Compositor Artesano: «La música puede ayudar muchísimo a la magia que ya de por sí tiene un libro»

El pasado otoño conocí a David Álvarez, conocido como Compositor Artesano, durante la presentación en Madrid de la última novela de Jesús Sánchez Adalid, Los baños del pozo azul. No conocía el trabajo de este músico, sobre todo componiendo músicas enlazadas con novelas, principalmente de género histórico. Entonces quedé con él de charlar sobre sus trabajos en este campo y hoy, arrancando el 2019, aprovechamos esta ocasión. ¿No os produce curiosidad este músico que convierte sensaciones literarias en música? Vamos a conocerle un poco más…

¿Cuántas veces ha hecho música para novelas? ¿Desde cuando trabajas este campo?

Aproximadamente empecé a trabajar en este campo sobre el 2009. En total y hasta la fecha, creo recordar haber compuesto música a novelas como en 12 ocasiones. Mi primer experimento fue a petición de un amigo muy querido que me acompañó en los escenarios durante muchos años y al que todos conocíamos como Goyo, de San Vicente de Alcántara. Después de un concierto se me acercó y me dijo con esa voz radiofónica un poco antigua que tenía: “Amigo David, hay un libro que me lleva acompañando toda mi vida y que siempre está en mi mesilla de noche, me ha acompañado en lo bueno y en lo malo, y en los momentos importantes de mi vida siempre ha estado ahí como fiel compañero. Me haría muy feliz que pudieras ponerle música a ese libro.” Sus ojos transmitían un poco de misterio, como si él supiera algo que yo desconociera. Le dije que sí, por supuesto. “¿Y qué libro es, mi querido Goyo?” Su respuesta no se hizo esperar: Platero, oh Platero. Unos días después me pasó el libro de Juan Ramón Jiménez en una versión muy antigua, con las hojas amarillas, lleno de apuntes, palabras, aparentemente inconexas que para él debían tener sentido. Ese fue mi primer trabajo. Entonces me di cuenta de que cuando leo con la intención de crear una música, mi atención y perspectiva son diferentes a cuando leo por el simple placer de la lectura. Podía ver, escuchar, sentir, percibir, crear, palpar, incluso dialogar con los personajes, con el autor y con el mismo Goyo, a la vez que interactuar con mis herramientas de compositor. Me sentía inmerso en esa especie de realismo mágico del que tantas veces hablo Álvaro Cunqueiro. Esto realismo mágico aplicado a la música en conjunción con los diferentes marcos históricos, humanos y emocionales, conforman la esencia de mi trabajo. A esto le sumo el que siempre me he rodeado de un amplio y variado equipo humano de diferentes disciplinas: músicos, historiadores, escritores, asesores y un largo etc. Después vino la confianza que me dio el trabajar con Jesús Sánchez Adalid

Cuando le piden componer para una novela, ¿en qué se fijas?

