Solo un capítulo más Solo un capítulo más

Siempre busco la manera de acabar una serie cuanto antes... para ponerme a ver otra.

Una guerra de horarios con muchas ‘víctimas’ y un solo ganador

Quizá fuiste uno de los que anoche no quería hacer otra cosa que ver la tele tranquilamente para acabar el día. Tu intención era disfrutar de lo mejor de la noche, algo que te entretuviese lo necesario y te permitiese relajarte antes de irte a la cama. Seguro que habría algo que destacaría por encima de la oferta del resto, por lo que sería fácil decidirte. Ayer martes tuviste buena y mala suerte. Había series y programas interesantes y que cuentan con mucha audiencia. Pero en todas las cadenas. A lo mejor ayer no lo sabías, pero anoche fuiste víctimas de la enésima batalla en la guerra de horarios televisiva. Y en la que, como siempre, solo pudo haber un ganador.1

Hace unos días, la lucha iba a estar entre dos espacios. El estreno de Allí abajo, la nueva comedia de Antena 3 protagonizada por María León que explota la manida relación entre vascos y andaluces, y Aquí paz y después gloria, eso que emite Telecinco con Antonio Resines. Estaba claro que iba a ser una noche interesante de cara a las audiencias. Para animarla aún más se metió por medio TVE, que entró anunciando que estrenaba la nueva temporada de Máster Chef, su programa más exitoso. De repente, las dos grandes privadas lo pasaron a tener muy crudo para ser líderes. Por eso una de ellas, Telecinco, decidió contraatacar con el cuchillo en los dientes: pasó a emitir un especial de El Príncipe, su serie franquicia, que era un avance de la nueva temporada que se estrenará pronto.

2Resultado: un espectador con una parrilla aparentemente atractiva y que solo puede ver una de las opciones. Quedándose sin poder disfrutar o sufrir lo que le ofrecen las otras cadenas. Y es que puede que no tenga tiempo, ganas o medios para recuperar en Internet lo emitido esa noche. Si le gusta Máster Chef y quería ver el estreno de Allí Abajo, está fastidiado. Lo mismo si le apetecía ver qué pasará en El Príncipe pero tenía interés por los nuevos cocineros de La 1. Al final, se priva al espectador, que en teoría es lo más importante, de lo mejor que se tiene.

Entiendo por qué se producen las guerras de horarios. Esto es un negocio, hay que ganar dinero y lo más fácil es hacerlo quitándole espectadores a tu competencia. Pero me resulta imposible compartirlas. Es un maltrato al que está esperando ver su programa, y que puede provocar desafección con la cadena o la televisión. Especialmente si se trata de perfiles que no tienen Internet o pasan del mismo para ver la tele. Ya sabemos que cada vez son menos, pero tampoco se tiene en cuenta otro perfil. Ese del que opta por ver lo español en la tele y lo de fuera en Internet. Vamos, el que pasa de los MiTele, Atresplayer y demás.3

Las cadenas no esconden que su interés está en llevarse más pasta, y que el espectador es contingente, pero no imprescindible. Sobre todo si eres el que más audiencia tiene. Lo malo es cuando pierdes esta batalla, el programa no funciona y tienes que retirarlo. Con las pérdidas de todo tipo que eso conlleva. A lo mejor ahí se arrepienten.

Pero, ¿tenemos razón para quejarnos de esto? Para ello he pedido a dos colegas que siguen mucho la televisión que cuenten qué les parece este fenómeno. El primero es Álvaro Onieva, de AgenTV, que compara lo de anoche con un gran partido de fútbol:

A veces, la televisión es la guerra. Y para los que la seguimos de cerca, hablando de ella y criticándola, batallas como la de anoche nos dan la vida. Era como un Madrid-Barça, salvo porque tienes que esperar al día siguiente para conocer los resultados. No es tan divertido, claro, para el espectador medio que, tal vez, deba elegir ver una cosa y perderse otra (aunque mejor que sobren buenas opciones a que falten) o para las productoras implicadas, aunque éstas ya deberían conocer las reglas del juego. Morir o matar. Ninguna noche se puede (o no se debería) dejar sin un producto que dé la talla y le ponga las cosas difíciles a la competencia. Cada noche hay que dar el todo e intentar cazar a cuantos más espectadores puedas. Y la audiencia, que no desespere, siempre puede recurrir al día siguiente al episodio en la web para ponerse al día.

También opina Elsa Aguado, de Vertele, que recomienda lo inevitable: resignarse.

