Tras los pasos de Nicole Mangin, la única mujer médico que atendió heridos en las trincheras de la Primera Guerra Mundial y que fue movilizada por error

Nicole Mangin, en el hospital Edith Cavell (IMAGEN CEDIDA POR VIRGINIA GASULL)

Una mujer de uniforme, acompañada de un perro pastor alemán, en medio del horror y la muerte de la apocalíptica lucha en las trincheras de la Primera Guerra Mundial. Poco más que ese destello necesitó la escritora Virginia Gasull (Irún, 1974) para adentrarse en una búsqueda personal en pos de la protagonista de aquella imagen que vio por televisión. Años de búsqueda en museos, archivos y lecturas que desembocaron en la vida apasionante de una doctora pionera, en la universidad, en su vida privada -divorciada-, trataba a prostitutas… Y que acabará enrolada por error -confundida con su exmarido- en el Ejército francés durante la Primera Guerra Mundial. Las trincheras, la epidemia de gripe… La vida de Mangin en ese mundo de hombres es digna de novela.

Y precisamente ese, el de la novela, ha sido el camino elegido por Gasull para rescatar del olvido a esa doctora. Una novela pegada en extremo al rigor, a la realidad histórica y biográfica, que culmina un trabajo que le llevó a contactar con el sobrino nieto de su protagonista, acceder a su archivo familiar y reconstruir su paso por la Gran Guerra. El resultado es Nicole (Suma de Letras, 2021)

¿Cómo y cuándo se cruzaron los destinos de Virginia Gasull y Nicole Mangin? ¿En qué momento decidió convertir su vida en una novela?

Mi primer encuentro con Nicole Mangin fue en noviembre de 2016: la televisión francesa suele emitir todos los años documentales relacionados con este conflicto bélico en relación al aniversario del armisticio de la Primera Guerra Mundial. Estaba viendo uno de ellos cuando en pantalla apareció una fotografía de una mujer, vestida con uniforme, junto a un perro pastor alemán. La voz en off comentó que era la doctora Nicole Mangin, “la única mujer médico que atendió heridos en las trincheras, y que siempre iba acompañada de su perra para protegerla de los hombres”. Apenas fueron unos segundos en pantalla, pero llamó poderosamente mi atención y despertó mi curiosidad. ¿Quién había sido Nicole Mangin? ¿Cómo había llegado a participar en la guerra? ¿En qué batallas estuvo? Empecé a investigar y descubrí que apenas había nada sobre ella. Nicole no había recibido mención ni condecoración alguna por su trabajo en el frente o en los hospitales; después de la guerra había caído en el más absoluto olvido. Así que decidí empezar a investigar más. Y cada pequeña cosa que iba descubriendo sobre ella era más y más fascinante, así que decidí que escribir una novela sería una buena manera de rescatarla del injusto olvido que no se merecía. No fue fácil tomar la decisión; sabía que iba a ser un proyecto muy complejo de realizar, todo un reto a nivel de investigación y escritura. Pero decidí lanzarme a ello.

¿Cómo fue la labor de documentación sobre su protagonista? ¿Cuánto tiempo le llevó? En los agradecimientos menciona a Philippe Wachet, sobrino nieto de Nicole, ¿qué le aportó?

Fue una investigación larga y laboriosa. Con épocas donde una cosa te llevaba a otra y el proceso fluía bien, alternado con épocas donde te encontrabas con callejones sin salida que paraban la investigación y había que buscar caminos alternativos. En total fueron algo más de dos años y medio de búsqueda en los archivos del ejército francés, en los archivos departamentales y municipales franceses, en las hemerotecas, en la Biblioteca Nacional Francesa, en el Imperial War Museum de Londres, en la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos… Cuando conseguí contactar con Philippe, sobrino nieto de Nicole, me aportó el material gráfico del que disponía la familia y, lo más importante, unas memorias escritas por Maurice Mangin (hermano de Nicole) en las que había resumido su propia experiencia en la Gran Guerra así como todo lo que su hermana le había relatado durante aquellos años. La relación con Philippe ha sido muy gratificante; recuerdo el día en que le envié cuatro fotografías de Nicole en alta resolución que encontré en los fondos de Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos; yo había estado revisando las miles de fotografías que hay en su inmenso archivo sobre la Primera Guerra Mundial, y un día me encontré por sorpresa con la presencia de Nicole en cuatro de ellas, en la época en que dirigía el Hospital Escuela Edith Cavell en París. Cuando se las envié me contestó enseguida, totalmente emocionado. ¡Cuatro fotografías inéditas que no tenía la familia y que habían estado desaparecidas durante más de cien años! ¡En las que se veía a Nicole con total claridad y a una altísima resolución en las que podías observar todos los detalles! Esas fotografía incluso han terminado en el Ministerio de Defensa francés, porque han resultado ser muy importantes para conocer los detalles de cómo estaba organizado aquel hospital. A lo largo de toda la investigación recopilé tanto material que al terminar la novela, decidí hacer una web para poner todo este material a disposición del lector. Como lectora, cuando termino una novela me suelo lanzar a buscar más información, así que me pareció que esta web sería un buen complemento a la lectura de Nicole.

