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El niño que no sonreía nunca

Clara Noguer, médico anestesióloga  de Médicos Sin Fronteras en Lulingu, República Democrática del Congo (RDC)

Yuma tiene 6 años y no sonríe nunca. Es un niño muy delgado, de ojos enormes y mirada brillante. Llega al hospital doblado de dolor. Parece que tiene algún problema en el abdomen; no disponemos de pruebas complementarias pero consideramos que no puede esperar, hay que operar de inmediato.

El niño espera paciente de pie en medio del quirófano mientras lo preparamos todo. No dice una palabra. Le pinchamos y le volvemos a pinchar, es difícil encontrarle una vía. Yuma ni se mueve, la frente se le cubre de perlas de sudor y finalmente le asoman un par de lágrimas, pero no se queja.

La intervención es mucho más compleja de lo que todos esperábamos. Hace poco que Yuma tuvo fiebre tifoidea. Parte de sus intestinos quedaron afectados por la enfermedad que le provocó múltiples abscesos que se perforaron y derivaron en una peritonitis grave. Es sorprendente como ha podido aguantar hasta este punto cuando su abdomen es un auténtico desastre. Y pensar que ha venido caminando más de 30 km a través de la selva de la mano de su abuela, que ha aguantado días y días de fiebre y dolor, sin prácticamente comer ni beber. Su fortaleza es increíble.

La fiebre tifoidea es una enfermedad bacteriana que se transmite al ingerir agua o alimentos contaminados con heces de personas infectadas o portadoras. Los niños son especialmente susceptibles tanto esta infección como a la presencia de complicaciones y al riesgo de deshidratación severa provocada por las diarreas. El tratamiento precoz con antibióticos reduce radicalmente la gravedad, la duración de los síntomas y las complicaciones. La falta de hábitos higiénicos y de agua filtrada o purificada, hace endémica esta enfermedad en regiones como esta.

Asimismo, el difícil acceso a los servicios de salud implica un diagnóstico y tratamiento tardío o incluso inexistente. Esta enfermedad tiene más incidencia en contextos de desplazamientos de población y campos de refugiados, por las dificultades que presenta el consumir agua en condiciones de higiene apropiadas y la falta de estructuras sanitarias.

Como consecuencia, en RDC no es extraño encontrar casos como el de Yuma, en los cuales la falta de acceso al tratamiento conduce a la presencia de abscesos intestinales y perforaciones digestivas, complicación típica de esta infección y que entraña una gravedad extrema con un importante riesgo vital asociado, necesitando intervención quirúrgica de urgencia.

Cirugía complicada
La intervención se prologa durante más de tres horas, su condición clínica es precaria y la cirugía difícil, pero después de mucho esfuerzo conseguimos terminar la operación y llevarlo a la sala de recuperación. Al principio le cuesta un poco despertarse, pero finalmente abre sus ojos. Con el semblante agotado, parece que no tiene fuerzas ni para quejarse. Desorientado busca algún rostro que le resulte familiar. Lo dejamos descansar tranquilo acompañado de su abuela. Ahora viene la parte más difícil de todas, los intestinos que han tenido que ser resecados y suturados tendrán que cicatrizar bien, si no el peligro de que haya una nueva perforación es alto, y no creo que aguante una complicación tal. Desgraciadamente, su estado nutricional es malo, ahora tendrá que pasar varios días en ayunas, y eso no juega nada a nuestro favor.

Me quedo vigilando sus constates vitales hasta que se hace de noche. Es hora de volver a la base. Ahora mismo no podemos hacer más. Nos centramos en calmarle el dolor que le produce la herida que cruza su vientre desde el esternón hasta debajo del ombligo, darle fluidos y antibióticos por vía intravenosa. Solo nos queda cruzar los dedos y ver cómo evoluciona, las primeras 24 horas serán claves.

Paso la noche sin sacármelo de la cabeza, pegada a la radio por si algo se complica. Afortunadamente, amanece y no he recibido ninguna llamada, espero que signifique buenas noticias. Y efectivamente lo son. Acudo directamente a la sala de cirugía a verle, y me encuentro con un niño fatigado de ojos llorosos, pero sin rastro de fiebre. La herida tiene buena pinta y sus constantes son normales. Respiro aliviada, primera batalla ganada aunque soy consciente que no hay que confiarse. Estamos lejos de pensar que está fuera de peligro, pero me invade una oleada de optimismo.

Yuma resiste
Los días pasan. Yuma está cada vez más delgado, pero resiste. Al rato lo encontramos acurrucado en una hamaca fuera de la sala, incluso se le puede ver dando algún paseo, siempre colgado del brazo de su inseparable abuela. Después de hablar con los médicos locales, conseguimos que acepten empezar a darle de comer después de una semana. Se le ilumina la mirada cuando le ponemos delante un plato de insípido arroz blanco con alguna verdura. Siete días en ayunas, una gran intervención quirúrgica tras días y días de fiebre e intensos dolores, un pequeño cuerpo frágil de 15 kilos luchando con uñas y dientes contra una gran infección. Parece increíble que todo esté yendo tan bien.

