Raúl Borrás, autor de ‘Esclavos del honor’: «Quise retratar el heroísmo del sitio de Baler, pero sin que pareciera el Nodo»

Raúl Borrás San León (Valencia, 1974) ha publicado este otoño Esclavos del honor (Ediciones B, 2017), obra donde novela de manera notable y ciertamente equilibrada el sitio de Baler, la tristemente conocida epopeya de «Los últimos de Filipinas». Charlo con este autor, alumno del curso de literatura creativa de Santiago Posteguillo y Antonio Penadés, sobre esta su, aunque no lo parezca, primera novela.

¿Cuándo y por qué decidiste escribir la historia del sitio de Baler?

Fue un acontecimiento que siempre me llamó la atención. Y lo hizo de manera doble. Por un lado, me atrajo la heroicidad de aquel destacamento, resistieron más allá del fin de la guerra, y por otro, el desconocimiento general del mismo. Cuando empecé a documentarme, allá por el 2009, preguntaba a gente de mí alrededor y la gran mayoría tan sólo conocía la expresión “Los últimos de Filipinas”, pero no sabían ubicarla.

A pesar de que en los últimos años ha habido varias ficciones -cinematográficas, televisivas y novelísticas- que han recuperado este suceso la novela hasta ahora solo había sido tratado en dos películas y dos novelas -si he hecho bien las cuentas- españolas…  ¿A qué achacas este olvido?

España está enemistada con su historia. Nos han vendido tan bien la leyenda negra que nos sentimos acomplejados y nos avergüenza echar la vista atrás. Tenemos una historia rica que despreciamos de manera constante. Y si hablamos del llamado Desastre del 98, el desconocimiento es alarmante. Tan solo se conocen el bulo de los barcos de madera y de la aplastante superioridad estadounidense.

Y por qué recomendarías leer tu Esclavos del honor, a los que ya digan: “¿El sitio de Baler? Bueno, ya he visto las anteriores películas o leído las novelas anteriores”

El lector que se acerque a Esclavos del honor va a encontrar un punto de vista distinto al de otras obras. Me he acercado al asedio de Baler siendo fiel al suceso, tratando con respeto a los protagonistas, pero sin caer en el patrioterismo. Para que el lector disfrute de la historia de España sin ningún tipo de complejos.

Fotograma de la película 1898, Los últimos de Filipinas.

¿Por qué decidiste escribir una novela y no un ensayo sobre este asunto?

Supongo que esa decisión precedió a la novela. Siempre me he acercado a la literatura desde la ficción. Antes de publicar Esclavos del honor escribí y publiqué muchos relatos cortos, la mayoría históticos. De hecho, el primero de ellos fue también sobre el asedio.

¿Sentiste mucha presión al tener que novelar un hecho donde la mayoría de los personajes son reales, con nombre y apellidos?

Sí, y pienso que no debería haberla tenido, pues escribo ficción y no ensayo. Aunque tenía este punto claro, no podía dejar de pensar que mis personajes habían vivido en un pasado muy reciente. No quería traicionar su memoria. Fíjate si aún es cercano que he tenido el honor, entre otros descendientes, de conocer al nieto del doctor Vigil (el médico del puesto).

¿Qué es lo que más te costó a la hora de recrear aquella época y sucesos?

El reto más grande ha sido la trama central de la novela. Es difícil contar un asedio a cincuenta hombres encerrados en apenas trescientos metros cuadrados y que no se resienta el ritmo de la narración.

Precisamente Esclavos del honor contiene muchos elementos que recuerdan inevitablemente al cine y la literatura bélica, que siempre ha tenido mayor tradición -hasta hace pocas décadas- en el mundo anglosajón que en el español…

Cierto, con ese cine y esa literatura hemos crecido y muchos de mis autores de cabecera son anglosajones, pero como bien dices en España ya contamos con grandes autores como Corral, Reverte, Posteguillo, Negrete o Roa. E incluso ya comenzamos a realizar buenas películas de cine bélico.

Creo que uno de tus aciertos ha sido combinar la línea narrativa de los sitiados con la de algunos de sus familiares, otros elementos políticos y diplomáticos españoles y el bando filipino…

Además de que ayudan a agilizar la narración, eran necesarios para no dejarla coja. Estas tramas son el contrapunto necesario, pues a través de ellas realizo un esbozo de la época y de cómo enfrentaron el asedio unos y otros. El sacrifico de unos y la frivolidad de otros.

Quizá otro punto a favor sea la visión equilibrada que ofreces del hecho: en tus páginas podemos sentir el heroísmo y la épica de aquella resistencia, pero también su inutilidad, su cabezonería muchas veces irracional…

Desde un primer momento quise retratar el heroísmo del destacamento, pero sin que la novela pareciera el Nodo. Tenía claro que debía mostrar las dos caras. Los momentos gloriosos y los trágicos, los miserables y los absurdos.

¿Crees que la novela histórica debe enseñar historia además de ofrecer sus virtudes literarias y de entretenimiento?

Una novela histórica debe estar bien documentada y con ella se puede aprender historia, pero no hay que olvidar que es novela y no ensayo. Cuando hay conflicto entre historia y ficción, debe primar esta última. La gran virtud de la nuestro género es que acerca al gran público la historia. Muchos lectores se sirven de ellas para conocer épocas pasadas.

¿Qué papel crees que tiene la ficción contemporánea en la configuración de la memoria histórica de nuestras sociedades?

Hoy en día, en esta sociedad tan enrevesada en la que vivimos, su labor divulgativa puede ser esencial. Novelas como Esclavos del honor ayudan a rescatar hechos injustamente olvidados.

Es tu primera novela, ¿vas a seguir escribiendo? ¿Tienes otros proyectos en curso?

Sí, tengo una novela contemporánea a mitad de escritura. Para después tengo el bosquejo de una novela de aventuras en el siglo XIX.

¿Conocíais a este autor y su novela?

¡Buenas lecturas!

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