Parece que ha buscado la fórmula de una “historia novelada”, una novela que, hasta donde es posible, ha elegido recoger la participación de la Primera Guerra Mundial de Mangin de la forma más realista y documentada posible…

Sí, tomé la decisión de huir premeditadamente de una línea de excesiva ficción. Quería contar lo más fielmente posible lo que pudo haber sido su experiencia en la Gran Guerra. Evidentemente, hay partes ficcionadas, porque Nicole no dejó escrito un diario personal de su día a día, y en esas partes es mi propia creatividad la que intenta recrear lo que pudo haber vivido; pero esas partes ficcionadas están basadas en experiencias reales de todo lo que fui recabando en la investigación, para que la narración sea lo más realista posible.

Si algo queda claro, es que aquella doctora afrontó dos guerras… el propio conflicto bélico y sobrevivir en un mundo plenamente masculino. La presencia de su perra, Dun, es un buen símbolo de ello…

Ya antes de la guerra Nicole había librado muchas otras batallas como mujer a nivel social; estudia y se doctora en medicina cuando la presencia de mujeres en la universidad era mal vista e incómoda; fue una de las primeras en solicitar el divorcio al descubrir que su marido le engaña, cuando por entonces ser una mujer divorciada era un estigma social; organiza dispensarios en Pigalle para atender a las prostitutas, o instaura un servicio de enfermeras visitadoras para educar a las mujeres en los barrios humildes en prácticas de higiene para prevenir y luchar contra las enfermedades infecciosas de la época como la tuberculosis o la fiebre tifoidea, participa activamente con la Unión de Mujeres de Francia y en congresos internacionales en la lucha a favor del sufragismo…

Así que en Agosto de 1914 cuando recibe la orden de movilización por error (confunden el apellido de su exmarido, “Girard”, con el nombre “Gerard” y piensan que es un hombre) decide plantarse en el hospital al que ha sido destinada y reclamar su puesto. Durante toda su vida ha intentado demostrar que una mujer puede hacer el mismo trabajo que un hombre, y quiere seguir haciéndolo. Y la admiten, pero durante los cuatro años del conflicto no deja de escuchar la despectiva frase “He pedido un oficial médico y me mandan a una mujer” en cada destino al que llega. Y en muchos de estos destinos la tratan como una apestada, y tiene que hacerle frente, demostrando su valía humana y profesional, ella sola, en un hostil ambiente rodeada de hombres. Y sí, cuando ya está destinada en Verdún, adopta a su perra (que llama “Dun” por Verdún) que será su fiel acompañante, su fiel protectora, como defensa antes las posibles amenazas, pero también como compañía a su soledad.

¿Cómo se prepara una escritora de hoy para recrear algo como los efectos terribles combates de aquella guerra, que hoy nos parecen hasta primitivos?

Leyendo e investigando todo lo habido y por haber sobre la época y sobre el conflicto bélico. Desde una profunda investigación sobre la Belle Epoque para meterme en la piel de una mujer que vivió a finales del siglo XIX y principios del XX, la bibliografía sobre la Gran Guerra, el día a día de las batallas en las que estuvo, la disposición y el funcionamiento de los hospitales en esas zonas, las practicas médicas habituales extraídas de los libros de medicina de los que disponían los doctores movilizados… y, para meterme más en lo que era la vida del personal sanitario, opté por leer diarios personales de personas que participaron en el conflicto. Me leí unos treinta diarios de médicos y enfermeras, obtenidos del Imperial War Museum y de la Biblioteca Nacional Francesa para conocer su día a día, sus experiencias y las anécdotas de la vida como personal sanitario en el frente y en los hospitales. Y como también quería reflejar cómo estaba viviendo la guerra la sociedad francesa, y en concreto la parisina, opté por tirar de hemeroteca. Poco a poco me fui leyendo todas las ediciones de Le Figaro y Le Miroir entre 1914 y 1918…

Y claro, a medida que durante la investigación me fueron surgiendo las otras grandes mujeres que aparecen en la novela junto a Nicole, también fue necesario investigar y leer biografías sobre ellas: sobre Nelly Martyl, Yolande de Baye, Mary Borden, Ellen La Motte, Elsie Knocker y Mairi Chisholm, Anna Coleman-Ladd…

Al final de su novela aparece la terrible epidemia de gripe de 1918… ¿había decidido incluir este asunto antes de que llegara la covid?