La televisión española no tiene alergias primaverales y ha salido a la calle a lucirse: suma al ‘súper lunes’ el martes bélico del ‘todos contra todos’. No sorprende, las cadenas se sienten fuertes, porque en realidad no han arriesgado tanto. Han apostado por productos y temáticas al alza, como son la cocina o la ficción. Antena 3 acierta queriendo seguir con su firma de “la cadena de las series” por encima de la especialista en programas Telecinco, mientras que TVE quiso disparar con Máster Chef’ una de sus únicas balas seguras, en la progresiva pérdida de audiencia de la pública. En la guerra de audiencias siempre tiene que haber perdedores, pero la buena noticia es que al menos tenemos material donde elegir. Como los días no pueden durar 48 horas, el espectador español va camino de asemejarse cada vez más al americano, que tira de grabador y del ‘a la carta’. Verlo todo en estos tiempos de abundancia es imposible, así que mejor resignarse, y tomar aspirinas.

Podríamos resumir todo lo anterior en una expresión muy socorrida: estamos jodidos. Si nos gusta la tele o queremos descubrir las apuestas de las cadenas, es así. Es absurdo indignarse porque quieran ganar tener más beneficios haciendo la puñeta al del otro canal. Solo queda esperar que estos combates de prime time no abunden. Y si lo de ayer te molestó, asúmelo. No queda otra.

El final de Mad Men: entre la veneración y el postureo

2Ya he contado alguna vez que Mad Men siempre ha estado en la lista de las que no me pierdo nunca. Que el «it’s toasted» del primer episodio de la serie se me quedó clavado y demostró que era muy diferente en su propuesta y objetivos. Que tuve la suerte de pillar su intención al instante y no cometí el error de querer coger el hilo de las historias profesionales desde el primer minuto. Seguramente ese fuese el fallo de los muchos que la han dejado porque se les hace «pesada».

Porque la intención de Matthew Weiner no está en que el espectador se empape de cómo se desarrolla la rutina en una agencia de publicidad. Son los vaivenes emocionales, la personalidad y los problemas de los personajes lo que realmente importa. Una demostración de que los aparentemente triunfadores también lo pasan mal. Y puede que hasta estén podridos por dentro.

3Mad Men regresó el domingo para su particular principio del fin. Con un capítulo perfecto. En el que no sobra nada y se hace un repaso a las ya conocidas tribulaciones de Don Draper. Ese hombre que siempre mira atrás. Para el que nunca nada es suficiente. Que es incapaz de pasar página. Al que no le basta con lo actual y quiere recuperar lo que ya se marchó. El mismo que, al darse cuenta de que la vida se puede acabar, se refugia en lo fácil para evitar pensar en su propio y seguro deceso.

Se han escrito y publicado incontables análisis sobre la personalidad Don, ya sean seriéfilos o incluso médicos. La potencia que han ido cobrando otros personajes ha permitido que textos de ese tipo también se trasladen a Peggy, con su complejo de inferioridad; a la lucha contra el machismo de Joan; la ambición desmedida cargada de fracaso de Peter; la negativa a la vejez de Roger; o la difícil adolescencia de Sally. Los aficionados a diseccionar cómo son los protagonistas van a hincharse de poder extraer conclusiones sobre cómo han evolucionado y cómo acabarán tras ocho años de temporadas. Porque es cuando les vamos a ver más débiles.

1La perfección del elenco también está en los aspectos técnicos. Los planos, la fotografía, el nuevo vestuario acorde a los inicios de los 70… Todo es caviar. Esas miradas entre personajes captadas por la cámara y los constantes gestos desencajados de los mismos logran transmitir todo lo que pretenden gracias a la deferencia que se tiene con el espectador. Se quiere mostrar qué les ocurre en momentos determinados. También a través de la belleza, uno de sus aspectos más empleados a lo largo de estos años. Logra que nos alegremos la vista incluso en las situaciones menos propicias para ello. De la misma manera que consigue que nos pongamos enfermos cuanto toca hacerlo.p19er3ivbi1egq1avpnfqej8m4m5

Es un placer que exista una serie como Mad Men. Que cuida todos sus detalles y no para de mejorar con el paso de los años. En la que todo está hilado. Como ejemplo sirve el desgaste por el alcohol, el tabaco y los palos amorosos de los personajes, que ha facilitado que les conociésemos más. Y saber cómo son demuestra el gran trabajo de guión y de actores que hay detrás. Y es que si la has visto completa, es imposible recordar un momento de bajón en los episodios o de decadencia en algún personaje. Por eso hay que venerarla como se merece.

