Entradas etiquetadas como ‘lideresa’

Las mujeres libanesas desafían su invisibilidad : la historia de Sarah

Por Francesca El Asmar

Quienes nos criamos en el Líbano hemos oído una infinidad de anécdotas sobre la guerra civil: historias de bandos enfrentados, de homicidios, de caudillos devenidos en líderes políticos. También hemos oído historias sobre las jóvenes libanesas que vestían los uniformes de la milicia, portaban armas y estaban al pie de la lucha. Sin embargo, nunca se habló de ellas en las clases de historia, en los libros ni en las interpretaciones sobre la guerra. Es por eso que me decidí a investigar a esas mujeres, dado que sus experiencias se han despolitizado e invisibilizado. La investigación se centra en las experiencias, las percepciones y la interpretación de su propia historia, bajo el argumento de que es imposible comprender adecuadamente la guerra civil libanesa sin reconocer su  dinámica de género.

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Soy Lolita…

Por Aura Lolita Chávez

…Aura Lolita Chávez Ixcaquic. Vengo de K’iche’, donde nací, territorio donde he mamado ser defensora con rebeldía, resistencia, con grandes inspiraciones de Kamal de revolucionarias y revolucionarios, soy semilla que camina hacia la vida en plenitud.

Aura Lolita Chávez Ixcaquic

Aura Lolita Chávez Ixcaquic

Soy madre de dos seres bellos a quienes amo, soy maestra, soy defensora de la vida y de territorios, integrante de un movimiento de pueblos, el “Consejo del Pueblo K’iche’, por la defensa de la Vida, Madre Naturaleza, Tierra y Territorio” (CPK), que esta articulado al Consejo del Pueblo Maya, que reúne a comunidades de los departamentos de El Quiché, San Marcos, Huehuetenango, Quetzaltenango, Chimaltenango, Sololá y Totonicapán, en Ixim Ulew “Guatemala” Ubicado en Abya Yala “América” en el cual no sólo defendemos nuestra vida. Defendemos también el territorio, la expresión de nuestra historia, nuestra identidad, nuestro idioma.

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Lo que sí cambia: mujeres campesinas al frente

Por Carolina ThiedeCarol 2013-1

Mientras marchaba por el centro de Asunción (Paraguay), junto a una multitud variopinta de sindicalistas, hombres y mujeres del campo, estudiantes e indígenas, vi subir a la tarima central a Cynthia González, joven lideresa campesina de 23 años. Ella iba a pronunciar uno de los discursos centrales de la protesta contra el Gobierno de Horacio Cartes, convocada al cumplirse un año de su gestión.

Quienes luchamos por la igualdad de género en Paraguay y en tantos otros lugares sabemos que el trabajo necesita ser radical, pero también cotidiano y persistente, básicamente porque los avances son lentos. Por eso es bueno reconocer y festejar lo que sí cambia. Eso pensé emocionada cuando escuché a Cynthia, esa chica tan joven, hablarle con toda su fuerza a las miles de personas movilizadas.

La lideresa campesina, Cynthia González, durante la manifestación del 15 de agosto de 2014 en Paraguay contra las políticas del Gobierno de Horacio Cartes. (c) Luis Vera

Cynthia González durante la manifestación del 15 de agosto de 2014 en Paraguay contra las políticas del Gobierno de Horacio Cartes. (c) Luis Vera

Desde su tarima, Cynthia exigió tierra y trabajo para el campo, denunció las fumigaciones con agroquímicos que envenenan comunidades enteras y la violencia estatal que permite el asesinato impune de campesinos, cuyo máximo ejemplo es el conocido caso Curuguaty. Su rostro decidido me reflejó el de tantas otras jóvenes campesinas, que pelean por un futuro que no las obligue a huir de sus tierras. Cynthia habló en nombre de la CONAMURI, organización de mujeres campesinas e indígenas que lleva 15 años de trayectoria rupturista en un espacio donde los dirigentes suelen ser hombres.

Paraguay es un país marcado por una historia de desigualdad en la tenencia de tierra, fruto de las «tierras malhabidas» apropiadas irregularmente durante la dictadura militar y el avance desmedido del agronegocio, que actualmente expulsa a familias y jóvenes del campo a los cinturones de pobreza de las principales ciudades. Por eso la lucha campesina organizada es el puntal de resistencia antisistema que nos da esperanza.

