Rubén Almarza: «Corea es la gran desconocida para España»

Fotograma de la serie coreana ‘El afecto del rey’ (NETFLIX)

Salvo la pequeña presencia del jesuita Gregorio de Céspedes en Corea durante la Guerra Imjin (1592-1598), los vínculos históricos entre el país asiático y España son casi inexistentes. Eso parece estar cambiando gracias al soft power cultural que el país asiático está exportando a todo Occidente, incluida España, y que se nota, cada vez más, en series, películas o música. Ese puede ser un aliciente interesante para el lector español para acercarse a la historia y cultura coreanas, según el historiador especializado en Asia Rubén Almarza que hace poco publicó Breve Historia de Corea (Nowtilus, 2021), un interesante y ameno relato de la historia de la península coreana desde la Prehistoria hasta hoy.

La historia de Corea ha estado marcada por su situación entre Japón y China, ¿cree que podrá salir de esa limitación y convertirse en un país central en ese eje?

En la actualidad, de hecho, hay más actores implicados. El gran problema que ha tenido la península de Corea ha sido su ubicación geográfica. Está conectada al continente a través de la región de Manchuria, que históricamente ha tenido una alta actividad militar. Por un lado estaban los diversos pueblos nómadas que han recorrido sus estepas, mientras que, por otro lado, diversas formaciones políticas de mayor o menor entidad quisieron ejercer algún tipo de influencia sobre la península. Además, la presencia china es incuestionable, ya que a través de reinos como el Sui (581-618 d.C.) o el Tang (618-907) se introdujeron en la península elementos clave de su cultura como el budismo. Más adelante, con reinos como el Yuan o Ming, los gobernantes de las diferentes formaciones políticas de la península aceptaron formar parte de la pax sínica, en forma de reino tributario. Se enviaban embajadas cargadas de productos a la corte china, que era correspondida, en la mayoría de las ocasiones, con una protección que alargó el vínculo entre China y Corea hasta finales del s. XIX. La relación con Japón ha sido tirante. Remontándonos más allá de la ocupación nipona y el establecimiento del protectorado en Corea a comienzos del s.XX, hay dos conflictos bélicos a destacar: en el s. XIII el ejército de Yuan, dinastía que gobernaba en China pero que tenía origen mongol, ya que el primer gobernante fue Kublai Khan, nieto de Gengis Khan, realizó desde la península de Corea dos intentos infructuosos de invasión al archipiélago nipón (1274, 1281). Más adelante, a finales del s. XVI, Toyotomi Hideyoshi, uno de los grandes unificadores de Japón, reunió un ejército considerable e invadió Corea en la conocida como Guerra Imjin (1592-98). La ocupación japonesa hasta el final de la II Guerra Mundial es una mancha demasiado grande como para ser sorteada. Por último, el final de este conflicto, que resultó en la división de Corea en un área de influencia soviética al norte del Paralelo 38 y un área de influencia estadounidense al sur del mismo añadió a dos actores sin los que sería imposible entender la historia contemporánea de la región: la URSS, ahora Confederación rusa; y los EEUU. Habiendo actualmente más actores, aunque ahora Japón haya sido relegado a mero observador, los cuales todos tienen mayor o menor interés en la región, la tarea de obtener cierta independencia política me parece complicado. El tiempo dirá.

Además de la partición, ¿qué puntos del pasado de las Coreas no han cicatrizado y siguen siendo conflictivos a día de hoy?

En especial, la ocupación japonesa es un tema especialmente delicado. Muchas mujeres fueron obligadas a ejercer como mujeres de confort a los soldados japoneses que estaban participando en la II Guerra sino-japonesa y durante la II Guerra Mundial. Es decir: se vieron forzadas a ser esclavas sexuales en condiciones especialmente extremas, con el objetivo de evitar amotinamientos entre los militares. Se creó toda una red de estaciones en las zonas ocupadas dentro de Corea, Manchuria y China. Se calcula que aproximadamente doscientas mil mujeres fueron víctimas de las fuerzas de ocupación. La represión y censura a los medios de comunicación fue una constante durante el periodo, controlando totalmente el discurso que se quería emitir a una población que, en su mayoría, no se lo creía. Incluso se llegó a prohibir enseñar coreano en las escuelas, y se intentó realizar una asimilación forzosa que fue un fracaso. En los últimos años se llevó a cabo un reclutamiento forzoso de ciudadanos coreanos para participar en el ejército japonés en escenarios como el de Manchuria. Por último, es importante señalar al Escuadrón 731, instalado en la ciudad china de Harbin, donde se realizaron experimentaciones con seres humanos, muchos de ellos coreanos. Sin duda, la ocupación es una herida que aún sigue abierta, y hay motivos para ello.

