Toti Martínez de Lezea: «Entre el inquisidor y la supuesta bruja, elijo a esta última»

Toti Martínez de Lezea (FOTO EREIN)

Toti Martínez de Lezea (Vitoria, 1949) acude puntual a su cita anual con sus lectores: lleva publicando una novela al año desde hace casi 20 años. Convertida en una referente de la novela histórica española, desde hace años, publica en una editorial pequeña y eso no quita para que siga sumando lectores y ventas. Su tirón es impresionante: hace un par de años ayudé a organizar un encuentro con lectores en Madrid y sin hacer excesivo ruido, la sala se llenó y quedó gente fuera. No es lo habitual en los encuentros literarios actuales. Y el público quedó encandilado con el conocimiento, desparpajo y naturalidad de esta escritora.

Antes de Navidad, Martínez de Lezea lanzó Llanto en la tierra baldía (Erein, 2018), una historia ambientada en los años 30 y 60 del siglo pasado en España. Sobre cómo la gente normal sufre el caciquismo y la represión. Sobre por qué las sociedades no deben olvidar su pasado.

En Llanto en la tierra baldía nos adentra en una España no tan lejana donde había represión y caciquismo y también nos cuenta una de las mayores huelgas que sufrió el franquismo…

La historia comienza en un pueblo sin nombre de Badajoz, en los años 30. Una región extensa y poco poblada, donde los caciques administradores de las tierras pagaban una miseria a los labriegos y mantenían terrenos en barbecho mientras familias enteras se morían de hambre. Acaba, en efecto, en Bizkaia, en los años 60, donde tuvo lugar la huelga más larga del franquismo, la llamada “huelga de bandas”, que duró siete meses y finalizó en un estado de excepción, detenciones y la deportación de 50 obreros.

Es una historia de descubrimiento, de familias que no conocen su historia… ¿Es una metáfora de toda la sociedad española?

En realidad, la versión de los hechos siempre la han contado los vencedores y, en todo caso, se ha hablado de grandes nombres y acontecimientos. Se ha escrito muy poco sobre nosotros, las gentes de a pie, hombres y mujeres, en todo momento a merced de los acontecimientos provocados por quienes tienen el poder y lo utilizan en beneficio propio. Ha sido así a lo largo de la Historia de la humanidad, aquí y en cualquier otro lugar del mundo.

Sus protagonistas son gente normal, anónima, sin fanatismo alguno, que se ven zarandeados y vapuleados por el devenir de los hechos… Aunque nos creamos insignificantes, la historia y el entorno nos afecta a todos…

Al igual que les ocurrió a miles de personas que no tenían filiación política alguna y que se vieron arrastrados por los acontecimientos, sufriendo la crueldad y los males de la guerra. Dámaso y su familia únicamente desean tener algo que llevarse a la boca, vivir en paz. No saben, no entienden lo que está ocurriendo, pero sufren las consecuencias. Nadie deja su hogar por gusto sino por hambre o por miedo, a veces, como en este caso, por ambas razones.

¿Qué responsabilidad tienen la ficción y los escritores en la labor de que la sociedad no olvide el pasado? Muchas veces son más efectivos las novelas, más emocionales, que los ensayos…

Bueno, yo no la llamaría responsabilidad. No se trata de juzgar a unos o a otros, de emitir juicios de valor, solo de recordar cosas que sucedieron y que es bueno no olvidar. La ficción puede ayudar a que alguien se interese por este o aquel acontecimiento y, en algunos casos, animar a leer un buen ensayo histórico si se desea conocer la realidad de los hechos

¿Cómo valora que tantas décadas después sigamos debatiendo donde puede o no estar enterrado Franco?

Personalmente, me da igual dónde esté enterrado, pero sí me interesan las miles de víctimas sin nombre que lo fueron en el mausoleo franquista sin el conocimiento ni autorización de sus familiares. Hay quien habla de “historias viejas”, de “cuentos de abuelos” que mejor olvidar, pero resulta que muchos de esos abuelos siguen vivos y que muchos más vivimos unos tiempos de censura y de represión que no tenemos por qué olvidar, ni queremos.

¿Es más difícil ambientar una novela en la Edad Media o en el pasado reciente?

Cuanto más cerca, más difícil porque implica vivencias, sentimientos y maneras de pensar. Hay que hacer un gran esfuerzo para no dejarse llevar por la propia visión de los hechos y, de alguna manera, intentar ser algo así como un testigo imparcial de lo que se cuenta, aunque también es cierto que no pueden evitarse filias y fobias personales. Pero me ocurre con todas mis novelas… Entre el inquisidor y la supuesta bruja, elijo a esta última.

Con esta nueva novela ha vuelto a entrar rápidamente en la lista de novelas históricas más vendidas (6ª en noviembre y 7ª en diciembre, según Gfk), ¿es usted la prueba de que hay vida (comercial) más allá de las grandes editoriales?

La hay, hay vida más allá de las grandes editoriales, solo que lleva más tiempo darse a conocer porque las pequeñas no cuentan con los medios y la publicidad de aquellas, ni llegan a los lectores con la misma facilidad. Sin embargo, a la larga, un autor o autora en este caso demuestra que vale para este oficio de narrar historias si consigue mantener el interés de sus lectores, y yo no me puedo quejar.

¡Buenas lecturas!

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