p19er3ivbi1gr6po7j1hvp1mnd6Pero no todo lo que rodea a Mad Men es bueno. Estos días ha surgido un fenómeno inesperado y que ha estado alimentado por la campaña de promoción del final de las cadenas que la emiten. Lo podemos llamar el postureo madison, por no blasfemar con el nombre de la serie. Cualquiera que esté en Twitter ha podido ver cómo de repente han aparecido miles de fans de la serie, que escriben sus análisis sesudos y lamentan que se acabe. Sus tuits, posts y demás parecían decir que es la única ficción que ha contribuido al cambio y la edad de oro. Que solo ha existido lo que alumbraron Weiner y AMC.p19er3ivbj8o31hce1si839e26ka

Las cadenas deben hacer publicidad de una serie tan buena y darle una despedida como se merece, ya que pierden un atractivo de parrilla. Lo patético es que haya gente que por sumarse a la masa y salir en la foto de repente haya descubierto a los publicistas de Madison Avenue y haga proselitismo de los mismos como si fuese una religión. Ni con Breaking Bad ocurrió esto. E insisto: es todo por aparentar y estar dentro del grupito, como te enseñan de manera mucho más amplia en Sociología. El postureo madison ya morirá con la serie. O eso espero.

A mí me encanta Mad Men. Es de mi top 10 eterno. Pero no estoy hablando a todas horas de ella. No es necesario. No me hace falta demostrar que soy un fan. Será que soy raro.

La canción del 7×08, el regreso

Un libro

De lo poco que he leído hasta ahora, más allá del postureo recalcitrante que comentaba antes, lo mejor es un libro de varios autores como el propio Matthew Weiner o Enrique Vila Matas. En sus páginas se cuenta muy bien cómo nació la serie y qué se podía esperar de ella. Lo ha publicado la editorial Errata Naturae y se titula Mad Men o la frágil belleza de los sueños en Madison AvenuePor si queréis profundizar en el tema.

«Tienes el blog un poco parado, ¿no?»

Que en tu vida pasas por distintas etapas en las que tienes que renunciar a tu día a día por una obligación superior es tan evidente como que fumar es malo. Pero de este axioma, por obvio que parezca, no eres consciente hasta que alguien te lo recuerda. La jefa de los blogs de 20minutos me la ha dicho un par de veces cuando hemos tenido conversaciones sobre mis dificultades para escribir con frecuencia por distintas razones. Y yo no había experimentado esa sensación hasta que empezó febrero. No podía escribir porque no tenía tiempo. Tampoco tenía ganas.Mad Men

Lo «peor» de todo, y que todo lo malo en la vida sea esto, es que tampoco hacía por tener de qué escribir. Porque no me apetecía ver ni una serie. Así he estado prácticamente dos meses. Me apetecía leer, ver más cine y centrarme en el trabajo diario que, por suerte, me absorbe por completo. Aunque con el paso de los días solo hice lo último, consideraba que leer y el cine eran más importantes que ver un montón de series nuevas o ya conocidas. Los capítulos dejaron de tener interés alguno para mí. Solo me dio por ver las españoladas que se estrenaron y que funcionaron bien en audiencia para ver si recobraba el interés, aunque fuese por los bodrios. Y ni así.

Foto: EFE

Foto: EFE

A la gente a la que le preguntaba qué me podía pasar me respondía que estaba «saturado». Seguramente fuese eso. A lo mejor también me cansé de la falta de ideas actual, con una parrilla europea y estadounidense repleta de historias ya manoseadas con distintos personajes. O quizá me hartase de las precuelas, spin-offs y similares que han proliferado en estos últimos meses. El último caso, de ayer mismo, con David Lynch marchándose de la nueva Twin Peaks. ¿Cómo se puede lanzar uno a recuperar una serie y que luego su creador y director se pire?

Me gusta ver series, y escribir sobre ellas es un honor. Pero cuando no tienes nada que decir… Tampoco existía nada en el mercado que me estimulase demasiado. Supongo que a alguno de mis colegas le habrá pasado alguna vez. Esa sensación de que todo lo que hay no es suficiente. Que ya pueden estrenar lo mejor de mundo, que ni así te vas a decidir. Hasta que te das cuenta de que el problema está en ti mismo y que solo necesitas desconectar para volver a la vorágine semanal de más de 20 episodios a ver en los pequeños huecos que tienes.

