José Manuel Aparicio: «No importa cuántas novelas de romanos haya, lo importante es la forma en que tú narras la antigua Roma»

El escritor José Manuel Aparicio.

Le conocimos tras ganar el premio Ciudad de Úbeda hace unos años con Banderizos (2016) y ahora regresa como flamante finalista del premio Narrativas Históricas Edhasa 2020 con Bellum Cantabricum. José Manuel Aparicio, profesional del sector de la edición y escritor, no ha cambiado ni la localización -el norte de España- ni la querencia por la épica y las batallas. La época sí, salta de la Baja Edad Media a la Antigüedad y nos traslada a las guerras cantábricas de Augusto de la mano de un auxiliar del ejército romano que deserta y acaba en el bando contrario. «Una epopeya local», define el autor su propia ficción.

Buen conocedor del género -los lectores de XX Siglos recordarán su taller de narrativa histórica– Aparicio se ha adentrado en una época muy conocida -la Antigua Roma- en un hecho conocido pero que, en su opinión, «ha pasado desaparecido porque la mayoría de las fuentes clásicas se perdieron: es casi como si no hubiera ocurrido». Este escritor vuelve a trabajar hasta el detalle las escenas bélicas («después de desarrollar una acción bélica suelo irme a la ducha para lavarme la sangre. Las trabajo tanto que acabo hecho unos zorros», asegura con humor) y logra una gran novela de aventuras romanas.

Tras bloquear el coronavirus el lanzamiento («me gustaría propinarle una soberana paliza», amenaza), Aparicio regresa tras el lapso sanitario con ganas de dar a conocer su segunda ficción.

Del premio de Úbeda al finalista de Edhasa, ¿no hay novela suya sin premio?

Soy muy bueno eligiendo jamones para enviar a los jurados junto a los manuscritos, eso está claro. Bromas aparte, me motiva mucho participar en premios. Uno debe esforzarse siempre por construir la mejor novela posible. Siempre. Con premios o sin ellos. Pero saber que tienes la intención de participar en uno ayuda a no “bajar el pistón” porque el nivel de exigencia es muy alto, y yo aspiro a eso. De momento, los dioses me han favorecido.

Trabajar en el mundo editorial, ayudando a otros autores, ¿le ha dado experiencia y callo para sus propias obras?

Así es, porque uno comparte con ellos inquietudes y gustos, dudas y certidumbres. Vivir del mundo del libro le mantiene a uno muy conectado a todo lo que implica. Es una forma de vida.

¿Por qué Bellum Cantabricum no es “otra novela de romanos más”?

Cada obra es única y diferente (o debería aspirar a serlo). Un escritor debe buscar,  construir y ofrecer una voz narrativa y un lenguaje literario propios. No importa cuántas novelas de romanos haya, lo importante es la forma en que tú narras los acontecimientos. Eso marca toda la diferencia. Si lo consigues, no solo será una novela distinta, sino que tu literatura trascenderá el género al que pertenezca. Habrás logrado una novela con alma, que perdure en la memoria. Eso es lo que he procurado conseguir con Bellum Cantabricum. Por otro lado, la novela nos adentra en un episodio fundamental y poco conocido de la historia peninsular, como es la fase final de la conquista romana, en la que las legiones del emperador Augusto se encontraron con la resistencia a ultranza de los cántabros y los astures, los últimos pueblos libres de Hispania. Es un hecho bélico cargado de épica y heroicidad. El lector vivirá momentos tan memorables como la toma de la poderosa ciudad astur de Lancia, una gran operación militar de desembarco del ejército romano en la bahía de la actual Santander o un asedio a una zona cercana a los Picos de Europa. Escenarios que, además, el lector podrá visitar sin necesidad de desplazarse a otros países. Epopeya local. Verdaderamente sugerente. Todo ello a través de las vivencias de Sekeios, el protagonista, un hispano que desierta de las legiones y que vivirá una profunda historia de amor con Turennia, una montañesa. Bellum Cantabricum está narrada con todo el brío, tensión y emoción. No faltan los secretos, las venganzas, las traiciones…  Es una novela con ritmo y nervio, no exenta de algunos momentos más pausados que abordan cuestiones sobre política o la búsqueda de la libertad que todos perseguimos.

¿Por qué eligió las guerras Cántabras para ambientarla?

Porque era un tema poco tratado por la historiografía y por la literatura, y a mí me van esos retos. A diferencia de la guerra de las Galias, por ejemplo, que se conoce al detalle gracias a las crónicas de Julio César, la guerra cantábrica de Augusto ha pasado desapercibida porque la mayoría de las fuentes clásicas se perdieron. Es casi como si no hubiera ocurrido, y me pareció que merecían ver la luz ante el gran público. Eso te obliga a realizar un exhaustivo trabajo de documentación en el que, lo que no se sabe, debes reconstruirlo con imaginación y fuentes ajenas al propio conflicto que narras para ofrecer una aproximación a aquel tiempo. Es complejo, pero apasionante. Mucho.

