Calvo Poyato: «Si Jorge Juan y el Marqués de la Ensenada hubieran sido ingleses, tendrían series y películas»

El escritor José Calvo Poyato (DAVID YAGÜE)

José Calvo Poyato, catedrático de Historia, es uno de los grandes autores de la ficción histórica nacional tras dieciséis novelas:  mantiene su buena relación con el público gracias a un tono cercano mezclado con temas interesantes de la historia. Y con su última novela, El espía del rey (Ediciones B, 2017), lo ha vuelto a hacer. Coge un luminoso secundario de nuestra historia, científico y marino español del siglo XVIII, Jorge Juan, y nos muestra su cara menos conocida: la de espía al servicio de su majestad Fernando VI. Nuestro James Bond ilustrado, haciendo el chiste fácil. Y además, esta historia le sirve para mostrar las luchas entre tradición y novedad que vivió el siglo XVIII, el poder de la Inquisición en la época o para reivindicar los grandes políticos de aquella época o lo mal que recordamos los españoles nuestros buenos momentos.

Me encuentro con Calvo Poyato en un hotel de Madrid y le pregunto que lo que narra en la novela parece más propio de una obra de John Le Carré que de la imagen que todos tenemos del siglo XVIII. «El lector puede pensar que Calvo se está montando una película, pero la aventura de Jorge Juan en Londres es real», me dice y me explica cómo el Marqués de la Ensenada, «empeñado en recuperar el poderío naval español», encargó a Jorge Juan que fuera a Londres a espiar los astilleros de sus grandes rivales, los ingleses. «A Jorge Juan», cuenta Calvo Poyato, «le pasaba lo que a tantos españoles: venía de demostrar que la tierra era redonda pero no una esfera perfecta, y todos querían que fuera a sus ciudades; Viena, París, Londres… Mientras en España nadie le hacía ni puñetero caso. Y Ensenada, que era un hábil político, pensó: que vaya, pero con una misión».

Y así seguimos a un Jorge Juan que alterna con la aristocracia inglesa y con las élites científicas, pero que también adopta identidades falsas para pulular por los bajos fondos, por los muelles del Támesis o por las tabernas.

«Si Jorge Juan hubiera sido inglés», reflexiona Calvo Poyato, «en vez de una calle en Madrid, tendrá un gran monumento en una plaza solemne». Pero «España es así», asegura. «El enfrentamiento entre España e Inglaterra del siglo XVIII no se saldó con ventaja inglesa: la armada española, en una posición de debilidad tuvo más éxitos, pero aquí nos pesa mucho Trafalgar».


«De Lezo ganó, y ¿dónde está enterrado?  Ni puñetera idea, probablemente lo echaron a una fosa. Vernon, el comandante inglés, el derrotado, está en Westminster»


«Fíjate, hasta hace poco nadie se acordaba de Blas de Lezo y Cartagena de Indias», recuerda el historiador y novelista. «De Lezo ganó, y ¿dónde está enterrado?  Ni puñetera idea, probablemente lo echaron a una fosa. Vernon, el comandante inglés, el derrotado, está en Westminster«. «No se trata de mirarnos el ombligo», asegura, «nuestra historia, como todas, tiene luces y sombras, pero tenemos también que destacar lo grande y no solo lo malo: probablemente nos darían una visión más equilibrada del pasado del que somos herederos».

Jorge Juan, Ensenada, Blas de Lezo, Cortés… «Si hubieran sido ingleses tendríamos películas, documentales, series… » ¿Hernán Cortés? Le pregunto y le recuerdo las últimas polémicas del Día de la Hispanidad. «Sí, era un hombre de su tiempo y hoy algunos dicen que genocida. O un tipo que derrotó a un imperio que rajaban a sus enemigos y le sacaban el corazón. Todo depende de cómo lo quieras mirar», concluye.