Si quieres ver una serie sacas el tiempo de donde sea. Te levantas antes, apuras al máximo para llegar a los sitios obligatorios, modificas tus horarios de ocio… Se hace lo necesario. Estar alejado de la actualidad me ha servido para volver a recordar cómo se hacía eso. Antes pasaba del tema.Captura de pantalla 2015-03-09 a la(s) 19.10.57

Pero lo que me ha convencido del todo a ver que estaba equivocado han sido dos momentos. Uno, hace unas semanas, cuando una amiga me dijo: «Tienes el blog un poco parado, ¿no?». Ahí me di cuenta de lo que echaba de menos escribir. Era absurdo que no lo hiciese cuando tenía la posibilidad de contar todo lo que quisiera sobre lo que más me gusta. A las series no las eché en falta en ese momento. Seguía fallando algo. Las consideraba menos importantes que, como dije antes, los libros o el cine. Y no podía estar más desacertado.

Kevin headbutts G.R. guy, exits car, asks for Laurie at a G.R. houseAyer en El País, Marcos Ordóñez publicó esta maravilla de artículo sobre series y su narración. Me hizo ver que las buenas, las que de verdad son un placer de ver, beben de muchos libros y películas que han aportado algo al mundo cultural y hasta han contribuido a cambiarlo. Hay que leer como si se nos fuese la vida en ella, y ver todas las películas posibles. A ese club de lo imprescindible se han sumado las series en los últimos años. Ordóñez hace un repaso por las mejores, y con esos nombres debería ser suficiente para convencerse de que su lenguaje también puede aportarnos muchos conocimientos.

Porque si alguien dice que no ve series por leer libros, ver cine o ir al teatro, es que es un pedante. Aparte de un ignorante. A mí ya se me ha pasado esa pájara tonta. Espero que no vuelva a ocurrir. Y que si es así, tenga más razones de peso que estar cansado de estar sentado para ver un capítulo. Lo que sí haré para no cansaros tanto es mencionar libros o películas más a menudo, para que no todo sean los episodios de la semana.14

Cuando cuentas con varios desempeños diarios relacionados con el trabajo es inevitable acabar saturado. Pero mi saturación es una bobada comparada con la de gente que trabaja duro de verdad, y que tiene razones reales para estar cansada y querer desconectar de algún aspecto de su rutina. Y lo peor es que muchos de ellos no pueden permitirse tomar esa medida. Así que he optado por dejar de ponerme excusas y volver a ponerme en marcha. Sobre todo ahora, que tengo más razones que nunca para ver series. ¿O es que pensabais que se habían acabado los artículos sobre Mad Men?

 

También hay que escuchar música. A todas horas. Como esta.

‘Los Nuestros’: el pase de modelos insustancial del boina verde

Las series sobre militares nos suelen gustar. Es evidente que siempre son entretenidas. Nos muestran cómo es la supuesta vida de los soldados en zonas de conflicto, en las que se juegan la vida. También permiten descubrir algunos de los secretos de los distintos ejércitos que las protagonizan, aunque sea una parte nimia. Lo que dudo es que el día a día sea tan frívolo como relata Los Nuestros, la miniserie de Telecinco sobre un equipo especial de boinas verdes que va a Mali para rescatar a unos niños.1

Solo hace falta ver 10 minutos del primer capítulo para darse cuenta del público que busca Los Nuestros. Los adolescentes van a caer rendidos ante el desfile de tíos y tías buenas que aparecen en las primeras escenas, ese pase de modelos protagonizado por boians verdes. No me atrevo a decir que además sea una ficción que busque al público femenino, objetivo principal de los programas de Mediaset, ya que la temática no es de las que más encaja entre sus gustos. Lo que queda claro es que Telecinco ha vuelto a ir a lo fácil. A sacrificar el talento en favor de la belleza. A la apuesta por unas actuaciones poco creíbles en lugar de potenciar la buena propuesta.

