Nieves Muñoz: «Han pasado más de cien años de la Primera Guerra Mundial y la enfermería sigue reivindicando su sitio»

Interior de un vagón-ambulancia de un tren británico en Francia durante la Primera Guerra Mundial. David McLellan – This image is available from the National Library of Scotland / DOMINIO PÚBLICO)

Nieves Muñoz (Valladolid, 1976), enfermera de profesión y escritora publicada desde este 2019, ha debutado en el panorama editorial con Las batallas silenciadas (Edhasa, 2019), una brutal novela sobre las enfermeras en el frente de Verdún durante la Primera Guerra Mundial donde destaca el personaje real de Iréne Curie, hija de Marie, que trabajó como enfermera en aquel conflicto con 18 años. Una novela bélica con todas las letras, que pone el foco en unas de las protagonistas más olvidadas de la guerra.

¿Cómo nació Las batallas silenciadas?

Surgió de un relato corto. Yo siempre me he movido en el relato y el cuento, me daba mucho respeto abordar la novela por la complejidad y también, confieso, porque pudiera cansarme de escribir sobre la misma historia durante mucho tiempo. El caso es que quería presentarme a un concurso literario del foro Ábrete libro con un relato de tema histórico que girara sobre los comienzos de la enfermería profesional. Al buscar información sobre el tema me encontré con los petit curie y el papel que jugó Iréne Curie en la Primera Guerra mundial. Me fascinó y comencé a escribir. Fueron cinco páginas y ya salía el personaje de Berthe. Recuerdo que lo terminé una noche en la UCI pediátrica y se lo enseñé a una compañera de trabajo. Lo leyó, me dijo que le había encantado y también que estaba desperdiciando una muy buena idea para algo corto cuando tenía material para una novela. Fue el empujoncito que necesitaba para ponerme a ello. Así que esas cinco páginas se convirtieron en quinientas y pico (y eso que tenía miedo de las historias largas…)

¿Cuéntenos más sobre ese descubrimiento de Iréne Curie?

Creo que me he adelantado un poco con la primera respuesta. La verdad es que primero conocí la labor de Marie Curie en la Gran Guerra. Fue una mujer fascinante y muy comprometida a nivel social. Ella siempre decía que servía a la humanidad a través de la ciencia e inculcó eso a su hija mayor, Iréne. Marie pensó en un modo de aliviar el sufrimiento de los soldados y conoció el invento de un español, Mónico Sánchez. Este hombre redujo todo el aparataje de una sala de rayos X al interior de una maleta. Nació así la radiología portátil. La aportación de Marie fue adaptarlos a ambulancias para que funcionaran con las dinamos de sus motores (los petit curie). Al principio, madre e hija fueron al frente a enseñar cómo se utilizaban estos aparatos, pero a partir de 1916, Iréne recorrió el frente sola mientras su madre intentaba conseguir fondos en París para adaptar más petit curie. Ahí es cuando la historia de Iréne me fascinó. Marie era ya una mujer con cierto peso en la comunidad científica y en la sociedad, pero Iréne tenía 16 años cuando estalló la guerra y 18 cuando comenzó a enseñar a los cirujanos cómo se leía una placa radiográfica. Su imagen frente a esos hombres curtidos con sus galones se quedó grabada en mi mente y dio pie a toda la trama posterior.

¿Cuánto tiempo ha dedicado en total a la creación esta novela?

Tres años. Yo escribo a ratos, cuando la familia y el trabajo me lo permiten. (Además, confieso que el lector de novela histórica me da mucho respeto e intentado ser exhaustiva con la documentación).

La Primera Guerra Mundial, ¿le interesaba antes de pensar en esta novela?

Sí, es un periodo histórico que me fascina desde siempre. La mayoría de los cambios sociales y políticos que aún vivimos hoy en día surgen de ahí. Avances industriales, médicos y científicos, revolución social, un giro en el sufragio femenino… Además la Segunda Guerra Mundial fue consecuencia de la primera (hay quien dice que realmente fue una única guerra con un período de descanso). Toda una generación se lanzó a una guerra romántica que en realidad fue una de las más sucias y despiadadas, y que marcó la forma de entender (y de crear) los enfrentamientos bélicos. Poca gente sabe que fue la primera guerra en la que se utilizó la publicidad para intentar manejar a la población. Los carteles que incitaban a enrolarse son bestiales en ese sentido. Esa pérdida de la inocencia de las personas de a pie es la que he querido recrear en la novela.