La visibilidad de sus líderes mujeres no se queda en lo simbólico. La Federación Nacional Campesina, una de las organizaciones rurales mixtas más poderosas del país, está liderada hoy por una mujer, como consecuencia de la promoción de liderazgos femeninos y la generación de políticas de género al interior de este y otros espacios organizativos. Muy diferente a lo que pasa en los partidos políticos, progresistas o conservadores, y en los cargos electivos: sólo 16,8% de parlamentarias en Paraguay.

Creo que el cambio real llega desde abajo, desde la gente que trabaja por ese otro mundo posible. Por eso tantos campesinos organizados en Paraguay entienden, no sin dificultades, que la defensa de la tierra y su derecho a cultivarla pasa también por la igualdad para las mujeres, esas «avanzadoras» que transforman el mundo.

 

Carolina Thiede es responsable de Comunicación de Oxfam en Paraguay. Feminista porque cree que lo personal es siempre político. Pregunta todo el tiempo «¿ya firmaste por Curuguaty?«

Desde Colombia: más allá del dolor

Por Sole Giménez Sole Giménez

Hoy escribo desde la tranquila ciudadela amurallada de Cartagena de Indias después de una semana inolvidable en Bogotá visitando y conociendo de primera mano la problemática de la violencia sexual dentro del marco del conflicto armado.

Me cuesta poner palabras a las intensas emociones que hemos vivido todos los que hemos tenido la suerte de hacer este viaje al corazón herido de las mujeres colombianas. Porque ¿cómo explicar sólo con unas cuantas palabras todos los matices, todas las historias, todo el dolor, el sufrimiento, la frustración, el miedo, la angustia y la rabia que estas mujeres nos han transmitido no solo de palabra sino con sus gestos comedidos, sus miradas, sus silencios preñados y sus lágrimas?

Ellas que representan a cientos de miles de mujeres, niños y niñas que el fuego abrasador del conflicto armado ha ido quemando en esta tierra los últimos casi sesenta años, nos han hecho ver el poco valor que tiene la vida cuando hay una tierra rica y deseada, cuando una ideología, unos intereses comerciales, unos valores patrióticos o un deseo de poder ciega a los hombres y los hace anteponer esas tristes razones a lo verdaderamente importante: las personas.

No importa demasiado el motivo, y en Colombia hay muchos, ellas aquí siempre han salido perdiendo. Han perdido sus casas, su tierra, sus familias, sus hijos, hasta el sentido de su propio cuerpo y su razón de ser.

Lo han perdido todo menos la esperanza. Sí, la esperanza es el brillo que hay en el fondo de sus fuertes miradas, esperanza de que lo que ellas han sufrido no le pase nunca a nadie más, esperanza de que todo al fin y al cabo puede y debe cambiar. Sólo es cuestión de tiempo y voluntad. Ellas han tenido el valor de superar el sufrimiento y hacerle frente uniendose y reforzandose las unas a las otras de tal manera que hoy en Colombia hay un hermoso entramado de asociaciones de mujeres  que crece día a día recogiendo todas y cada una de sus diferencias, tejiéndolas y  unificandolas en una sola voz.

Y esta voz es la que piden que sea escuchada en su propio país, por sus propios hermanos. La voz de las mujeres que se sienten y son más que simples víctimas olvidadas pues su voz lejos de quedarse sólo en el tan justificado lamento es una voz llena de ideas de futuro, de propuestas sociales, culturales incluso económicas y políticas  con perpectivas renovadas, de deseos de avances colectivos hacia el respeto, la integración, la rectificación y la paz.

Es una voz que ha sabido de alguna manera no quedarse en el rencor y el odio que suscitan los demonios del conflicto armado , si no que ha sabido dar un paso adelante hacia el necesario cambio de perspectiva que  traerá esta tan necesaria paz.  Ellas son la avanzadilla del cambio, el ejemplo a seguir, las heroínas de esta tierra colombiana que el día que sea capaz de enfrentarse a la verguenza que siente por los horrores cometidos, se dará cuenta que  ellas son su verdadera fuerza.

Mujeres valientes, aguerridas, con una fortaleza y una  voluntad inquebrantable que serian la envidia de cualquier país. Colombia entera debe escuchar sus voces cargadas de futuro y sentirse orgullosa de tenerlas aquí trabajando día a día por esta tierra y por sus gentes.

Colombia entera  ha de oírlas y por supuesto en este momento histórico de diálogo, sus propuestas y su ejemplo deben ser escuchados en Bogotá y en la Habana, en la tierra como en el cielo.