3Pero sería muy injusto si no admitiese que es de esas que «cumple su función», argumento que a mí siempre me ha parecido una excusa para justificar un producto con defectos en el 90% de su contenido. Los Nuestros es muy entretenida. Es innegable. Hay algo de ritmo, te alegras la vista viendo a los actores y el argumento es bueno. Además, se pasa muy rápida y no hace falta prestarle mucha atención para enterarte de lo que ocurre. Esto tiene un aspecto positivo, pero a la vez supone el peor defecto posible: que no te atrapa. Desconectas fácilmente porque lo ocurre no es tan interesante como para volcarte en ella.4

El vestuario, los escenarios, el atrezzo e incluso la fotografía son más que aceptables. Lo que es completamente inaceptable es, otra vez, la actuación de Blanca Suárez. No sé qué pensaréis los que hayáis visto, pero no me trago que su personaje sea la mejor tiradora de precisión que existe en España. Hugo Silva, Álvaro Cervantes y Luis Fernández también están horrorosos, pero ella insiste en no dar la talla. Tampoco es que haga mucho bien al papel de la mujer en el Ejército, por lo que me ha contado gente que está metida en éste o que conoce bien lo que ocurre dentro del mismo. Pero esto es ficción, por lo que en ese aspecto está salvada. Lo que sí debería parecer es que su personaje es verosímil.

5Lo que ocurre con Suárez y la imagen que da de los soldados no es exclusivo de ella. Todo el que se queje de que en Los Nuestros se muestre que las mujeres son tercas, buscavidas y temerarias o que la mayoría de militares son unos canis tendrá razón. No la tendrá el que se queje de que la institución es machista. A lo que hemos visto todos en los últimos días me remito.

¿Merece la pena ver Los Nuestros? Si no tienes nada que hacer, quizá. Total, solo le queda un capítulo. Hay que tener en cuenta que el mayor interés de la serie es cuándo se van a volver a liar Hugo Silva y Blanca Suárez, no lo que pase con los niños. El propio relato se encarga de restar importancia a la supuesta idea central. Así que para tenerla de fondo en la tele no está mal. Puede que veas una escena excitante. Y a Antonio Velázquez, que demuestra que puede ser un buen actor. Lo malo es que coincide con lo mejor de la actualidad, que es El Ministerio del Tiempo2

Como dijo Zaida Cantera el domingo en Salvados, «no tenéis ni idea de lo que ocurre, ni de lo bueno ni de lo malo». Para eso aún nos falta una serie. Quizá una víctima de la casta de las familias militares como Zaida podría ayudar a escribirla. Porque no todo es tan bonito ni idílico en los cuarteles o las bases. Y dudo que el día a día sea tan insustancial como nos enseñan en Los Nuestros.

 

Gracias a Noemí C. por la ayuda

Vídeo | Nuevo tráiler de la quinta temporada de Juego de Tronos: «I’m going to break the wheel»

Queda poco para que regresa la serie de todos. Y la HBO se ha empeñado en que tengamos aún más ganas del estreno de la quinta temporada. Juego de Tronos regresa el 5 de abril con una mezcla entre Festín de Cuervos y Danza de Dragones. Para ir preparándonos, la cadena ha decidido estrenar el último tráiler en la Keynote de este lunes.Captura de pantalla 2015-03-09 a la(s) 19.10.57

En la próxima temporada faltarán personajes emblemáticos, como Bran. Pero servirá para que regresen otros misteriosos, como Jaqen H’ghar.

Hagan lo que hagan nos va a gustar. Aunque nos haga llorar o pasarlo mal. Pero para eso está la ficción, ¿no? Ya lo avisa Daenerys: «I’m going to break the wheel».

La oportunidad envenenada de ‘Bajo Sospecha’

Lo admito: Bajo Sospecha ha conseguido llamar mi atención. Sí, a mí también me ha pasado. Ha logrado atraerme lo suficiente como para querer ver el siguiente capítulo tras tres emitidos. Sé que no soy el único, y por eso me expreso así. Somos muchos los que estamos ansiosos de que llegue el siguiente. Y eso que la primera media hora de su estreno casi nos hace cambiar de canal. Algunos lo hicieron, y no sin razón, ya que la posibilidad de triunfar que tiene está en peligro por razones que más adelante expondré. Pero, dentro de sus limitaciones evidentes, ¿por qué nos ha conseguido atrapar?1

La fórmula de Bajo Sospecha ha funcionado porque el suspense de la trama se volvió aceptable a la mitad del segundo episodio. Antes, todo el mundo era sospechoso, recibía llamadas anónimas, tenía secretos, estaban en sitios inexplicables en momentos ídem… Resultaba cargante que hasta el parroquiano que se tomaba el café pareciese el responsable de lo que le ocurre a Alicia Vega. Por suerte, todo cambió cuando se descubrió parte del misterio inicial. Y ahí está el éxito: en que, al parecer, sabemos muy poco de lo que ocurrió. Tanto como de lo que está por descubrirse.

