Solo un capítulo más Solo un capítulo más

Siempre busco la manera de acabar una serie cuanto antes... para ponerme a ver otra.

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El sadismo le sienta muy bien a The Walking Dead

No hay spoilers, pero sí pistas. Lee con responsabilidad.

Mi amor-odio con The Walking Dead ha pasado por distintas fases. La he llamado mediocre, tremenda, desesperante, ilusionante, enterradora… Es la única serie que me ha hecho parecer ciclotímico. Sobre la que nunca tuve una opinión definitiva, dadas las reticencias que me provocaba su efecto yo-yo: podía pasar de un capítulo buenísimo a otro aburrido de conversaciones vacuas que no aportaban nada a la historia. Su cuarta temporada acabó muy bien, lo que me situó en el plano de las expectativas. Y se han cumplido con creces. Vaya regreso ha tenido. Y todo porque los guionistas le han incorporado un rasgo que le sienta muy bien a una serie como esta: el sadismo.2

Que en una ficción donde la muerte es un tema recurrente solo haya valido la pena un personaje por su crueldad en cinco años es algo que, parece, los responsables de la misma se han puesto a corregir de inmediato. Ya no son solo los malos como el Coronel los que disfrutan matando a sus rivales. Carol y Rick evidencian que con ellos se cumple la frase preferida de este último. Esa de que en un mundo de zombis y gente, «la gente es peor».

4El primer episodio de la quinta temporada, con la destrucción y posterior huida de Terminus, es el mejor capítulo de The Walking Dead junto al de las niñas de la cuarta. No me atreví a escribir de sus nuevos episodios por temor a que el segundo capítulo volviese a las andadas del tedio y las charlas plúmbeas y trascendentales de los personajes. Y las ha habido. Pero también hemos visto zombis, secretos que salen a relucir y los métodos que los nuevos villanos de la serie aplican para hacer sufrir a sus víctimas.

He de reconocer que nunca había caído en los grandes momentos que nos regalaría el canibalismo en esta serie. Más si es por gusto y no por necesidad. Esa sadismo revestido de gourmet ha logrado que se me pongan los pelos de punta, y que crea en la posibilidad de que haya personajes peores que el de David Morrissey por despiadados. Y cuando el grupo principal liderado por Rick se entere de lo que tienen detrás, a lo mejor deberían empezar a correr hacia Washington. Por si no pueden volver a hacerlo.3

No tengo claro si esta quinta entrega va a estar centrada en ese viaje a la capital de Estados Unidos que tiene como objetivo acabar definitivamente con los zombis. En posts anteriores, algunos ya me spoileasteis que no todo es lo que parece, y que no me fiase de ningún personaje. Por muy esperanzador que parezca. De lo que sí estoy seguro es sobre qué me gustaría en esta temporada. Más persecuciones, salpicadas con reencuentros y dilemas que no se pasen de profundos. Y mucho sadismo.

1En un mundo ficticio donde la poca gente viva que queda está escondida y en guardia ante todo tipo de amenazas, el reencuentro debe ser uno de los aspectos más anhelados y emocionantes. Lo mismo ocurre con la muerte. Pero en un contexto de apocalipsis, donde para sobrevivir tienes que pasar por encima de otros, las buenas intenciones se desvanecen. No se mata por defensa propia. Se mata por prevención. Y cuando menos te lo esperas, te das cuenta que disfrutas haciéndolo. Ojalá The Walking Dead explote esto.

Primer tráiler de la quinta temporada de The Walking Dead: así se presenta Terminus

La Comic Con de San Diego, ese evento al que espero ir al menos una vez en la vida, ha servido de escenario a la cadena AMC para estrenar el primer tráiler de la quinta temporada de The Walking Dead.1937451_991158950910263_6039918178666714832_n

El avance arranca donde se quedó la historia en el último episodio de la cuarta entrega, con los protagonistas metidos en problemas más serios que en otras ocasiones tras encontrarse con lo que les esperaba en Terminus. Las imágenes muestran que esta temporada estará cargada de acción, algo que dábamos por descontado. Falta saber si será así en realidad, lo que sería una buena noticia, dado que significaría que prescinden de las historias alargadas que acaban por ser vacuas de cada personaje. Porque nada mejor que aunar relatos personals y acción en las tramas para lograr unos capítulos movidos y entretenidos.

The Walking Dead regresará en octubre a AMC en EEUU y a Fox en España. Espero que no nos vuelva a engañar.

