La novela histórica, ¿no es género para escritoras?

Escritora (PIXABAY)

Escritora (PIXABAY)

«Salvo algunas excepciones, rara es la vez en que, al hablar de Literatura, los popes mencionan a una autora y, cuando lo hacen, suelen repetir un par de nombres de escritoras ya fallecidas». Quien lo dice es Toti Martínez de Lezea, autora superventas hace unos años con novelas históricas como La abadesa o La universal, cuando le pregunto sobre si las mujeres lo tienen más difícil en el mundo de la novela histórica y en el sector editorial. «Sí, en ambos casos, a menos que estés apadrinada por una gran editorial y te prestes a sus manejos comerciales«, me contesta sin dudar.  ¿Es esta la sensación mayoritaria?

Le hago esta pregunta a Toti, y a otras mujeres del género, porque a finales del pasado agosto saltó una polémica sobre si había machismo en la colección de Playmobil llamada La aventura de la Historia en donde de 60 figuras sobre personajes históricos no había una sola mujer (cero de 60, ya no es machismo, es absoluta ceguera). Mi compañera Madre Reciente, que contó el tema, me preguntaba aquellos días ¿pasará igual en la novela histórica? Hechos como que hace unas semanas se celebrara el primer Día de las Escritoras y que el mes pasado fuera un hashtag recurrente en Twitter #LeoAutorasOct me decían que tenía que intentar dar una visión sobre esta cuestión en la novela histórica.

Sondeo, primero, algunos datos sobre las mujeres como lectoras. Las mujeres, según el último barómetro del CIS, son las más lectoras (el 31,3% dice leer todos o casi todos los días frente al 25,7% de los hombres), aunque en género histórico las que dicen que es su temática favorita suponen un 21,8% frente a un 26,3% de hombres. ¿Más lectores hombres? Difícil responder, ¿entra la novela romántica de ambientación histórica?

¿Y como escritoras? No he encontrado ningún dato sobre si publican más escritores que escritoras en el género. Si repasamos los listados de novelas más vendidas y las novedades que publico mes a mes, vemos una fuerte presencia de autoras, aunque quizás estén (sin querer ser demasiado exactos) en un 40% frente a un 60%. Parece que en novela histórica, publican más ellos que ellas.

¿Hay menos escritoras?

Todos tenemos en mente que en este género, hay grandes nombres de mujer: desde Mary Renault o Margarite Yourcenar a Lindsey Davis o Colleen McCullough. Tecleo en Google, «autoras de novela histórica» y en el carrusel de «populares en la web» de la parte superior de la pantalla de resultados salen 50 autores, sólo veo 7 mujeres. ¿Desproporcionado? En los premios de género concedidos este año que conozco, sólo hay una mujer (Blanca Bravo) y es un premio concebido «por y para mujeres», según sus propias bases (el Marta de Mont Marçal).

Ante esta falta de datos más verificables, busco impresiones de la gente del sector.


A la editorial llegan muchas más novelas históricas escritas por hombres que por mujeres


Pregunto a Lucía Luengo, editora de novela histórica de Ediciones B, que cuenta con un buen número de autoras en su catálogo como Lindsey Davis, Manda Scott, Olga Romay, Olalla García, Margaret George, Vic Echegoyen… «A la editorial llegan muchas más novelas históricas escritas por hombres que por mujeres. Creo que ahí está el quid de la cuestión, pero para responder por qué ocurre eso, quizá tendríamos que adentrarnos en cuestiones sociológicas más amplias…», me explica.

Una escritora del género (y además, muy activa en su promoción) como Carolina Molina ahonda en esta cuestión. «Habría que reflexionar sobre el hecho de que una gran cantidad de editores son mujeres, también agentes literarios, pero esto no facilita, en muchos casos, la labor ni la proyección de las autoras,», asegura. «Lo que sí es una realidad es que cuando realizas algún tipo de acto, congreso o jornadas, siempre hay muchos más varones que mujeres, es casi imposible encontrar una paridad. Habría que analizar si se debe a las dificultades que indicas o que simplemente este género histórico es más frecuentado por autores masculinos», afirma la directora de las Jornadas de Novela Histórica Madrileñas y coordinadora de las Jornadas de Novela histórica de Granada.

¿Lo tienen más difícil para publicar?