2Ofrecer al público una serie de suspense con desapariciones/secuestros/diversas calamidades con niños como víctimas es buscar el éxito de la manera más sencilla. Perdemos la cabeza por los sucesos, y si hay menores de por medio, parece que todo vale. Lo mejor es que Bajo Sospecha, que al ser ficción puede permitirse casi todo, no cae en el morbo fácil. Ha ocurrido algo y se relata. Además, hay muchos sospechosos entre los que se encuentra (o no) el culpable al que hay que desenmascarar, que no paran de soltar mentiras, que están involucrados en infidelidades. Pero no hay nada truculento, ni que resulte violento. Que busque revolver el estómago al espectador.

Una buena serie de este género lo único que debe hacer es remover la conciencia del que la ve. Bajo Sospecha no lo ha conseguido por el momento, y dudo que alcance tal hito. Sus aciertos están en una trama bien relatada, en un guión bien escrito y en actores como Lluis Homar y Alicia Borrachero. También en su banda sonora, que me parece muy adecuada para la historia que se cuenta. Vamos, que es muy entretenida, pero no una maravilla. Y ya está.3

Es imposible que la gran apuesta de Antena 3 sea una ficción brillante cuando tiene un elenco tan limitado. Que Blanca Romero pueda protagonizar una serie en el año 2015 dice mucho del trabajo de algunos directores de casting, que parece que buscan más belleza que talento. Una actriz tan mala y de la que no te crees nada, salvo los gritos, denuesta todo lo demás. Y que alguien le diga a Romero que eso de «que hablen de ti, aunque sea mal» solo se aplica en ciertos momentos y ámbitos. En el de la actuación ni de broma. Tampoco ayuda que Yon González vuelva a tener un personaje de chulopiscinas. Le hemos visto demasiadas veces así, y es agotador.

4Me gusta Bajo Sospecha. Quiero saber qué hay detrás de lo que le ha ocurrido a Alicia Vega. Pero esa misma trama correcta y ese buen guión tienen la debilidad de que algunos actores pueden cargarse la historia. Su solidez se puede desvanecer si alguien no pone las pilas a los que tienen que transmitir con su cuerpo y sus diálogos lo que ha ocurrido en Cienfuegos. A veces, dos actores pueden justificar una sola serie. Pero si los dos protagonistas no dan la talla, la pueden fastidiar. Las malas actuaciones son las que envenenan su gran oportunidad de triunfar y gustar mucho más. Esperemos que gane peso el misterio, y la pareja policial lo pierda. Así, su máquina de entretenimiento carburará.

El Ministerio del Tiempo: un viaje emocionante a la calidad televisiva

Siempre me he quejado de que España no había alumbrado una gran serie desde Crematorio. Una que se diferenciase del resto, que no guardase relación alguna con lo que ya estábamos cansados de ver. Lo vulgar y absurdo había tocado fondo y arrastrado a la ficción española hasta el mismo pozo. Y cada estreno no lograba ni escalar un metro. Hasta que ha llegado El Ministerio del Tiempo, que ha traído luz a las series españolas. Y a la televisión en general.

1

El argumento de un ministerio secreto que realiza viajes en el tiempo para evitar que se cambie nuestro pasado con el fin de impedir una catástrofe o cambios problemáticos en el futuro es original y brillante. Las misiones de la nueva brigada formada por un enfermero con nada que perder, un soldado de los tercios de Flandes y una pionera en estudiar junto a los hombres no tienen más misterio. Se inician de la forma más simple y se resuelven igual. Lo que engancha es lo que pasa entre la introducción y el desenlace. Que no es poco. Y que merece reconocimiento.

5La razón por la que esta ficción merece elogios es sencilla: su calidad. Pero, como podría decir Ferrán Adriá, ¿qué es la calidad? Existen distintas categorías. Y puede resumirse de forma compendiosa.

Entre los aspectos que hacen grande a El Ministerio del Tiempo están las píldoras inteligentes de actualidad, tan habituales en las series americanas y tan prostituidas en las españolas al emplearlas como gracieta metida con calzador. Aquí se habla de whatsapp, internet, política, idiosincrasia española («improvisemos»), fútbol, etc. Y nunca resulta forzado. Hasta las palabrotas encajan.4

Esto último demuestra el gran trabajo de guión que existe. Todo está atado. Los diálogos están bien estructurados, son dinámicos y entretenidos. La mayoría, además, son divertidos. Pero lo que los potencia aún más son sus detalles. Meter letras de Leño en una conversación a versos con Lope de Vega solo está al alcance de los más ingeniosos. También están los sentimentales, como ese «Curro Jiménez» de Rodolfo Sancho al inventarse un nombre para que no le pillen. O la puerta 58 del funcionario que recuerda con nostalgia el doblete del Atleti. Un autohomenaje de Pablo Olivares, uno de los guionistas, que entraba por esta misma cuando iba al Vicente Calderón a ver a su equipo.