En lo primero que me fijo es en los diferentes marcos en los que la novela se va definiendo; no solo me refiero al marco histórico, sino también el espacio físico en el que se desarrolla, los diferentes tempos emocionales, la velocidad y el ritmo que marca su lectura… Si tengo oportunidad visito los lugares donde el autor encuadra los textos, de lo contrario voy a sitios que pudieran parecerse a aquellos, mientras me voy sumergiendo en su lectura. Mis primeras anotaciones son bastante intuitivas. Después, si tengo oportunidad, charlo con el escritor y observo cómo me habla de su trabajo y vuelvo a tomar anotaciones que comparo con las primeras. También, suelo pasar un tiempo estudiando otras partituras de maestros que han realizado estudios e investigaciones muy serias en esta línea cómo Jordi Savall o Eduardo Paniagua por citar a algunos. El maestro Jordi Savall suele comentar bastante a menudo sobre la dimensión espiritual de la música. En una carta que escribió recuerdo que mencionaba algo así como que los músicos éramos los museos vivientes de todo arte musical. Qué gran verdad…. Ah! Quien pudiera pasar un rato hablando con él tranquilamente. Durante esa primera fase de estudio analizo muchas partituras y voy jugando, estirando, destripando, memorizando células motívicas, texturas instrumentales, aspectos armónicos, formales… Hasta que siento que ya tengo el estómago del estudio bastante lleno. Algo mágico hay en este momento del trabajo y estudio de las obras, ya que tengo la sensación de que dentro de esas pequeñas células musicales se encuentra encriptada la conciencia de lo que vivía el autor o la autora mientras escribía. Es como si el perfume de lo que se estaba escribiendo en aquel momento estuviera encerrado allí, en esas células y en el instante de la interpretación explosionaran, expandiendo su aroma sobre el auditorio. Todo esto a la vez que voy leyendo la novela y realizando mis anotaciones. A estas alturas ya suelo tener una idea muy clara de la aspectos a conseguir en cada una de las partes a las que voy a poner música, hacia dónde quiero llevar al oyente, que instrumentación voy a usar, etc. Entonces es cuando me pongo a recoger las mejores ideas para la composición. Hasta ahí el proceso es solitario. Sagrado para mí, y no dejo que se contamine de las velocidades sin conciencia, del estrés, de los plazos, de mis propias inseguridades, de las inseguridades de los demás. A partir de ahí se inicia un trabajo en abierto en el que empiezo a trabajar con los músicos que tengo de confianza a los que les voy contando las ideas, les pido consejos, pregunto sobre formas de trabajar con el instrumento, les cuento lo que quiero conseguir, le mando trocitos de audio, en fin un sinfín de pequeños pasos. Tengo la inmensa fortuna de que mi compañera de camino es una músico maravillosa que me ayuda muchísimo a traducir todo mi imaginario a la partitura sin perder mi esencia. Como puedes ver es un trabajo muy artesano, en el que ninguna nota está puesta por casualidad, y en el que todo obedece a la fuerza que genera el estudio entusiasta de esa novela. Debo insistir que mis trabajos se construyen sobre los marcos históricos y en las fuentes a los que pueda acceder, pero no son trabajos rigurosos de música antigua como los que maravillosamente realizan todos esos excelentes músicos que tenemos tanto dentro como fuera de nuestro país. Creo que la historia y todo el patrimonio cultural en general son fuentes inagotables para el artista. Si se consigue conjugar un conocimiento profundo de la cultura con el impulso creativo, el resultado puede ser fascinante. Por eso sería muy importante que se desarrollara más la creatividad en nuestra carrera musical seas o no compositor…

¿Cómo crees que conectan la música y la literatura histórica?

Pues maravillosamente bien, sobre todo si te planteas los trabajos de una forma artesanal y creativa. El compositor sufre por tratar de utilizar y encontrar fórmulas de crecer profesionalmente con su oficio. Siempre estamos un poco al acecho de encontrar la oportunidad mejor. Es una realidad con la que hemos vivir. En esa búsqueda, los compositores, a veces, nos obcecamos en encontrar posibilidades de crecimiento en lugares y espacios muy explotados con pocas posibilidades de trabajo. Por ejemplo las bandas sonoras para películas, música para vídeo juegos, y cosas similares. Pero hay otros campos donde se puede desarrollar nuestra creatividad de una forma muy efectiva. Se pueden hacer experimentos de ponerle música a relatos, novelas, leyendas, viajes, poemas, pinturas, esculturas, monumentos antiguos, celebraciones de acontecimientos sociales de todo tipo… Tenemos desde nuestra propia vida, a la de las personas que te rodean y los lugares donde vivimos…Tenemos a nuestra disposición la sabiduría de los ancianos, en fin, tenemos la vida. Y en cada uno de esos “universos” que he mencionado existen mecanismos para desarrollar proyectos e iniciativas. Los tiempos han cambiado y ya no se consigue tanto dinero por hacer un buen trabajo en un disco o en un CD, ni tampoco tenemos porqué ser los más virtuosos y maravillosos músicos compitiendo hasta la extenuación. La creatividad y la disciplina en conjunción con entusiasmo y la formación, pueden hacer verdaderas obras de arte. La literatura histórica, por ejemplo, no solo es una fuente de disfrute y conocimiento, si no también terreno a explorar creativamente desde el aspecto musical. Estoy convencido que la música te hace vivir aquello que lees con una dimensión mucho más profunda. Pero para ello es importante que realices ese trabajo estudiando profundamente lo que puedes hacer con ello, sin tratar de parecerte a nadie en concreto, simplemente siendo tu mismo. Los resultados pueden ser muy muy interesantes. En el último trabajo de Jesús Sanchez Adalid, Los Baños Del Pozo Azul, publicada por Harper Collins Ibérica, unos compañeros de la editorial me comentaron que cuando empezaba la música parecía como si el libro y su contenido pudieran expandirse por todo el auditorio, y que era como estuvieras allí mismo, en el lugar de los acontecimientos. Ese es mi objetivo cuando compongo música a estos trabajos. Nos solemos olvidar en muchas ocasiones de la capacidad conductora de la música…

