David Álvarez: «La similitud entre el circo romano y el fútbol actual es brutal»

¿Quién no ha oído alguna vez el célebre frase «pan y circo» (el panem et circenses, latino de Juvenal)? Es una locución de uso bastante común y que nos recuerda que nuestra sociedad es aún bastante ‘romana’ a pesar de los siglos pasados. El historiador David Álvarez Jiménez -parte del equipo de investigadores que ha descubierto la ciudad romana de Caraca– publica Panem et circenses. Una historia de Roma a través del circo (Alianza, 2018) con el que nos adentra en el mundo del circo romano desde la fundación de la ciudad hasta el imperio bizantino incluido y nos arroja a las pasiones de aquel espectáculo de masas que fue fundamental en el devenir social y político del mundo romano. Y sí, entre aurigas y cuadrigas, entre carreras y aficionados, Álvarez nos sigue demostrando que no estamos tan lejos de Roma.

Arranca el libro con un texto en el que resulta difícil discernir si habla del fútbol actual o del circo de la antigua Roma…

No es casual. El circo fue un espectáculo, no un deporte, y generaba unas pasiones inenarrables, en muchos sentidos comparables a los que genera el fútbol hoy en día. Hablamos de identificación con colores hasta el límite: familias que se rompían porque unos seguían a los Verdes y otros a los Azules; existía lo que podríamos llamar ultras hoy; había todo un submundo que vivía y se aprovechaba del circo… La similitud es brutal.

[Trivial: carreras de carros, ¿cuánto sabes sobre el circo romano?]

¿También con la relación entre deporte y poder?

Sí, ahí está la frase de Juvenal de «pan y circo». El poder sabía perfectamente que uno de los elementos fundamentales para su supervivencia era la buena fama que tuviera entre el pueblo. Por una parte le llenaba el estómago y, por otro, les daban distracción. Hablamos de ciudades muy grandes. Era un elemento de prestigio tremendo para quien organizara los juegos. En el imperio, sí, pero también en la República fue un elemento indispensable para avanzar políticamente. Se conseguía hasta contratas a través del circo.

¡Cómo en los palcos de los estadios de fútbol!

Absolutamente, hay un cronista que decía que no había mejor sitio para dejarse ver que el circo. Ahí se conocía gente y se hacía negocio.

Es consciente de que todavía hay mucha gente que confunde el circo con los gladiadores…

Es un tópico que no tiene solución, lo veo hasta en gente formada, gente que publica en periódicos nacionales. Pero no tienen nada que ver. Es una cuestión mediática: los gladiadores son tan aberrantes que nos llaman la atención, pero realmente la pulsión universal del espectáculo romano son las del circo. A la gente le gustaba la lucha y los gladiadores, pero no había identificación con ellos. Morían o se salvaban, pero pronto eran olvidados. En el circo hay identificación con los colores.

Quizá sea más doloroso identificarse con algo con lo que sí nos sentimos identificados…

Es un problema porque nos vemos tan reflejados en ellos que a veces cuesta. El circo es el gran desconocido, ¡y menos mal que está la película Ben-Hur!

¿Esa película refleja bien aquel mundo?

Tiene cosas buenas y cosas no tan buenas. La última versión no está muy lograda, aunque otra anterior, de 1925 sí que estaba muy bien. La de Charlton Heston es estupenda cinematográficamente y tiene pequeños detalles históricamente buenos: la pasión en la carrera de diez minutos es la pasión del circo romano que vemos en las fuentes. En otras cosas, falla: Ben-Hur aparece y es bueno; pero un auriga de la antigüedad estaba preparado desde casi el nacimiento para competir.

¿Qué les dirías a los lectores que les va llamar la atención del mundo del circo en tu libro?

Por un lado ver cómo el circo era extraordinariamente relevante en la sociedad durante toda la época romana y cómo hubo muchas circunstancias económicas, sociales y políticas que derivan en última instancia del circo. De hecho, mi libro plantea una historia de Roma a través del circo. Por otra parte, descubrir la mera competición, la pasión desbordante que derivaba, el mundo alrededor. Los ultras de hoy, por ejemplo, en día son angelitos comparados con los de la antigüedad.

Hasta hace poco en España los historiadores han prestado, generalizando demasiado quizá, poca atención a la divulgación al gran público. Parece que ahora hay una nueva generación que estáis poniendo más atención a ese aspecto…

Totalmente. Ciertos historiadores profesionales veían -y ven- la divulgación como veneno, les daba pánico y se han focalizados en los aspectos más investigadores. Pero olvidan que los historiadores tenemos una responsabilidad en el presente que es transmitir conocimiento. También es verdad que hay un determinado tipo de divulgación que me parece vulgarizante y que puede llevar a equívocos. En mi libro uso y referencio las fuentes, que a veces la divulgación las olvida. Lo hago porque pienso que está bien meterlas por si el lector quiere ir más allá.

Quizá la mejor forma de que no se caiga en vulgarización es que los historiadores se adentren en la divulgación y posean, además de herramientas de investigación y conocimiento, otras de comunicación?

Si no, ¿cuál es el objetivo de nuestra profesión? Investigar y trasmitir. Con la ciudad de Caraca hemos puesto mucho empeño en divulgarla y hacer visitas y contarlas.

Ya que saca el asunto, ¿cómo van los trabajos allí?

Hemos terminado las campañas de excavaciones de este año. Ya está confirmadísimo que es una ciudad romana y estamos preparando un congreso sobre el tema. Y el año que viene continuaremos excavando.

Tres momentos en los que la historia de Roma se escribió en el circo…

  • «En los mitos fundacionales de Roma el circo ya está presente. En el rapto de las sabinas de Rómulo, por ejemplo. Rómulo planea distraer a los vecinos de la población de al lado con unos juegos circenses y así robarles las mujeres e hijos».
  • «La rebelión Niká de 532, que estuvo a punto de echar del trono a Justiniano, el mayor emperador del mundo bizantino. Estuvo a punto de renunciar, pero acabó con una represión de unos 35.000 muertos en una ciudad que contaba con medio millón de habitantes».
  • «A partir del siglo V, el circo se convirtió en el espacio de coronación de los emperadores bizantinos. Era un ámbito de representación social».

¡Buenas lecturas romanas!

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2 comentarios

  1. Dice ser David

    Sí, se utilizan para mantener a la gente entretenida y distraída de lo verdaderamente importante. Son meras cortinas de humo.

    Ya lo decía Juvenal: Panem et circens.

    29 diciembre 2018 | 11:47

  2. Dice ser JeaBruddy

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