3Pero lo mejor del guión es su amplitud. Hay recursos de todas las épocas. Bromas del siglo XV y del XIX. Del XX y del XVII. Y las que quedan por aparecer. Porque no es fácil encajar en unos diálogos todo lo característico de un año concreto, ya sea 1470 o 1996. La investigación y documentación que hay detrás es evidente. Diría que inédita en este país, dado que las series históricas de aquí se han caracterizado por pisotear el rigor. Menos Isabel, que casualmente también es hija de Pablo y Javier Olivares.

La ambición de querer abarcar tanto provoca que los fallos sean inevitables. La minucia se magnifica en una serie que se atreve con la historia. Hay que tenerlo en cuenta, y señalarlo. Pero son tan pocos los errores y tantos los aciertos que los primeros pasan a ser una anécdota. No tener techo y aspirar a mejorar siempre es positivo. Aunque eso implique algún desliz que otro.2

Tampoco hay que olvidar lo técnico e interpretativo. En lo primero no hay nada que reprochar, pero sí que pulir. Los efectos especiales no desentonan, pero a veces se notan demasiado. Una presencia que también tienen los actores, en este caso para bien. Nacho Fresneda y Rodolfo Sancho están muy bien. Su «problema» es Aura Garrido, que está inmensa. Su Amelia ya ha sido bautizada como la Hermione de la serie. Detrás de su personaje fuerte e inteligente hay mucha inocencia. Si no, ¿de qué iba a caer tan fácilmente ante Lope de Vega?

6Con todo lo anterior, podría parecer que El Ministerio del Tiempo ya ofrece lo suficiente. Pues hay algo más: su mensaje. Es precioso. Poder vivir lo que para uno es imposible. A mí también me encantaría volver atrás para varios momentos. El concierto de Queen en Wembley del 86, por ejemplo. O la boda de mis abuelos. Todos tenemos una espina clavada. Una escala más en este viaje maravilloso a la calidad.

Por cierto: que TVE se gaste nuestro dinero en esto está muy bien. Tiene pasta de sobra para invertir en calidad. Y esa es su función. La mala gestión y la manipulación informativa seguirán ahí, pero series como El Ministerio del Tiempo demuestran que es posible otra televisión. Y es que una serie que va a incluir un personaje de un viajero en el tiempo protagonizado por el inmortal Jordi Hurtado tiene que ser tan buena como un servicio de habitaciones: por cojones.

Lady Gaga estará en la quinta temporada de American Horror Story

Medios como Deadline y TVLine lo adelantaron, y ella misma lo ha confirmado. Lady Gaga estará en la quinta temporada de American Horror Story, y no como invitada: será una de las actrices principales. Así lo aseguran desde Estados Unidos, aunque la cantante aún no ha revelado cuál será su rol ni qué le ha encargado el creador, Ryan Murphy.

Archivo 20MINUTOS

Archivo 20MINUTOS

El fichaje de Gaga, además de ser muy atractivo, puede servir para que la serie dé el giro que necesita. Y es que a la más que probable ausencia en esta quinta entrega de Jessica Lange, se suman dos últimas temporadas que no calaron en crítica y el público. El desastre de Freak Show no ha servido para olvidar lo aburrida que fue la historia de las brujas de Coven.

Para combatir el sopor parece que llega Lady Gaga a la serie. Antes, sus trabajos en ficción se habían reducido a un capítulo de Los Soprano y al filme Machete Kills.

La quinta temporada de AHS está envuelta en el secretismo, como sus predecesoras. Solo sabemos que se llamará Hotel, y los rumores apuntan a lo típico (hotel con fantasmas, asesinatos, puertas que se abren solas, etc). Por el bien de su criatura, espero que Ryan Murphy sepa cómo darle la vuelta para recuperar la confianza de los espectadores.

Veremos qué puede ofrecer la artista a una serie tan discutida últimamente. A lo mejor vuelve a los trajes de carne. O se presta a cosas peores, dada la locura que cabe en esta serie.

