Un viaje en viñetas a la batalla de Essling, la primera gran confrontación que Napoleón perdió

Por Pablo Lozano es director del Festival Internacional de Cómic Europeo (en Facebook,  Twitter e Instagram) y colaborador especializado en cómic histórico en XX Siglos. Le podéis seguir en Twitter, Facebook e Instagram, y escuchar en el podcast de cómic La buhardilla de Venger.

Estos días han estado cargados de conversaciones alrededor del cómic. Me encuentro ahora mismo sumergido, entre otros temas, en la preparación de la décima edición del Festival de Cómic Europeo de Úbeda, que este año tendrá lugar entre el 13 y 15 de mayo. Conversaciones con autores, preparación del workshop con editores, reservas de stands para la zona comercial y editoriales e infinidad de cosas que solucionar para que todo esté a punto para una edición tan especial (podéis ver más información aquí).

Entre todo el maremágnum de cosas y recopilando información sobre un asunto de temática napoleónica que me traigo entre manos, decidí realizar una pausa para tomar un refrigerio y poder perder mi vista unos segundos en las diferentes estanterías cargados de libros y cómics de mi casa.

Mis ojos empezaron a buscar entre los lomos alguna obra vinculada con el período histórico al que había pedido un escueto “tiempo muerto”. Me fijé en una obra que había leído hace unos años pero de la que no recordaba mucho. Su nombre es bastante explícito La Batalla.

Entre sus creadores aparece quizás uno de los grandes dibujantes de época napoleónica y batallas con los que contamos actualmente en España como es el madrileño Ivan Gil. Pero también aparece el nombre del novelista histórico Patrick Rambaud.

Como pasa muchas veces, lo que empezó con la intención de ojear solamente algunas páginas, acabó sentándome en una silla y haciéndome releer el cómic una vez más pero con ojos diferentes.

‘La Batalla’

Patrick Rambaud es un autor francés que ha escrito varias novelas históricas. La obra La Batalla, que se publicó en 1997, fue premiada con el Premio Goncourt y el premio de novela de la Academia Francesa.

Como el propio autor explica esta novela era una obra que el conocido Balzac siempre quiso escribir y de la que hablaba regularmente. Balzac quería relatar la batalla de Essling desde el primer cañonazo hasta el último. Habló de este proyecto durante años y nunca llegó a escribir más de media línea. Decía que tenía que ser una novela muy visual.

Rambaud decidió continuar con la tarea de Balzac y realizó, primero la novela, que varios años después sería también adaptada al cómic.

En la novela nos hablaba del gran ejercito de Napoleón compuesto de franceses, españoles, portugueses, sardos, bávaros, hamburgueses, polacos, napolitanos, wurtemburgueses, croatas, eslovenos, daneses y quién sabe cuántas nacionalidades más que se enfrentaron al ejército austriaco y húngaro que había pasado a la ofensiva en el año 1809.

Esta Grande Armée de Napoleón se disponía a cruzar el Danubio por el inmenso puente flotante construido en una noche por los ingenieros franceses. Al otro lado del río, el archiduque Carlos y los ejércitos austriacos aguardaban, decididos a vengarse de la humillación de Austerlitz.

La batalla de Essling, en la que se centra principalmente la obra, es la primera gran batalla que Napoleón perdió. Nos relata las treinta horas de combates sin vencedores ni vencidos que se saldaría con más de cuarenta mil muertos. De los gastadores a los saltadores, de los húsares al estado mayor, de las murallas de Viena a las orillas del rio en plena crecida y los pueblos en llamas. Una descripción real y cercana de lo que supuso el conflicto y que Rimbaud quiso describir como si el lector fuera un cámara en el frente de batalla.

Este mismo espíritu, con la ayuda del guionista Richard y los dibujos de Gil, es el que encontraremos en este cómic.

