Antonio Cabanas: «Los antiguos egipcios eran maestros de la política y las máscaras»

Antonio Cabanas (foto de Javier Velasco Oliaga / TODOLITERATURA)

Antonio Cabanas regresa, con su octava novela egipcia, para rescatar la historia de la faraona Hatshepsut, la mujer que más tiempo estuvo en el trono de aquella fascinante civilización. En Las lágrimas de Isis (Ediciones B, 2019), Cabanas ‘resucita’ a una monarca «que reinó con sabiduría durante 20 años» y construye un auténtico «thriller político» en el Antiguo Egipto.

Este piloto de Iberia durante 36 años reconvertido en quinta esencia de la novela histórica sobre el Antiguo Egipto en español (no solo es que sus novelas sean éxitosas, también ha realizado estudios de egiptología así como de lengua egipcia y escritura jeroglífica, y desde 1990 es miembro de la Asociación Española de Egiptología) se adentra en una nueva época de aquella civilización. «Cada una de mis novelas es totalmente diferente», explica este escritor», «y lo hago para mostrar un mapa general de una civilización que duró 3.000 años y podría parecer que fue siempre igual, pero no lo fue. Yo ayudo al lector a acercarse a momentos concretos».

En esta ocasión, el novelista madrileño rescata a la figura de la reina-faraón Hatshepsut, «de la que todos sabemos el nombre y que fue reina, pero que sigue llena de misterios y enigmas porque su memoria fue perseguida por reyes posteriores, debido a cómo fue su acceso al poder y lo que representaba«. Cabanas se siente fascinado por esta «política de talla descomunal» y quiso saber qué se escondía detrás de «esta mujer de Estado» y «cómo logró aguantar en el trono tanto tiempo en un momento en el que este lugar estaba reservado solo para hombres».

¿Otra mujer condenada a una memoria mancillada por ejercer el poder? «Sí», responde Cabanas, «mujeres como Hatshepsut o la romana Livia se ponían al mismo nivel que los hombres y en aquellos tiempos muchos no lo podían permitir».  «Livia y Hatshepsut desarrollaron mecanismos similares para llevar a cabo sus políticas, pero fueron mujeres de una dimensión descomunal». Aunque hay pocas pistas sobre la vida de la faraona, Cabanas está segura que de que fue «ambiciosa porque iba tras algo que creía que le correspondía por derecho, porque era la hija primogénita del faraón y no tenía hermanos de la esposa real. Se sentía portadora de sangre divina».

«Esta mujer venía a cambiar Egipto y lo hizo», asegura el novelista, que explica «que siguió el plan trazado por su abuela, la reina Nefertary, que la veía con capacidades por encima de los hombres». Cabanas asegura que cómo reina, cambio el mapa del poder del Antiguo Egipto, construyó más obeliscos que ningún monarca, modernizó ejército y administración, etc.

La novela, en esencia, es un «thriller político, una intriga sobre el poder», en el que Cabanas «ha sido riguroso y no ha pervertido lo que pudo ocurrir». Una empresa difícil, explica, cuando has de «perfilar a un personaje que vivió hace 3.000 años y, por lo tanto, nadie sabe cómo fue en realidad».

Uno de los elementos más sorprendentes de esta novela puede ser las intrigas de larga duración de las que somos testigos en esta ficción sobre una mujer a la que le costó dos décadas llegar al poder y que «usaba las mismas armas que sus enemigos, porque si no, no lo habría logrado». «Los egipcios tramaban intrigas a viente años vista, algo que hoy nos parece inconcedible, eran maestros de las máscaras y la política, planificaban hasta extremos insospechados. En este caso, su abuela Nefertary preparó el camino para su nieta, posibilitando el ascenso a determinados funcionarios para que estuvieran en cargos útiles para cuando llegara Hatshepsut».

Aún así, más allá de las intrigas, Cabanas define esta novela como «una historia de amor entre una reina que se creyó una diosa y un plebeyo, Senenmut, de una valía enorme, que la ama y la sirve hasta llevarla al trono». Senenmut, ostentó 92 cargos públicos, y se construyó una tumba que tenía «la función mágica de estar conectada con su amada reina para la eternidad». «Egipto estaba envuelto en la magia, en la que creían firmemente, del poder de la palabra. Hoy nos puede parecer absurdo, pero ellos creían firmemente», explica.

Templo de Hatshepsut en Deir el-Bahari

Nowic talk / Wikimedia

Cabanas cree que sus ficciones «son una forma amena de contar la historia», y donde además el incluye «opiniones de los arqueólogos, que me cuenta lo que piensan y no pueden publicar de momento».

Tras ocho novelas exitosas sobre el antiguo Egipto, ¿ha logrado Cabanas descubrir por qué, a día de hoy, aquella civilización nos sigue fascinando? «Quizá por la magia que envuelve todo aquello y que muchas veces no comprendemos, porque nuestro mundo es totalmente diferente, pero que percibimos que rezuma magia, que transmite algo. Y nos fascina su grandiosidad, porque hacía cosas con significado y destinadas a durar toda la eternidad. Cuando llegas allí, te das cuenta que estás en una tierra donde se inició todo. Estoy convencido de que el mundo clásico, del que descendemos, copió en gran parte casi todo de Egipto: la mayoría de pensadores estudiaron en Egipto, no solo pensamiento, sino también geografía, matemáticas y otras disciplinas. Da que pensar: quizá los griegos nos mostraron esos grandes conocimientos, ya que los egipcios eran muy celosos y solo lo revelaban a iniciados».

Vosotros, ¿habéis leído alguna novela de Antonio Cabanas?

¡Buenas lecturas!

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