El método Zueco: así prepara sus best-sellers el último gran autor de éxito de la novela histórica española

Luis Zueco. FOTO: DAVID CORROCHANO

Empezó fuerte desde sus inicios literarios, pero Luis Zueco, tras entrar dos años seguidos con dos novelas diferentes en la lista de novelas históricas más vendidas del 2020 y el 2021, podemos decir que ya está en el Olimpo de autores de éxito de la novela histórica española sin equivocarnos. El escritor aragonés ha ido cimentando su carrera poco a poco, pero escalando con cada novela un peldaño desde que debutara con Rojo Amanecer en Lepanto en 2011 hasta sus últimos éxitos como El mercader de libros y El cirujano de almas hace tan solo unos meses.

En el pasado Certamen Internacional de Novela Histórica de Úbeda, Luis y yo nos escapamos un momento de la ajetreada agenda del evento para poder charlar con tranquilidad un rato. Esta vez, no quería entrevistarle para 20minutos o para que nos contara en este blog cosas sobre su última novela, sino para que nos adentrara en su ‘cocina literaria’, en su forma de preparar novelas que le ha llevado hasta aquí.

Zueco lo tiene claro, su clave es seguir un «sistema de capas» al construir sus novelas. «Tienes que mirar al tipo de lector que quieres llegar», me explica: «Si tu novela solo tiene una capa, llegas a unos, pero pierdes a otros. Yo empiezo con la trama, que llegue al máximo público posible, y luego le voy añadiendo capas. Puede parecer sencillo, pero no lo es en absoluto. Es más fácil hacer novela histórica clásica destinada únicamente a los amantes del género que hacer para gente, que en principio, no es seguidora».

Las segundas capas de la que habla este escritor tienen que ver con «los misterios, los personajes, la ambientación». Esas capas van «añadiendo valor». «Por ejemplo, está el contexto histórico, y aquí tienes que ser preciso a la hora de ensamblarlo porque corres el riesgo de pasarte. Hay que coger el escenario y entender muy bien la época, porque hay que intentar traducírsela al lector, que sepa que está en la época, pero que no perciba que le estás metiendo una clase. Cuando empecé, metía demasiada historia, demasiado contexto y explicación, ahora trato de que todo sea útil y no ralentice».

Las terceras capas las describe como píldoras «para lectores muy curiosos», elementos o incluso subtramas que tratan de temas poco conocidos. Por ejemplo, en su última obra El cirujano de almas, un elemento de esta tercera capa fue el expolio de arte que los franceses ejercieron en la Península Ibérica o el tema de los partos en la época. «No están muy tratados y no son el eje de la novela, si no interesan demasiado al lector, quizá los perciba como algo anecdótico, pero a los que les interese sí que les enriquece toda la experiencia», asegura.

Le comento que, en sus novelas, siempre tengo la sensación que hay buscado temas que resulten cercanos o que conecten con los lectores de ahora. «Sí», confirma, «pero sin resultar presentista, buscas esos temas cercanos como gancho emocional, y es así porque pensamos que hemos cambiado mucho y no. No parece que haya tanta diferencia como marcan los 2.000 años que van desde el imperio romano hasta la Unión Europea. Los temas generales siguen siendo los mismos, hay temas nuevos, claro, y otros superados, pero muchos siguen ahí. Por eso la novela histórica sirve para comprender el presente, porque hay temas de hace 1.000 años que siguen en el debate público y es interesante llevar al lector a hace tres siglos y ver cómo se afrontaban esos mismos temas. No se trata de llevar temas actuales atrás, sino de buscar temas comunes».

«Puede parecer una idea sencilla», asegura, «pero hay que colocarlos bien». Y afirma que «un tema del siglo X o XII con una problemática ya totalmente superada no me interesa como novelista, quiero temas que perduren. Fíjate en la medicina, ¡hemos aplicado en plena pandemia recursos que ya se usaban en la Edad Media! Ha supuesto todo esto una cura de humildad», analiza.

FOTO: DAVID CORROCHANO

Este escritor confiesa que la búsqueda de la originalidad es una máxima que tiene y que le provoca no pocos dolores de cabeza. «Pienso en la Guerra de la Independencia y en El cirujano de almas: claro estaba Galdós, y la mayoría de editores dicen que no vende… Bueno, pues por simplemente por escribirla ya eres original porque hay poco. Pero hay que buscar los elementos originales, tratar de medicina estando ya publicado El médico, de Noah Gordon, te lo complica; escribir algo como El monasterio, estando El nombre de la Rosa, también. Hay temas que me interesan mucho pero que no escribo sobre ellos. Si veo que alguien se me adelanta con un tema o una idea lo descarto, para mi no tendría sentido publicarlo después. Me da miedo, todo eso», desgrana.

«Con El castillo me pasó justamente eso», confiesa. «Creo que es una novela que habría querido escribir más tarde, cuando tuviera más experiencia y siendo más conocido como escritor», afirma, «pero tenía la sensación que alguien iba a contar aquella historia más tarde o más temprano». Y cada vez, el margen se estrecha más y más, según este escritor: «No hay tantos temas originales y que interesen al gran público. Puedes descubrir rebuscando, pero que interesen de esta manera no hay tantos».

Zueco también ha hecho bandera de la mezcla entre misterio y historia en sus grandes éxitos. «La Historia es resolver siempre un misterio», responde rápido. Pero matiza: «Ha sido una evolución, en mi primera novela no había misterio, pero luego hice un thriller contemporáneo. En El castillo no había misterio, y lo hice conscientemente porque si lo metía la novela se me iba a ir de las manos. Las dos siguientes fueron todo de misterio. Depende la historia que cuentas, ella te lo demanda. El cirujano de almas lo pedía y encajaba muy bien. En la siguiente, hay menos, ya te lo puedo adelantar».

Y este escritor aragonés nos da una clave de porque la novela histórica lo aguanta casi todo. «La novela histórica no tiene que tener solo subtramas, tiene que tener ramificaciones, porque es como la Historia, lo toca todo».

Y añade, «otra cosa es la proporción, cómo y cuánto muestras de esas ramificaciones». Lo dice con esa media sonrisa franca que tiene, que parece indicar que, al menos de momento, el ha conseguido esa fórmula alquímica de la novela histórica.

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