Hace dos años (hay que ver cómo pasa el tiempo), me hacía eco en este blog de un interesante reportaje de El País en el que se criticaba el incremento del volumen en los discos recientes. Citando como ejemplo álbumes como el sublime «Songs for the Deaf» (grabado, es cierto, a un volumen infernal), el artículo denunciaba que el perjudicado es siempre el oyente, que pierde una enorme gama de matices cuando los niveles de decibelios se disparan de forma descontrolada.
Hace unos pocos días, la web de la estadounidense NPR Music ponía sobre la mesa un estudio pormenorizado en un interesante reportaje que no hace sino certificar lo que muchos notamos en nuestros tímpanos: los discos cada vez suenan más y más altos. ¿El motivo? Tratar de que las canciones destaquen en las radios sobre otras grabadas a volumen más bajo. ¿La consecuencia? Una guerra estúpida entre productores, un «a ver quien le mete más chicha» que no hace sino empobrecer la calidad de los productos musicales de hoy, ya de por sí bastante maltrecha.
En el siguiente gráfico (ampliable aquí en pdf) podéis apreciar la evolución de canciones de éxito desde 1979 a 2009, desde temas de los Be Gees o Michael Jackson a otros actuales de Lady Gaga o Justin Timberlake. En el punto más álgido de esta batalla de niveles se encuentra «Death Magnetic», el más reciente disco de Metallica y «uno de los más ruidosos de la historia», según el estudio.
¿Qué pensáis de esta guerra de volúmenes? ¿La habéis percibido? ¿Os importa? ¿Os la trae floja? ¿Qué os han traído los Reyes Magos?