Europa inquieta Europa inquieta

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Enrique Barón: «Decir que esta es la peor crisis de Europa es una falta de respeto»

Con la construcción europea y la Transición española cuestionadas, se podría esperar (incluso comprender) un gesto torcido de Enrique Barón (Madrid, 1944). No lo tiene. Este socialista lo fue casi todo cuando todo estaba por hacer, y ahora que lo hecho parece desmoronarse, utiliza su verbo pedagógico y su cultura política para justificar —con una sonrisa aniñada y envolvente— que la Historia tiene sus propia lógica.

Enrique Barón, en el despacho de su casa de Madrid. N. S.

Enrique Barón, en el despacho de su casa de Madrid. N. S.

La edad y el retiro otorgan un aspecto profesoral a quien fue, eminentemente, un hombre de acción. Una mutación engañosa, aunque quizá justa en un políglota con una formación académica inaudita en su generación. Barón, que en menos dos décadas pasó de la oposión franquista al Gobierno de Felipe González y de ahí a presidir el Parlamento Europeo, se ve a sí mismo como un «heterodoxo fiel», un europeísta de lo concreto con un panteón donde conviven Primo Levi y el Acta Única, Jean Monnet y el Tratado de Roma.

Hace muy poco que Barón publicó sus memorias, tituladas —de la única manera posible— Más Europa, ¡unida! (RBA, 2013). Se trata de un libro minucioso en lo técnico y lo fáctico, sin las inoportunas concesiones a las confidencias chismosas ni a la nostalgia individual (tampoco a la peor nostalgia de todas: la generacional). Barón parece lo que es: un servidor razonable de la idea de Europa; ayer en Bruselas, hoy —ya fuera de foco— donde le reclamen.

Me recibió el viernes pasado en su casa de Madrid, en un pequeño despacho, en el cuidado desorden de quien no quiere que le toquen jamás sus cosas: ni libros ni maletines ni fetiches. Por doquier, los cuadros de su mujer, Sofía Gandarias, que son de una belleza imponente. Y, por encima de todo, su biblioteca: Jan Patocka, Zweig, Stendhal… Fisgando con la mirada, discretamente, me vino a la memoria la de aquel profesor socialista de Las invasiones Bárbaras, Rémy. Otros tiempos.

Pregunta: ¿Necesitan las nuevas generaciones definir su propio pasado respecto a Europa? ¿Urge encontrar un relato diferente del pasado que esté realmente vinculado a las vivencias y aspiraciones de los jóvenes y que otorgue una nueva legitimidad simbólica a un continente unido?

Respuesta: Cada generación necesita construir su propio relato, y también tener su propia comprensión de la historia. Como decía Goethe, cada generación debe merecer lo que ha heredado, la parte buena, pero también saber lo de la mala. Por ejemplo, las próximas elecciones europeas de 2014 se celebrarán en el centenario del comienzo de la Primera Guerra Mundial. Hay que mirar hacia el futuro, pero hay que saber cómo fue el pasado y cómo lo hemos cambiado.

P: ¿Cuáles son las raíces históricas, si realmente se pueden llegar a aislar, de la actual desafección ciudadana hacia Europa? La quiebra del consenso europeísta… ¿tiene que ver más con la coyuntura económica desfavorable o bien con razones más profundas relacionadas con el agotamiento, incluso a nivel de las mentalidades colectivas, del pacto fundacional de la Unión Europea?

R: Europa es la casa en la que vivimos, pero está a medio construir. Es el primer proyecto de democracia supranacional en la historia. Hemos pasado de 12 socios a 28, y hay lista de espera. Hemos conseguido ciudadanía y moneda. Pero aún tenemos que rematar la unión económica y política. Por eso tiene sentido aún hablar de proyecto. En España, la incorporación Europa está muy ligada a nuestra Transición. Igual que en Alemania e Italia, que consolidaron sus democracias, en su momento, mediados se siglo pasado, alrededor de Europa. En estos momentos de duda y crisis hay reacciones pasivas y populistas antieuropeas, cierto. Pero hay que tener en cuenta un dato. El eurobarómetro de este año muestra que la confianza en la UE ha bajado, pero la confianza en nuestro Gobierno y nuestro parlamento ha bajado todavía más. Estamos en crisis con nosotros mismos.  En cualquier caso, la opinión mayoritaria sigue siendo que para salir de la situación en la que estamos hay que contar principalmente con Europa.