The Walking Dead, la serie yo-yo

Muchos me acusáis en los comentarios de no tener término medio. Y es cierto: las series o te gustan o no. Las adoras, o te aburren. El entretenimiento solo puede entenderse con esos dos axiomas, al menos desde mi punto de vista. Pero como siempre, hay excepciones. Y hay una serie que no deja de rallarme la p*** cabeza: The Walking Dead.

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Llevo días dándole vueltas al final de su cuarta temporada. Y he llegado a la conclusión de que no la entiendo. No sé por dónde cogerla. Me descoloca. Es capaz de lo mejor y de lo peor. Del bien y del mal. Está arriba en un capítulo y en el siguiente está abajo, y viceversa. Es la maldita serie yo-yo. Es la metaficción: la que no sabes qué te parece, pero que en sí misma no tiene término medio. Algo que me fastidia porque no me permite tener una opinión formada por completo sobre la misma. Aunque eso también sea bueno.

2Y es que el devenir televisivo del holocausto zombi que plasmó Robert Kirkman en el cómic no ha podido ser más inestable. Puede ofrecer una temporada más que aceptable como la primera, y luego una absoluta basura como la segunda. Para luego llegar a una tercera en la que unos cuantos capítulos están bien mientras que el resto de episodios podrían habérselos ahorrado.

Así hemos llegado hasta esta cuarta temporada, dividida en dos partes, con la comunidad como premisa en la primera para después pasar a la soledad y a la supervivencia extrema en la segunda. Todo porque ha sido la entrega más volátil de todas. Los ocho primeros episodios fueron flojos hasta el último, donde la serie pegó un arreón. En los ocho últimos la historia se volvió a repetir al principio: capítulos insulsos, que no aportaban nada, y con los que se pretendía dar contexto. Eso hay que hacerlo, por supuesto, pero se puede ofrecer de una manera que no sea un absoluto coñazo para el espectador y sin caer en el dramón.

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The Walking Dead se despidió hace unas semanas dejando un sabor de boca similar al que tienes por la mañana tras no haberte cepillado los dientes la noche anterior. Porque esta serie va a seguir engañándonos, dado que se va a extender en el tiempo hasta enterrarnos a todos.

Scott M. Gimple, su showrunner, nos ha ofrecido capítulos espectaculares y del mejor drama en su justa medida, lo que debería ser esta serie, como el de Carol y las niñas. Un episodio imprescindible y que encaja como el hilo del que debería tirar una serie de este tipo. Siempre aunándolo con los tiros, las persecuciones y los actos de supervivencia que son tan necesarios en una temática como ésta. Para que luego el final, con la trampa en la que caen los personajes, sea tan previsible como tibio. No se me pasó nada por la cabeza al ver los últimos minutos de la temporada. Tampoco me dio nada en qué pensar. Y eso es muy malo.

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Eso sí: estoy ansioso por saber cómo van a salir del atolladero. Y expectante con este giro que ha supuesto la aparición de Michael Cudlitz y con las posibles respuestas a lo que está pasando en el mundo lleno de zombis de la serie.

Me da rabia que los responsables de TWD no se estén aprovechando de todo el potencial que podría tener una historia como ésta. Porque pocos argumentos son más atractivos que los de zombis y cuasi desapariciones de la humanidad.

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Entre los ejemplos están los videojuegos de Resident Evil, unas obras maestras para los que hemos disfrutado con ellos, o el libro de Max Brooks, Guerra Mundial Z, el cual estoy devorando por lo buenísimo que es.

Quizá mi problema con The Walking Dead, ese que me lleva a tener esta relación de amor-odio, es no haberme leído los cómics. Tendré que ponerle remedio. Porque hasta entonces, me temo que me seguirá sin sugerir nada.

 

The Walking Dead nos ha vuelto a engañar

Ojo, contiene SPOILERS

Es el tercer post que escribo sobre The Walking Dead. Seré honesto: los hago porque funcionan en cuanto a número de lectores. Además, surgen debates interesantes en los comentarios o en las redes cuando escribo sobre ella, ya sea sobre el episodio de la semana, o por lo que intenta transmitir a través del holocausto zombi de su argumento. Y bueno, también porque aparecen fanáticos de los zombis y los personajes vivos, auténticos fanboys con los que te ríes.tw3

Más allá de todo esto, The Walking Dead regresó el pasado domingo para retomar su cuarta temporada, cuya primera mitad finalizó en diciembre. Un final que nos gustó a todos, e incluso nos permitió albergar cierta esperanza sobre un giro en su planteamiento que la hiciese entretenida de forma general, y no esporádica.