Un día, Yuma vuelve a quejarse de dolor, la herida empieza a tener mal aspecto, entre los puntos de sutura empieza a salir algo de pus. Para el equipo es un jarro de agua fría. Ya no contábamos con que algo saliese mal. Antibióticos, vigilancia y curas, solo podemos hacer esto.  El niño, después de tantos días, se ha convertido en un veterano, una parte más de la rutina hospitalaria. Cuando llego cada mañana lo primero que hago es ir a verle, chocarle la mano y llevármelo con su cara seria y resignada a cambiarle el apósito.

Finalmente, después de casi un mes ingresado, Yuma está listo para ser dado de alta. La infección se ha resuelto y cada día tiene mejor aspecto; no debemos prolongar más su ingreso. Con una mezcla de alegría y pena, le decimos a su abuela que pueden marcharse. Ella asiente y se va a envolver todos sus trastos en una tela que cargará sobre su cabeza durante el largo camino de vuelta a casa. Mientras, me quedo sentada en el suelo con el niño que no sonríe nunca. Justo antes de marchar, nos damos la mano como hacíamos cada día. Pero hoy es diferente, se anima, sonríe y me echa los brazos al cuello, se me encoge el corazón y no puedo evitar que se me salten las lágrimas.

Les acompañamos hasta la puerta del hospital. Me quedo embobada viéndolos alejarse por el camino, queriendo guardar para siempre esta foto en mi retina. La abuela, con una mano sobre la cabeza equilibrando su equipaje y la otra enlazada con la de su nieto Yuma, el niño con fuerza de titán al que finalmente vimos sonreír.

7 comentarios

  1. Dice ser amigo de Phamton

    Yo creo que no sonríe por que le han dicho que es negro y morirá siendo eso………….un negro

    28 diciembre 2016 | 20:03

  2. Dice ser Ignotis parentibus

    pARA ENCONTRAR NIÑOS DE ESOS NO NECESITAS SALIR DE ESPAÑA NI TAN SIQUIERA DEL BARRIO EN QUE NACISTE O VIVAS.

    29 diciembre 2016 | 10:40

  3. Dice ser Sergio

    Es triste como vuestras vidas pueden estar así de vacías (comentario 1 y 2). Para el 1 no merece ni una contestación… para el 2… por supuesto, pero es muy fácil criticar y no hacer nada… en todos los sitios hay dramas y cada uno elige donde quiere y puede ayudar…

    A ti, solo puedo decirte una cosa… GRACIAS!!!

    29 diciembre 2016 | 16:42

  4. Dice ser ana

    pero como puede existir gente como vosotros comentario 1 y 2…comentario 1 no entiendo como hay gente como tu con esa manera de pensar bobo tenias que pasar tu hambre o que te pase algo así para que te des cuenta…para el 2 seguro que hay gente de aquí que no esta ni 1/4 que esos niños.

    Me duele tanto escuchar estas historias que en la época en la estamos los niños tengan que estar enfermos por beber agua contaminada y aquí se usa el agua para todo y ellos no tengan acceso a algo tan necesario como el agua y tengan que caer enfermos. Este es el mundo donde vivimos y muchos cierran los ojos.

    29 diciembre 2016 | 17:05

  5. Dice ser byballo

    Tantos planetas en el universo y todos los tontos en este (Comentarios 1 y 2)

    29 diciembre 2016 | 19:03

  6. Dice ser amigo de Phamton

    Comentarios 3-4 y 5 iros a tomar por el culo anti blancos, a mi me importan una mierda los negros y cuantos menos queden mejor, estará Europa mas libre y sin tantas enfermedades pandemias y terrorismo
    Seguro que prefereís que coman estos que vuestros hijos.
    Lo dicho iros a la mierda y contra antes muráis mejor, sois el autentico problema

    29 diciembre 2016 | 19:26

  7. Dice ser Lo flipo II

    Si hago comentarios criticando las incongruencias del diario, me borran el comentario en 3 segundos, haces comentarios racistas y delictivos y no se borran, ni por su puesto se denuncian. Aqui hay que poner correo, no solo para bloquearte, si no para denunciar tambien ¿eh?
    Que esto no es una pared en la calle, es una empresa con trabajadores y RESPONSABILIDADES legales. Lo dicen bien claro,» ante un hecho delictivo: denuncia» no vasta con borrar los comentarios.

    29 diciembre 2016 | 20:36

Los comentarios están cerrados.