P: ¿Cuál es el problema con las élites europeas? ¿El estancamiento actual de Europa se debe de algún modo al fracaso manifiesto de dichas élites que históricamente han conducido y condicionado el proceso de integración?

R: Todos los llamados ‘padres fundadores’ tenían una característica común: habían compartido lo que se denomina la guerra civil europea (las dos guerras mundiales) y haberlas sufrido, incluso desde bandos enfrentados. El caso más paradigmático es el de Robert Schuman. Ministros de Asuntos exteriores de Francia en los años 50, pero antes soldado alemán en la Primera Guerra Mundial. Ellos, estos ‘padres fundadores’, trataron de enmendar la historia superando el marco del Estado nación y sobre todo el nacionalismo excluyente. ¿Los que están hoy en el Gobierno están a la altura de los que les precedieron? Yo no digo que aquellos fueran mejores o peores, pero sí se puede decir que estuvieron a la altura de las circunstancias. Hoy, en cambio, creo que la reacción ante la crisis no ha tenido en cuenta el espíritu europeo. En los últimos tiempos se ha hecho todo con cuarto de hora de retraso.

P: Usted, en sus memorias, cita a Tony Judt a propósito de la socialdemocracia. Judt fue un excelente historiador europeo, pero también un intelectual muy crítico con cómo Europa había construido su memoria del pasado, la brecha Este y Oeste y algunos puntos de la integración europea. En un ensayito de 1995, Judt hace un alegato a favor de la relegitimación del Estado nación al tiempo que alerta de que la Unión Europea no puede ya prometer de forma realista a sus miembros un futuro tan seguro y tan próspero como su pasado, que es una ilusión engañosa e insensata. ¿Está de acuerdo?

R: Judt era un militante socialdemócrata, es cierto. Yo, cuando hablo de los desafíos de Europa, siempre sitúo a Europa en el contexto mundial. Es algo que no se suele hacer. Parece que vivimos en una burbuja, y eso no debería ser así. Somos solo el 7% de la población mundial. Los europeos tenemos que saber que vivimos en un mundo diferente y más competitivo. Tenemos el 50% del gasto social y somos todavía la primera potencia comercial del mundo. Si queremos seguir diciendo a nuestros hijos que podrán disfrutar de este modelo, debemos darnos cuenta que el mundo es diferente. Hace unos meses, un grupo de dirigentes de la China comunista me dijeron: “¿ustedes los europeos tienen un estado del bienestar demasiado desarrollado?”. Nuestra respuesta a esa pregunta tendría que ser una exhortación a que copien nuestro modelo. Lo que planteaba Judt es cierto, nuestro desafío se sitúa fuera, en lo que hoy sería el contexto del G-20, eso hay que tenerlo presente. No podemos conformarnos con un punto de vista ombliguista y esperar a que otros nos arreglen los problemas. Los rasgos de civilización europea son estos, tenemos que ser conscientes de ellos y defenderlos.

P: En el campo de las relaciones internacionales, ¿cómo valora el giro asiático de EE UU –encarnado, entre otros, por el nuevo secretario de Defensa, Chuch Hagel– y cómo puede afectar a las relaciones con la vieja Europa? ¿Ha perdido Europa, precisamente en uno de sus momentos más críticos en 60 años, el apoyo de la administración estadounidense?

R: En primer lugar, en términos económicos y comerciales, incluso de visión del mundo y de seguridad y defensa, la relación bilateral entre EE UU y la UE sigue siendo la más importante. El eje transatlántico es crucial. ¿Qué los estados unidos han quitado presencia militar en Europa? Hombre, pues menos mal… Eso significa que Europa ha dejado de ser el mayor frente de posible guerra convencional y nuclear. Cuando cayó el Muro de Berlín, la mayor concentración de tropas estaba en suelo alemán. Hace un mes salió el último tranque americano de este país. Europa, es verdad, ha redescubierto Asia hace poco tiempo, y lo ha hecho más tarde que EE UU. Pero no creo que EE UU nos vuelva la espalda.

P: ¿Cómo califica usted los años de presidencia del Parlamento Europeo de Martin Schulz? ¿Le ve como un futuro líder de la cosa europea?

