Una jugadora del Metz francés, ataviada con una falda de juego (20Minutos)

Permitidme que para hoy, cambie el nombre de la sección. No tiene mucho sentido hablar de ‘camisetas’ cuando de lo que hablo hoy es de faldas.

Es un tema algo polémico en el que se mezclan varios conceptos: marketing, moda, deporte y sexismo. El caso es que desde hace unos años, el balonmano femenino ha registrado, sobre todo en nuestro país, un importante avance entre la afición. Los directivos no han querido desaprovechar este impulso y fue en Francia donde primero se conoció este asunto.

Fue cosa de Thierry Weizman, el presidente del equipo femenino del Metz. Hace un par de años, decidió que el uniforme de sus jugadoras incluiría una falda, en lugar del tradicional pantalón. Según Weizman, la idea era llevar ‘glamour’ a la competición. En un paso más allá, inventó un uniforme rosa para los partidos de fuera de casa.

La idea tuvo buena acogida, hasta el punto de que otro equipo francés, el Nîmes, también ha adoptado la prenda. E incluso se ha discutido que todos los equipos de la competición francesa llevaran la falda. Todo en pos de mejorar las cifras de seguimiento a este deporte.

Ante esta situaación, se abrió del debate. Muchas de las jugadoras se mostraron en contra. Sus argumentos, en mi opinión, tienen bastante sentido. Por ejemplo, Leah Terzi, jugadora del Dijon, cree que es reduccionista: «Sería considerar que los aficionados son sólo fans de las piernas bonitas, y no del deporte». Terzi, una de las que más en contra se ha mostrado a la medida, añade que «es sexista, nos degrada. En un partido no estamos por ser sexys o guapas. Estamos para ganar el partido».

Otro de los argumentos en contra es las dudas que ofrece el hecho de que la falda atraiga a más público. Explican algunas opositoras a la falda que el hockey hierba femenino no atrae a más gente por el hecho de que sus jugadoras lleven esta prenda. El debate está servido.

Os dejo con un vídeo de las jugadoras del Metz en acción:

Hasta mañana.