La guerra contra los berberiscos: la olvidada guerra global por la fe y la seguridad del Mediterráneo

El historiador Juan Laborda Barceló.

Eclipsadas por la conquista de América o por los distintos frentes europeos, las campañas de la Monarquía Hispánica en el norte de África durante los siglos XVI y XVII han pasado más desapercibidas para casi todos. Y eso, que son la explicación de que algunos pequeños enclaves en esos territorios sean, aun en el siglo XXI, territorio español como Vélez de la Gomera, Alhucemas o Chafarinas.

Con aire reivindicador y descubridor ha llegado la última obra del doctor en Historia Moderna, Juan Laborda Barceló, En guerra con los berberiscos, Una historia de los conflictos en la costa mediterránea (Turner, 2018). En ella, Laborda recorre, con aguda mirada analítica pero también con pulso narrativo, las distintas campañas que en África se dieron bajo los reinados de Carlos I  y Felipe II.

Una historia de la tan repetida lucha entre la cruz y la media luna pero en un escenario mucho menos conocido, que nos lleva a episodios trágicos y épicos, a asedios (algunos en los que participó el emperador Carlos en persona) y desembarcos anfibios, traiciones y espionajes varios…

Termina su libro con una reflexión sobre la necesidad de tener capacidad de adaptación y supervivencia de los imperios (que se podría aplicar a las sociedades) y lo culmina con unas palabras: “Pasado, presente y futuro se dan la mano”. Al imperio español eso de tener capacidad de adaptación no se le dio demasiado bien…

La Monarquía Hispánica sufrió una multiplicación de frentes a lo largo de los siglos XVI y XVII. Era un gigante con pies de barro, pues sus finanzas colapsaron en varias ocasiones. Su política se centró en la defensa de la fe y de los territorios patrimoniales. Creyó en ello y luchó por mantener esos ideales. Este contexto obligó a decisiones de diverso calado. La presencia de un ideal tremendamente firme complica notablemente la necesaria adaptación histórica que requiere el paso del tiempo en cualquier entidad política.

A pesar de todo ello, hay que señalar que en el terreno militar sí se dieron ciertas adaptaciones con un éxito considerable. La creación de los Tercios por la Real Ordenanza de 1535 supuso la aparición del infante moderno, que bebía de las fuentes clásicas, de las formaciones cerradas, de las armas de fuego portátiles y del uso de picas. Su preponderancia fue clave en la Europa del mil quinientos. Estas mismas tropas buscaron innovaciones a la hora de luchar en Berbería, tratando de adaptar sus tácticas y procedimientos: el desembarco, la aguada, los tipos de formaciones y el uso de los presidios para dominar el territorio adverso fueron buenas muestras de esa capacidad de evolución, aunque su resultado no fuese todo lo exitoso que se esperaba.

[TRIVIAL: la guerra contra los piratas berberiscos: jenízaros, tercios y corsarios]

¿Quiénes eran y qué amenaza suponían para la España de la época aquellos piratas berberiscos?

Tanto el corso como la piratería berberisca suponían un considerable problema de seguridad para la Monarquía Hispánica. No importa que los atacantes de la costa levantina y andaluza sean autónomos o dependientes de una gran entidad política, como la Sublime Puerta, el peligro es evidente. Por un lado, se ponía en riesgo la integridad de los habitantes de la Monarquía Hispánica ante ataques inopinados e indiscriminados y, por el otro, sus haciendas y recursos se veían claramente amenazados. Todo ello sin contar con el terror psicológico que suponía el hecho de poder convertirse a la fuerza en cautivo, galeote de una galera turca o esclavo en el Mediterráneo oriental.

Otro capítulo a señalar sería el de la presión política que los turcos están realizando a través de ese brazo armado que son los corsarios, bien sean estos de origen converso, norteafricano o turco. En el norte de África y el Mediterráneo lo hacen con esa suerte de guerra irregular y, a la par, en el corazón de Europa presionan sin cesar, pues no conviene olvidar que en 1529 Solimán el magnífico está asediando Viena tras pasar por los Balcanes. Es una doble línea de actuación que resulta tremendamente peligrosa para los intereses cristianos.

Podríamos pensar que los piratas berberiscos tenían algo de ‘terroristas modernos’, pero también la idea de la Corona de establecer un ‘cordón sanitario’ en el Norte de África, que explica en el libro, recuerda mucho a ciertas ideas que la guerra contra el terrorismo actual. Y en ambos casos, parece que el éxito de tan ambiciosas políticas ha sido escaso…

Desde luego, la guerra asimétrica ha jugado un papel muy importante en la Historia (y lo sigue jugando). Ya desde las guerras lusitanas, Viriato comenzó a usar la guerrilla como forma de sacarle partido a un enfrentamiento desigual en lo numérico. También conocemos casos de intentos de cierre de determinados pueblos como el famoso muro de Adriano. En este sentido no son conceptos nuevos, pero si tienen una diferencia: no solo está en juego la defensa del territorio sino también de la fe.

