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Siempre busco la manera de acabar una serie cuanto antes... para ponerme a ver otra.

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El fracaso de Hermanos: el escarmiento a una serie choni

Ha ocurrido algo excepcional. Un hecho que no solemos ver. Que evidencia el desgaste que empiezan a tener ciertos productos habituales en las cadenas españolas. Por lo que nos deberíamos alegrar mucho: una serie española protagonizada por «actores» que están buenos se la ha pegado de manera considerable en términos de audiencia. Se trata de Hermanos, la miniserie de seis episodios que acabó este martes en Telecinco con un 9,1% de share. Y todo apunta a que el público la ha castigado con la indiferencia porque se ha dado cuenta de su mediocridad general. Además de por ser muy choni en lo técnico.1

¿Por qué Hermanos ha sufrido este escarmiento? ¿Qué le ha faltado para reventar los audímetros? Diría que todo. La historia es repetitiva, y por tanto nada atractiva: dos hermanos, uno triunfador y otro macarra, a los que les gusta la misma chica. Esa mujer a la que desean es su vecina de toda la vida, que ha demostrado el mismo afecto por ambos y tampoco tiene claro con cuál quedarse. Todo esto en un ambiente de dramas y conflictos continuos, donde nada les sale bien y tienen que tomar atajos para salir adelante. Vamos, un argumento digno de la peor época de la cadena The CW. Aunque esta comparación sea injusta para el canal norteamericano.

4Y es que en Estados Unidos al menos todos los actores son creíbles ante la cámara. De esta serie me he creído a Antonio Velázquez (y solo a ratos), a Carlos Hipólito y a Elvira Mínguez. El resto ni han estado a la altura ni se les esperaba. El caso más grave es el de María Valverde, que cuyo primer y último papel decente fue el de La flaqueza del bolchevique. De Álvaro Cervantes habla su interpretación por sí sola. La risa que me entró cuando leí a alguien decir que era «el mejor actor de su generación» se escuchó en todo mi bloque.3

Más allá de las pobres interpretaciones, los aspectos técnicos son los que más dejan en mal lugar a Hermanos. Un montaje atropellado, donde el paso de una escena a otra a veces no tiene ningún sentido, provoca que te pierdas y no sepas de dónde ha salido una escena. Buscar la agilidad provoca a veces unos disparates que percibe hasta el espectador menos ducho. La iluminación, de discoteca de los 60, y recursos como el bullet time de Matrix provocan que podamos referirnos a la serie como «la ficción choni». Porque no se puede ser más cani técnicamente.

2El acierto ha estado en el formato: una miniserie de seis episodios con un final tan definitivo que no se puede reconducir. El otro fallo ha sido la duración. Y es que Hermanos es tan mala que le sobraban 30 minutos a cada uno de sus episodios. Quizá la podrían haber estirado un par de capítulos más a cambio de recortarle metraje. O no, porque la habrían cancelado por el batacazo en share.

Como decía al principio, este baño de realidad para Telecinco sugiere varias reflexiones. Por ejemplo, ¿se ha dado cuenta la gente de que no bastan caras guapas para hacer una serie? ¿O de que la historia era manida y con una carga dramática absurda, de las que provocan la risa? ¿De que NADA resultaba plausible? A lo mejor algo está cambiando. Quizá su fracaso sea el principio de una mejor etapa para la ficción de este país.