Pero no va a ser así. Nos ha vuelto a engañar, o al menos yo me siento así. Su vuelta, tras las muertes del Gobernador (David Morrissey, del cual volveremos a hablar muy pronto por aquí), Hershel (Scott Wilson), la huida de la prisión y la inevitable separación de los protagonistas por la batalla que presenciamos ha sido decepcionante. Vamos, que me aburrió hasta el punto de que me dormí mientras veía el episodio (en serio). Y yo que me había ilusionado con el final de media temporada.

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Me explico: TWD ha vuelto a querer ir de profunda, y ha intentado vendernos que es una serie dramática al uso cuando no lo es en absoluto. Lo que sabe hacer es ofrecer acción, escenas de vértigo y persecuciones; y no, no es una serie que sepa relatar cómo un padre ha de lidiar con su hijo preadolescente y los desplantes que le hace éste por estar en una edad difícil.

Que Carl (Chandler Riggs) es un niñato lo sabemos todos. Lo que no hace falta es abundar en ello de esta manera y dedicarle un episodio entero a cómo Rick Grimes (Andrew Lincoln) se ve incapaz de hacer frente al crío. Tampoco viene a cuento sacar las miserias de la pobre Michonne (Danai Gurira), y menos de esta manera, que parece que se ha incorporado a las tramas con calzador. Simplemente, no le encuentro sentido a todo el episodio.

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Sí nos gusta ver, por ejemplo, cómo Carl tiene que huir de los zombis y están a punto de pillarle. Eso nos pone nerviosos y nos hace meternos en la historia. El resto no logra que sintamos algo parecido.

Sé de antemano que me van a caer palos por este post, pero para eso existen las disensiones. Solo diré que a los que la defendéis a capa y espada nunca os entenderé. De verdad os lo digo. Cada cual tiene sus pedradas y vicios, supongo.

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Comprendo que muchos de los que la veis y abanderáis su causa destacáis de ella su entretenimiento y su ritmo. Vale, un consejo: si queréis ritmo y emoción de calidad dentro de un argumento facilón como el de TWD, tenéis que ver Person of Interest; incluso Arrow. Al menos éstas no intentan aparentar lo que no son, y no flirtean con la trascendencia en sus tramas.

A pesar de todo, la seguiré viendo. Tengo una responsabilidad con los que leéis el blog y estáis al día con ella. Y lo cierto es que me divierte escribir posts sobre ella. Pero jamás me volveré a ilusionar cuando se atisben cambios acertados en su propuesta. O eso espero.

«Hijo, por esto vemos The Walking Dead»

 

No tiene explicación. La duda me corroe. Me cuesta entenderlo. Y creo que nunca lo haré. He intentado todo para dilucidar por qué sigo haciéndolo. He llegado a pensar que es indeleble, ya que se cuela en mi cabeza y no sale de ahí. Aunque me resulte aburrido, no puedo parar. Y eso que sé que no es bueno para mí, y que me arrebata momentos de vida. Sin embargo, no me avergüenza reconocer que en algunos momentos lo he disfrutado. Aunque el lapso fuese exiguo, he gozado más al ser extraordinario. Pero ya no más. Este es el último. Tengo que ponerle fin. Si he de ir a rehabilitación, lo haré. No me avergüenzo de ello. Peor sería aguantar con esta carga.

Spoilers de la cuarta temporada. Si no la has visto, no te recomiendo que continúes

Ese era yo cuando terminé de ver el séptimo capítulo de la cuarta temporada de The Walking Dead. Así estaba. No fue un momento tan funesto, claro. Pero me he puesto melodramático porque ante otra situación de más empaque sí me habría sentido así. Y es que no entendía qué me llevaba a seguir viendo a los zombis torpes come personas. Tampoco hallaba la razón para continuar sufriendo a un actor tan mediocre como Andrew Lincoln. En fin, que no me tragaba la historia. Ni aunque hubiese bebido mucho antes de ponerme un episodio (así me habría parecido hasta graciosa). Hasta que llegó este final de media temporada, o mid season finale que lo llaman. Lo que confirmó mi teoría de que esta serie nos enterrará a todosWalking1

Hace muy poco tiempo, en el Atlético de Madrid los niños le preguntaban a sus padres por qué eran del Atleti. Por qué tenían que soportar una derrota tras otra, los palos constantes en cualquier competición, sumada a la tribulación de ver al del otro lado de la ciudad ganar. Su suerte cambió con la llegada de Simeone. Y parece que, al menos en los estertores de su media temporada, a The Walking Dead le ha pasado lo mismo con Scott M. Gimple, su nuevo showrunner. Por eso seguíamos viéndola. El «hijo, por esto somos del Atleti» ha pasado al «hijo, por esto vemos The Walking Dead».