Sobre luces y sombras, le pregunto sobre que el siglo XVIII y lo poco que está tratado en la ficción histórica. «Y por la historia en general», apostilla. «Decía Menéndez Pelayo que era el menos español de los siglos, pero yo no estoy de acuerdo, fue un siglo de cambio. Se abandonaron planteamientos tradicionales por novedades venidas de Francia, que parte de la población las asume y partes no. España dejó de marcar la moda, porque recuerda que cuando Felipe II vestía de negro, lo hace media Europa», explica y reflexiona, «no sé si hoy en día Trump se dejara la corbata muy larga lo imitaría mucha gente».

Y sin embargo, «España en esa época muestra signos de recuperación que en mi opinión están relacionados con los grandes políticos que tuvo: Patiño, Campillo o el Marqués de la Ensenada. Y lo digo hoy, que la política está muy desacreditada en este país. Pero merecía dedicar una novela a aquellos hombres con visión de Estado».

Le pregunto sobre la historias históricas que ven la Ilustración como origen de la desigualdades sociales de la actualidad. «No comparto esa visión, pero sí reconozco que se sacrificaron demasiadas cosas en el altar de la razón: todo el conocimiento empírico que fue tachado de superchería, formas de conocimiento tradicionales, hechas por generaciones de observación…», razona.


La novela histórica es un instrumento perfecto para acercar la historia al gran público


Para ilustrar ese momento de cambio, Calvo Poyato incluye en El espía del rey una subtrama donde la Inquisición tiene su importancia. «Me apetecía poner de relieve que aunque la Inquisición no tenía la fuerza del siglo XVI, seguía siendo importante. Tanta como para que Jorge Juan tuviera problemas para publicar su obra o como para que condenaran a ocho años de prisión a un ministro de Carlos III como Olavide. A veces se piensa que con los Borbones y la Ilustración, la Inquisición era un adorno y eso no es cierto», argumenta, «era una muestra del antiguo régimen que se negaba a desaparecer».

Llega el momento de preguntar por un debate habitual en este blog, ¿se puede aprender historia con la ficción? «Sostengo que se puede aprender con una buena novela histórica, pero sabiendo que es una novela».

«Uno de los problemas que los historiadores españoles hemos tenido es que hemos sido incapaces de atraer al gran público a la historia«, afirma. «Divulgar, que no vulgarizar, el conocimiento se menospreció. Y hay mucho interés. Hay una demanda social a la que los historiadores estamos obligados a dar respuesta. La novela histórica es un instrumento perfecto para acercar la historia al gran público«.

Así que, ¿es un género de moda? «No», niega rotundo, «la moda es una cosa pasajera. Desde que Walter Scott escribiera Waverley llevamos 200 años con este género, cosa que no pueden decir otros, es un curiosísimo ejemplo de pervivencia literaria. Y cuando dicen que es literatura menor… ¿Menor Tolstói, Galdós, Salambó…? Por favor».

¿Habéis leído esta novela? ¿Conocíais esta cara espía de Jorge Juan?

¡Buenas lecturas!

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2 comentarios

  1. Dice ser Patriota

    Si los borbones no se hubiesen cargado España, haciéndola descender a lo largo de los siglos a lo más bajo del bono basura, seríamos un país con orgullo, y haríamos películas sobre el día en el que el ejército, junto con el pueblo, se levantó contra una monarquía tirana, vaga e inútil, para ponerse a la vanguardia de Europa, pero como eso no sucedió nos jodemos todos, y ni películas del Marqués de la ensenada ni películas de cómo la guillotina nos libró de los vagos de la clase alta que aún nos mangonean…

    11 abril 2017 | 21:15

  2. Dice ser Albert

    El estado de la ciencia, permite rastrear e investigar en restos oseos el ADN, de Blas De Lezo y otras personaildades historicas, aportando a primera linea de noticia su vida, una vida épica de trabajo y esfuerzo, que no debe permitirse dejar arrinconada y en la penumbra del olvido, pues son vidas ejemplarizantes para la humanidad.

    22 abril 2017 | 12:19

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