Su experiencia profesional como enfermera, ¿qué relación guarda con la creación de esta novela?

Es un homenaje a mi profesión y a esas primeras mujeres que la ejercieron. En realidad, la historia de la enfermería discurre paralela a la de la emancipación de la mujer y los roles que se nos ha asignado a lo largo de curso de la humanidad. Por otro lado, existen situaciones descritas en la novela en mi día a día. Salvando las distancias, en cualquier hospital del presente hay dramatismo, emergencias, lucha diaria contra la enfermedad y acompañamiento en la muerte. La relación que se crea entre compañeros que trabajan juntos en este tipo de vivencias es única. Y es otra de las cosas que he querido recrear en la novela.

¿Cómo fue la creación del personaje? ¿Cómo se metió en la piel de aquellas enfermeras?

La verdad es que no ha sido tan difícil a nivel profesional. Han pasado más de cien años y la enfermería sigue reivindicando su sitio en el sistema de salud, tengo ante otras profesiones sanitarias, como ante los propios usuarios. Siempre trabajamos en la sombra. Me ha resultado más complicado hacerlo en el plano personal, con sus sueños, vivencias y mentalidad. Y no solo con ellas, el resto de personajes femeninos tienen personalidades muy diferentes y vienen de estratos sociales distintos. He intentado que realmente sean personajes vivos y estoy muy contenta con el resultado. Cuando en un club de lectora, los participantes comienzan a debatir sobre tus personajes como si estuvieran hablando de personas que realmente existieron es que he hecho bien mi trabajo.

Esta novela es sin duda una novela bélica, de guerra, ¿hacía falta que la literatura mostrase la guerra desde el punto de vista de las mujeres que la vivieron?

Yo, como lectora, sentía un vacío en ese sentido. Solo se narra la guerra desde el punto de vista del soldado y la batalla, cuando una guerra se vive y se siente por toda la sociedad. No se cuenta cómo las mujeres sostienen la economía y a sus familias mientras los hombres están en el frente, como tampoco se cuenta el papel que ejercieron las mujeres en las propias trincheras, bien como sanitarias (camilleras, doctoras, enfermeras, voluntarias), bien como luchadoras (que las hubo): en el frente ruso luchó un batallón formado por mujeres. Tampoco se narra las vivencias de esos mismos soldados cuando son heridos: el estrés prostraumático, cómo se adaptaban a sus limitaciones físicas… La guerra abarca muchos frentes, y no todos llevan fusil.

Y sin duda, esta novela rompe el ridículo tópico de que los pasajes bélicos, terribles, solo pueden ser narrados por autores masculinos… ¿el bélico también es un género femenino?

¿Existe un género literario masculino y otro femenino? Realmente no sé de dónde viene ese tópico. No tiene ningún sentido. Cada autor da su propia visión a la hora de narrar un hecho determinado, sea un bombardeo, un asesinato, un beso o cómo una mujer pare a un niño.

Después de novelar Verdún, ¿ha cambiado su visión y opinión sobre aquello?

He sido más consciente de la barbarie de la Gran Guerra y en especial de esa batalla. Sabía que había sido un enfrentamiento sucio y terrible, pero desconocía el nivel de la realidad: bombardeos incesantes con descansos-trampa, lanzallamas, infecciones, epidemias… Y sobre todo esto, el empecinamiento de los altos mandos en mandar hombres al matadero, como quien juega con fichas de ajedrez sin alma. Hay un dato curioso y es que se tenía la información de un posible ataque en ese sector y no hicieron ni caso. La información vino de dos fuentes: desertores alemanes que fueron capturados por las tropas francesas y desde la red de espionaje en la Bélgica ocupada. Los primeros fueron descartados por poco fiables y los segundos porque estas redes de espionaje fueron formadas por mujeres en su mayoría y dudaron de su veracidad. Eso sí, una vez iniciado el bombardeo, se volcaron en la defensa. Verdún no era un enclave realmente estratégico, fue una cuestión de moral. Los franceses decían que si perdían Verdún, perderían la guerra. El caso es que murieron 300.000 soldados entre uno y otro bando, y hubo más de un millón de bajas. Tremendo.