Walking3La ficción apocalíptica de AMC ha mejorado mucho con respecto a sus tres anteriores entregas. El culpable puede ser Gimple, además de los guionistas. Sus predecesores, Frank Darabont y Glenn Mazzara, perpetraron una serie soporífera. A la vez, la suerte se puso del lado de éstos, y funcionaba genial tanto en audiencia como en repercusión en la red y/o merchandising. Y este año la fórmula ha resultado igual de efervescente.

The Walking Dead tiene tramas más interesantes, eso está claro. Pero el auténtico cambio estriba en guardarse momentos determinantes para el final. Ya no vemos esas tramas alocadas en las que pasaban cosas importantes en momentos que no tenían mucho sentido y que restaban atractivo y recursos de cara al futuro de la serie. Reservar para este último episodio la muerte de Hershel (Scott Wilson), el ataque del Gobernador (David Morrissey) o la huida de la prisión tiene mucho sentido. Antes, directamente, se ofrecían distintas secuencias relevantes para la historia en momentos mal escogidos.Walking4

El quinto episodio, ese en el que se pone fin a la epidemia que asola a la cárcel en la que se refugian, ha sido el otro acierto palmario. Atesoró ritmo, intriga y acción, un cóctel inaudito hasta la fecha en la serie.

Pero en una serie que arrastraba tantos defectos no todo pueden ser parabienes de repente. El reparto sigue siendo bastante pobre, aunque existen excepciones. Sin embargo, protagonistas como Andrew Lincoln (Rick Grimes) o Steven Yeun (Glenn) no están a la altura de una ficción tan mediática y efectiva. Sí daba la talla David Morrissey, que interpreta a un sádico perfecto para este tipo de serie (el pobre Martínez bien lo sabe). Y eso que su historia con la niña y su madre parecía que iba a sacar de él otra faceta. Afortunadamente, no ha sido así. Pero ahora está muerto. O eso parece.

Walking2Tampoco se puede decir que se haya mejorado en cuanto a los obstáculos que han de superar los personajes. Lo de una enfermedad que se propaga en una zona cerrada no es nada original. Menos aún que se produzca un asalto y una lucha sin cuartel por un refugio. Si estás huyendo de seres que van a matarte porque carecen de raciocinio y te consideran su alimento, es obvio que quieras los muros más robustos para protegerte. Nadie va a ser tan gilipollas de querer permanecer a la intemperie.

Pero lo que más chirría de The Walking Dead es que el holocausto zombi no es tal en cuanto a recursos. Esta gente encuentra lo que necesita SIEMPRE. Aunque sea lo justo, o se trate del objeto más exótico posible, aparece. No cuela. O que de repente haya tantas armas a la disposición de los poquísimos supervivientes. Anécdotas que deslucen. No sé cómo serán los cómics, pero por lo que me han contado no hay tanto despropósito.Walking6

En cualquier caso, puede que haya esperanza de cara a su regreso en febrero. Quedan varios asuntos por aclarar: dónde han ido ahora, qué ha pasado con Carol, el paradero de Judith, cómo asumirán lo ocurrido… The Walking Dead está volviendo a la vida poco a poco, por hacer el chiste adecuado. A ver lo que dura.

The Walking Dead nos enterrará a todos

El otro día estuve en una charla sobre Transmedia. Una disciplina que según Wikipedia consiste en «contar una historia a través de diversos medios y plataformas de comunicación». O lo que es lo mismo: una serie que traspasa la televisión y logra montar una colección de productos alternativos sobre ella misma. A esta definición llegué gracias a lo que comentaba la gente en Twitter sobre la mesa redonda que estaba teniendo lugar. Y menos mal que estaban ellos, porque los cuatro supuestos expertos no permitían sacar nada en claro con sus discursos complicados y poco pedagógicos. Cada uno fue, como bien apuntaron, a hablar de su ‘libro’.