Sí, de hecho cuando investigo el periodo en el que Nicole dirige el Hospital Escuela Edith Cavell en París, descubro que hace frente a las dos epidemias de la gripe española, la de primavera y la de otoño de 1918. Y descubro que Nicole decide instaurar prácticas muy novedosas para la época, como la disposición de los pacientes infectados en pabellones aislados y muy ventilados, la utilización de mascarillas, prácticas de higiene muy estrictas… De hecho su hospital, según los registros y la hemeroteca, es el que menos muertes registra por la epidemia de todos los hospitales de París. Y era el hospital que mejor fama tenía de toda la ciudad; muchos burgueses pedían ser ingresados en él cuando contraían la enfermedad. Investigué muchísimo sobre la gripe española para incluirlo correctamente en la novela; quién me iba a decir, cuando estaba escribiendo esa parte final de la novela, en marzo de 2019, ¡que justo un año después íbamos a pasar por una situación tan similar!

Reconocer al personal sanitario del pasado siempre parece de justicia, ¿pero cobra aún más significado en los tiempos de pandemia que vivimos?

Siempre hay que acordarse del personal sanitario, porque nos cuida y nos atiende en todas nuestras batallas. Desde las más grandes, guerras, epidemias, catástrofes… hasta en las más pequeñas que libramos todos los humildes mortales cuando necesitamos atención médica. Son el factor humano y científico en el que nos apoyamos ante la enfermedad y el dolor y la sociedad los ha necesitado, los necesita y los necesitará siempre.

La novela concluye con su papel en la guerra, pero por la nota que hace al final, concluimos que el final de Nicole no fue menos trágico, ¿por qué decidió no llegar hasta allí?

Decido comenzar la novela en un día clave de la Primera Guerra Mundial, el 21 de Febrero de 1916, el inicio de la ofensiva alemana sobre el frente de Verdún. Y decido comenzarla en ese punto porque Nicole, que estaba destinada en un hospital al suroeste de la ciudad, no solo se ve sorprendida por la tormenta metalúrgica de los incesantes y terribles bombardeos de la artillería alemana, sino que, ante la orden de evacuar por el inminente avance alemán, Nicole decide quedarse al cuidado de sus enfermos y heridos, y a pesar de la amenaza, no abandona el hospital hasta asegurarse de que todos y cada uno de ellos es evacuado. Incluso resulta herida cuando se encarga personalmente del último transporte y su ambulancia es alcanzada por un obús.

Y decido terminar la novela el día del armisticio, porque es otro de los días clave de su experiencia en la Gran Guerra. Un día que es la antítesis del inicio. Comenzamos con el más puro horror, y terminamos con la más absoluta de las alegrías. La guerra, por fin, ha terminado. París es una fiesta.

Nicole Magin (cedida por Virginia Gasull)

Rescatar a grandes mujeres de la historia, olvidadas por la historia oficial y popular, parece haber dado un nuevo impulso al género histórico, ¿resulta más efectivo hacerlo a través de la novela que del ensayo?

Hemos de rescatar a las “olvidadas” por todos los medios que sean posibles. En literatura usando la novela, el ensayo, la biografía, la novela gráfica, el género juvenil e infantil… A nivel audiovisual, en documentales, películas, series, obras de teatro… en la radio, en podcasts, en hilos de Twitter, en Instagram… todo viene bien. Yo me decidí por la novela porque soy novelista, pero cuanta mayor difusión demos a todas estas grandes mujeres que han sido olvidadas por la historia, mejor que mejor. Ellas nos abrieron el camino y merecen ser rescatadas del olvido.

¿Cree que la ficción histórica además de entretener, emocionar y hacer reflexionar, debe educar y enseñar sobre nuestro pasado?

Por supuesto. ¿No es conocer la historia uno de los caminos para no intentar repetir los errores que se cometieron? Hemos de estudiar la historia no solo para aprender, sino para entender a las personas y a las sociedades del pasado, e intentar progresar a la hora de darle forma al presente y, en consecuencia, al futuro. Yo siempre digo que “intento enseñar entreteniendo”; ya lo hice con mi primera novela In Vino Veritas; era un thriller situado en la época actual, pero me servía como vía para narrar todo lo que había ocurrido durante la Segunda Guerra Mundial en los viñedos de Burdeos, como los viticultores habían colaborado con la Resistencia y habían luchado contra la ocupación alemana. Y con “Nicole” he intentado hacer lo mismo, narrar la historia real de Nicole y de las otras grandes mujeres olvidadas por la historia, pero, como bien dices, entreteniendo, emocionando y haciendo reflexionar al lector.

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