacado, en la década de los años noventa porque convenía a la identificación de las transformaciones globales de la sociedad de la información y del conocimiento. Algunos historiadores se volcaron en indagar a propósito de este tipo de relato histórico que permitía tocar aspectos de la teoría de la historia tales como la memoria o la relación entre el tiempo y el espacio. Las formas y soportes del discurso en sí mismo eran objetivos a indagar y estupendos investigadores españoles dieron algunas de las claves más interesantes en esta manera de mirar la historia. Por no olvidar ningún nombre fundamental de quienes han teorizado sobre el presente como historia, cito solo al profesor Julio Aróstegui, lamentablemente desaparecido. Hoy sin embargo en España se ha enfriado el empuje inicial de aquella investigación que habría de dar nombre a esta rama de la historia. Muchos de los así llamados representantes de esta corriente, hacen en realidad historia reciente o actual, historia internacional, historia comparada referida a épocas recientes, etc –estudios indispensables por otra parte y hartamente complicados. Pero no abunda el interés por ahondar en la historización del presente en curso o de los presentes pasados.

P. La historia del tiempo presente es una disciplina historiográfica relativamente joven, ¿cómo ha ido evolucionando en los últimos años? ¿Qué nuevos retos que hace una década no presenta, hoy son cuestiones ineludibles?
Han sido no pocos los avances en este terreno de la historia en tanto disciplina de estudio. Destaca a mi juicio la toma de conciencia de sujetos renovados propios del presente consensuado por las sociedades, tales como el género, la identidad del grupo, la cultura, la sociedad internacional, etc. que décadas atrás apenas rozaban el relato histórico. También se han dedicado muchas páginas a la diferenciación y complementariedad entre los conceptos de memoria e historia, a la polémica sobre si la implicación del sujeto histórico en la narración de su propia historia, al relativismo y valor de las voces de autoridad en el discurso. Importantísimos los debates que minimizan el peso de las nociones de neutralidad y verdad en favor de las de implicación y verosimilitud en los discursos de la historia en curso. Incluso, se han incorporado nuevos formatos al relato del presente: los audiovisuales y la red. Sin embargo, pese a todos estos cambios en los modos de hacer de la Historia del Presente, queda aún lo más importante: que el historiador sea capaz de aunar teoría y relato de la experiencia, en un discurso sencillo y útil, capaz de llegar al gran público.

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P. Con el cuestionamiento, que no es nuevo, pero sí más enfático, de la Transición española, ¿de qué forma puede contribuir la historia actual a su problematización histórica? ¿Con qué herramientas?
Las historias de la Transición española, tanto la oficial –trazada al hilo de los acontecimientos y que forma el núcleo del dogma– como los intentos siguientes de relectura de los procesos y la revisión de los discursos elaborados con fines de identificación nacional en el tiempo de la Transición, obedecen a lo que es habitual en la historia escrita de todas las naciones. Hasta aquí España no se ha comportado de modo distinto al resto de los países de su entorno en los discursos ofrecen primero un relato y afianzan creencias en la mentalidad colectiva hasta que, pasado un tiempo generacional más o menos establecido, dichos discursos son revisitados y vueltos a escribir. El proceso siguiente, ya en curso por otra parte, pasa por la comparación de las experiencias españolas, por su inserción en discursos de tipo general, que afectan a otros países en el último tercio del siglo XX. Puesto que dos de las generaciones que protagonizaron la Transición son generaciones aún vivas, resulta muy útil a su estudio la metodología de la Historia del Presente. Sin ir muy lejos, la Historia del presente ha depurado el uso de testimonios y fuentes orales que no deben perderse o recuperado archivos en formato no escrito. La cuestión de los archivos es vital. España es un país muy singular en este aspecto en relación a su entorno, precisamente por el celo de la custodia sobre los archivos públicos que los hace inaccesibles incluso para tiempos que hoy ya son remotos. Esta peculiaridad, de la que también se quejan amargamente los hispanistas extranjeros, obstruye y retarda la tarea de la Historia.