Cambiate YA la camisa, Rick, por favor

Cambiate YA la camisa, Rick

Aun así, me sirvió para descubrir un nuevo concepto que puede explicar la supervivencia televisiva de algunas ficciones. Es el caso de The Walking Dead, que a pesar de las críticas de aburrida que recibe cada año se mantiene inamovible de la parrilla de AMC. Y todo gracias a una legión inquebrantable de fans que van más allá de desear un capítulo. Algo fácil cuando tienen disponibles los cómics originales de Robert Kirkman y Tony Moore, los videojuegos o todo el merchandising que genera este ejército de zombis que buscan comerse a unos pocos humanos.

La serie protagonizada por Andrew Lincoln y que ahora lidera Scott M. Gimple como showrunner regresó el domingo pasado con unas cifras de audiencia escandalosas: más de 16 millones de personas vieron el capítulo de estreno de su cuarta entrega. Es decir, fue el programa no deportivo más visto de la historia del cable estadounidense (incluso superando a High School Musical).

Todo el que la vio se pudo percatar de cómo la trama continuaba la línea marcada por el final de la tercera temporada, con la nueva vida en la prisión tras la desaparición del Gobernador y la reconstrucción de la comunidad liderada por Rick. Y como debe ser, esta aparente vida feliz que mantienen los ahora habitantes de la cárcel abandonada se verá truncada por sus némesis: los zombis.Walking3

A mí The Walking Dead me aburre. Y eso que le reconozco una notable mejoría en los estertores de la tercera temporada. Pero esto no exime de los momentos de sopor gratuitos que nos ha traído desde que fue estrenada en 2010. E incluso así no me atrevo a decir que sea mala, ya que la idea está muy bien planteada y las actuaciones son irreprochables; simplemente no me engancha. El problema que tengo es que ni por esas me atrevo a dejar de verla y me dejo arrastrar por su marea de seguidores que la califican de «espectacular» o «buenísima». Tampoco se me pasa por la cabeza intentar convencer a alguien de que es mala para así tener a alguien de mi lado e iniciar una cruzada para eliminarla de la rutina semanal; estoy loco, pero no soy (tan) tonto.

Walking2El público que la ve como un simple entretenimiento, que suele ser bastante más inteligente que los que debemos echar un ojo a todo (ya que es más selectivo), tiene su parte de razón. The Walking Dead tiene de todo: acción, drama, amor y hasta humor. Su trama, un mundo en el que todo el que muere se transforma en zombi en el que tratan de subsistir pequeños grupos de personas, no puede ser más atractiva ante los ojos del espectador. Tampoco da miedo, lo que la hace soportable para casi todos; y el punto gore es el justo. Y lo más importante: salvo que hayas leído los cómics, no sabes qué va a pasar. Aquí puede caer cualquiera en el momento más inesperado. Y si no, haced una búsqueda en Google con el nombre de un personaje, seguido del título de la serie, y descubriréis cuál es una de las búsquedas sugeridas para todos los miembros del elenco.

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La curiosidad por saber qué pasará con Rick Grimes, o si llegará a cambiarse esa camisa roñosa que da asco verla, nos mueve a seguir viéndola. La madurez violenta de Carl (Chandler Riggs), también; las relaciones en la prisión y los nuevos personajes, con la próxima incorporación de Michael Cudlitz, se suman a esas razones. Tampoco queremos quedarnos sin saber dónde anda el Gobernador, qué está tramando, y cómo reaparecerá en la vida de los protagonistas. Mientras que, por otro lado, ya ha quedado claro que Daryl (Norman Reedus) y Michonne (Danai Gurira) continuarán siendo los personajes más atractivos y geniales, siempre y cuando no se los carguen. En definitiva, nadie sobra aquí. Sobre todo porque ninguno está a salvo.

Walking4Lo reprochable es la ejecución de los guiones. Solo pasa algo al principio y final de cada episodio. El resto simplemente sobra. Un extremo sobre el que se podría decir que hay unanimidad, aunque esa moralla argumental sea imprescindible para sus pocos momentos de tensión en los primeros y últimos cinco minutos. Sin embargo, que se pueda permitir una historia más pausada en el desarrollo de cada capítulo no quiere decir que se deba caer en el aburrimiento. Y aquí pasa con asiduidad.

Entre mis miedos sobre The Walking Dead está que nos acabe superando y que aun así se siga emitiendo. Que todos nos cansemos y los capítulos no paren de salir cada año. Una posibilidad que visto su bagaje se cumplirá. Me temo que logrará enterrarnos a todos. Y eso será culpa de sus incondicionales, refractarios ante una hipotética cancelación.

Lo único que hay que exigirle a los guionistas es que la serie sea entretenida en sus 43 minutos, no solo durante 10. Puede que a muchos les baste con eso, pero a mí no.