¿Responderá esa «frecuencia» masculina porque lo tienen más difícil para publicar ellas? le pregunto. «No creo que las autoras de novela histórica lo tengan más difícil a la hora de que sus novelas sean contratadas y publicadas por una editorial«, asegura Luengo. «Los criterios de selección son los mismos, qué duda cabe, que para las novelas históricas escritas por hombres. De hecho, entre los asesores con los que cuento para los informes de lectura, hay más mujeres que hombres. Y a menudo les envío las novelas de forma anónima, es decir, no saben si el texto lo ha escrito un hombre o una mujer», explica el funcionamiento en su editorial.

Pregunto a varias escritoras más. ¿Las escritoras tenéis un camino más difícil en la novela histórica? «En general, en esta sociedad las mujeres tienen un camino más difícil», me explica Herminia Luque, autora de Amar tanta belleza (Fundación José Manuel Lara, 2015) con la que ganó el premio Málaga de Novela. «Hay obstáculos, no siempre demasiado evidentes, que afectan a la valoración de lo que comúnmente se llama “vocación”… La obra escrita por mujeres, sea novela histórica o no, lleva ya una etiqueta, una “faja” –como la de los libros- que en realidad funciona como una marca inferiorizante».


La obra escrita por mujeres lleva ya una etiqueta, una «faja» que en realidad funciona como una marca inferiorizante


Me dice Carolina Molina, autora de Guardianes de la Alhambra, entre otras, cree que no hay más dificultades pero matiza: «En la actualidad hemos recuperado un espacio que antes no teníamos pero siguen encasillándonos en temas tradicionalmente femeninos. La novela histórica escrita por mujeres, si incluye escenas amorosas, corre el riesgo de calificarse de romántica. Por otro lado, como la mayoría de los lectores son mujeres, las editoriales insisten en que se escriban más novelas con protagonistas femeninos, lo que, de alguna manera, en vez de facilitar nuestra labor, la margina».

Olalla García, historiadora y traductora además de escritora, autora de El jardín de Hipatia, entre otras, descarta que el género añada dificultad. «El camino es difícil para todos», afirma, «en el mundo editorial el éxito depende de muchos factores, la mayoría de ellos impredecibles y que, en mi experiencia, no guardan relación con políticas de género».

Les pregunto sobre si alguna vez han sentido de un modo concreto que lo tenían más complicado que un colega escritor. Luque explica que «no hay modo de establecer una comparación directa –tampoco es la literatura una competición al estilo deportivo-«.

La más tajante vuelve a ser Martínez de Lezea: «Por supuesto que sí. He publicado libros de todos los tipos: novelas, infantiles, ensayos, de humor… y tengo un buen número de lectores/as. Sin embargo, estoy desaparecida del mundo literario español, aunque en realidad no me importa en absoluto; debe ser que ya soy mayor para preocuparme…»

¿Novela reivindicativa de lo femenino?

Además de lo editorial-laboral, la cuestión de la menor presencia femenina en la Historia (como se veía exageradamente en la colección de Playmobil) me impele a preguntarles si sienten que la novela histórica actual debe servir para reivindicar ese papel de la mujer minusvalorado.

«Es que, qué casualidad, en todas las sociedades, a lo largo de la historia, ha habido hombres y mujeres», contesta Luque. «La Historia, pues, hecha por hombres, ha privilegiado el estudio de esas estructuras de poder en las que estaban los nombres y han resaltado sus personalidades, sus nombres, obviando –o despreciando directamente- lo que hacían o lo que pensaban las mujeres. En la literatura, en la novela en concreto, hay una libertad para contar cosas, para narrar historias que no son muchas veces las que cuentan los cronistas oficiales, los voceros del poder«.

El escritora e historiadora Maria Pilar Queralt del Hierro afirma que la novela es «un buen medio para reivindicar la figura femenina porque llega a un público mucho más amplio que la biografía o el ensayo», géneros que ella también conoce muy bien.


En el caso del papel de la mujer en la Historia, corremos el riesgo de reinvindicar algo que nunca ha existido


García también se muestra tajante en este tema. «No sólo sirve para reivindicar a las figuras femeninas de renombre, sino también a esos millones de mujeres anónimas que siempre han permanecido a la sombra de sus coetáneos masculinos. Pero creo que es importante que se haga respetando siempre la realidad histórica de la mujer. Eso implica tratar a los personajes (sean reales o ficticios) según los criterios sociales y culturales de la época. No debemos considerar hacerlas obrar ni pensar como hombres».

