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Siempre busco la manera de acabar una serie cuanto antes... para ponerme a ver otra.

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The 7.39, el tren de la infidelidad

El enamoramiento efímero en el transporte público es algo que hemos experimentado todos. Salvo los ricos y sus hijos, claro. Ese flechazo que te asalta en cualquier momento con la chica del metro o el chico del autobús es inevitable. Pero se suele quedar ahí. Las historias de este tipo no suelen llegar a ningún lado, salvo que el que se haya quedado prendado del que tiene enfrente se atreva a dar el paso de decirle algo (que no suele ocurrir). O de que surja conversación entre ambos de manera natural, algo aun menos probable. 71

A lo que más nos atrevemos es a «perseguir» a esa persona, usando ardides como sentarnos al lado o lo más cerca posible, o simplemente movernos al vagón en el que está. Y ahí se suelen acabar miles de historias de amor. Algo que es un poco patético si se piensa, pero el que no lo haya hecho que tire la primera piedra. También puedes intercambiar palabras con un desconocido camino al trabajo de la manera más plausible: por una discusión. Te atraiga o no, las luchas por los asientos son tristemente habituales.

De esto parte The 7.39, una miniserie de dos capítulos de la BBC que cuenta con un reparto muy atractivo: David Morrissey (sí, el gobernador de The Walking Dead) y Sheridan Smith (la rubia de Dates). La trama es muy sencilla: coinciden todas las mañanas en el tren de las 7.39, en hora punta, para ir a sus respectivos trabajos. Y un día se conocen por una tontería: se pelean por un asiento en un vagón abarrotado.

7.39De ahí, tras ponerse cara, optan por comportarse como adultos y disculparse. Empiezan a conocerse, a llevarse bien, e incluso a contarse sus intimidades, algo típico. Hasta que se dan cuenta de que ambos quieren algo más del otro. Y ahí empiezan los problemas… Pero no para ellos.

The 7.39 incide en dos aspectos muy comunes en el día: la pasión por la novedad y el escarceo que surge de forma espontánea. Con el primero se alcanza la perfección gracias a la interpretación de la pareja protagonista. Se ven subyugados uno por el otro, tan ilusionados con que ese que están conociendo sea tan alucinante, que coincidan en tantas cosas… ¿A quién no le ha pasado eso? De ahí a que acabes liado con aquel que te hace experimentar esas sensaciones tan excepcionales va un trecho. Pero…

El otro aspecto es el de «ha surgido». Todo fluye en la miniserie. La naturalidad es la base de lo que ocurre durante las casi dos horas de historia entre Carl y Sally. Nada chirría, y las escenas se suceden sin dar la sensación de que estaban predestinados a enrollarse. A ésto se suma el «uy, igual no lo tenía todo tan claro».72

Por esto último, The 7.39  es una serie de terror para aquellos que tienen (tenemos) pareja. Tras verla no puedes evitar pensar en «y si conoce a otro de esta manera». Puede pasar, de esta forma tan bonita y sin que sea premeditado: dos personas que se conocen en un maldito tren, que se gustan, y que fantasean con compartir cama. Por varios factores, ya sea el riesgo, salir de la rutina, o simplemente el haber conocido a alguien tan fascinante.

Pero la madre de todos los pretextos es el «solo esta vez». Nunca suele ser solo una vez. Ni de broma. Esa «vez» pasa a ser el «he sido infiel y no ha pasado nada», y ese dilema provoca que se insista con el autoengaño del «no pasa nada». El siguiente paso es adecuar tus horarios al de la otra persona, y viceversa. Y así, ya os convertís en amantes sin daros cuenta. Puede que hasta olvidando que se está destrozando la vida a otra persona. En fin.

De esto tienen mucha culpa los actores, que son buenísimos. Los que hayan visto The Walking Dead van a flipar con este cambio de registro de David Morrissey. Sheridan Smith, igual.

74The 7.39 es una historia preciosa entre dos amantes a la vez que una miniserie que causa pavor en aquellos que tienen una relación estable y planes de futuro. Pero que a la vez aporta una lectura tan interesante como el daño que se causa al engañado. Sí, el cornudo no sufre porque le salgan cuernos, sino por otros motivos. Y aportar esa idea al espectador solo lo logran las grandes series.

Por cierto, ¿esto no podría hacerse en España? Es decir, una historia tan simple como dos que se conocen en un tren resumida en dos capítulos. ¡Si hasta hay desayunos familiares! Pero a algunos supongo que les parecería excesivo lo que ofrece The 7.39. Ellos querrían hacer con esto una serie de varias temporadas.

 

Para ti: no, no nos va a pasar lo que a estos dos.