Acción, acción y más acción

Partimos de la base que este cómic está principalmente dirigido a los amantes de las grandes batallas. Por su guion, trama y contenido tendremos en todo momento la sensación de encontrarnos dentro de películas como Black Hawk Derribado (2001) o El día más largo (1962).

Continuamente cambiaremos de ubicación dentro de la batalla de Essling, para conocer la situación y desarrollo de la misma. Nuestro protagonista, el coronel Lejeune, hará las veces de emisario y será el nexo de unión entre prácticamente todos los puntos del campo de batalla. También aparecerán otros personajes secundarios reales o creados expresamente para la obra, así como subtramas que también nos estarán aportando información sobre los puntos a los que Lejeune no alcanza a llegar, debido a que sería forzar demasiado la trama.

Personajes como Napoleón, Maséna, Bessieres estarán continuamente apareciendo en las viñetas para mostrarnos detalles o alimentar nuestra imagen sobre estos personajes. Lejeune tendrá que tratar con todos ellos ya que además es una persona allegada y perteneciente al estado mayor del corso.

Esto nos ofrecerá un conjunto muy amplio de personajes que quizás en algunos momentos será difícil recordar para el lector. Aunque tampoco es especialmente problemático ya que las muertes de oficiales, suboficiales…no pararán de sucederse durante todo el relato. Controlando un pequeño elenco de ellos será suficiente para no perder el hilo.

La visión de la contienda será contada casi en su totalidad desde el bando francés. Durante el relato iremos percibiendo la gran cantidad de errores y fallos que cometió Napoleón en su obsesión por tratar de cruzar el Danubio lo antes posible, a pesar de que las circunstancias no eran las más favorables.

La Ley de Murphy, que establece que si algo puede salir mal, saldrá mal, no había sido descubierta en 1809. Pero Napoleón había creído que su propia buena suerte superaría cualquier falta de ingeniería diligente o planificación operativa.

Napoleón tendrá que reconocer que perdió la batalla. Había perdido batallas antes, pero siempre había sido capaz de cubrirlas con propaganda. La escala del desastre de Essling, sin embargo, era tal que no pudo ocultarse. Acabará teniendo tiempo para recuperarse políticamente con la fuerza y control que ejercía sobre los medios de la época. Y en seis semanas sería capaz de hacer olvidar esta pérdida «menor» con una gran victoria en la Batalla de Wagram. Pero eso ya es otra historia.

Es verdad que todo cómic merece ser leído de una manera pausada, para disfrutar entre otras cosas del dibujo. Algunos más que otros, evidentemente.

En La batalla disfrutamos de un auténtico despliegue de rigor histórico, no solamente en el guion sino también en el dibujo. Iván Gil nos mostrará con todo detalle y con un estilo muy claro todos los uniformes, shakos, caballerías… sean más simples o complejas.

Atención especial a las escenas de batalla (que son muchísimas). Contienen un dinamismo que nos recuerda a muchos de los cuadros o láminas de ilustradores como Keith Rocco o a cuadros de la época. Evidentemente con un estilo propio de Gil.

Las grandes viñetas en las que observamos cargas de caballería, grandes formaciones en movimiento, asaltos, combates cuerpo a cuerpo o incluso escenas más costumbristas, son una auténtica gozada por la gran cantidad de micro escenas que contienen, provocando que nos detengamos a identificarlas o a descubrir otras historias en su interior.

Se ve que también Ivan Gil ha realizado sus deberes de búsqueda de información y documentación en apartados como los hospitales de campaña que se observan durante la contienda o mostrándonos las poblaciones de Aspern y Essling.

Colores y composiciones muy bien elegidos y que, desde luego, nos trasladan a las guerras napoleónicas de una manera cruda y sin miramientos.

Un cómic que ha recopilado la editorial Ponent Mont en un integral muy cuidado y con algún material extra interesante. Al final, para darnos a conocer detalles sobre la creación de la obra, incluyen un pequeño dosier.

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