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Siempre busco la manera de acabar una serie cuanto antes... para ponerme a ver otra.

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Allí Abajo: una buena idea que no pasa de «cumplir su función»

Antena 3 quiere convertirse en la cadena que veamos todos por las noches. Su apuesta por la ficción de la buena así lo demuestra. En el camino se han quedado algunos despropósitos, series irregulares y otras que quizá no tuvieron la audiencia que su calidad merecía. Pero aún le faltaba una comedia. El canal principal de Atresmedia lo ha intentado con este género en varias ocasiones. Se la ha pegado en casi todas, una veces porque eran infames y otras porque pasaron desapercibidas. Hasta que llegó Allí Abajo, una buena idea espoleada por Ocho apellidos vascos. Y con la que me temo que tampoco ha encontrado la fórmula para los más exigentes. Sí lo ha logrado para el que no tenga interés en una historia que se vaya enriqueciendo con el paso de las semanas. Porque no pasa de ser una «cumple su función».1

Allí Abajo es una serie para el que no quiere pensar demasiado al llegar a casa. Para todo el que no busque risas excesivas ni una historia rica y con muchísimas vertientes. También es perfecta para aquel que no espere giros emocionantes ni algo que le vaya a cambiar la vida. En ésta eso no va a pasar. Todos sabemos lo que va a ocurrir en una historia donde un chico vasco (Jon Plazaola) que se ve obligado a quedarse en Sevilla conoce a la enfermera (María León) que cuida de su madre después de que ésta haya entrado en coma por un accidente durante sus vacaciones. El resto de tramas son unas segundonas que propiciarán o entorpecerán el destino escrito de los protagonistas.

2Si tenemos claro que el objetivo final es que María León y Jon Plazaola acaben liados, ¿qué alicientes hay para verla cada semana? Para mí, ninguno. Que todo sea tan simple y previsible hace que no me compense gastar una hora y 10 minuto de mi tiempo semanal en ella. Necesito algo más en una serie. Me tiene que transmitir ambición por superarse y fidelizar a los que la vemos. Y sé que ésta no me lo va a dar. Prefiero gastar ese rato en ver otra que tenga abandonada, en leer o en dar un paseo. O en ver Master ChefEl Príncipe, que compiten con ella.

Pero sería injusto si no admitiese que Allí Abajo tiene ciertos miembros que permitan identificarla como una ficción bien hecha. La premisa es buena y está bien presentada. Las localizaciones de Euskadi y Andalucía son reales y le otorgan la capacidad de integrar al espectador a través del ambiente. Los actores están más que correctos y te los crees en todo momento. Otro acierto está en el mismo reparto, al ser la mayoría de intérpretes desconocidos para el gran público (muchos de ellos, de Vaya semanita). Esto le da un punto de frescura, que se está convirtiendo en habitual en todo lo que emite últimamente Antena 3.3

Todo lo anterior es muy importante y evita el ridículo para un producto que la cadena está rentabilizando de sobra. Aunque destaca por un aspecto aun más determinante: el tratamiento de los tópicos. Soy andaluz, y no me chirría nada ni percibo una caricaturización de nuestra tierra ni de nuestra forma de ser. Quizá lo más excesivo esté en el celador que le saca la pasta a Iñaki cada vez que le pone la tele o que se escaquea constantemente. En cuanto a los vascos, tampoco les vende como paletos norteños que piensan que a partir de Burgos todo es África. Las expresiones de los personajes de allí arriba no son perfectas, pero reflejan la esencia de cómo se suelen comunicar. Su rudeza y campechanismo resulta creíble. Aunque a veces solo parezca que viven para triángulo del buen vivir: mus, pintxos y txakoli. El espíritu Ocho apellidos vascos es notable. Aunque María León diga que no.

4Y es que los responsables e integrantes de la apuesta cómica de Antena 3 han negado siempre que el filme de Emilio Martínez Lázaro les haya marcado el camino. Aseguran que la idea es previa a la explosión de la película más taquillera de 2014. E insisten en que, si hay influencias, son de la francesa Bienvenidos al Norte.

Por suerte, nadie se chupa el dedo y es fácil inferir que se han subido al carro de un éxito sin precedentes en las salas de cine. Y no es malo que lo hayan hecho. Aunque parece que en el equipo es más estigma que bendición contar con un referente como ese. Sería por el miedo a no gustar tanto y así ahorrarse las comparaciones de «en la serie no han sabido hacerlo». Un temor que ya se ha demostrado absurdo.5

Suelo odiar las series que «cumplen su función» y que no tienen ambición en sus tramas. Me aburren, de hecho. Es lo que me ha ocurrido con Allí Abajo. Y eso que sé que está bien hecha. Pero no me compensa. Si a vosotros sí, no la dejéis escapar.