P. Y hablando de Europa, ¿cómo analizan los historiadores del tiempo presente los acontecimientos del continente en los últimos años? ¿La crisis de la deuda, la troika, etc. son hechos que podrían servir para configurar un nuevo esqueleto histórico?
Aunque a los no historiadores pueda parecerles extraño, los historiadores del presente no actúan frente a la actualidad en curso a modo de reporteros inquietos. Son los periodistas quienes tienen esa función, indispensable por otra parte para los historiadores. Los historiadores saben que los «hitos» reseñables en el presente, por ejemplo la crisis de la economía mundial de finales de la década pasada, que se ha cebado peculiarmente con las regiones meridionales de Europa, tal vez o tal vez no están constituyendo el centro sobre el que hacer pivotar su relato. Y no es que el paso del tiempo minimice la importancia de las cosas invariablemente, en absoluto. Lo que los historiadores han de evaluar son los rasgos que harán perdurable en la memoria y en el relato histórico unos hechos con respecto de otros. Europa, es bien sabido, no vive su mejor momento histórico por lo que hace al proyecto político y el diseño económico con que fue edificada a mediados del siglo XX. Al historiador le preocupa en este caso entender si esta fragilidad de la invención Europa se corregirá conduciéndola hacia los viejos cauces, o bien no es más que la antesala de un modelo nuevo, de una refundación adecuada a las condiciones actuales del continente o su disolución sin más. La larga historia de Europa enseña que todo es posible. Los modelos del pasado más o menos remoto están ahí, para ofrecernos posibilidades de prospectiva. Y luego está el peso de lo imprevisto, el gran sujeto de la historia con el que nadie cuenta pero que siempre se presenta a la hora de la cena. La Historia del Presente mira con respeto y atiende cada vez con más interés los efectos de lo no previsto en el desarrollo de la historia, de ahí que piense en la incertidumbre como un factor principal en la previsión del relato.

P. Las narrativas sobre el pasado europeo son dispares y están tan atomizadas como sus ciudadanos. El sur contra el norte, las élites contra los ciudadanos, los deudores contra los acreedores. ¿cómo modelar una historia común del presente que atienda a todos los sujetos y actores y que al tiempo no sea solo una revisión más compleja del discurso periodístico?
Cada país europeo tiene su propio relato nacional. En cada relato se perciben los elementos narrativos que ayudaron a constituir las naciones de acuerdo al momento histórico en que se realizaron. Aunque parezcan diferentes entre sí, casi todos los relatos nacionales guardan gran similitud entre sí, pues la mayoría se fraguó en el siglo del Liberalismo y de las Revoluciones. En todos ellos se percibe por ejemplo la presencia de un enemigo exterior –el país vecino, por ejemplo– que da sentido al esfuerzo nacional. Para modelar una historia presente en la que los miembros de Europa se reconozcan y sientan cómodos es preciso primero organizar relatos de historia comparada que superen el marco de las historias nacionales. En la historia comparada emerge lo que une y separa, los elementos singulares y los comunes, los así llamados estratos de la experiencia histórica, con sus múltiples protagonistas y dinámicas. Desde la historia comparada puede eliminarse la tendencia de las historias nacionales a mirarse como excepción.

Jaume Vallcorba, una educación europea

Lo mío con Acantilado fue amor a primera lectura, aunque luego pasó bastante tiempo antes de atreverme a comprar una de sus ediciones. Las miraba, las deseaba, pero a mi huraña condición de maniático ahorrador (porque euros para libros sí tenía, para fundar una editorial no, pero para libros sí) le dolía gastarse un dineral en cada uno de aquellos volúmenes primorosos. Después lo he racionalizado diciéndome que quería posponer el momento.

Dos títulos de Acantilado que andan por casa. (N.S).

Dos títulos de Acantilado que andan por casa. (N.S).

Era falso: por aquel entonces los sacaba y leía de la biblioteca, algo ajados y ya profanado ese papel color hueso que tanto placer da aprisionar. En fin, que tardé bastante en tener mi primer Acantilado (¡afán de posesión!), pero cuando llegó –La filial del infierno en la tierra, qué maravilla– ya no paré… hasta llegar a pensar, con cierta satisfacción, que trabajaba únicamente para poder comprar los libros editados por Jaume Vallcorba.

Porque mi educación europea, mi cortísima erudición, le debe casi todo a los autores que Vallcorba publicaba y que ya no hará más. Me alegra observar que es un pensamiento común, que no estoy solo. He leído homenajes agradecidos que destacan en este hecho: los libros de Acantilado nos abrieron a lo mejor de la república de las letras que ha dado nuestro continente en 500 años. Así lo escribe, por ejemplo, Ramón González Férriz en su cariñoso elogio del finado en Letras Libres, y así lo afirmo también yo, aunque sea algo peor y algo más tarde.

¿No sabéis por dónde empezar y queréis una selección de libros? Os daré la mía, aunque itinerarios haya tantos como lectores. A todos los Joseph Roth, claro, y a todos los Zweig, por supuesto, añado un poquito de Danilo Kis, otro poquito de Montaigne (un mucho, en realidad), otra cucharada de Philippe Ariès, Tucholsky (la cita que encabeza el blog la extraje de un compendio de sus crónicas), Fumaroli, Schnitzler o Zbigniew Herbert. Ensayo, novela, poesía. A todos ellos, y a muchos más, los leí con una emoción inédita y guardo su forma y su fondo como un tesoro íntimo. Aunque ya lo dicho, lo estupendo, lo que más reconforta, es saber que no soy el único.

A Santos Segurado, que tanto los habría disfrutado.