En este país estamos perdiendo el juicio. Sentar en el banquillo a alguien por cualquier manifestación artística debería ser cosa del pasado. Pero no. De cuando en cuando, algún juez con la cabeza en otra época sale a la palestra para llevar a cabo acciones tan ridículas como la que pretende encausar a Javier Krahe por explicar hace un lustro «cómo cocinar un Cristo». Es lógico que haya a quien le ofenda, pero a muchos también nos ofende el fundamentalismo de algunos y su afán por decirnos cada dos por tres cómo debemos pensar, obrar y vivir. Sin ir más lejos, el de la organización que ha interpuesto la querella, cuyo lema es «Cristianizando el Derecho, Cristianizando la Sociedad». Siempre bajo su propia manera de entender el cristianismo, claro. Pues no, oigan. Ya estamos suficientemente cristianizados. Con todo lo bueno, y todo lo malo que eso tiene. Dejen al derecho, y a la sociedad en paz. Y que cada cual juzge, piense, obre y viva por sí mismo.