R: Yo he trabajado mucho con Martin Schulz, fue mi sucesor en la presidencia del grupo socialista. Tengo amistad y estima por él. Es un tipo que choca un poco con la imagen estereotipada que tenemos del alemán. Es muy vehemente y muy luchador. Está haciendo una buena presidencia del PE. Él ha dicho que le encantaría ir a por la presidencia de la Comisión. Yo solo puedo decir que, si hubiera estado en su situación, habría hecho lo mismo.

P: Yo estaba en la universidad cuando se discutía sobre la Constitución europea. Recuerdo que se organizó una semana de debates. Dos profesores, uno a favor y otro en contra, moderaron las discusiones. Fue el aula magna de la Facultad de Historia de la UCM, y no fuimos más de 10 alumnos durante los días que duró. ¿Qué fallaba en aquel texto? ¿Tarde o temprano habrá que elaborar y someter a referéndum algo parecido? ?Es necesaria la simplificación?

R: Sí, yo creo que hay que ir a un proceso de simplificación, por una razón evidente: hemos ido entrelazando un espíritu común a base de ir fraguando el cemento y poniendo encofrados. La Constitución europea eran dos cosas: principios, valores y objetivos, los tres primeros artículos, y la carta de derechos fundamentales. Todo eso eran noventa y tantos artículos. El resto de artículos, que se incorporaron en una noche, lo formaban los tratados vigentes, que es lo que deformó la Constitución hasta más de artículos. Esto dificultó mucho la comprensión del texto y fue el germen de su fracaso. Luego, además, está el tema de los referéndums. El ‘no’ francés fue muy desgraciado. Por dos motivos, por el resultado en sí y porque se produjo en Francia, un país con una relación compleja con Europa, mitad basada en el europeísmo y mitad repleta de chovinismo. A mí me tocó recuperar los restos de la Constitución en el Tratado de Lisboa. Estamos pagando todavía las consecuencias de aquel fracaso, porque se perdió un impulso unitario que podría habernos evitado muchos de los malentendidos posteriores. El problema  de la ruptura de la confianza entre nosotros es fundamental y viene de allí.

P: Es partidario del adelgazamiento político del funcionamiento de la UE. Que Europa adopte una estructura bicameral clara, con el PE como poder legislativo, el Consejo como segunda cámara y la Comisión como órgano ejecutivo. Hay ciudadanos, en España y otros países, que reclaman cambios en el sistema representativo (una de las reivindicaciones del 15-M es abogar por una democracia directa). ¿No va Europa hacia algo que una buena parte de sus ciudadanos ya dan por superado?

R: Bueno, ya veremos lo que hacen entonces cuando ellos, los que protestan, lleguen al poder. Movimientos como el 15-M muestran la vitalidad de la sociedad, y yo los saludo. Dicho esto, una democracia de 47 millones de personas, como es la española, se organiza solo se puede organizar como una democracia representativa. No se puede organizar como la democracia de la Atenas del siglo V Antes de Cristo ni como los Concejos abiertos del Reino de Castilla. Pero hay una cosa que es cierta, y es que el Tratado de Lisboa contiene un punto, que también estaba en la fracasada Constitución, que es muy vital. Se trata de una afirmación de la democracia participativa, que no es una democracia directa, pero es complementaria. La democracia participativa se adapta a una realidad más viva, pero eso no significa que la naturaleza humana haya cambiado. Ese es el camino, que la democracia representativa venga ayudada de la participativa. Lo otro, la democracia directa, está bien, pero se trata de algo un poco presuntuoso.

P: Usted fue un protagonista de la Transición y también de la construcción europea. Últimamente, la primera es denostada —hay una generación de españoles que por diversos motivos ha dejado de sacralizar en muchos aspectos aquellos años— y la segunda también es criticada por no haber sabido prever mecanismo de cohesión que evitaran la actual crisis. ¿Qué hay de ventajista en estas críticas? ¿Se pudo hacer mejor? ¿Qué factores históricos lo impidieron?

R: No digo que sean críticas ventajistas, pero sí a toro pasado. Se puede valorar cuales fueron los sacrificios, pero en la Transición no hubo pacto de silencio, de la Ley de Amnistía al debate constituyente: no hubo pacto de silencio. Es verdad que en la Historia uno trabaja con los mimbres que tiene a mano y unas relaciones de fuerza y unas posibilidades concretas. En Europa pasaba algo parecido. Éramos conscientes que dábamos el paso en términos exclusivamente monetarios, y algunos así lo advertimos. La unión monetaria, si no venía acompañada de una unión económica, era peligrosa. Cuando llegara una crisis asimétrica, como la actual, lo pasaríamos mal. Y así ha sido. Pero en las épocas de vacas gordas casi nadie se preocupa de ello. Los Estados y la Historia, además, tienen su propia lógica.