¿Cómo trabajó la recreación de aquella guerra tan salvaje, tan alejada de lo que quizá el lector actual puede entender?

Me guié sobre todo por las propias vivencias que quienes estuvieron allí. Vera Brittain fue una voluntaria inglesa que plasmó su aventura en una novela llamada Testamento de juventud, que por cierto, se acaba de editar en España (¡por fin!). El diario del médico y escritor George Duhamel durante sus días destinado en Verdún también me fue de mucha ayuda. Las imágenes de las trincheras y del estado del terreno tras los bombardeos hablan por sí mismas del horror, al igual que las de los mutilados, heridos y convalecientes. Soy muy visual a la hora de meterme en una situación determinada, tanto si es histórica, como si la ideo yo. Por eso mis escenas son también muy cinematográficas. El sufrimiento es universal. Y he visto mucho dolor y he acompañado en ese mismo dolor por mi trabajo. El plasmar emociones a través de las palabras no me resulta complicado. Es más difícil documentar ciertas prácticas, como las tratamientos médicos o las heridas infligidas por el armamento de la época, o por ejemplo, encontrar la ubicación geográfica de los hospitales de campaña y de las ambulancias en el frente, aunque al final di con un mapa que más o menos indicaba su situación y pude hacerme una idea de la distancia, el terreno y demás. La construcción de un marco histórico (sea cual sea la época) se compone de miles de detalles. Cuanto más exhaustiva la documentación para recrear la vida diaria y la personalidad de cada personaje, más se acercará el lectora a ella hasta que quede atrapado por la época.

Además de entretener y picar la curiosidad por la historia, ¿qué cree que debe provocar en el lector una novela histórica como esta?

Emoción. La Historia (en mayúscula) está tejida con las historias (en minúscula) de las personas, y no solo de los que salen en los libros de texto. Hay personajes maravillosos de los que nunca se ha hablado y que fueron héroes en algún momento. Y digo en algún momento porque lo que tengo claro es que una situación límite como lo es una guerra, saca lo mejor y lo peor de una misma persona. Ni todos son siempre héroes, ni todos son siempre villanos. Dependerá de las circunstancias. Si consigo que el lector se emocione con mis personajes, me doy por satisfecha.

Muchas autoras me han contado en XX Siglos las dificultades que encuentran en el género, no solo para publicar, sino para que no se las etiquete, por ejemplo, en romántica cuando están escribiendo histórica, ¿cuál es su experiencia? ¿Cree que es un género más difícil para las autoras que para los autores?

La verdad es que como escritora solo he tenido un comentario al respecto y fue de un lector que me dijo que estaba harto de leer historias de mujeres. Y digo yo que cuando lees novelas digamos… como Alatriste, El último judío, León el Africano o El médico… ¿Te quejas porque lees historias sobre hombres? Son novelas maravillosas con personajes maravillosos. Edhasa apostó por mí desde el primer momento y no he tenido ningún problema de etiquetas o que se me haya tomado menos en serio. Como lectora, sí que me da la sensación de que en la novela histórica hay más peso masculino en cuanto a publicaciones y apariciones en los medios. Pero aquí estamos las escritoras de histórica para cambiar eso.

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2 comentarios

  1. Dicen que los jóvenes tienden a sentirse más solos que las personas mayores y que mayor soledad implica más uso de Internet y de las redes. Que recuerde ese tiempo que ahora dedican a Internet los de generaciones anteriores lo dedicábamos a leer novelas o cómic ir al cine, etc. porque culturizaba. Internet si se sabe utilizar culturiza más que las novelas, cine, exposiciones de pintura, escultura o fotografía.

    26 diciembre 2019 | 10:35

  2. Han pasado más de 2000 años de la HISTORIA DE MARÍA MAGDALENA y laS ….. siguen sin pagar impuestos.

    26 diciembre 2019 | 19:38

Los comentarios están cerrados.