Incide en ello Molina «en el caso del papel de la mujer, corremos el riesgo de reivindicar algo que nunca ha existido. Con frecuencia convertimos a mujeres del siglo XV en heroínas, cuando no lo pudieron ser, solo por dar efectismo y conseguir una novela de buenas ventas».

Martínez de Lezea pide ir más allá. «Hay que reivindicar el papel de la mujer y también el del hombre», afirma la escritora vasca, «los historiadores hasta fechas muy recientes no se han ocupado de las gentes de a pie… Mujeres, campesinos, artesanos, heterodoxos, homosexuales, oprimidos y explotados no aparecen en las crónicas».

Miro ahora a la otra parte, la editora, sobre esta finalidad en la que, con sus matices, todas estas autoras parecen coincidir. «Cuando hablo de literatura no me gusta mucho hablar en términos de “debería ser”…«, responde Lucía Luengo. «Una novela histórica “debería ser” lo que su autor o autora quiere que sea. Me parece igual de lícito hacer una novela histórica de puro entretenimiento, que una novela histórica que denuncie algún hecho histórico o dé visibilidad a un personaje importante ninguneado. Otra cosa es lo que a mí me interese más como lectora, pero intento no confundir el catálogo de la colección con mi biblioteca y pensar, sobre todo y ante todo, en los lectores», afirma Luengo. Eso sí, está convencida de que «si algún escritor o escritora quiere reivindicar con su obra el papel de la mujer en la historia, la novela histórica es un excelente medio. La gran virtud de la buena novela histórica consiste en dar vida al pasado, y en esa vida las mujeres son, irremediablemente, antes como ahora, protagonistas al 50%«.

¿Un género por y para mujeres y otro por y para hombres?

Llegado a este punto, me pregunto si quizá, el asuntó esté en que hay novelas escritas por mujeres y para ser leídas por mujeres y al contrario. Martínez de Lezea asegura que «los lectores/as de este género se fijan más en los temas que en el sexo de los autores» (y en esto le da la razón el CIS antes comentado). «Aunque puede que sí sea cierto que muchos escritores tiendan a narrar historias de guerras e intrigas políticas, mientras que, quizás, las escritoras se decanten por otras más íntimas, más personales», afirma. Y coincide con esta matización Queralt del Hierro: «Por lo general, las escritoras nos adentramos más en la psicología de los protagonistas y la vida cotidiana».


Los lectores/as de este género se fijan más en los temas que en el sexo de los autores


Luque, en cambio, no ve esta diferenciación. «No, no lo creo. Hay estupendas escritoras sobre temas náuticos o que se han empleado a fondo con emperadores romanos…y escritores que toman como protagonistas a emperatrices romanas». Pero concede que «en las novelas escritas por mujeres hay quizá una mayor riqueza y complejidad en los personajes femeninos, que no son el complemento decorativo-amoroso de tantas ficciones, sino sujetos activos, protagonistas por derecho propio de la acción narrativa».

Molina sí que ve esos «enfoques diferentes» si el autor es hombre o mujer, pero cree que «ha pasado siempre» y «que no es necesariamente malo, en esta variedad podemos encontrar una gran diversidad y riqueza«. Olalla García, en cambio, lo achaca a la «intencionalidad de cada autor».

Lucía Luengo también admite parcialmente esa división: «Creo que hay novelas históricas que tienen un público mayoritariamente (que no exclusivamente) femenino, novelas históricas con un público mayoritariamente (que no exclusivamente)  masculino, y novelas que gustan por igual tanto a hombres como a mujeres. Y no siempre las primeras están escritas por mujeres y las segundas por hombres. Creo que esto se puede aplicar no solo a la novela histórica, sino a la literatura en general». Y ¿cómo editora? «A mí las que más me interesan son las últimas, pero no ignoro las otras. Trato de no olvidar que, aunque el editor debe dar respuesta a las necesidades, sensibilidades y gustos de los lectores, siempre hay que dejar en el plan editorial un hueco para la innovación, para esa joya que anticipa tendencia, esa novela que escapa de cualquier clasificación, con la que descubres sensibilidades lectoras que ni siquiera sabías que estaban ahí. Algo que no pasa todos los días, pero que cuando ocurre es maravilloso».

Y vosotros, público soberano, ¿qué pensáis de todo esto? ¿Están las autoras menos presentes y valoradas de lo que se merecerían en la novela histórica?

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