El gráfico que demuestra que es imposible que veas todas las series que quieres

series

La cadena FX, madre de Fargo Sons of Anarchy, ha hecho un estudio sobre las series y el número de éstas que se estrena cada año en Estados Unidos. Los resultados, resumidos en un gráfico de Vulture, no pueden ser más relevantes. Y la conclusión, más contundente: necesitarías días de 90 horas, como poco, para ver todo lo que se estrena en un solo año. Era difícil hacerlo en 2008. Ahora, directamente, es imposible.

Usando datos de Nielsen, el canal ha contabilizado hasta 328 series de estreno en 2014 entre televisión (cable, suscripción) y plataformas de streaming. Haciendo la cuenta de la vieja, y con una posible media de 12 capítulos cada una, tendrías que ver más de 3.000 episodios en un solo año para poder decir eso de «veo todo lo que se estrena y emite». Es decir, por encima de las 3.000 horas. Más de 120 días completos de tu vida. Un ritmo que nadie es capaz de llevar (salvo que no duerma, no coma, no trabaje y no salga a la calle nunca) y que evidencia la locura en la que se ha convertido este sector en los últimos años. Un disparate que responde a un boom transformando en oferta desmesurada e incomprensible, y que implica perderte grandes series en favor de otras y dejar atrás a esos clásicos que cualquiera debe ver antes de morir. El problema es que te obligan a irte al otro mundo sin verlas con tanta novedad.

Las cadenas de cable, protagonistas del gráfico, encabezan el número de estrenos. En 2014 se empezaron a emitir 180 ficciones, casi el triple con respecto a lo que se lanzó en 2007 y 2008, cuando podías empezar a ver entre 63 y 65. Pero es que la apuesta del cable por las series no parece que vaya a dejar de crecer, como muestran los datos.

El género de los estrenos en cable es otro aspecto a destacar. Los nuevos dramas doblaron prácticamente a las comedias en 2014, mientras que las miniseries no dejan de ocupar su lugar discreto al surgir muy pocas con respecto al resto de ficciones.

Tampoco se quedan cortas las cadenas en abierto, que estrenaron 124 series. Por último están las plataformas de streaming, que contaron con 24 estrenos el pasado año. Un número que va a aumentar este 2015, ya que Amazon apuesta fuerte por la ficción con el fichaje de Woody Allen y su éxito en los Globos de Oro, y con Netflix ofreciendo mucha más oferta. A éstas se suman plataformas como la de Yahoo, que a ver qué y cuánto nos trae.

Por tanto, si te ha fastidiado en algún momento no poder ver todo lo que te gustaría, o has lamentado no ponerte al día de lo que ve la gente de tu entorno, no te preocupes: no vas a poder hacerlo. No tienes tiempo vital suficiente. La vida de ahí fuera, por suerte, te disuade de ello. Aparte de que acabarías harto, como nos ocurre a algunos que nos dedicamos a esto de ver series. Hay más entretenimiento: cine, libros (no dejéis de leer por ver series, por favor), salir, etc.

Para evitar que se te acumulen tantas series y acabes dejando algunas que te gusten, solo un consejo: sé selectivo. Todos sabemos que vemos algunas por puro postureo y por integrarnos en la tribu cuando realmente no nos gustan. No lo hagas. Ve a por lo que de verdad te atrae y punto. Salvo que quieras batir un récord guinness. Para hastiarnos ya estamos los que tenemos la suerte de vivir de recomendarte las que no debes perderte.

Fuente: Vaya tele

VÍDEO: Primer tráiler de la 5ª temporada de Juego de Tronos

Valiéndose de su nueva apuesta por el IMAX, HBO emitió ayer en algunos cines los dos últimos episodios de la cuarta temporada de Juego de Tronos. De paso, aprovechó para estrenar el tráiler de la 5ª entrega de la serie basada en los libros de George R.R. Martin. Y alguien fue lo suficiente piratilla para grabarlo a una calidad aceptable.1

El tráiler, con el fondo de una versión del Heroes de David Bowie, dice mucho de lo que nos espera este año con la adaptación de varios pasajes de Festín de Cuervos y Danza de Dragones. Y es que es temporada, visto lo visto, pinta muy bien. Que va a ser la pera, vamos. Juego de Tronos regresa el 12 de abril a Estados Unidos, y al día siguiente podremos verla ya en España a través de Canal +.

El tráiler lo descubrí gracias a @jlamotta23