José Calvo Poyato: «La España visigoda ha quedado en una especie de tierra de nadie»

José Calvo Poyato (Cedida)

Valor seguro y de fina intuición histórica para los argumentos, José Calvo Poyato, ganador del premio Cerros de Úbeda con su última novela El espía del Rey, se lanza ahora a novelar, «historiar» como él a menudo dice, la historia de uno de los grandes tesoros arqueológicos de este país: el tesoro de Guarrazar. En El último tesoro visigodo (Ediciones B, 2018), Calvo Poyato utiliza dos líneas narrativas, una en el siglo VIII y otra en el XIX, para urdir un argumento al rededor de aquel tesoro visigótico donde hay picaresca, épica y hasta toques negros.

¿Por qué se fijó en el tesoro de Guarrazar?

La primitiva idea surgió de forma casual, al indagar sobre dos personajes sobre los que obtuve información y que al final terminaron confluyendo. Uno era José Amador de los Ríos, un catedrático cordobés que tuvo un papel muy importante una vez que el tesoro fue descubierto. El otro, era el joyero de Isabel II, que confección su corona -proyecto que estuvo a punto de arruinarlo, porque la Corona tardó más de cinco años en pagar-,  y que también tuvo un papel en el caso de las joyas de Guarrazar. Esa confluencia me empujó hacia la historia del tesoro y su posible ocultación. Más, cuando descubro que el conocimiento de la noticia del descubrimiento llega a España a través de la prensa francesa porque, por una serie de peripecias, parte del tesoro acabó allí. Sin embargo, hoy podemos ver una buena parte de aquellas joyas en El Museo Arqueológico Nacional. Todo eso me ayudó a perfilar la novela.

Hay dos líneas temporales, siglo XIX y siglo VIII, ambas muy poco tratadas por la narrativa histórica española…

La del siglo VIII, sobre todo, escasamente tratada. La España visigoda, que es muy importante, ha quedado emparedada entre dos épocas brillantes como la romana y la musulmana de Ál-Andalus y se han quedado en una especie de tierra de nadie. Desde el punto de vista de la narrativa histórica, y si me apuras desde el punto de vista de la historia, se le ha dado poca importancia. Pero el estado visigodo tuvo mucha importancia: cuando los cristianos con Alfonso VI se apodera de Toledo se produce una verdadera convulsión en el mundo islámico, cosa que no ocurrió cuando se adueñaron de Cuenca u otras ciudades. Esa convulsión, que provocó la invasión almorávide, se produce porque los cristianos recuperaron la capital del reino visigótico, tenía un valor simbólico y solo era que la antigua capital, la urbs regia. Ese recuerdo de los visigodos estaba allí, fueron mucho más de lo que pensamos. Y es un momento muy bonito de historiar. De hecho, algunos especialistas creen que los conquistados pensaban que lo de los musulmanes iba a ser algo temporal y explicaría que los potentados escondieran sus abalorios de más valor en vez de llevarlos consigo en la huida, con la esperanza de volver. Tuvieron poca visión histórica, pero las memorias de esos tesoros desaparecen y aparecerán más tesoros visigodos, porque el de Guarrazar no es el único. Puede que algunos más estén ocultos.

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¿Y la trama del XIX?

En ella me interesaba poner de relevancia algo que estaba pasando: comenzaban a elevarse las primeras voces sobre el estado del patrimonio histórico artístico de este país. Había sufrido mucho durante la Guerra de Independencia y se acentuó con las desamortizaciones. En los estados de nuestros entorno, ya existían museos arqueológicos nacionales. Habían un desinterés profundo y se notaba por la facilidad con la que se podían sacar piezas del país. A veces ocurre que cuando se tiene tanto patrimonio, se valora poco. Ocurrió entonces y ocurre ahora.

Habremos mejorado algo, pero no me parece que demasiado..

Por un lado hay tanta cantidad que hay que admitir que resulta complicado mantener todo. Pero tampoco se le presta la atención debida. Cualquier toque de atención es importante. En España se montó un gran escándalo en la prensa de la época tras conocerse el descubrimiento del tesoro de Guarrazar y su marcha a Francia. Se acusó de desidia al Gobierno y a la Real Academia de la Historia ¿Qué hicieron las instituciones? Incluso la decisión de construir un Museo Arqueológico Nacional tuvo que ver mucho con este escándalo. El tesoro se descubre en 1858, en el 59 saltó el escándalo, en el 62 se habla por primera vez en el Congreso de la necesidad del Museo Arqueológico Nacional y en el 67 se le dará un impulso definitivo. El tesoro no tenía solo valor artístico, sino que además eran vestigios de una época muy poco conocida.

¿Cuánto hay de novelesco en lo cuentas y cuanto de real?

Las circunstancias oscuras en las que se produce el hallazgo del tesoro, cómo sale de España, su ruta y las reclamaciones españolas son históricos. Luego, he añadido algún crimen ficticio con los que pretendo llevar al lector a una época donde, por ejemplo, los duelos a sangre eran cosa común. Hay algunos elementos que podrán parecer ficticios, pero que fueron reales. He pretendido recrear aquellos ambientes. Me fui a Guadamur, por ejemplo, porque necesitaba ir al sitio, oler, escuchar, ver los colores… Todo eso tiene un valor extraordinario para el novelista.

Relatas la conquista islámica de la Península Ibérica, hecho sobre el que suele haber polémica, ¿invasión o revolución islámica?

La caída del reino visigodo se debió principalmente a las disensiones dentro de la propia monarquía visigoda, propiciadas por su carácter electivo. Se produjeron enfrentamientos entre facciones y parece que los musulmanes llegan llamados por una de esos grupos, contrarios al rey Rodrigo, la de los witizianos. La batalla de Guadalete, por ejemplo, apunta a que se decidió por una traición en el ejército visigodo. Luego, hubo zonas donde hubo poca resistencia, es cierto, pero otras pelearon con dureza: Córdoba, Écija, Mérida… Por otra parte, la gran mayoría de la población, de origen hispanorromano, no estaba integrada o ligada a la nobleza visigoda que dirigía el país. Los judíos, por ejemplo, ayudaron y apoyaron al invasor. Así que tras la conquista, se dio un proceso paulatino de islamización. Proceso que fue ayudado por una iniciativa que hoy en día también funcionaria: se ofreció a los cristianos, a cambio de la conversión, dejar de pagar un impuesto. Imagínate si hoy lo ofrecieran con el IRPF.

¡Buenas lecturas!

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