Una guerra de horarios con muchas ‘víctimas’ y un solo ganador

Quizá fuiste uno de los que anoche no quería hacer otra cosa que ver la tele tranquilamente para acabar el día. Tu intención era disfrutar de lo mejor de la noche, algo que te entretuviese lo necesario y te permitiese relajarte antes de irte a la cama. Seguro que habría algo que destacaría por encima de la oferta del resto, por lo que sería fácil decidirte. Ayer martes tuviste buena y mala suerte. Había series y programas interesantes y que cuentan con mucha audiencia. Pero en todas las cadenas. A lo mejor ayer no lo sabías, pero anoche fuiste víctimas de la enésima batalla en la guerra de horarios televisiva. Y en la que, como siempre, solo pudo haber un ganador.1

Hace unos días, la lucha iba a estar entre dos espacios. El estreno de Allí abajo, la nueva comedia de Antena 3 protagonizada por María León que explota la manida relación entre vascos y andaluces, y Aquí paz y después gloria, eso que emite Telecinco con Antonio Resines. Estaba claro que iba a ser una noche interesante de cara a las audiencias. Para animarla aún más se metió por medio TVE, que entró anunciando que estrenaba la nueva temporada de Máster Chef, su programa más exitoso. De repente, las dos grandes privadas lo pasaron a tener muy crudo para ser líderes. Por eso una de ellas, Telecinco, decidió contraatacar con el cuchillo en los dientes: pasó a emitir un especial de El Príncipe, su serie franquicia, que era un avance de la nueva temporada que se estrenará pronto.

2Resultado: un espectador con una parrilla aparentemente atractiva y que solo puede ver una de las opciones. Quedándose sin poder disfrutar o sufrir lo que le ofrecen las otras cadenas. Y es que puede que no tenga tiempo, ganas o medios para recuperar en Internet lo emitido esa noche. Si le gusta Máster Chef y quería ver el estreno de Allí Abajo, está fastidiado. Lo mismo si le apetecía ver qué pasará en El Príncipe pero tenía interés por los nuevos cocineros de La 1. Al final, se priva al espectador, que en teoría es lo más importante, de lo mejor que se tiene.

Entiendo por qué se producen las guerras de horarios. Esto es un negocio, hay que ganar dinero y lo más fácil es hacerlo quitándole espectadores a tu competencia. Pero me resulta imposible compartirlas. Es un maltrato al que está esperando ver su programa, y que puede provocar desafección con la cadena o la televisión. Especialmente si se trata de perfiles que no tienen Internet o pasan del mismo para ver la tele. Ya sabemos que cada vez son menos, pero tampoco se tiene en cuenta otro perfil. Ese del que opta por ver lo español en la tele y lo de fuera en Internet. Vamos, el que pasa de los MiTele, Atresplayer y demás.3

Las cadenas no esconden que su interés está en llevarse más pasta, y que el espectador es contingente, pero no imprescindible. Sobre todo si eres el que más audiencia tiene. Lo malo es cuando pierdes esta batalla, el programa no funciona y tienes que retirarlo. Con las pérdidas de todo tipo que eso conlleva. A lo mejor ahí se arrepienten.

Pero, ¿tenemos razón para quejarnos de esto? Para ello he pedido a dos colegas que siguen mucho la televisión que cuenten qué les parece este fenómeno. El primero es Álvaro Onieva, de AgenTV, que compara lo de anoche con un gran partido de fútbol:

A veces, la televisión es la guerra. Y para los que la seguimos de cerca, hablando de ella y criticándola, batallas como la de anoche nos dan la vida. Era como un Madrid-Barça, salvo porque tienes que esperar al día siguiente para conocer los resultados. No es tan divertido, claro, para el espectador medio que, tal vez, deba elegir ver una cosa y perderse otra (aunque mejor que sobren buenas opciones a que falten) o para las productoras implicadas, aunque éstas ya deberían conocer las reglas del juego. Morir o matar. Ninguna noche se puede (o no se debería) dejar sin un producto que dé la talla y le ponga las cosas difíciles a la competencia. Cada noche hay que dar el todo e intentar cazar a cuantos más espectadores puedas. Y la audiencia, que no desespere, siempre puede recurrir al día siguiente al episodio en la web para ponerse al día.

También opina Elsa Aguado, de Vertele, que recomienda lo inevitable: resignarse.

La televisión española no tiene alergias primaverales y ha salido a la calle a lucirse: suma al ‘súper lunes’ el martes bélico del ‘todos contra todos’. No sorprende, las cadenas se sienten fuertes, porque en realidad no han arriesgado tanto. Han apostado por productos y temáticas al alza, como son la cocina o la ficción. Antena 3 acierta queriendo seguir con su firma de “la cadena de las series” por encima de la especialista en programas Telecinco, mientras que TVE quiso disparar con Máster Chef’ una de sus únicas balas seguras, en la progresiva pérdida de audiencia de la pública. En la guerra de audiencias siempre tiene que haber perdedores, pero la buena noticia es que al menos tenemos material donde elegir. Como los días no pueden durar 48 horas, el espectador español va camino de asemejarse cada vez más al americano, que tira de grabador y del ‘a la carta’. Verlo todo en estos tiempos de abundancia es imposible, así que mejor resignarse, y tomar aspirinas.

Podríamos resumir todo lo anterior en una expresión muy socorrida: estamos jodidos. Si nos gusta la tele o queremos descubrir las apuestas de las cadenas, es así. Es absurdo indignarse porque quieran ganar tener más beneficios haciendo la puñeta al del otro canal. Solo queda esperar que estos combates de prime time no abunden. Y si lo de ayer te molestó, asúmelo. No queda otra.