Y cuando uno escribe sobre esa época, ¿se siente más identificado con los cántabros o con los romanos?

La identificación es una cuestión de enfoque literario. En este caso, la idea es ponerse a favor de los cántabros y los astures, presionados por la imparable máquina de guerra romana. En cualquier caso, es inevitable dejarse seducir por el poder bélico de la potencia mediterránea, y por ello la narración ofrece algunos ribetes sobre la valentía y preparación de los legionarios. Aquello que les permitió convertirse en el ejército más poderoso del mundo antiguo.

¿Qué ha sido lo más placentero y lo más difícil de escribir esta novela?

Lo más placentero es la escritura en sí misma. Ejercer el oficio de narrar, sentir cómo las palabras, las oraciones y los párrafos fluyen desde tu mente hasta el teclado, y de este a la pantalla. Comprobar que el texto funciona, que cobra vida, es una sensación de indescriptible placer. Lo más complejo es el perfilado del estilo y el encaje de cabos sueltos. Una novela histórica es un trabajo inmenso. Una labor de artesano que exige mucho mimo y atención.

Más allá del contexto histórico, esta novela es una novela de aventuras…

…de acción, de guerra, de amor, de odio, de bondad, de compañerismo, de esfuerzo, de venganza, de libertad… La vida misma (pero con lanzas y espadas) en casi quinientas páginas cargadas de emoción.

Y también de personajes fronterizos en muchos sentidos…

Así es. Por ejemplo, el protagonista, Sekeios, un auxiliar del ejército romano que ha escapado de su campamento tras sufrir un grave incidente con el gobernador Gayo Antistio Veto, será apresado por los cántabros. El gobernador no se olvidará de él y buscará capturarlo. Esta difícil situación hará que Sekeios se mueva en el peligroso límite entre ambos bandos, y no solo en lo bélico, sino en lo psicológico. Es un hombre que busca la libertad de actuación y pensamiento y que se verá forzado a ir contra sus propios deseos debido a las acciones e imposiciones de los demás. Esto lo conducirá a una posición extrema (y con ello al lector) mientras las legiones de Augusto siguen avanzando por Cantabria.

Sabemos que es un artesano de las escenas de recreación bélica y de acción de época, ¿cómo ha sido este trabajo esta vez?

Después de desarrollar una acción bélica suelo irme a la ducha para lavarme la sangre. Las trabajo tanto que acabo hecho unos zorros. Sí, es cierto, concedo mucha importancia a las escenas de guerra. Más allá de la documentación, hemos de imaginar, si es que eso es posible, la tensión, el miedo, el trauma que un combatiente debe de experimentar en un momento en el que su vida está en juego. Vivir o morir. Desaparecer. En un instante. Una batalla es algo verdaderamente terrible y atroz, y quiero que en mis novelas se muestren sin edulcorantes ni pajaritas. Narrativamente son muy intensas y creo que funcionan. Trabajarlas con esmero es marca de la casa con el único objetivo de que el lector se meta en plena confrontación. No olvidemos que la meta de una novela es emocionar, y el miedo es una emoción muy fuerte.

¿Se ha sentido más cómodo escribiendo de antigua Roma o de la Baja Edad Media?

Igual en ambos casos. Uno se enamora del periodo en el que se desarrolla su novela, y el idilio es duradero.

¿Cómo ha llevado el confinamiento?

Bastante bien. Entre trabajar en mi próxima novela y otros menesteres profesionales, no he tenido demasiado tiempo (ni ganas) de lamentarme continuamente.

¿Cómo te sientes que esto haya sido justo con al salida de tu novela? ¿Qué recorrido cree que puede tener la novela?

Estoy deseando darle al virus las gracias en persona por haber favorecido el estado de alarma unos días antes del lanzamiento. Para ser honestos, me gustaría más propinarle una soberana paliza. Como eso no es posible, lo asumo con deportividad y sin demasiadas malas pulgas. Es lo que hay y no vale tirarse de los pelos. Por otro lado, lo más importante en la salud de los ciudadanos y superar esta desdicha cuanto antes. En cuanto al recorrido de Bellum Cantabricum, confío en que funcione bien porque es una novela muy espectacular y conmovedora. La he trabajado con enorme pasión, desde las entrañas. Espero que los lectores la degusten con el mismo ardor. Las primeras críticas que me han llegado están siendo verdaderamente positivas. Es un indicio alentador.

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