Reina de las serpientes y madre de Alejandro Magno: Laura Mas novela la vida de Olimpia

Fotograma de Alejandro Magno, de Oliver Stone (2004), con Angelina Jolie como Olimpia.

¿Qué sería cualquier ser humano, del primero y más importante y al último y más significante, sin una madre? La respuesta es clara, nada. Y por eso, quizá, la periodista Laura Mas (Gran Canaria, 1989), tras sorprender con su debut La maestra de Sócrates, ha decidido enfocar a la madre de, probablemente, uno de los más grandes personajes de la Historia, Alejandro Magno. Lo ha hecho en su última obra, Olimpia (Espasa, 2022).

Apenas conocida, más allá de lo perfilado en algunas novelas y películas (como la de Olvier Stone de 2006, con Angelina Jolie en el papel) como una madre intrigante y calculadora, Mas ha convertido a Olimpia en voz y protagonista de su propia vida. Con esta reina de la mano, la autora logra dar un giro a su narrativa, quizá no en época, como en tono y ritmo: de una novela más intimista y filosófica, a una historia más oscura, adentrándose en la intriga cortesana.

Mas recorre su historia desde que de niña esta princesa de Epiro es prometida a Filipo de Macedonia, su turbulento matrimonio, su relación con sus hijos, sus intrigas en Macedonia y su reino natal y la difícil relación con los amigos, amantes y generales de Alejandro.

Hay varios aciertos en la construcción del personaje central de esta novela. El primero es no permitir que, pese a su especial relación con su hijo Alejandro, éste no fagocite a su madre. Olimpia es un personaje local, frente a su hijo, global para la época, y Mas así lo dibuja: logra el personaje imponer su historia, su relato, sus intrigas, más allá de las de su descendiente, y eso favorece a diferenciar, a hacer única la novela. El segundo es dotar a Olimpia de un poderoso trasfondo espiritual y religioso, configurado gracias a su relación con su religión y las serpientes (algo que por otra parte, coincide con lo que se sabe de ella). Funciona en un doble sentido: por un lado dando al relato un aura fantástica, que pega excepcionalmente bien con la época, y alejando un presentismo habitual en el género que construye personajes descreídos a la manera del siglo XXI, que sin duda había en la época, pero que me temo que no resultaban tan frecuentes como en las novelas.

Pero, sobre todo, Mas acierta en reconstruir una Olimpia llena de matices y de claroscuros sin necesidad de enjuiciarla. La Olimpia de esta novela es alguien pasional, enamorada, protectora, insaciable, implacable y cruel, según los momentos. Es una personaje llena de aristas, capaz de lo peor y lo mejor, del máximo triunfo y del más terrible dolor, pero los juicios los deja para el lector, con tino. No pretende ser una fábula con moraleja, sino una novela y eso se agradece.

Por lo demás, la autora se aleja del estilo más reflexivo de La maestra de Sócrates para acercarse a un relato en primera persona más cerca del thriller político y la intriga cortesana y familiar. Logra con ello ofrecer una novela más directa, más vibrante, que funciona en los momentos álgidos y en los más tranquilos. Que se bebe y se disfruta acompañando a una personaje difícil hasta lograr la difícil meta de hacerla comprensible y empatizar con ella.

La novela concluye, y tampoco es ninguna sorpresa, con la muerte de Alejandro. Con el dolor de una madre que creía haber parido un dios, pero que al final descubrió que, como todas las madres, había creado un hombre. Y en ese dolor de Olimpia, todos los lectores la acompañamos.

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