Dos imperios expansivos, la Monarquía Hispánica y la Sublime puerta turca, se están disputando el poder y el control de una amplia zona de importancia estratégica y política. El Mediterráneo no fue siempre central en sus políticas, pero sí parece palmario que su dominio era clave. De este modo, ambos tratan de lanzar de muy diversas formas (limes, presidios, corso, campañas directas y, por supuesto, servicios de inteligencia) sus fuerzas para hacerse con aquel espacio. Los resultados fueron inciertos para ambos, pues todas las vías son imperfectas, pero las dos potencias tuvieron éxitos parciales y derrotas puntuales.

Se podría pensar que el conflicto por el Mediterráneo fue una partida de Ajedrez entre esos poderosos extremos que mencionábas, el Imperio Hispánico y el Otomano, sin embargo, más que una partida entre dos, el Mediterráneo era un complejo Gran Juego con muchos jugadores…

Así fue. Es cierto que los agentes principales de este drama bélico o guerra de baja intensidad fueron los dos grandes estados de los extremos del Mediterráneo, pero no fueron los únicos. Por poner dos ejemplos ilustrativos, señalaremos que los habitantes del norte de África pertenecen a una amalgama variada de pueblos muy difícilmente clasificable y dominable. Había bereberes, alárabes locales, antiguos andalusíes, cristianos, conversos y un sinfín de posibilidades más. Ahí caló el término de berberiscos, aunque es como los llamaban los europeos. Los corsarios berberiscos son otro agente en este sistema, pues su acción pesa en un sentido o en otro. De este modo, se dan casos como que Jeireddín Barbarroja llegase a ser puntualmente Rey de Argel, sometido al influjo del turco.

Tampoco son desdeñables las influencias de otras potencias cristianas, como es el caso de Francia. Aquella corona decide poner por encima la razón de estado de la defensa de la fe y, por ello, llegó a abrir sus puertos, como el de Tolón, que fue camino expédito para el comercio y la relaciones con el turco. Caso especial fue el de la Serenísima República de Venecia, cuyos tratos habituales con el turco fueron notorios. Sólo la Monarquía Hispánica dilapidó sus hombres, recursos y esfuerzos en la defensa de la fe y de los territorios patrimoniales.

Juguemos a hacer Historia-Ficción, si las campañas de Carlos y Felipe II en el norte africano hubieran tenido más éxito,…¿en qué podría haber cambiado el devenir histórico?

Lo cierto es que los futuribles o ucronías siempre son arriesgados, pero podemos conjeturar algunas ideas al respecto. Muy probablemente, si los monarcas hispanos de la Casa de Austria no se hubieran empeñado en la defensa del espacio africano y del centro europeo, no sería descabellado hablar de que habría existido una Europa islámica en varios períodos del pasado. Tres fechas son clave para entender este concepto. En primer lugar, la conocida batalla de Poitiers, que frenó el avance islámico en la zona gala en el 732; seguida del asedio de Viena de 1529, una resistencia fundamental para detener al turco en el corazón de Europa, y la batalla de Lepanto de 1571 que, aunque no supuso la toma de un palmo de tierra, si dividió el Mediterráneo en zonas de influencia.

Lo que es seguro, aunque sea una cuestión menor, es que de no haberse dado aquellos esfuerzos, el norte de África habría sido dominado por los turcos otomanos, y las actuales plazas de Vélez de la Gomera, Alhucemas o Chafarinas (por citar algunas) no estarían bajo dominio español.

¿Por qué decidió afrontar y contar los hechos de armas contra los berberiscos?

La historiografía tradicional ha contemplado escasamente el modelo de guerra en el norte de África. La ausencia de una estructura política tradicional en aquel espacio ha contribuido a esta situación. De hecho, era necesario desarrollar un estudio sobre cuáles eran las dificultades reales del ejercicio de las armas en la compleja zona de Berbería. La obra surge, por tanto, ante la voluntad de rellenar un vacío historiográfico. Todo ello sin olvidar una perspectiva de la historia militar claramente social, y no sólo política, pues los modos de hacer la guerra nos remiten a conceptos esenciales de cada cultura.

A muchos lectores, quizá, les sorprenda leer que los jenízaros turcos eran unas unidades de combate tan técnicas y preparadas como los loados Tercios Españoles…

En los combates del norte de África podía haber caballería ligera, los conocidos alárabes, y tropas variadas de procedencia autóctona. Sin embargo, la situación cambiaba completamente si hasta allá se desplazaban unidades de jenízaros, pues ellos conocían las armas de fuego portátiles y las tácticas de la guerra moderna. Eran unos enemigos realmente fieros en el combate.