P: En sus memorias se define como un «heterodoxo leal». Tal y como están conformados ahora los partidos, su nivel de burocratización, es posible que alguien con sus características ascienda hoy en política?

R: Si no hay un cierto grado de heterodoxia y capacidad de crítica, mal veo las cosas. Uno de nuestros problemas, en la sociedad de hoy, es cuestión de los partidos, que son en definitiva los pararrayos de la situación política y económica. El grado de anquilosamiento y de artrosis que se está produciendo en los partidos es muy grave. Hay que abrir las ventanas. Para empezar, con primarias. Y hay que evitar que esto sea una casta que se defiende a sí misma.

P: Hace poco, durante la presentación de la campaña informativa de cara a las Europeas de 2014, usted intervino en un acto en la sede del PE en Madrid. Allí dijo algo que pocos políticos, incluso pocos periodistas, dicen «esta no es la peor crisis que ha vivido Europa».

R: Cierto. Cuando uno ve o recuerda lo que era Berlín en el año 1945 o Madrid en 1939, decir que esta de ahora es la crisis mayor que ha vivido Europa es desmesurado y una falta de respeto. No se puede decir que la actual que es la crisis más grave. Además, y después de todo, como dijo Jean Monnet, Europa se hará a través de crisis.

7 comentarios

  1. Dice ser jose

    Si hombre… y contra mas atras te vayas peor. Y hablas de crisis despues de una guerra. Si aqui hubiese habido una guerra ya estariamos todos muertos.

    Una cosa es decir lo que piensas, y otra diferente es decir lo que se puede decir y lo que no se puede decir.

    02 octubre 2013 | 10:40

  2. Dice ser Crisis inventada por la clase alta

    Dudo mucho que una persona de clase alta empiece a echarle las culpas a las gentes de su clase social; aquellos que han hecho diabluras en Wall Street, los que se llevan sus dineros a paraísos fiscales, la carga de trabajo a países del tercer mundo, los dineros públicos que han birlado y las comisiones que han recibido. No, esa gente de clase alta le echará la culpa a la China roja, al cambio climático o al feldespato.

    02 octubre 2013 | 11:17

  3. Dice ser no somos ni los peores ni los mejores

    También dicen algunxs que amamantar en público es una falta de respeto y todo parece tan relativo, tan anacrónico, tan represivo, cuando se ven teles en otros países, más allá de los Pirineos, don desaparecen tales preceptos…
    http://www.paparazzigr.tv/post/ollandikitv.html

    02 octubre 2013 | 12:15

  4. Dice ser Fin del R-78

    Si, es la peor crisis que hemos conocido y todo gracias a vosotros y vuestro régimen del 78. Ojalá paguéis por todos aquellos que han acabado en la indigencia o han escogido el suicidio como opción.

    02 octubre 2013 | 13:22

  5. Dice ser akmv

    Comparar la situación actual contra una postguerra…. vamos todo un crack el pavo este.

    Puestos a decir, podemos hablar de Europa en el 42, plena guerra mundial, que seguro que era una «crisis» peor para Europa que en el 39.

    02 octubre 2013 | 14:11

  6. Dice ser Madrizeleño

    En la Karl-Marx-Universität de Leipzig aprendí lo mal que te puede sentar la digestión con esos alimentos que en ningún parque vas a encontrar reposo ni en ninguna noche descanso con esas ideas de izquierda aplicada al aparato estatal e impuestas al pueblo alemán y programadas por gente como Fu Manchu, Boris Karloff y la Merkel.

    02 octubre 2013 | 14:59

  7. Dice ser Pelus

    Interesante entrevista a una persona más que informada de todo lo acaecido en España y Europa en los últimos 40 años. Como en todo hay opiniones que se pueden compartir y que no. Personalmente, como considero que estamos viviendo una guerra mundial financiera, no me parecen tan desacertadas las comparaciones con el 45 o el 39. Y os puedo asegurar que yo no tendré curro, ni dinero, pero que lo estoy pasando bastante menos mal de lo que lo pasó mi padre en los 40 y 50.

    03 octubre 2013 | 03:13

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