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Siempre busco la manera de acabar una serie cuanto antes... para ponerme a ver otra.

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Una cadena de despropósitos llamada Ciega a citas

Que las series españolas se dediquen a evidenciar las miserias de una parte de la población, a denunciar la superficialidad, la precariedad laboral, que el empresario trate a los trabajadores como números sin acordarse, oh, casualidad, de la plusvalía, o del dispendio de los que más tienen, está muy bien. El problema es que lo hacen mal, y consiguen todo lo contrario: asumen y aceptan esas miserias, fomentan la superficialidad, jalean la precariedad laboral y a esos ejecutivos que no se preocupan de las consecuencias de sus despidos, y se celebran ciertas actitudes de los ricos.Ciega

Ya dijimos hace un par de semanas que la situación de la ficción española era más que preocupante. Tanto que algunos empezamos a pensar que a las productoras y cadenas no les interesa acertar con un producto de calidad, sino con lo más morboso posible para ganar unos puntos más de audiencia. Lo que provoca que nos ofrezcan auténticos desvaríos en forma de serie, tales como el último estreno de Cuatro con capítulos de lunes a viernes, Ciega a Citas. Que, por cierto, está basada en el relato de una bloguera que luego pudo plasmar sus historias en un libro.

El argumento es simple: una chica gordita que trabaja en una radio cobrando una mierda se entera de que su hermana pequeña se va a casar con un tipo que es un auténtico partidazo. Su madre, que no se cansa de tirarle puyas sobre el desastre de vida que tiene, la considera una fracasada, algo que ella no está dispuesta a tolerar. Por esa razón hacen una apuesta: la protagonista, Lucía (Teresa Hurtado de Ory), deberá acudir a la ceremonia de su hermana con varios kilos menos, con otra ropa que no sea negra, y con novio. Algo que su madre (Elena Irureta) no cree que sea capaz de conseguir.

Ciega2Voy a empezar por una vez con lo bueno: los actores de Ciega a Citas están bien. Cumplen con sus roles y resultan creíbles en la mayoría de secuencias. Gente como Alex Gadea, Octavi Pujades, Marta Nieto o Arancha Martí demuestran que saben actuar. Algo que no es muy habitual en los últimos años en las series españolas, en fin.

Pero ahí se acaban los aspectos positivos: Ciega a citas es una cadena de despropósitos. El desarrollo de las tramas es burdo, las situaciones que se plantean son poco interesantes, y el juego que se quiere ofrecer con algunas tramas no logra provocar un punto de interés para el que la está viendo. Por no hablar de la duración y de la hora de emisión. Primero, que no se puede hacer una serie diaria que dure 45 minutos; es una pesadez. Y sí, ya sé que duran lo mismo los culebrones de la sobremesa. Parece que aquí entendemos lo corto por tres cuartos de hora y lo largo por hora y media. Segundo, que si vas de «moderna», que te programen a las 15:45 no ayudan a respaldar esa descripción.

Luego está el desastre de planteamiento que hacen con la radio en la que ocurre la mayor parte de la historia. Más que nada porque cualquier que haya estado en un programa en directo, o haya trabajado en una emisora, sabrá que la credibilidad de la serie es inexistente en ese aspecto. No, con un micro de control no interrumpes una emisión en directo. Tampoco hay gente en las redacciones de este tipo que no se haya sentado en un estudio en su vida. Ciega3

Los dislates no acaban ahí. Por ejemplo, ¿qué hace Belinda Washington en una serie? Y más en un papel de mujer fatal. También chirría un poco esto de que Elena Irureta y Joaquín Climent vuelvan a ser marido y mujer en la ficción. Joder, que parecen ya los nuevos Pepa y Avelino.

Últimamente, lo que se pide a los actores para un papel en series o películas es que adelgacen. Teresa Hurtado de Ory ha tenido que engordar para hacer Ciega a Citas. Tal y como ha salido la serie, con unos guiones tan absurdos, parece que no le va a salir rentable ese esfuerzo.

En este tipo de despropósitos y vergüenzas como Ciega a Citas es experta Mediaset, que es capaz de emitir un programa en el que aparece una niña recién fallecida para reventar los audímetros. Y la gente, por puro morbo, lo ve. Vender eso como homenaje es de vergüenza; se hace para ganar dinero en publicidad, y punto. Lo mismo con esta nueva serie.

 

Aclaración

Ya sé que los padres de la pobre niña permitieron que se emitiese el programa. Pero aun con eso, Telecinco debería tener la suficiente altura de miras y el mínimo respeto para no ofrecer un programa con una carga de morbo previa y que seguro iba a ser un éxito de audiencia por la misma razón.