El contacto con las potencias occidentales, en el siglo XIX, como en China o Japón fue complicado y convulso como la expedición francesa de 1866 y el incidente del General Sherman de 1871, las campañas japonesas…

El caso japonés fue menos traumático, aunque es cierto que tenían como ejemplo lo que estaba ocurriendo en China tras la Primera Guerra del Opio. Potencias como Gran Bretaña o Francia forzaron al gobierno de la dinastía Qing (última dinastía reinante en China, de origen manchú) a aceptar condiciones que eran realmente abusivas en una serie de acuerdos que son conocidos como los Tratados Desiguales. De estos derivan acontecimientos como la cesión de Hong Kong al Reino Unido, cuyas consecuencias aún estamos viendo hoy. El caso japonés coincidió, grosso modo, con el fin de los shôgunatos (gobiernos militares que actuaban en nombre del emperador) y el comienzo del reinado del príncipe Mutsuhito, en la conocida como era Meiji. Pese a las resistencias que hubo, se entendió que era menos dañino negociar las condiciones que oponerse a ellas, y por ello las potencias occidentales fueron proclives a comerciar y a ayudar tecnológicamente a Japón, lo que ayudó a acelerar una industrialización que fue vital para entender su rápido crecimiento económico a finales del s. XIX y comienzos del XX. El ejemplo coreano es peculiar, ya que en un principio consiguen resistir los pocos envites que llegan desde fuera como la mencionada expedición francesa o el incidente del General Sherman, los cuales se componen de muy pocos efectivos que no representan ninguna amenaza para el gobierno coreano, el cual lleva a cabo un aislacionismo hacia el exterior, a excepción del comercio con China. Sin embargo, Japón realiza una campaña similar que sí consigue triunfar, ya que obtienen el pretexto para desplegar más contingentes, y con ello forzar a Corea a comenzar el aperturismo. A partir del I Tratado Japón-Corea de 1875, se irá viendo cómo en las siguientes décadas Corea va oscilando hacia Japón en contra de su voluntad, especialmente tras la I Guerra Sino-Japonesa de 1894-95, en la que China se ve obligada a reconocer a Corea como un Estado independiente y soberano.

¿Cree que será factible una reunificación coreana?

A día de hoy, lo veo especialmente complicado. Hay demasiados actores externos con intereses. Además, es interesante discutir qué modelo político sería el que debería imperar. Es difícil que se de un escenario así por diversas razones. Por un lado, ni Rusia ni China aceptarían tener en su frontera un país de corte capitalista y de influencia estadounidense, por lo que la presencia de la RPDC como Estado tapón sigue siendo necesaria. Además, China es el principal socio comercial de Corea del Norte, con todo lo que ello implica. Aparte, este escenario sólo sería factible mediante un colapso del gobierno de Kim Jong-un, algo que no parece que vaya a ocurrir a corto plazo, ya que cuentan con la energía nuclear que utilizan de forma disuasoria ante cualquier posible amenaza. Por otro lado, la RDC ha tenido un crecimiento en las últimas décadas especialmente destacable, convirtiéndose en una de las potencias económicas más importantes a nivel mundial, destacando en sectores como la electrónica. La diferencia económica y tecnológica entre ambas repúblicas podría ser un escollo que podría reducir el crecimiento del sur si tuviera que asimilar al norte. Sin embargo, las conversaciones entre ambos homólogos se han sucedido en los últimos años, incluyendo visitas a Pyongyang de Moon Jae-in, actual presidente de Corea del Sur. Este dirigente ha estado más abierto al diálogo que otros predecesores. Este diálogo parece haberse enfriado debido a todo lo ocurrido con la Covid-19. El futuro es incierto, ya que la legislatura de Moon Jae-in acaba en 2022 y no puede presentarse a la reelección, ya que la propia constitución de la RDC lo prohíbe.

El K-Pop, El juego del Calamar, Parásitos, Old Boy… ¿Por qué se ha puesto de moda la República de Corea y su cultura a nivel global en este siglo XXI?