En un primer momento fue un cuerpo de élite formado por los cristianos cautivos desde niños y muy pronto pasó a ser la guardia personal del propio Sultán. Además, eran las tropas que se desplazaban a las zonas calientes del conflicto, como los propios Tercios españoles. Eran capaces de formar con rapidez, incluso con estructuras particulares como de media luna, y usaban con pericia las armas de fuego portátiles, base de la Revolución Militar Moderna. Fueron un cuerpo realmente efectivo e interesante.

De los asedios, operaciones anfibias y batallas que cuenta… ¿Cuál le ha resultado más interesante?

Resulta tremendamente complejo quedarse con un episodio en concreto, puesto que en todos hay elementos novedosos en la manera de hacer la guerra o curiosidades varias. Quizá uno de los más duros fue el que se vivió en la isla de Djerba, también llamada Los Gelves, en 1510. Es un caso muy singular pues el agua y el calor jugaron un papel táctico de gran importancia.

Era la primera intentona de arrebatar la plaza de las manos turcas. En ella participaron, entre otros, el conde Pedro Navarro y don García de Toledo. A pesar de ser soldados experimentados, no pudieron suplir la complicación de un desembarco anfibio, sin la posibilidad de animales de carga y en un terreno árido. Ambos perecerán en el embate. Repartió el conde quince mil hombres en el terreno y comenzaron a marchar, llevando en medio la artillería. Ante la falta de animales de tiro, los mismos soldados tuvieron que arrastrar las piezas. Nos encontramos en pleno agosto, un buen momento para evitar las marejadas, pero pésimo a la hora de resistir el calor. Muchos hombres notaban la sed, aflojando el paso y cayendo inconscientes en la ardiente arena. Recordemos que caminaban perfectamente armados y en orden de escuadrón.

Tras recorrer un arenal, entraron en unos espesos palmerales donde, al rato, se descubrió que había unos pozos de agua. El desorden de la soldadesca fue inmediato. Todo estaba preparado, solo había que coger los cazos y calmar la sed, pero se trataba de un ardid de los musulmanes. En esta ocasión, no habían realizado ataques previos de hostigamiento. Había una poderosa razón para ello. Ocultas tras unas formaciones rocosas esperaban las fuerzas islámicas compuestas por más de mil infantes y doscientos caballos. Viendo el tremendo desorden de los españoles, cargaron y alancearon a muchos. La tropa dispersa, sin orden, solo pudo retroceder tratando de sufrir el menor número de bajas posibles. Fue el final de aquella empresa.

El norte de África siempre ha estado íntimamente relacionado con el devenir político e histórico de la Península Ibérica y España. Desde la conquista islámica del 711, las invasiones almohades y almorávides, las guerras berberiscas que tu narras, las guerras de Marruecos de los siglos XIX y XX, las actuales crisis migratorias… Y sin embargo, para el común de los españoles sigue siendo un vecino desconocido. ¿Por qué cree que pasa esto? ¿No deberíamos, como sociedad, interesarnos más?

Los estudios en torno a los grandes hechos del norte de África siempre han estado sometidos, como es normal, al caprichoso albur de las tendencias políticas. Son temas a los que se ha dado poco espacio en los programas oficiales de enseñanza y en las obras de divulgación, aunque eso afortunadamente está empezando a cambiar. Lo relativo al siglo XIX y XX se ha estudiado algo más, pero las campañas norteafricanas de la edad moderna siempre han estado en un segundo plano. No se las ha considerado de la importancia de los frentes europeos o atlánticos, y eso es un error. Precisamente con este ensayo venimos a reivindicar la importancia del espacio de mediterráneo que, una y otra vez, vuelve a convertirse en protagonista recurrente de la Historia.

Es, además de historiador, novelista y ya ha firmado tres obras de ficción. Con tan interesante material histórico como ha manejado en esta obra, ¿no se anima a hacer una novela histórica?

Me tienta sobremanera realizar una ficción sobre algunos aspectos del norte de África en este período del siglo XVI. No lo descarto. Estoy seguro de que, en algún momento más lejano que cercano, me embarcaré en esa campaña. De momento, lo estoy dejando reposar. Creo que es necesario hacerlo. Hay que lograr una cierta distancia, un poso y una esencia que son necesarios para dotar de sentido, profundidad y verdad a cualquier ficción.

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1 comentario

  1. Dice ser Tadeo

    Que dice, fue Carlomagno en Roncesvalles. España ni existía. Estos cuentos no sé de dónde salen, como lo de Covadonga.

    25 mayo 2018 | 09:40

Los comentarios están cerrados.