¿Cómo ha sido trabajar con autores como el mencionado Sánchez Adalid o José Calvo Poyato?

Con Jesús Sánchez Adalid llevo trabajando desde su novela Alcazaba. Estoy muy agradecido de que cuente conmigo en este plano artístico. Con él todo es muy fácil porque llevo ya muchos años realizando diferentes trabajos. Enseguida que cae un texto suyo en mis manos puedo visualizarlo y entenderlo todo con mucha facilidad, gracias también, a que él confió en el primer trabajo que realicé para él y eso me dio seguridad en mí mismo. Hay mucha comunicación a nivel creativo, es como si existiera un espacio silencioso invisible en el que los dos nos entendemos y sabemos cómo trabajar. El contacto con Calvo Poyato fue gracias a Sánchez Adalid, quien me invitó para ponerle música en la presentación de su libro. Me sorprendió muchísimo El Espía del Rey, el tratamiento que dio a esa etapa de la historia de España que no suele ser muy tratada. También fue un reto para mí abrazar esa época con un autor al que apenas conocía. La música era completamente diferente a lo que había realizado con otros autores. Algo que me pasa cuando trabajo con un autor o autora es que presiento una afinidad hacia su persona que provoca una vinculación artística que se activa con mucha facilidad en cuanto vuelve una oportunidad de trabajar. Es un poco mágico todo esto…

¿Qué posibilidades ves a esta interactuación entre música y literatura?

Le veo muchas posibilidades. Es como si te propusieran un guion para una película pero sin las limitaciones de ésta. Con la obra literaria tienes miles de posibilidades porque la imaginación, la creatividad, no están constreñidas a una imagen concreta. Hay tantas formas de imaginar la acción que se está describiendo como posibles lectores. Te sientes tan libre que lo único que te pudiera limitar es que tengas alguna carencia técnica, o de estudio, pero eso tiene solución… Y por supuesto que el autor esté contento con tu trabajo. Las editoriales podrían contar con músicos creativos para las presentaciones de sus libros, también se puede generar material musical que se enlace con los libros, por ejemplo en su versión digital. Los autores de libros pueden vincularse con un trabajo de composición para que el trabajo creativo de su escritura tenga el apoyo de una banda sonora. También se puede apostar porque el libro ya contenga la banda sonora con un CD o un pendrive, o algún tipo de código o enlace en el cual puedas escuchar la música. Hay miles de posibilidades. La música puede ayudar muchísimo a la magia que ya de por sí tiene un libro si se construye desde el estudio creativo y con una base artesanal. La música creada de esta forma no rivaliza con el libro porque se ha construido desde él mismo y para él mismo. No como acompañamiento; no es un adorno, no es un florero. Es el cuerpo mismo, el contenido del libro con forma sonora. Es como si por un momento las palabras tomaron forma de música salieran del libro y realizaran un viaje al exterior de ellas mismas…para después regresar…

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