Todas estas producciones se agrupan bajo el término hallyu, la conocida como ola coreana. Este concepto ha sido clave para entender la expansión de la cultura coreana, primero por el este de Asia por zonas como Japón o Taiwán, y más adelante por América y Europa. Es una combinación de elementos de la cultura tradicional con otros de la cultura popular, en una mezcla en la que sobresale por méritos propios el K-pop, los K-dramas y su cine. El pistoletazo de salida se dio en 1999, cuando el presidente Kim Dae Jung promovió una ley para la promoción de la industria cultural, invirtiendo más dinero dentro del Ministerio de Cultura y, gracias a ello, la calidad y la cantidad de sus promociones aumentó considerablemente. Producciones como Winter Sonata u Old Boy atrajeron la atención fuera del país, y Parásitos o El juego del calamar son el fruto de muchos años de grandes producciones con ideas novedosas que han situado a Corea del sur como uno de los países punteros en lo que a la producción audiovisual se refiere.

Rubén Almarza

De hecho usted termina casi todos sus capítulos hablando y glosando sobre la cultura que se ha producido durante los periodos que trata, ¿por qué?

Considero que es importante poner en valor la producción cultural, artística y literaria de todas las etapas históricas de la península. En Breve Historia del Japón feudal y en Breve Historia de la China contemporánea ya había epígrafes sobre la cultura de cada momento tratado, y es por una razón fundamental: la cultura es una representación fidedigna del sentir de cada momento. La cultura aporta un valor incalculable para poder entender la mentalidad y el contexto de toda una sociedad, ya sean artistas de la corte, escritores del campo o músicos actuales. Directa o indirectamente, todo tiene un valor intrínseco que es importante reivindicar. Debido a ello, se habla de las diferentes manifestaciones literarias, pictóricas, arquitectónicas, filosóficas musicales y, en los periodos más recientes, cinematográficas que ha producido Corea.

La historia en general de Asia ha despertado cierto interés siempre, por su exotismo, pero en los últimos años parece haberse disparado el interés por lo coreano, lo japonés, etc en España… ¿Por qué el lector español debería conocer más sobre la historia de Corea?

En el caso japonés y chino, hay un minúsculo pero importante nexo de unión con la historia de España, ya que hubo comercio con los gobiernos de estos países durante la expansión ibérica en ultramar, así como una presencia reseñable de misioneros jesuitas que contaron con mayor o menor fortuna. En el caso coreano no existe ningún vínculo, ya que la presencia jesuita se reduce a una pequeña presencia de Gregorio de Céspedes durante la Guerra Imjin. Sin embargo, el crecimiento del interés en esta área de Asia se debe, en mi modesta opinión, a la influencia que tiene el soft power de Japón, Corea del Sur y, en menor medida, aunque cada vez con mayor importancia, de China. Las producciones culturales en forma de anime, k-dramas, k-pop, cine o literatura es cada vez más notoria en las plataformas de streaming, de reproducción de música o en nuestras librerías, lo que hace que estas culturas se vuelvan mucho más accesibles de lo que eran hasta hace muy poco. Aunque uno no esté familiarizado con estas culturas, es muy difícil que no le suenen algunos nombres como Bong Joon-ho, Haruki Murakami, Zhang Yimou, Hayao Miyazaki o BTS. Por supuesto, la dependencia industrial que tiene Europa sobre estos países juega un papel igual de determinante.

En mi opinión, Corea es la gran desconocida para España. Si uno mira los itinerarios de estudios asiáticos en las universidades, los dedicados a Corea han sido creados, en su mayoría, en la última década. China siempre ha contado con mayor estudio, y Japón ha aumentado su presencia en las últimas décadas. Afortunadamente, Corea también esta consiguiendo un hueco importante poco a poco. La producción que hay sobre historia o política de Corea en castellano se limita, en su mayoría, a atender a su convulso s. XX. Breve Historia de Corea nace con el espíritu de ir más allá, de abrir una ventana al resto de la historia de la península y, de este modo, permitir al lector conocer otras etapas que podrían serle de interés. Como siempre digo en las introducciones y presentaciones de mis libros, lo que tienen en sus manos es una pequeña y modesta ayuda para familiarizarse con la historia y cultura de estos países, pero es el lector el que ha de decidir si quiere quedarse en la superficie o profundizar sobre algún tema concreto.

¿Cómo un historiador español como usted acaba especializándose en Asia?

Durante la carrera, me di cuenta rápido de que los itinerarios universitarios se resumían en tres ámbitos principalmente: España, Europa y América. Estos, a su vez, se subdividían en los diferentes periodos históricos que construían a estos territorios: la América precolombina, la presencia española, las independencias; la España pre musulmana, su presencia en la península, la «Reconquista», los Austrias, el s. XIX y el s.XX… Sin embargo, en mi caso, si quería aprender algo sobre la historia de Asia, o sobre la presencia ibérica en el este de Asia o Filipinas, me veía en la tesitura de recurrir a asignaturas optativas, como así acabé haciendo. Asistir a estas clases, unido al consumo de literatura y de anime que hacía, me animó a investigar sobre la historia de estos países y, de este modo, adentrarme en sus culturas, todas ellas ricas y singulares.

¿Cuál es su periodo, su hecho y su personaje favorito de la historia de Corea?

Diría que no podría ceñirme a un único periodo concreto. Lo cierto es que todo el proceso de desaparición de Joseon, la formación del Imperio de Corea y la ocupación japonesa son muy atractivos para mí, pero también lo son la Guerra de Corea y la historia de las actuales dos repúblicas. Como añadido, investigando las fuentes para este libro he descubierto un interés escondido para mí en la prehistoria de la península, algo que creo que se nota en el primer capítulo del libro. Elegir un hecho favorito es complicado, pero creo que me quedaría con tres por nombrar algunos: la Guerra Imjin que hemos mencionado anteriormente, el reinado de Sejong el Grande, que fue un lapso de tiempo de enaltecimiento a las humanidades en general y a la historia en particular; y la Revolución Donghak, de corte comunitario que buscaba aliviar la vida del campesinado y acabó desembocando en un pretexto para comenzar la I Guerra Sino-japonesa. En lo que a personas ilustres se refieren, me quedaré con tres nuevamente: el mencionado Sejong el Grande, el presidente surcoreano Kim Dae-jung, que intentó acercar posturas con su homólogo del norte con una serie de medidas conocidas como Política del Sol; y Yi Sun-sin, almirante que derrotó a la flota japonesa en repetidas ocasiones en la Guerra Imjin y que es, en la actualidad, un héroe nacional. No me quiero olvidar de otras figuras fundamentales como Li Hongzhang y Yuan Shikai, que sin ser coreanos, defendieron los intereses de Corea y abogaron por una modernización del país previo a la ocupación nipona; o de Kim Il-sung, que fue un guerrillero muy activo contra las autoridades japonesas y que supo crear un Estado de corte soviético que perdura hasta nuestros días.

A partir de los años 50, ¿Es más complicado investigar y escribir sobre la historia de la República Popular de Corea o de la República?

Es muy complejo obtener información fiable sobre la República Popular Democrática de Corea por diversos motivos. El primero de ellos es el hermetismo que tiene este país por lo general ante la prensa extranjera. Esta, igualmente, tiene parte de culpa en el problema, ya que no son pocas las veces que se ha atacado a este país con más o menos motivos, fueran estos ciertos o no. Las publicaciones que puedan llegar desde el sur de la península o desde EE UU acerca del régimen de Pyongyang no son siempre todo lo objetivas que debieran, y eso es algo que el historiador tiene que comprender y aceptar, lo que no quita que convierta su labor de investigación en una tarea especialmente ardua. Por lo general, los medios son más amables con el gobierno de Seúl, mucho más abierto a compartir su cultura y su historia, por lo que la búsqueda de fuentes es relativamente sencilla, ya que hay mayor producción sobre este país que sobre su homólogo en el norte, la cual gran parte de la misma se basa en el morbo y la curiosidad que genera su hermetismo.

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2 comentarios

  1. Dice ser Mauro Picotto

    Lo que nos faltaba que ahora aneguen el catálogo de Netflix y otras plataformas con las horteras telenovelas casposas que los coreanos vean a bien exportar … porque la cantidad de purria que nos ha llegado es de traca,… menuda manera de tender puentes.

    18 enero 2022 | 08:27

  2. Dice ser Rod

    Yo llevo un año viciado a series koreanas en netflix. He de decir que tienen una calidad buenísima. Y Lo que veo en ellas de Korea, tanto en actuales como del periodo Joseon, es interesante

    18 enero 2022 | 12:29

Los comentarios están cerrados.